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Vacaciones con mis amigos y mi novia (Parte Final)
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Tiempo de lectura: 13 minutos

El día siguiente empezó bastante mal. Había dormido en el sillón y un poco molesto. Mis amigos habían llegado bastante tarde en la madrugada y tuve que esperarlos hasta entonces; lo único bueno fue que pude hablar con todos para decirles que necesitaba hablar a solas con Ori, por lo que les pedí que fueran a tomar un desayuno afuera. No quise entrar en detalles, pero al parecer aceptaron mi petición pues todos se fueron felices a un restaurante cerca del centro que tenía un buffet para desayunar. Por mi parte prepare unos huevos para Ori para que ella y yo pudiéramos comer.

Cuando se levantó estaba de mucho mejor humor que el día anterior, pero su ánimo decayó en cuanto le dije que necesitábamos hablar. Cuando terminamos de comer, nos sentamos en el sillón, yo un poco alejado de ella y comencé a hablar.

—Ori, quiero terminar nuestra relación —fue lo primero que dije, directo y sin darle tantas vueltas.

Lo que siguió fue una verdadera masacre, tanto para ella como para mí. Discutimos y fuerte. Intentaba decir mis razones por las que quería terminar con ella, pero Ori comenzaba a gritar y mencionar que estaba loco y que estaba mal, que ella también había intentado mantener la relación haciendo sacrificios en su vida. En más de una ocasión lloró, intentó irse de la sala para acabar la discusión, pero la amenazaba que si lo hacía me iba a ir de la casa. Varias veces me dijo que lo hiciera, pero lograba mantener mi enojo y la obligaba a quedarse. Fueron bastantes horas de discusión, incluso jure en algún momento oí a nuestros amigos entrar pero al notar nuestros gritos volvieron a salir para dejarnos solos, al final le dije que se había acabado. Ori me miró unos momentos antes de salir corriendo a la habitación, llorando. No le dije que la había engañado, no se lo merecía. La había herido, lo sabía, pero por mi bien lo había tenido que hacer.

Unas horas después nuestros amigos regresaron y me preguntaron qué había pasado. Les conté que había terminado con Ori, agregando que era una decisión que había estado planteándome durante varios meses; al decirlo la expresión de Valeria se relajó, pues también lo había mencionado para evitar que ella se sintiera culpable de nuestra ruptura, Jimena por otro lado tan sólo asintió, ella ya sabía mi decisión desde antes.

Desde luego las amigas de Ori fueron a hablar con ella para intentar animarla, mientras Gerardo, Alex y yo nos quedamos en el jardín platicando de varias cosas, intentando hacer que me olvidara del tema.

Esa noche volví a dormir en el sillón, pues Ori se había negado a salir de la habitación. La verdad esa noche no estuvo tan mal, tome unas cuantas cervezas con mis amigos, fue una charla amena, pero para nada alegre debido a la situación.

La mañana siguiente era el inicio del penúltimo día en el que nos íbamos a quedar en la casa de mi tío. Ese día Ori decidió regresar a casa.

Había tomado la decisión en la noche, no quería verme ni nada por el estilo, quería alejarse. Para su mala suerte, la estación de camiones estaba un poco lejos, por lo que Gerardo tendría que llevarla ahí, pues era el único que podía manejar su camioneta. De todas sus amigas, Jimena fue la única que decidió acompañarla. Jimena empacó sus cosas también y ambas salieron de la casa.

Me despedí desde la puerta, pues sabía que iba a ser incómodo para ambos que la fuera a dejar a la estación de camiones. Ori no volteó a verme ni una sola vez, pero pude ver sus ojos rojos de su llanto.

Mientras se iban me pregunté si Jimena le contaría a Ori lo que había pasado entre nosotros. Cuando hable con ella antes de que se fueran me prometió que no diría lo que pasó entre nosotros, que sólo iba a intentar convencer a su amiga que no era tan malo lo que había pasado. Sentí un poco hipócrita dado que ella se había acostado con el novio de su amiga, pero al final estaba tan cansado por lo que sucedió, y sobre todo noté buenas intenciones en Jimena. Era extraño, pero ella lo dijo, quiso aprovechar antes de que todo se fuera por el retrete entre Ori y yo.

Así que ahí estaba yo, sentado en la sala, mirando la televisión; no estaba deprimido, pero tampoco me encontraba de buen humor. Valeria, Alex y Gina se habían ido a comprar unas cosas, querían celebrar esa última noche que íbamos a estar. Al principio estaban indecisos si sería una buena idea por lo que acababa de pasar, pero les asegure que no quería arruinar la diversión de nadie y le dije que siguieran con la fiesta.

—¿Todo bien? —dijo una voz a mis espaldas.

Volteé a ver a Mishel, quien se había quedado también, aun no tenía del por qué. Ella se acercó y se sentó a mi lado.

—¿Cómo estás? Debió haber sido difícil para ti terminar con Ori. —me dijo con genuina lastima.

—Lo peor fue verla llorar, creo que jamás la había visto llorar así —respondió.

—Ella te quería, y mucho.

—Lo sé, yo también. Pero estábamos bastante mal y la verdad es que me hacía sufrir.

—No te estoy culpando, sólo estoy diciendo un hecho —me dijo con una ligera sonrisa, algo triste.

Volteé a verla. Mishel estaba sentada de lado, recargando su cabeza sobre el brazo que estaba sobre el respaldo del sofá. Llevaba puesto una blusa larga de color azul marino con varias flores, un short corto de color negro de mezclilla que dejaba ver por completo sus piernas y unas botas chicas negras sin calcetines. Al verla así no pude evitar recordar cómo iba vestida cuando jugamos póker unos días antes.

—¿Y tú? ¿Por qué no fuiste con Gerardo a dejar a Ori?

Ella suspiro y se acomodó en el asiento para ver la tele, o más bien para evitar mi mirada.

—¿No te enteraste?

—¿De qué?

—Oriana y yo discutimos también. En cuanto se encerró en el cuarto entre a hablar con ella y estaba muy enojada. Me dijo muchas cosas como puta y facilona y…pues me enoje y salí.

—Oh vaya. Lo lamento. Creo que lo dijo porque se puso celosa de que subiéramos a las tazas juntos y luego que te viera desnuda después de que jugáramos póker.

Hubo un pequeño momento de silencio antes de que Mishel contestará.

—Bueeeno, en realidad había otra cosa.

La mire sin saber a qué se refería.

—¿Qué quieres decir?

—Nada, nada. Fue algo que hable con ella, pero nada de lo que te tienes que enterarte.

—Aja —dije sin estar muy convencido.

Pero en vez de contestar, Mishel fijó su mirada en la televisión. Decidí no darle importancia y volví a centrarme en lo que estaba viendo.

Pasó cerca de unos veinte minutos, ninguno de los dos dijo nada. Ambos veíamos la televisión, aunque por mi parte no le prestaba mucho atención a lo que pasaba. Tenía curiosidad acerca de lo que habían discutido Mishel y Ori, y al parecer Mishel también se había quedado con ganas de decir algo, pues me comentó:

—Le hice una propuesta a Ori.

—¿Qué clase de oferta? —le dije volteando a verla.

—Verás, antes de venir y cuando me dijo que podía invitar a Gerardo le propuse que intercambiáramos novios.

Al oírla abrí la boca con sorpresa por aquella revelación.

—Gerardo y yo queríamos experimentar cosas nuevas —me dijo alzando los hombros como si nada—. Entonces se nos ocurrió la idea y se la planteé a Ori. Ella desde luego no quiso, no quería compartirte. Estuve insistiéndole muchos días, pero no logre hacerla cambiar de opinión.

—Guau, eso es… guau.

—Y ahí no acaba la cosa, ¿recuerdas cuando sugerí jugar poquer y apostar prendas? Bueno, Ori pensó que la iba a obligar a que hiciéramos el intercambio, pero le conté que sólo quería que nos excitáramos entre los cuatro, que no cruzaría la raya. Supongo que por eso me llamó puta, por tener la idea de querer coger contigo.

—Ah, ya. Vaya, creo que puedo entender ahora porque te enojaste con ella y porque se enojó contigo —dije rascándome la cabeza, aun sorprendido por la revelación y regresando mi mirada a la televisión.

—Sí, quizá si me pase un poco de la raya al pedírselo.

Lo había hecho, pero no se lo dije porque pensaba en otras cosas. Tenía un nudo en la garganta y estaba temblando ligeramente. La idea se coló en mi cabeza sin que pudiera evitarlo. ¿Cómo sería coger con Mishel? Me llegaron las imágenes de ella haciéndolo con su novio a un lado de nosotros, como se quitó la ropa de forma tan sexy y mirar todo su cuerpo desnudo. Me pregunté si en el momento hubiera accedido a intercambiar parejas con Gerardo, sobre todo porque tenía mucha curiosidad sobre cómo lo hacía Mishel. Recordé la tumbona moverse bajo ella y Gerardo mientras lo montaba. ¿Lo hacía tan rico como se veía?

—Dime, ¿a ti te hubiera gustado hacerlo? —me preguntó de repente.

—Bueno yo… —me volteé para contestarle, pero di un salto de la impresión.

Se había desabotonado la blusa, dejándola abierta. La tela cubría sus pechos, pero dejaban ver el tatuaje entre ellos. No tenía sostén y al mirar el espacio entre sus pechos sentí un ligero cosquilleo agradable.

—Porque la verdad… me quede un poco con las ganas —dijo Mishel moviendo un poco su blusa dejándome ver el contorno de su pecho derecho—. Realmente me gustó ver cómo te quitabas la ropa cuando jugamos póker.

—Bueno… je… a m-mí también me gustó verte, pero Mishel no me siento… —mis palabras se perdieron en cuanto su mano comenzó a acariciar mi pierna y subía hacia mi miembro. Ella se acercó hasta que estuvo sentada justo a mi lado, junto su cuerpo al mío, apretando sus pechos en mi brazo y acercando su boca a mi oído.

—Ahora no está Ori para detenerme —me susurró y me estremecí—. Vamos, note que tú también querías. No hay que quedarnos con las ganas.

Baje la mirada para ver sus pechos, la tela se había movido y ahora podía alcanzar sus pezones levantados. Su mano continuaba acariciando mi entrepierna, aumentando mi erección.

Besó mi cuello y cerré los ojos ante las sensaciones que comenzaba a sentir. Me estaba gustando lo que hacía. Con mano maestra desabotono mi pantalón y lo bajó lo suficiente para poder sacar mi miembro, me quede impresionado que sólo lo hacía con una mano. En cuanto tomó mi pene entre sus miembros me moví un poco incómodo.

—Oye, espera, n-no… no creo que sea buena idea, acabo de terminar con Ori —ella alejó un poco el rostro para mirarme a los ojos—. Y-y-y además, ¿qué pasaría si los demás llegan? ¿Y-y-y Gerardo?

—Shhh —me dijo colocando un dedo en mis labios para callarme—. Ya te lo dije, él también quería hacer el intercambio, no creo que le moleste esto —se acercó a mí y me dio un beso, bastante delicioso sin lugar a duda, besaba excelente—. Y si los demás llegan, pueden mirar.

Y dicho esto llevó su boca a mi miembro. Se lo metió entero sin ningún aviso. Una descarga eléctrica me inundó. Demostraba de nueva cuenta su maestría en comérsela, chupaba y lamía mi pene como una experta. Tantas veces que debía hacerlo con Gerardo le habían dado mucha experiencia. De vez en cuando se sacaba mi miembro de la boca para lamer la punta y luego volver a metérsela hasta el fondo de golpe. Yo sólo podía dejarme hacer.

La posición en la que estaba ella era muy sugerente y me permitía llevar mi mano hasta su short y acariciar su trasero, piernas y entre pierna. Comencé a estimularla sobre la prenda y ella movió su cadera de un lado a otro como respuesta.

Había necesitado esto sin saberlo. Estaba deprimido por lo que había pasado con Ori.

Mishel se levantó un poco para quitarse la blusa para ayudarme a quitar mi playera y luego regresar a lo suyo. Cerré los ojos en éxtasis cuando una voz habló:

—¡Santo dios!

Abrí los ojos de golpe y mire a Alex, Gina y Valeria en la entrada de la sala, con las bolsas de comida, mirándonos.

Me quede de piedra, una combinación de pena y sorpresa. Habían entrado sin que oyera la puerta, estaba tan concentrado en lo que hacía Mishel que no me percate cuando llegaron. Quise levantarme, pero Mishel seguía semi-acostada sobre mis piernas, lamiendo aun mi miembro y mirándolos.

—Sí que superaste rápido a Ori —comentó burlón Alex.

—N-n-no es lo que parece —dije tartamudeando.

—Entonces explica.

Abrí la boca para decir algo, pero fue Mishel la que contestó.

—Tan sólo nos divertíamos, estaba tan deprimido por lo de Ori que decidí darle ánimos. Vamos a celebrar en la noche y está mal que uno de nosotros esté así de mal.

Me quede sin palabras, porque no sabía que podía arreglar lo que habían visto. Mishel se había levantado un poco para contestar, pero su mano seguía en mi pene, masturbándome. No sabía lo que mis amigos iban a decir. Gina se acercó al oído de Alex, le susurró algo y mi amigo sonrió y asintió.

—Vale, continúen.

Su respuesta me sorprendió y los tres se fueron a la cocina a dejar las cosas. Oí unas cuantas risas femeninas que venían seguramente de Gina y Valeria, pero la boca de Mishel volvió a atacar mi miembro y por un momento perdí la noción de lo que había pasado.

Estaba sorprendido por la actitud de mis amigos ante lo que estaba pasando, pero una mayor sorpresa no tardó en llegar cuando los tres regresaron. Alex iba abrazando a Gina por la cintura y ella y Valeria estaban en ropa interior.

—¿Q-q-qué?

—Quisimos acompañarlos —dijo Gina con una sonrisa, tomando a Alex de la mano y llevándoselo a un sillón individual al lado de nosotros.

Mishel continuaba en lo suyo cuando Valeria se acercó a mí desde la espalda, tomó mi rostro y me dio un beso.

—Te dije que quería repetir —me dijo con una sonrisa lujuriosa y volvió a besarme.

Mi mano se fue directamente a su pecho y lo apretó, sin que pudiera evitarlo. No sabía qué estaba pasando, pero me gustaba. Valeria se sentó en el respaldo y llevó mi mano directamente a sus bragas, las cuales estaban ligeramente mojadas y comencé a estimularla por encima de ellas. Mishel dejo de hacerme un oral y se acercó a Valeria.

—Te dije que podían ver —dijo dirigiéndose a mí y comenzó a besar el vientre desnudo de Valeria y subir hacia su sostén.

—Creo que esto cuenta más que sólo ver —comenté idiotamente mientras veía a Mishel hacer a un lado el sostén de Valeria y lamer su pezón.

Volteé a ver a Alex y a Gina. Ella estaba de pie a espaldas de mi amigo. Alex metía su mano dentro de sus bragas, masturbándola directamente mientras ella sacaba su pene de su cierre y lo masturbaba ligeramente. No tardó mucho antes de dársela la vuelta para lanzar a Alex al sillón e ir directamente hacia su miembro para hacerle un oral.

De mi lado, Valeria bajó del respaldo para acostarse sobre mí ligeramente y besar a Mishel frente a mí, para luego también dedicarse a chupar y besar sus pezones. Mishel abrazó la cabeza de Valeria mientras hacia la suya hacia atrás, gimiendo por el placer que le daba su lengua. La mano de Valeria bajó hasta mi miembro y continuó masturbándome ligeramente, usando como lubricante la saliva de Mishel. En esa posición su trasero estaba demasiado cerca de mí, bajé sus bragas hasta las rodillas, metí mi mano por debajo de ella para alcanzar su entrada y sin poder resistirme comencé a lamer, besar y morder su hermoso trasero. Valeria comenzó a gemir y jadear.

Mishel y Valeria siguieron besándose, estaba muy seguro que ninguna de ellas era bisexual, quizá sólo lo hacían llevadas por la excitación. Tan sólo pensar en eso ellas se separaron, se miraron, negaron con la cabeza y Valeria comenzó a chupármela mientras Mishel se acercaba a besarme. Sus besos duraron muy poco antes de que se separara y se quitara el short junto con las bragas.

En el otro sillón, Gina había terminado de hacerle el oral a Alex, se dio media vuelta y se empaló el miembro de mi amigo para poder mirarnos. Gina comenzó a subir y bajar sobre mi amigo, mientras él sostenía su cadera para guiarla. Comenzó a gemir y a morderse un dedo índice mientras nos veía.

Interrumpiendo mi visión, Mishel pasó una pierna sobre mi cadera, alejando a Valeria en el proceso; sus dos manos se dirigieron a mis hombros, sentí como la mano de Valeria dirigía mi pene a su vagina y como iba entrando poco a poco. Cuando llegó al fondo Mishel soltó un fuerte grito y arañó ligeramente mis hombros.

—Ay… que rico —me dijo y comenzó a subir y a bajar sobre mí.

Tomé su trasero y chupe sus pechos que estaban cerca de mi boca. Vaya que sabía moverse, mucho mejor que Ori o Jimena. Había tenido razón, si sabía cómo coger, y lo hacía de maravilla. Valeria se acostó en el sofá al lado de nosotros, en algún momento se había quitado la ropa y ahora se masturbaba mirándonos. Gina comenzó a gritar, envuelta en placer y Mishel no se quedaba atrás.

—Que rico… dame… así —gimió Mishel aumentando la velocidad en que movía la cadera, haciendo que gruñera por el placer.

Seguimos así un momento hasta que Mishel se fue deteniendo poco a poco, parecía algo agotada. En cuanto se detuvo, Valeria se levantó y se acercó a besarme.

—Ahora es mi turno —me dijo con una sonrisa.

—Claro —dije de forma automática.

Mishel se bajó de mí para que pudiera levantarme. Tome a Valeria de la mano y la lleve al reposa brazos del sillón. Subí una de sus piernas a él, la tome del cuello y con mi miembro frote su entrada. Un gruñido de placer salió de su garganta. Besé su cuello y luego miré lo que estaban haciendo Alex y Gina.

Mi amigo ahora tenía a su amante apresada contra el sillón, Gina abría las piernas lo más que podía para que él pudiera comerle los bajos; mientras Mishel se acercó a Gina, alzó una pierna y acercó su entrepierna a ella. Gina comenzó a lamer su zona, lo cual hizo gemir y reír a Mishel, para luego apretar los pechos de Gina.

Valeria finalmente tomó mi miembro e hizo que la penetrara. Sin detenerme le di lo que me pedía. La posición era muy parecida a la que habíamos hecho en su cuarto, ella pegando su espalda en mi pecho, aunque esta era ligeramente más incómoda pero al tener un pie sobre el respaldo podía penetrarla más profundo.

Alex se arrodilló en el suelo y comenzó a darle duro a Gina. Sus gritos no tardaron en llegar. Esta vez Valeria no gritaba, pues había bajado la pierna para poder apoyarse con sus manos y voltear la cabeza para poder besarme. Sus gemidos eran opacados por mis labios, pero estaba seguro que lo estaba disfrutando tanto como yo. Mishel se unió a los gemidos de Gina, pues ella había metido dos de sus dedos en ella y las movía de un lado a otro de forma frenética, ayudada con el vaivén de su cuerpo que le daba Alex.

—¡Así, Alex! ¡Dame más duro! —gritaba Gina.

Alex continuó un poco antes de detenerse para tomar aire, momento que aprovechó Gina para bajarse del sillón.

—Ven, quiero hacer algo —dijo Gina acercándose a Valeria y a mí.

Me detuve por inercia, en espera a ver qué quería hacer. Gina le pidió a Valeria que se hiciera a un lado y se recostó sobre el respaldo.

—Ven aquí —me dijo con un dedo.

Sin saber qué más hacer obedecí. Gina tomó mi miembro en su mano, luego volteó a ver a Alex, quien estaba parado detrás de ella.

—Vamos, sigue en lo tuyo —comentó Gina alzando un poco su trasero y tomando su trasero para que mi amigo pudiera ver su vagina.

Todos estábamos tan excitados que ni siquiera lo dudamos. Alex se colocó detrás de Gina para penetrarla y en cuanto lo hizo, Gina comenzó a chupármela.

Era extraño, pero me gustaba. Los gemidos de Gina, producto de lo fuerte que le estaba dando Alex, eran amortiguados por mi verga en su garganta. Su boca se contraía más debido a los gemidos reprimidos, lo cual hacía que sintiera más delicioso.

Sin pensarlo volteé mi rostro con Valeria y comencé a besarla, llevado por la excitación que sentía. Ella me correspondió. Nos comíamos las bocas mientras mi mano exploraba dentro de ella. Mientras más me la chupaba Gina, más movía mis dedos dentro de Valeria. Su vagina comenzó a humedecerse más y más. Separó mi boca de la suya lo suficiente para soltar un grito de placer, se aferró a mí con sus brazos mientras movía mi mano lo más rápido que podía. Su cuerpo tembló y sentí una gran cantidad de líquido escurrir por mi mano.

Gina dejó de chupármela para regresar su cuerpo y besar a Alex, al parecer ella también había llegado al orgasmo. Le di un par de besos a Valeria antes de que ella se desplomara sobre el respaldo del sillón, agotada por el orgasmo.

Volteé a ver a Mishel, quien estaba en el suelo masturbándose.

—Eso se vio increíble.

—No quiero dejarte con las ganas —le dije ofreciéndole mi mano para ayudar a levantarse.

Ella se levantó con una sonrisa. Gina se llevó a Alex un poco lejos, se puso de rodillas y volvió a hacerle un oral. Mientras yo colocaba a Mishel boca abajo sobre el sillón, levanté ligeramente su cadera para que pudiera penetrarla y utilice mi cuerpo para apretarla contra el sillón.

Era algo diferente a la clásica posición de perrito, pero a mí me gustaba mucho. Lo había hecho un par de veces con Ori, pero a ella no le había gustado del todo. Pero a Mishel parecía encantarle. Mi miembro entraba y salía de ella de forma brusca, pero ella sólo gritaba de placer.

—¡AH! ¡Dámelo! ¡Así! ¡Qué rico! —gritaba.

Volteé a ver a Alex, quien parecía estar a punto de llegar. Al verlo, Gina se sacó su miembro de la boca y utilizó sus dos manos para masturbarlo, esperando su corrida. No tardó en llegar y el gemido de placer de mi amigo me hizo notar que lo había disfrutado.

Esto me dio el impulso que necesitaba para esforzarme más. Levante un poco a Mishel para ponerla en cuatro y poder penetrarla más rápido y duro. Valeria se bajó del respaldo y se acercó a mí, me besó mientras le daba lo más duro que podía a Mishel, quien no dejaba de gritar, envuelta en placer.

—¡Ya! ¡Dámelo! ¡Quiero todo! —gritó Mishel.

Sentí el orgasmo llegar. Saque mi miembro de ella y Valeria tomó mi miembro para masturbarme mientras mi corrida salía y alcanzaba el trasero y la espalda de Mishel. Ella sólo se recostó y se dejó hacer. El orgasmo fue el mejor de los últimos días, es más como ningún otro.

Cuando termine, Valeria se tragó la poca corrida que estaba en su mano y luego me sonrió.

—Supongo que ya no estás deprimido por lo de Ori —me dijo y de inmediato todos nos reímos.

Mire a mis amigos, todos parecíamos agotados. Acaricie un poco las piernas desnudas de Mishel, luego me acerque y le di un beso en la mejilla a Valeria.

—Supongo que no.

—¡No puede ser! —gritó una voz.

Todos volteamos a la entrada de la sala. Gerardo estaba ahí parado, con las llaves del auto aun en la mano y con una cara de sorpresa.

—Hola, amor —dijo Mishel como si nada y moviendo las piernas arriba y abajo.

Mire a Alex aterrado, ambos pensamos lo mismo. Gerardo iba a golpearme por cogerme a su novia.

—¿Si iban a hacer esto por qué no me esperaron? —preguntó Gerardo.

Hubo un momento de silencio, luego todos nos reímos. Mishel se levantó, le pidió perdón y luego le dio un beso.

Al final me sentía bien.

Para la noche habíamos preparado una carne asada y tomamos un poco de alcohol. Platicamos como buenos amigos, nos reímos y contamos historias. Volvimos a jugar póker con prendas, sugerencia de Gerardo a la cual accedimos como compensación. Desde luego el ambiente volvió a calentarse y terminamos volviéndolo a hacer, sólo que cada pareja por separado. Mishel se llevó a Gerardo al cuarto, Gina y Alex lo hicieron en la cocina y yo lo hice con Valeria frente a la alberca. Los gemidos de las tres parejas se oyeron por toda la casa.

Para medio día del día siguiente íbamos en la carretera, todos con un excelente humor. Cantamos canciones y hablamos ya un poco más libre sobre todo lo que hicimos durante la estadía en la casa mi tío.

Cuando regresamos a la ciudad me planteé la posibilidad de decirle a Valeria que saliéramos; sin embargo, considere que no era buena idea. Acababa de terminar una relación y no estaba listo para entrar a otra, sobre todo si empezábamos con sexo. Valeria incluso comentó que tampoco se sentía tan seguro con una relación así, por lo que sólo lo dejamos como amigos (con derecho) hasta que resolviéramos que íbamos a hacer.

Gina y Alex salieron un tiempo y aun lo hacen, no son nada oficial, pero supongo que también están en una situación similar a la Valeria y yo.

Le envíe un mensaje a Jimena, pues Ori no contestaba los míos. Quería saber cómo estaba, y dado que Jimena había hablado con ella, era la que más sabía de ella. Me aseguró que Ori estaba bien. Había decidido ir a un psicólogo, tanto por la depresión que sentía como para poder solucionar su problema de ser dependiente de alguien.

Luego Jimena me mandó un mensaje que quería volver a verme, pero esa es historia para otra ocasión. También Mishel me mandó un mensaje, quería que nos volviéramos a ver con la excusa que me tuvo que compartir con las otras chicas. No sabía si Gerardo estaba enterado de lo que su novia quería, pero para ser honesto también tenía ganas de estar con Mishel de nuevo. También es historia para otra ocasión.

Al final, me sentía un poco más relajado, aun me sentía un poco mal por haber engañado a Ori, pero al menos había intentado terminar nuestra relación de la mejor forma posible. Y creo que ahora es tiempo de pasar un tiempo soltero, si algo me enseñó lo que pasó en la casa de mi tío es que necesitaba relajarme un poco y esperar a que la chica indicada llegara.

Por el momento me divertiré y quién sabe, quizá tenga más aventuras que pueda contar en otra ocasión.

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