Nuevos relatos publicados: 0

Una propuesta inesperada

  • 12
  • 26.581
  • 9,76 (33 Val.)
  • 0

Mi móvil comenzó a sonar con el clásico tono para una llamada,  miré la pantalla y decía "oficina" lo primero que imaginé fue que otro cliente quería que fuera a visitarlo, esa mañana mis clientes habían estado muy insistentes en que los fuera a visitar, todos querían ver el nuevo catálogo y ser los primeros en comprar para luego ellos poder distribuir los nuevos productos.

Toda la mañana había sido así, una junta tras otra con los distintos clientes y aunque yo quisiera ir con todos no me ajustaba el tiempo para visitar a todos ese día.

Así que no hice caso y seguí con la presentación que tenía por delante, estaba en medio de una junta con uno de mis mejores inversionistas y dejé el teléfono en segundo plano.

Cuando la presentación hubo terminado y salí del edificio del cliente fui directo al estacionamiento y ya en el auto me comuniqué a la oficina para informar los productos que debían mandar la próxima semana. La comisión de esa venta va ser genial, ya hasta estaba pensando cómo disfrutar de las jugosas ganancias.

Ya ni recordaba la llamada perdida que habían hecho desde la oficina, luego de anotar mi pedido y asegurarme que todo estaría listo para la fecha requerida, Paulina cambio de tema abruptamente solo dijo:

—"Queremos un trio"

¿¡Queee!?

¿¡Un trio!?

¿Y mi mujer?

¿Mi Paulina, mi esposa y yo?

¿Su esposo, ella y yo?

Una voz del otro lado de línea me dio otra posibilidad.

O ¿sería entre compañeros? ¿Rubi, Paulina y yo?

¿Rubi también estaba escuchando?

Uta!!! ¿y mi esposa? Quizá ella quiera participar ¿y si ella graba? No, creo que es más fácil que el infierno se congele.

¿Dónde será bueno hacerlo?

¿En la oficina? No, ahí no es buena idea.

¿Un motel? Pero nunca he ido a uno bueno siempre hay una primera vez.

Ya veré como le hago.

Tanto tiempo pensando en esa fantasía, y ahora que estaba latente.

Mi mente ya estaba a mil por hora.

—¿Qué dices?

—Lo que oíste, Rubi y yo queremos hacer un trío contigo, en unos pocos días es el cumpleaños de Rubi y quiere festejar de una forma que nunca lo olvide. Yo le di una idea y ella está más que emocionada por eso.

Jajaja ahí estaba yo dentro de mi automóvil, con el teléfono en la oreja sin dar crédito a lo que escuchaba. Ya estaba relamiendo los bigotes e imaginando lo que nos divertíamos.

Faltaban dos semanas para el cumpleaños de Rubi, pero no queríamos esperar tantos días así que antes de que cambiaran de opinión, y aprovechando que el esposo de Paulina estaría fuera de la ciudad el fin de semana aprovechamos la ocasión.

Rentamos un apartamento en una de las aplicaciones que te permite rentar desde un cuarto hasta mansiones preciosas, el departamento está ubicado en una ciudad vecina y teníamos sábado y domingo para hacer en él lo que nos venga en gana.

El sábado temprano salí de casa y pasé primero por Paulina que es la que vive más cerca de mi casa.

Cuando salió de su casa imaginé una pantera, venía todo de negro con unas delgadas líneas claras en un conjunto de pantalón a tres cuartos de su pantorrilla y una blusa que dejaba al descubierto sus hombros en su mano solo una bolsa de mano, su elegancia al caminar.

Sin duda que evocaba cierto parecido a una felina al acecho, me le quedé viendo a los ojos directamente, se veía hermosa, entró al auto rápidamente y me saludó alegre con cara de excitación, luego del breve saludo seguimos hasta la casa de Rubi, baje del auto y toque la puerta.

Rubi salió unos minutos después, traía puesta una blusa roja con un hombro descubierto y el otro cubierto por la manga larga de su blusa, un pantalón de mezclilla y sus tenis blancos, me saludó de beso Rubí expuso su cuello permitiendo que me acercara y percibiera su aroma… Bvlgari. Comencé a olfatear unos cinco centímetros arriba de sus senos, justo donde ella estiró la tela de su blusa para que oliera, pero no me retire seguí ascendiendo primero por la tela y luego por su piel hasta rozar su cuello y casi llegar a su barbilla, noté como su piel se eriza a mientras el dulce aroma me embriagaba.

—Epa chicos que tenemos todo el fin de semana!!!

Venga que se hace tarde.

Así que Rubi y yo soltamos la risa mientras mirábamos a Paulina dentro del automóvil.

Entramos al auto y entre risas nerviosas y cómplices comenzamos (creo que ya había comenzado desde que lo comenzamos a imaginar) la aventura y pronto íbamos sobre la carretera en busca de un divertido fin de semana.

El edificio donde estaba el departamento parecía nuevo, estaba ubicado en el quinto de diez pisos, el lobby era amplio toda la planta de abajo estaba destinada a él, había salas de espera, una cafetería, las escaleras y los ascensores al fondo estaba el área de administración.

Así que nos encaminamos hacia allá y pedimos la llave de la habitación, el chico que comprobó los datos nos veía con una mirada curiosa y una sonrisa en la cara -como si imaginara lo que iba a ocurrir entre nosotros-, nos dio la llave y nos dio las instrucciones para llegar a la habitación.

En cuanto las puertas del elevador se cerraron, tome a las chicas por la cintura y las atraje hacia mí, bese a una y luego a la otra para al final terminar los tres en un solo beso.

Nos separamos justo a tiempo -o eso creímos-, la puerta se abrió en el tercer piso y entraron una pareja de ancianos que volteo a vernos de una forma rara y una guapa mujer de pelo crespo y unos hermosos labios rojos que llevaba un perrito abrazado que me dirijo una pícara sonrisa.

En cuanto abrimos la puerta el lugar nos gustó, se notaba que era solo para rentar lo no había una sola foto personal en la paredes había arte decorativo, algunas macetas en los rincones con plantas verde y brillosas, todo era de concepto abierto, junto a la puerta había un perchero donde Paulina y Rubi colgaron sus bolsa luego una sala amplia con sillones enormes y muy cómodos a la derecha una pequeña mesa de vidrio cuadrada para cuatro personas con un frutero lleno con manzanas y peras en el centro, pegada a la pared la cocina.

En la pared detrás del sillón principal estaba acomodado un singular collage de seis pinturas; Jack Sparrow al centro la Mona Lisa y Frida a sus lados arriba, una chica dibujada sobre papel periódico, una apache hermosa y otra mujer que decidí llamar la señorita Flores por la gran cantidad que tenía pintadas en su espalda, había también algunos espejos, nada muy personal, el lugar estaba creado para la renta y el mobiliario era específico para que la vista se enamorara de inmediato del lugar.

Al fondo un balcón con vista a la avenida y las tiendas de diseñador que estaban por todas partes, la puerta a la habitación estaba justo enfrente de la cocina, rápidamente entramos a investigar; a la izquierda un pequeño closed y a la derecha un enorme baño lleno de pisos elegantes y cristal, las llaves negras resaltaron en cuanto entramos, había toallas limpias y varias botellas de diversas cremas y jabones, luego del pequeño pasillo que formaban la puerta del closet y el baño se abría el resto de la habitación, una enorme cama de toda la pared contigua al baño hasta llegar al vidrio del enorme balcón de la habitación, arriba de la cabecera un impresionante cuadro a blanco y negro de una ciudad con grandes edificios y el mar como fondo, enfrente a la cama un gran espejo con su taburete igual de largo y una banca otomana.

Mire a mis amigas y ambas tenían la misma idea que yo…

Saltamos a la cama y comprobamos la comodidad del colchón, entre risas y bromas nos tocamos y besamos por algunos minutos entre todos antes de enfocarnos en Rubi.

Paulina y yo nos miramos y con esa sola mirada nos pusimos de acuerdo, Rubi disfrutaría de todas nuestras atenciones, la colocamos boca arriba y fuimos tocando su cuerpo aún con la ropa puesta, la besamos y acariciamos sin parar por un buen rato.

Antes de seguir más allá de esos besos nos detuvimos y decidimos comer y jugar algo.

Salimos del cuarto para mirar qué es lo que había en el refrigerador. Nada, no había nada.

Jajaja

Decidimos ir a la calle en busca de algo para desayunar, preguntamos al chico que nos había dado las llaves por algún lugar cerca para ir a desayunar y nos indicó como llegar a una taquería cercana, encontramos la taquería en la esquina del edificio. De regreso íbamos entretenidos viendo a través de los cristales de las tiendas todo tipo de mercancía, una tienda de trajes me llamó la atención -tal vez aproveche y compre algo para el guardarropa-, tiendas de tenis, vestidos de noche; primera comunión, confirmación, novia, boutique de lencería, había de todo, pasamos por una pastelería y entramos.

No podíamos dejar a Rubi sin su pastel de cumpleaños encontramos casi al instante una buena opción, en el exhibidor había unas rebanadas de pastel con chocolate, café y pay de queso, cubiertas con betún, algunas uvas, fresas y nuez.

Pedimos tres de esas, cuando vimos el nombre en la nota nos echamos a reír.

El pastel se llamaba: trío…

Como si supiera lo que entre nosotros tres planeamos, como un testigo de aquella aventura de fin de semana.

Llegamos al departamento sin nada más en la cabeza que sexo, ya no había preámbulos toda la semana lo habíamos imaginado y deseado, ese fue el juego previo, ahora ya no lo necesitamos, ahora queríamos disfrutar de lo que nos había llevado ahí; la fantasía y la perversión, la lujuria y el deseo. Tres personas con una misma fantasía…

—¡Quiero verlas!

Las dos se miraron.

¡wooow!

Sus miradas. Las dos con el fuego en sus ojos, las dos con la sensualidad que da la certeza de saber lo que va ocurrir, las dos con la seguridad anhelante de hacerlo.

Comenzaron a desnudarse retadoramente frente a mí, Rubi tomó la blusa por debajo de su ombligo, estiró los brazos y sacó la blusa mientras por encima de su cabeza, Paulina comenzó con los pantalones, un par de piernas de ébano me hicieron babear, luego Rubi se acercó a Paulina ayudó la con su blusa, acaricio su cuerpo mientras miraba sus ojos, Paulina no se quedó atrás ayudó a Rubi con sus pantalones.

Rubi de piel más clara, con su ropa interior negra. Paulina, una morena de fuego y unas caderas que embrujan y un culo que te vuelve loco con sus bragas de encaje y seda.

Ese paso lo quería hacer yo. Me acerque a ellas y tome las bragas, las dos al mismo tiempo la de Paulina con la derecha y la Rubi en la izquierda ambas eran delgadas, delicadas, finas, un firme tirón bastó para que rompieran y quedarme con ellas en mis manos noté la suavidad de las telas al instante, no pude evitar llevarlas a mi cara, oler su aroma, sentir la esencia contenida en ellas, estaban húmedas, ambas mujeres están listas.

El morbo era enorme ya nos conocíamos completamente, ya antes habíamos tenido algún encuentro, nunca habíamos estado los tres juntos pero había química y ganas.

En pocos minutos las dos quedaron desnudas ante mí…

Paulina con sus pezones oscuros, duros ansiosos y una mirada felina, Rubi con sus senos tersos, casi juveniles en un tono más rosado, como el pétalo de una flor.

Una con su cuerpo estilizado por la juventud y la práctica del baile, la otra con la belleza que da la maternidad en un cuerpo ejercitado y elegante.

Ambas con una sonrisa y la mente dispuesta al placer.

Mi pene erecto, duro ante ellas, sus vulvas brillosas destilando miel, palpitantes deseo.

Rubi lo tomó entre sus manos acarició toda la extensión apretó la base y me guio hasta el borde de uno de los amplios sillones, sentó al borde y abriendo las piernas lo guio hacia ella, Paulina miraba como mi dureza poco a poco desaparecía en el fondo de Rubi.

Estaba caliente y húmeda, fue fácil perderme en ella, fue fácil recordar la primera vez que lo hicimos entre cajas de cartón allá en la bodega.

Le dije eso al oído y ella río mientras yo seguía bombeando.

Paulina ya se nos había unido besaba y acariciaba los senos de Rubi.

Mi mano se estiró buscando el culo de Paulina. Toqué y acaricie sus firmes nalgas, seguí hasta rozar su ano.

Un roce en esa zona prohibida tiene diferentes reacciones, hay quien se excita al sentir la sensación de una caricia prohibida y simplemente se deja llevar por la lujuria, hay quienes se asustan ante el tabú que representa una caricia en esa parte…

Pero ella, ella sabe que es un juego, uno que le genera placer y la moja ante el primer roce.

Fue fácil que Rubi se corriera, fue sencillo llevarla a ese primer orgasmo.

Salí de ella y le ofrecí mi dureza a Paulina lamio y disfruto cada centímetro con su boca, probó el sabor de Rubi por primera vez directamente de mí, me comió como si no hubiera un mañana.

Luego se separó de mí, tomo un poco de las frutas del pastel y las puso en la entrepierna de Rubi, comenzó a comerla a ella, su lengua era maestra, sabía lo que hacía, sabía en qué punto frotar, acariciar, chupar o presionar, la fruta y el betún fueron desapareciendo del cuerpo de Rubi, yo besaba sus pechos o besaba su boca.

Después de unos instantes me dedique a observar, la respiración de Rubi cambió, el tono en su rostro también, su mirada era distinta, todo su rostro indicaba una cosa…

Sus manos se aferraban a sus piernas, las mantenía abiertas y elevadas mientras Paulina seguía movimiento su lengua.

La imagen es brutal, Rubi intentando detener sus piernas que tiemblan descontroladas, su boca conteniendo suspiros que escapan por sus ojos, Paulina sabe lo que hace, y no se detiene mientras una fuerte explosión ocurre dentro de Rubi, pero no se detiene una y otra vez la lleva al límite. Los tres gozamos la escena, yo estoy fascinado, extasiado observando cómo Rubi no puede simplemente controlar sus piernas que tiemblan aunque sus manos las sostienen. Paulina sigue moviendo la lengua de forma mágica entre sus piernas.

Simplemente la ha hecho gozar mejor que yo.

No puedo resistir más y me hundo en Paulina mientras ella sigue entretenida en la entrepierna de Rubi.

Los tres somos uno en ese momento, los tres somos cómplices de esa escena.

(9,76)