Nuevos relatos publicados: 0

Viaje de negocios con mi jefe (Parte 2)

  • 24
  • 20.096
  • 9,47 (19 Val.)
  • 3

La relación con mi jefe había cambiado de manera drástica y solamente había bastado un solo día y un jacuzzi para borrar la delgada línea que separaba lo laboral y lo personal. Ahora solo quedaba culminar el viaje de negocios en Las Vegas y comenzar una aventura de placer interminable con Mauro…

Queda oficialmente inaugurada la temporada de sexo sin mesura…

Continuación

Unas horas después, desperté desorientada y aprisionada, Mauro estaba detrás mío abrazándome por la cintura, no entendía exactamente lo que pasaba, por lo que al reaccionar me sobresalté un poco, mierda, yo no duermo con nadie, reflexioné mientras intentaba escabullirme, como pude me quité sus manos de encima y me levanté de la cama, fui a mi maleta y tomé mi cigarrillo electrónico, me serví una copa del vino que quedaba y abrí las puertas corredizas que daban hacia el balcón de la habitación, desnuda contemplaba la ciudad, se veía tan llena de vida, y aun así mis ánimos no eran los mejores, ¿qué se supone que era todo esto?, simplemente no podía despejar mi mente. Pasados unos minutos Mauro despertó y me sorprendió en el balcón con un abrazo por la espalda y acurrucando su boca en mi cuello.

-¿Por qué no estás en la cama? -susurró mientras besaba mi cuello y espalda.

-No podía dormir -dije entre escalofríos provocados por su aliento en mi cuello mientras fumaba.

-¿Todo bien? -cuestionó preocupado.

-¿Qué es todo esto Mauro? -indagué confundida.

-Lo analizas demasiado Natalia -respondió hastiado.

-Simplemente no parece lo correcto, trabajo para ti, tienes esposa e hijos -manifesté irritada.

-Ok, lo del trabajo lo he dejado claro, mi matrimonio se acaba de ir al carajo, no sé exactamente cómo tienen que ser las cosas de ahora en adelante ni con mi esposa, ni con mis hijos ni contigo, y tampoco es que tú me ayudes mucho -respondió con un tono de voz molesto.

-Ya, pero... ¿por qué de pronto el interés?, ¿las citas? ¿Dormir abrazados?, esas cosas no van conmigo -puntualicé determinada.

-Dios Nati, llevo más de 12 años casado, ¿realmente crees que estoy buscando una relación ahora? -dijo separándose un poco.

-Solo digo, si lo que quieres es sólo sexo, estás enviando señales equivocadas, y no me malinterpretes, me encanta la idea del sexo contigo -concluí con mil imágenes del día anterior en la mente y ligeramente sonrojada.

-De acuerdo, ¿te parece entonces si de ahora en delante establecemos qué líneas podemos cruzar y cuáles no? -espetó sensato.

-Me parece bien -afirmé a la vez que me terminaba mi copa de vino.

-Bien, ahora que está todo arreglado... ¿Regresamos a la cama? -soltó mientras hacía una reverencia en dirección a la cama con un semblante divertido.

Le respondí con los ojos en blanco dejando la copa y mi cigarrillo en la mesa del balcón.

-No me malinterpretes, sólo quiero cogerte otra vez -replicó con un gesto de hambre en el rostro a la vez que me cargaba por el culo frente a él y me llevaba a la cama.

Mientras me besaba, acomodé mis piernas alrededor de su cadera, se sentó en la cama mientras que yo me quedaba encima suyo y comenzaba a moverme en su regazo, esta vez no me detuvo y el hecho de que estuviéramos desnudos facilitó las cosas de sobremanera, en el momento que sentí su verga lo suficientemente dura, levanté un poco más mis caderas para que su miembro se acomodara en la entrada, bajé intuitivamente sin ayuda de las manos hasta que ya estaba en mis adentros, se sentía tan caliente y familiar, mis muslos estaban un poco doloridos, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de tener el control, por lo que comencé a moverme a ritmo constante, Mauro paseaba sus grandes manos por el arco de mi espalda y se aferraba a mi trasero mientras nos besábamos, nuevamente mi cuerpo anticipado respondió en minutos a los dulces estremecimientos y mi orgasmo no se hizo esperar, era una delicia tenerlo así de dispuesto en todo momento, con todo lo bueno que tenía para ofrecer.

Mauro se inclinó de espaldas para recostarse en la cama, yo continuaba moviéndome encima por lo que me incliné hacia él mientras me llevaba sus manos hacia mis tetas, estaba disfrutándolo tanto, no pretendía parar hasta hacerlo correr dentro mío, a la vez que lo cabalgaba, le arrimaba las tetas a la cara de cuando en cuando, otras tantas nos besábamos, luego de unos minutos, tomé sus brazos y los llevé arriba de su cabeza, mi ritmo era cada vez más acelerado, y me excitaba demasiado no dejarlo tocarme, aparentemente él también estaba disfrutándolo, pues su respiración aumentó de ritmo, se encontraba desesperado por no poder mover sus brazos, continué gimoteando al ritmo de mis movimientos, ya no aguantaba, no podía más, pero quería hacerle terminar primero, me miraba con un aire asustado, por lo que le solté una sonrisa traviesa y hambrienta.

-Estoy a punto de correrme, como no te quites, no respondo -dijo en medio de jadeos intentando sonar intimidante.

No me importaba mucho que se corriera dentro, siempre me he cuidado, pero él no estaba al tanto de ello, por lo que procedí a ignorar completamente sus palabras a la vez que aumentaba la velocidad de mi vaivén y me inclinaba para besarlo, mi objetivo era claro, al cabo de unos minutos Mauro liberó sus manos y me agarró por la cintura para ejercer presión contra su pelvis, me penetró tan placenteramente fuerte que en cuestión de segundos ya me estaba corriendo, para el momento en que mis espasmos se hicieron notar, Mauro se quedó quieto en el fondo mientras soltaba grititos de alivio, se estaba corriendo, y la sensación me tenía completamente embelesada, un orgasmo intenso y duradero, definitivamente este hombre tenía algo que no todos tienen, realmente no entendía qué carajos hacía su esposa engañándolo, inmediatamente deseché el pensamiento y me quedé encima de él para reincorporarme un poco.

Pasados unos minutos, mi cuerpo me pedía continuar, por lo que, aún encima suyo y con su miembro dentro comencé a moverme lentamente gimoteando por la situación, sabiendo que tenía absoluto control, después de todo, tenía el permiso de mi jefe ¿cierto?, su miembro aún estaba un poco duro, por lo que no tardé mucho en ponerme caliente de nueva cuenta, Mauro se retorcía con mis movimientos, su orgasmo había dejado secuelas de espasmos y sensibilidad.

-Me estás matando Nati -expresó entre jadeos, respiración entrecortada y mis besos interrumpiendo sus palabras.

Mis movimientos se volvieron lentos y suaves durante algunos minutos, a la vez que su verga se ponía firme nuevamente, mi cuerpo pedía mucho más, por lo que mi desesperación me llevó a sacármela de golpe y comérsela suavemente, poco a poco su miembro respondió a los reclamos de mi lengua y una vez que estuvo lo suficientemente duro me volví a montar encima, pero ahora dándole la espalda, me acomodé y la metí de golpe mientras comenzaba a moverme con rapidez, Dios, tenía un hambre insaciable, y no pretendía detenerme hasta que mis ganas se agotaran, disfrutaba moverme encima suyo, dejándole saber que continuaba teniendo el control, Mauro se limitaba a pasear sus manos por donde pudiera y empujarme contra su verga de cuando en cuando, luego de un largo rato auto complaciéndome con su jugoso miembro, los escalofríos acompañados de espasmos se hicieron presentes, noté a Mauro desesperado por continuar, pero mis deseos por tener el control sobre él no se habían esfumado, por lo que, al momento de escuchar la aceleración de su respiración, me detuve y la saqué de tajo de mis adentros.

Me volví frente a él y me abalancé, abrí mis piernas para montarlo nuevamente, Mauro buscaba desesperado la entrada, pero no lo iba a tener sencillo, no después de dejarme así en la ducha, la cena y el elevador, elevé mi pelvis por encima de sus caderas y fui directo a su oído.

-Tómalo con calma, no llevamos prisa -le susurré entre besos y roces con mi lengua en su lóbulo.

Su primera reacción fue una risa incómoda que me dejó saber que no le había encantado la broma, antes de que pudiera articular palabra lo besé, pero entre besos comenzó a forcejear con mis caderas para encontrar su alivio, como no se lo permití me tomó fuerte de las caderas y me volteó violentamente, en un par de segundos ya se encontraba sobre mí y ya me estaba penetrando, no voy a negar que la violencia de la circunstancia me puso a mil nuevamente, por lo que lo dejé continuar, se encontraba penetrándome enérgico cuando se levantó y se puso sobre sus rodillas mientras me acomodaba a su antojo para continuar embistiéndome, estaba a punto de alcanzar al clímax cuando escuché sus jadeos de alivio, por lo que me dejé llevar y me corrí momentos después.

Luego de reincorporarnos, le pedí que se fuera a dormir a su habitación, pero luego de ignorarme durante algunos minutos, fui yo la que terminó rindiéndose y cayendo en un profundo sueño.

A la mañana siguiente desperté con una invasión de sensaciones, Mauro me apretaba fuerte por la espalda contra su cuerpo mientras me besaba el cuello y manoseaba mis pechos, podía sentir su miembro ya erecto pasearse por entre mi sexo, mis fluidos facilitaban los roces, y las mil sensaciones que me habían despertado rápidamente se convirtieron en un orgasmo intenso que me obligó a reaccionar con gemidos seguidos de jadeos sorprendidos, ¡qué manera de despertar!, pensé para mis adentros mientras me empujaba hacia él con mi retaguardia en señal de que continuara, no pasaron ni unos cuantos segundos cuando ya estaba penetrándome.

-Buenos días preciosa -dijo entre jadeos con voz áspera y seductora.

Realmente no podía articular palabra alguna en ese momento, por lo que le respondí con gimoteos y movimientos desesperados, de haber sabido que despertaría así, no hubiera opuesto resistencia a dormir juntos la noche anterior.

Se detuvo abruptamente y sacó su delicioso falo de mis adentros a la vez que se acomodaba sobre mí y se abría paso con sus piernas entre las mías, me besaba al ritmo de sus embestidas mientras yo paseaba mis manos por su espalda y lo rodeaba con mis piernas, rápidamente su efecto provocó un nuevo clímax en mi interior y los temblores se apoderaron de mi cuerpo, Mauro concentrado continuaba embistiendo con fuerza dejándome saber que no iba a detenerse, mis temblores se vieron obligados a ceder ante sus encantos y nuevamente me encontraba disfrutando el vaivén de su cuerpo, Dios, era tan prolijo y determinado, se mordía los labios en señal de concentración mientras aumentaba la rapidez de sus embates hasta que me penetró profundo y se detuvo abruptamente, los espasmos de su miembro dentro de mí desencadenaron mi tercer orgasmo, el cual me relajó por completo.

Mauro se quedó tumbado a mi lado disfrutando los remanentes de su corrida por un rato, por lo que me levanté de la cama para preparar café y me metí al vapor, necesitaba un respiro después de tremenda noche, las imágenes del día anterior rondaban por mi cabeza y mojaban mis muslos, la idea de que todo esto fuera un viaje de placer parecía tan palpable, pero en un par de horas teníamos una drástica vuelta a la realidad, un desayuno y una excursión al Gran Cañón del Colorado con otros dos clientes y por la noche una pelea de box en la arena del hotel donde estábamos hospedados, generalmente mi jefe prefiere hablar con cada uno de sus clientes por separado en lugares de su comodidad para después juntarlos, en esta ocasión, la reunión sería para la pelea de la noche.

Salí del vapor a tomar mi café mientras Mauro se encontraba en la ducha, así que aproveché para enviar otro vestido a la tintorería, luego me metí a la regadera mientras Mauro se cambiaba en su habitación, procedí a arreglarme el cabello un poco, tomé un vestido camisero azul cielo, me puse un cinturón y unas sandalias de tacón a juego. Tanto jugueteo me estaba matando de hambre y realmente odiaba la idea de un desayuno de negocios en ese momento pero se me pasó en el momento que vi a Mauro entrar a la habitación con un pantalón beige formal y una camisa azul cielo ajustada a su musculosa complexión, los primeros dos botones los llevaba desabrochados, me recorrió con la mirada lentamente mientras se llevaba las manos a los bolsillos con un aire bastante imponente, su faceta distaba mucho del Mauro que me había despertado deseoso de poseerme, definitivamente no mezclaba negocios con lo personal, pensaba mientras me derretía por dentro.

-¿Preparada Natalia? -dijo con su tono de voz profesional, soberbio y sin titubear.

¡Vaya!, el día anterior era Nati o nena, al despertar era preciosa y ahora Natalia, tanta determinación me ponía nerviosa a un grado que desconocía.

-Lista -dije sonriendo mientras asentía con la cabeza.

De camino al restaurante, me miraba intrigado, me inmutó demasiado su comportamiento, por lo que no pude evitar abrir el debate.

-Ya está todo preparado para la excursión, Steve confirmó su asistencia por la tarde -argumenté con seguridad para desvanecer la tensión.

-¡Excelente!, ¿qué pasa con la pelea? -dijo distraído en su móvil.

-Confirmado también, regresaremos a tiempo para la función estelar de la noche -dije inquieta.

-Gracias Natalia -respondió aclarando su garganta a la vez que continuaba distraído.

-Y aquí venía de nuevo mi nombre completo -pensaba mientras la ansiedad incipiente me carcomía por dentro.

El desayuno fue bien y unas mimosas neutralizaron mi día, ahora que había comido, mi malhumor ya estaba controlado y no había cabida en mi cabeza para pensar en todo lo ocurrido con Mauro y su faceta del día, por lo que, como él, me propuse ser lo más profesional posible frente a nuestros clientes, no sin antes provocarle un poco y ver cuánto tiempo más se iba a portar de esa manera. Mientras Mauro se despedía de nuestro segundo cliente, me disculpé para ir al servicio y me deshice de mi culotte de encaje, regresé a la entrada del restaurante donde Mauro esperaba junto a la limusina, al verme, abrió la puerta indicándome que entrara, al hacerlo no pude evitar inclinarme más de la cuenta para que notara mi ausencia de ropa íntima mientras le miraba de reojo, ahí estaba, la mirada de un Mauro cachondo a punto de reaccionar, relamiéndose el labio inferior con un semblante un tanto prudente, para mi sorpresa, no reaccionó en absoluto.

Ahora nos dirigíamos al hotel para cambiarnos de ropa e ir al helipuerto, donde esperaba un helicóptero por nosotros, el traslado fue más ameno, las pláticas se enfocaron en trabajo y aún había lugar para la mirada intimidante de Mauro mientras mi incomodidad se transformaba en inquietud. Al llegar al hotel nos cambiamos, decidí llevar unos shorts un tanto casuales color blanco, una playera rosa ajustada sin sujetador y tenis blancos, jamás habría pensado en no llevar sujetador en el trabajo, pero vamos que la ocasión lo ameritaba. Me encontré con Mauro en el pasillo del hotel, al igual que yo, usaba unos pantalones cortos casuales en color negro, zapatos deportivos negros y un polo en color gris claro que me dejaba ver nuevamente sus músculos definidos, ¿existía alguna manera en la que este hombre no se viera bien?, entramos al elevador y el silencio y su mirada retadora reinaron por unos segundos.

-¡Dios, no puedo contigo Natalia! -espetó Mauro impaciente mientras me tomaba por el cabello se acercaba a mis labios.

Todos sus movimientos eran completamente impredecibles, realmente no sabía qué esperar de él, me besó con un dejo de desesperación a la vez que lideraba el rumbo de la situación, por lo que me limité a seguirle la corriente, se abalanzó sobre mi cuerpo mientras llevaba sus manos a mi cintura y subía exasperado hacia mis pechos a la vez que continuaba besándome, por lo visto su actitud no había sido más que un intento fallido de mantener las cosas a raya, ¿y cómo no? si el día anterior estábamos tan absortos en follarnos que importó un comino la cena con el cliente, el trayecto al hotel o cualquier otra cosa que hubiera en el camino. Para el momento en que las puertas del elevador se abrieron, mi respiración ya era muy agitada, sentía mis mejillas arder por la situación y mis pezones sobresalían de mi camiseta, ahora tenía otra incógnita retumbando en mi cabeza, ¿de qué iba su actitud?, abordamos la limusina con destino al helipuerto.

-Voy a necesitar que me arregles una reunión con tu contacto de bienes raíces -declaró Mauro reflexivo.

-Hecho -espeté un tanto sorprendida. Vamos que de verdad quería ayudarle a pasar el mal trago, pero.... ¿vivir donde mismo?

-¿Pasa algo? -cuestionó inquisitivamente.

-Para nada -concluí pretendiendo estar distraída en mi teléfono arreglando lo que sería la segunda reunión del lunes.

-Pude notarlo Natalia y lo sabes -indagó cauteloso mientras miraba hacia mis pezones aún erectos.

-No sé de qué me estás hablando -respondí profesionalmente disimulando mi triunfo y mirando hacia el móvil.

Abordamos el helicóptero mientras le anunciaba a Mauro los horarios en los que vería tanto a su abogado, como a mi amigo de bienes raíces.

-Excelente Nati, muchas gracias -resopló desconcertantemente risueño.

¿Otra vez Nati?, ¿otra faceta o de qué iba mi jefe ahora? pensé mientras despegábamos.

Llegados al Gran Cañón esperamos unos minutos a nuestro cliente y comenzamos las actividades del día, primero pasamos al skywalk, luego a los miradores del cañón, posteriormente nos dirigimos al punto de reunión donde nos entregarían el equipo de rappel para descender al fondo del cañón, una gran parte de la profundidad la descendimos en helicóptero y en el segundo punto de reunión comenzamos con el rappel, me sorprendió el temple de Mauro durante toda la excursión, había logrado mantenerse a raya lo suficiente después de cortar el rollo en el elevador, con excepción del momento en que nos pusimos los arneses, donde me manoseó un poco el trasero y me apretó demasiado el arnés para que mi culo sobresaliera, ya en el fondo, subimos a un bote para pasear por el río colorado, tomamos unos tragos, cerramos el último trato del viaje satisfactoriamente e hicimos el brindis tradicional para festejarlo. Nuestro viaje de negocios había resultado en tres jugosos contratos a largo plazo que nos garantizaban un enorme crecimiento de la compañía, esa era la importancia de mantener a nuestros clientes felices, aún si eso implicaba practicar deporte extremo o llevarlos a una pelea de box.

Regresamos al helipuerto donde ya nos esperaba la limusina con destino al hotel, teníamos poco tiempo antes de la pelea, por lo que Mauro decidió improvisar un poco. Al abordar me jaló por las caderas y me besó impaciente. Me detuve un poco para comprobar que el chófer no observara, para mi suerte, la ventana estaba cerrada (debió haber sido mi culpa por la escena incómoda de la noche anterior). Rápidamente me le monté a Mauro para complacerme un poco, la humedad en mi entrepierna no había desaparecido en todo el día, y justo en ese momento ya era excesiva.

Mauro me comía las tetas por encima de la playera, lo que hizo que la tela se transparentara un poco y comenzaran a notarse mis pezones, el aire combinado con el roce de la ropa mojada y la fricción sobre su regazo surtieron el efecto necesario para que no me interesara disimular mis gimoteos.

Me separé de Mauro a la vez que me acomodaba a su lado para deshacerme de mis pantalones cortos, posteriormente me puse de rodillas frente a él mientras desabrochaba los suyos desesperada, tenía un deseo enorme de comérmelo, por lo que apenas descubrí su miembro rígido me lo llevé a la boca y lo tragué completo, Mauro se limitaba a observar entre jadeos, esta vez no tuvo ningún recato en empujar su miembro contra mi garganta y atragantarme en cada oportunidad que tenía, de alguna manera la sensación me encantaba, el ritmo lo llevaba él, era violento y descomedido. Al cabo de un buen rato me jaló por el mentón para acomodarme sobre su regazo, en medio de besos y apretones por toda mi retaguardia, hizo a un lado mi tanga mientras introducía su miembro hasta lo más profundo de mi ser, levantó mi playera por encima de mis pechos para tenerlos a su disposición, su boca cambiaba de lugar constantemente, disfrutando cada centímetro de mi delantera a la vez que yo llevaba el ritmo de las penetraciones, pasados unos minutos, me invadieron las contracciones prolongadas en todo el cuerpo.

Me detuve un instante para deleitarme con las sensaciones a la vez que recobraba el aliento y los espasmos de mi sexo disminuían, Mauro me besaba con delicadeza y me permitía recuperarme con ligeras embestidas. De pronto me sujetó fuerte de las caderas, me apretó contra su sexo y me inclinó para recostarme boca arriba en el borde del asiento mientras él salía de a poco de mi interior, se deshizo de mi tanga y tomó mis piernas para hacerlas a un lado de manera que quedaran flexionadas pero mi torso continuara boca arriba, se arrodilló en el piso de la limusina y apoyó sus manos en el asiento quedando frente a mí, instintivamente buscó la entrada con su sexo y una vez dentro fue el cielo, mi clítoris quedó atrapado entre mis muslos por lo que cada vez que se removía me provocaba un placer extremo, sus movimientos pausados me obligaban a pedirle más entre jadeos, pero Mauro concentrado me besaba para calmarme.

-Esperar tiene su recompensa Nati, relájate y disfrútalo -exclamó con voz segura y cautivante.

Efectivamente lo estaba disfrutando mucho, pero la paciencia nunca ha sido una de mis virtudes y aunque me costó bastante tranquilizarme, una vez que lo logré, mis sentidos comenzaron a aturdirse y todo lo demás dejó de existir, el vaivén de Mauro continuaba pausado, lo único que iba en aumento era la profundidad de sus embestidas y mis ya familiares ganas de ir al sanitario, para cuando mi orgasmo hizo presencia, mi cuerpo estaba más que relajado y no me costó nada dejarme ir, mi eyaculación llegó de manera muy inesperada, ni siquiera tuve que concentrarme demasiado en dejar escapar mis fluidos, sólo en ese momento Mauro aumentaba la velocidad y cada vez que se detenía, sacaba su jugosa verga y volteaba para apreciar el espectáculo en forma de chorros que salía de mi interior, de nueva cuenta me penetraba enérgico y volvía a detenerse, prolongando cada escalofrío y cada espasmo en mis adentros, para la tercera ocasión, dejó su verga dura y palpitante hasta el fondo, donde descargó toda su leche al mismo tiempo que se tumbaba sobre mí.

Descansamos un poco solamente para volver a la realidad, el sobresalto se hizo presente en ambos al momento en que se detuvo la limusina, por lo que procedimos a cambiarnos rápidamente, menos mal que solo estábamos semidesnudos, pensé para mis adentros, ya estaba por terminar de amarrar las agujetas de mis zapatillas deportivas cuando la ventanilla se abrió, el chofer anunció la llegada al hotel sin siquiera mirarnos, cosa que me había parecido muy extraña, pues no lo había hecho con anterioridad, en otra situación me hubiera apenado demasiado por el desorden que habíamos dejado, o por el concierto previo de gemidos, pero vamos que la ocasión me impedía mantenerme a raya, en verdad me sentía como una adolescente que no podía disimular sus ganas de probar de todo, en especial con un hombre que parecía saber a la perfección todo lo que hacía, que no había nada que enseñarle y que por el contrario, me estaba enseñando una infinidad de placeres completamente nuevos.

Mauro bajó de la limusina, abrió la puerta y me tendió la mano para salir, por fortuna la situación no había pasado a mayores, con excepción de mi playera un poco húmeda y marcada por el área de mis pechos, tenía que reconocerle que luego de tremendo asalto, la playera era lo de menos. Nos dirigimos a uno de los restaurantes del hotel de manera rápida y procedimos a esperar por una mesa en el recibidor del restaurante, aguardamos a que regresara nuestro host para llevarnos al lugar, mientras tanto podía sentir que su mirada seguía fija en mí, me recorría el cuerpo sin recato y aunque quisiera, no hubiera podido adivinar sus pensamientos, el solo hecho de sentir esa mirada humedecía mi entrepierna por completo, realmente no sabía lo que me pasaba, pero me sentía tan excitada y vulnerable al mismo tiempo que estaba muy confundida. Durante la comida tuvimos una charla bastante amena y casual, por primera vez no veía a mi jefe, sino a la persona que había detrás, y de igual manera me intrigaba mucho más que la faceta de jefe, se veía relajado y contento, no sé si después de todo lo ocurrido por fin estaba pasando el mal trago, pero por primera vez en la semana, se veía tranquilo.

-Debo admitir que lo del sostén fue una muy buena jugada -espetó Mauro mirando mis pezones aún endurecidos y relamiéndose el labio inferior. De alguna manera la situación con mi playera parecía una venganza que disfrutaba admirar.

-No sé de qué me estás hablando -insistí con una sonrisa un tanto traviesa y me incliné hacia adelante para que mis pechos se apoyaran sobre la mesa, dejándolo apreciar cada detalle de mis pequeños pezones encendidos mientras continuábamos comiendo tranquilamente.

Subimos a nuestras habitaciones a arreglarnos, finalmente un momento a solas, medité en mi interior, disfruté del baño y de arreglarme en silencio, me puse un vestido completamente negro de tirantes muy finos con un escote en v hasta el ombligo, llevaba también media espalda descubierta, la fada tenía un poco de vuelo y unas aberturas en ambas piernas que no se apreciaban a menos que caminara, esta vez solo lo acompañé con una diminuta tanga del mismo color, a pesar de que el escote no dejaba mucho a la imaginación me sentía bastante recatada teniendo en cuenta que la mayoría del fin de semana lo había pasado sin ropa, recogí mi cabello con una coleta baja lateral y con algunos cabellos sueltos a los lados, me apliqué un poco de maquillaje y algunos accesorios, me puse perfume y justo cuando preparaba mi cartera, Mauro llamó a la puerta, al momento de abrir me plantó un beso en la mejilla y me tendió la mano para darme la vuelta, me contempló con un dejo de admiración en su rostro, para mi sorpresa, en esta ocasión no se relamió el labio, solamente se limitó a suspirar.

-Justo cuando pensé que por fin iba a poder concentrarme el día de hoy... -expresó mientras continuaba mirándome.- luces simplemente hermosa -manifestó a la vez que me abrazaba con cierta ternura.

-¡Gracias! -dije con una sonrisa en el rostro imposible de ocultar a la vez que comenzaba a sentir cómo mis mejillas se ruborizaban.- Tú también te ves increíble -declaré admirando lo bien que se veía en lo que parecía ser otro esmoquin negro, pero con un juego de texturas diferente al del día anterior, era simplemente un deleite admirarlo.

Me tomó de la mano y caminamos al elevador con el mismo buen humor con el que nos recibimos, una vez en el interior, Mauro jugaba con los puños de su camisa a la vez que me recorría con la mirada.

-Siempre me has parecido una mujer tan fascinante y atractiva Natalia -soltó de la nada, en seco, sin acento profesional o intimidante, así sin más.

Realmente no sabía cómo responder a eso, ¿era una confesión, un cumplido?, ¿de qué iba ahora?, le sonreí intentando disimular que mi rostro se había sonrojado, pero creo que no funcionó a la perfección. Me acorraló un poco contra el elevador y me miró fijamente a los ojos.

-Te sorprendería saber cuántas veces imaginé esto -dijo susurrando mientras clavaba sus ojos en mi boca y se acercaba para besarme a la vez que enrollaba su brazo en mi cintura lentamente.

Dios, era tan impecable y cuidadoso con cada movimiento y cada palabra que me tenía absorta, queriendo responder mil interrogantes, su objetivo era ese exactamente, dejarme queriendo saber y sentir más, mis piernas ya habían comenzado a temblar un poco para ese momento y aún era incapaz de articular siquiera una palabra.

Luego de un largo y delicioso beso acompañado de unos cuantos roces ligeros por parte de sus manos que buscaban provocarme y que consiguieron humedecer por completo mi diminuta prenda íntima, se separó para poner su cara seria y profesional. Ahora entendía de qué iban sus actitudes, por un lado, se muestra cercano y hasta cierto punto tierno y por el otro formal y distante, de ahí sus repentinos cambios de trato a lo largo del día. La pelea fue de lo más emocionante, nuestros clientes estaban encantados y por lo visto, Mauro lo disfrutó tanto que hubo un momento en que no le importó mantenerse al margen conmigo, me tomaba a menudo por la cintura y bajaba su mano hacia mi cadera si buscaba un poco más de provocación lo que estimuló mis ganas de salir de ahí y comérmelo el resto de la noche. Al término de la pelea, fuimos a uno de los bares del hotel con nuestros clientes donde bebimos un rato mientras charlábamos acerca de lo que acabábamos de presenciar, la verdad es que pesar de no tener un interés arraigado en el boxeo, disfruté mucho del evento, y parece que los caballeros aún más. Unas cuantas horas más tarde acompañamos a nuestros clientes a la entrada del hotel para despedirnos de ellos.

Procedimos a esperar el elevador para poder llegar por fin al loft, Mauro se encontraba detrás mío abrazándome de manera sugerente, ya podía sentir toda su verga dura contra mi trasero, por alguna extraña razón, ningún elevador bajaba y la situación se estaba volviendo insostenible con mucha rapidez, luego de un par de besos bastante subidos de tono y sus manos paseando entre mis pechos y las aberturas de mi vestido, me dio la vuelta enérgico solo para besarme despacio a la vez que me dejaba escuchar su respiración entrecortada.

-¿Te parece si mejor tomamos las escaleras? -increpó con vehemencia mientras me besaba tan deliciosamente bien que solo me permitió asentir con la cabeza un tanto desesperada.

Bajó su mano hacia mi culo y me dio una nalgada que me sacó del trance en el que me tenía su boca, me tomó de la mano y se dirigió a la salida de las escaleras. Una vez ahí se acercó por detrás y me encaminó hacia la parte baja de los escalones, me reclinó hábilmente de modo que quedé arrodillada mientras levantaba mi vestido para descubrirme el culo y sacarme la tanga desesperado, ya arrodillado, se encorvó un poco y comenzó a comerme toda, sentía cada movimiento, cada lengüetazo y cada mordisco, en cuestión de segundos el lugar se inundó con mis gimoteos a la vez que él metía dos de sus dedos en mi vagina y recorría mi clítoris con su lengua, comenzó a aumentar el ritmo hasta que me hizo correrme en su boca, podía escuchar su respiración y su excitación, por lo visto le encantaba calentarme a su manera, disfrutó de mis fluidos un par de minutos mientras seguía complaciéndome con su lengua.

Pasados un momento se enderezó un poco, entre mis gemidos pude apreciar el sonido del cierre de su pantalón y de pronto ya me estaba penetrando enardecido, me tomaba por la cintura y me embestía con firmeza hasta el fondo, su cadencia aceleraba mi pulso y el sonido de mi culo chocando con su pelvis era tan perfecto y estremecedor que en un instante ya estaba alcanzando nuevamente el clímax, las convulsiones no tardaron y Mauro aprovechó la espera para jugar con la entrada de mi culito, cuidadosamente introdujo su pulgar en mis adentros y al instante soltó un jadeo de excitación intensa, metía y sacaba su dedo concentrado a la vez que continuaba cogiéndome lentamente, la sensación en mi interior comenzaba a ser lo suficientemente placentera, por lo que me enderecé sobre mis rodillas de manera que mi espalda quedó muy arqueada, dejando toda mi parte trasera recargada en su miembro, completamente a su merced, impaciente coloqué mi mano en su verga y me la saqué de un solo movimiento de mis adentros, la empapé un poco con mis fluidos que estaban al alcance, la coloqué en la entrada de mi culito y me dejé caer un poco para que entrara de golpe.

Mauro me dejó saber a base de intensos gritos que era exactamente lo que estaba esperando, la posición me facilitaba tener el escalón como punto de apoyo y subir y bajar mis caderas con gran rapidez para auto complacerme a mi antojo, la sensación era deliciosa y me encantaba llevar el ritmo para que él no tuviera que preocuparse más que por disfrutarlo, podía escucharlo respirar muy agitado y sentir cómo enterraba sus dedos en mis caderas, presionó su brazo izquierdo contra mis tetas y se abrió paso entre las aberturas del vestido con su mano derecha hacia mi sexo, buscó instintivamente la entrada a mi vagina e introdujo sus dedos medio y anular, comenzó a hacer movimientos enérgicos y rápidos hacia mi vientre que en cuestión de segundos ya me tenían tan caliente que mis propios movimientos se veían interrumpidos por los suyos, las ganas de ir al W.C. se hicieron presentes por segunda ocasión en el día, en el momento en que percibió mi excitación subió agresivamente su mano izquierda de mis pechos a mi cuello y me ahogó un poco para acercar su boca a mi oído.

-No te cortes nena, sácalo todo -susurró a mi oído agitado mientras me penetraba fuertemente por ambos lados y mi eyaculación comenzaba a hacer acto de presencia, definitivamente se esmeraba por hacerme sentir cada movimiento y mi cuerpo le agradeció en forma de espasmos incontrolables, gemidos entrecortados y falta de aliento en cada asalto, mientras tanto, Mauro aprovechaba para penetrarme con mucha más violencia y dejar escapar toda su leche dentro mío, las mil sensaciones fueron tan deliciosas que sin duda podría calificar este episodio como una de las mejores cogidas de mi vida. Reposamos durante un corto periodo de tiempo y posteriormente nos arreglamos la ropa, después de todo estábamos en las escaleras del hotel y por supuesto que nadie en su sano juicio decidiría subir 30 pisos de esa manera.

Regresamos a la habitación para descansar un poco, y por primera vez durante toda nuestra estancia, pudimos quitarnos las manos de encima del otro, finalmente parecía que habíamos saciado todas esas ganas que aparentemente ambos habíamos acumulado durante años, aunque no por mucho tiempo, resultó que solo era el cansancio de un día verdaderamente ajetreado, honestamente nuestras ganas han ido en aumento con el tiempo, por lo que hemos sabido aprovechar cada rincón y cada momento que hemos podido y de muchas maneras. Lo único que podía pensar era en cómo este hombre tenía la capacidad de provocar tanto en mi interior, una eyaculación dos días seguidos era un completo récord para mí, ahora aumentar a dos en un mismo día fue ridículamente satisfactorio y placentero en más de un sentido, y eso que aún no había cabida en mi cabeza para imaginar todo lo que vendría después, sin duda mi jefe estaba lleno de deliciosas sorpresas, al día de hoy sigo trabajando para él y de alguna manera hemos sido capaces de mantener una relación bastante abierta por 3 largos y placenteros años, lo mejor de todo es que no ha dejado de sorprenderme ni un sólo momento y espero que continúe de esta manera muchísimo tiempo más.

Han sido un sin fin de experiencias bastante interesantes que posteriormente estaré escribiendo por aquí para el deleite de todos. Les envío un gran saludo y les agradezco mucho por leerme.

(9,47)