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Una tarde de sexo con mi prima

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Todo pasó una tarde que yo iba paseando por la calle, cuando de pronto me adentré en una callejuela donde había unas tiendas de ropa.

Al ir caminando durante un rato pude ver a una de mis primas que se iba acercando hacia mí, ella también estaba mirando los escaparates de las tiendas que se iba encontrando al paso.

Cuando de pronto nos encontramos en plena acera, nos saludamos durante un rato y me cogió de la mano para que la acompañase al interior de una bisutería donde también vendían ropa, escogió unas blusas y un pantalón.

Me llevó hasta el probador y me dijo que entrase con ella para que la fuese aconsejando si la quedaba bien o tenía que coger una o dos tallas más o menos, mi prima comenzó a quitarse la parte de arriba y yo desvíe la mirada hacia otro lado para no mirar la parte interior de su cuerpo, mi prima me dijo que si me daba vergüenza mirarla cuando ella se estaba cambiando; yo por respeto a ella la dije que sí y me respondió que no pasa nada porque la mirase, que todo quedaba en familia.

Pues la hice caso y miré como si lo estuviera haciendo toda la vida, ella me cogió las manos y las puso sobre sus pechos, y que pechos tenía mi prima, no eran pequeños la verdad, digamos que mis manos por mucho que quisieran caber aún sobraban por los alrededores de mis manos.

Ella ni corta ni perezosa bajó su mano hasta la cremallera de mi pantalón y notó que mi paquete estaba un poco abultado y que en cuestión de pocos minutos sé podría poner más duro de lo que estaba cuando ella comenzó a tocarme, de pronto metió su mano debajo de mi calzoncillo y siguió manoseándome mi parte intima, seguidamente me bajó el pantalón y el calzoncillo hasta el suelo y comenzó a masturbarme hasta que se empinase y se me pusiera más duro aún.

Segundos después con mi pene bien erecto y duro lo introdujo en su boca y comenzó a chupármela como si de un buen helado sé tratase, yo no dejaba de jadear de placer al ver como mi prima me hacía tan feliz en ese momento, saqué mi pene de su boca y la puse a cuatro patas encima de la tapadera del inodoro e introduje mi duro rabo por su mojada y rosada vagina hasta que sintiera todo mi ser dentro de ella.

Así, así me decía ella, jadeando y gozando como mis huevos chocaban una y otra vez su entrepierna, yo con mis manos en sus pechos y sintiendo como botaban contra la pared del meneo que la estaba dando en ese momento.

Su precioso y abultado trasero me hacía mucho más fácil el agarrarla por la cintura y de vez en cuando abrirla el culo para que mi pene entrase y saliese con más facilidad de su concha semi peluda, ya pasado un buen rato después y casi a punto de echar toda mi leche dentro de ella saqué mi pene y comencé a correrme sobre sus gordas y grandes tetas.

Cogí mi polla y la puse entre sus pechos para que ella me hiciera una buena cubana y así poder terminar de echar toda mi corrida sobre su cuerpo, pero no fue el único lugar donde me corrí, ella agarró mi pene y lo volvió a meter en su boca para terminar la chorreante corrida en su garganta y poder ver yo como se tragaba todo el semen que mis testículos habían expulsado a través de mi mojado capullo.

Terminada la faena empezamos a vestirnos, cada uno cogimos nuestra ropa y como si allí no hubiera pasado nada, pero los dos sabíamos que esa tarde allí si había pasado de todo y ninguno de los dos estábamos arrepentidos de lo que había pasado entre nosotros porque sabíamos que tarde o temprano se volvería a repetir en algún otro lugar.

Yo con toda mi ropa puesta y ya vestido ayudé a mi prima a terminar de que sé vistiera y así salir los dos del baño de la tienda donde habíamos pasado una preciosa y tórrida tarde de sexo y desenfreno a tope.

Fin.

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