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Violado en el Torito, ¿o no?
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Mi nombre es Luis, Huicho para mis amigos, tengo 19 años, recién cumplidos y en primer semestre de la carrera de Arquitectura. Vivo en la Delegación Azcapotzalco, en la Ciudad de México, tez blanca y pelo negro, ojos cafés, de un cuerpo delgado y un poco nalgón, con novia, aunque debo reconocer que en ocasiones sentía curiosidad en ver cuerpos masculinos desnudos.

Esta historia sucedió el año pasado, en los primeros días de diciembre, era miércoles y se celebra el cumpleaños de uno de mis amigos de la escuela. Quedamos todos en ir a cenar y celebrar en un restaurante Hooters, mis padres habían salido de viaje y tuve el atrevimiento tomar el coche de mi padre sin su consentimiento para ir al festejo.

Entre risas y bromas se nos pasan las horas, es la 1 de la mañana hora de cerrar y pedimos la cuenta, habíamos tomado algunas cervezas, hamburguesas, alitas y algunas otras botanas, pagamos y me despido de mis amigos.

Voy por Marina Nacional a la altura de las oficinas de Pemex, cuando de pronto se detiene el tráfico y veo el parpadeo de algunas patrullas.

No puede ser- digo en mi mente, había olvidado que en diciembre el operativo del alcoholímetro es todos los días, avanzo despacio con un poco de temor, no me sentía borracho, pero sí había tomado algunas cervezas y no estaba seguro de librar la prueba, se acerca un oficial y se presenta.

– Buenas noches, soy el policía bla, bla, bla, – y me hace soplar en un aparato, el oficial hace la lectura y me informa lo que temía:

– Es positivo, tendrá que apagar su motor y descender para una segunda revisión.

Nos dirigimos a una especie de oficina portátil donde me recibe un médico, otro oficial y una mujer que dice ser mi abogada. Me dicen que van a realizar una segunda prueba para saber cuánto alcohol tiene mi organismo, antes me hacen una serie de preguntas, donde vivo, cuanto alcohol ingerí, a donde me dirigía etc.

Me dan una boquilla que debo soplar, soplo y me pide que espere 10 minutos para revisar los resultados.

La espera se me hace eterna, hasta que por fin me llaman.

– Tiene una lectura de 0.35, joven, no ha pasado la prueba y se le tendrá que aplicar una sanción, cualquier objeción o duda tendrá que expresarlo a través de su abogada – expresó el oficial.

Según los resultados se ha hecho acreedor a 18 horas de arresto, sin derecho a fianza- agregó el oficial.

Me siento aturdido, nunca en mi vida había sido detenido, no sabía que hacer, siento miedo, y me quedo congelado, hasta que la voz de otro oficial me pide que lo siga, al salir el oficial me pide que ponga las manos detrás y siento el frío de las esposas en mis muñecas, me suben a una camioneta y me dicen que me llevarían al Torito, aquel mítico lugar del que había oído hablar tantas veces, todos conocemos el famoso “el primo de un amigo cayó en el Torito”, pero jamás pensé que me tocaría ser el primo de un amigo, del susto, se me quitó al instante cualquier rastro que había bebido, pronto llegamos al famoso Torito, ya que queda cerca.

Me piden mi credencial de elector y me hacen firmar algunos papeles, me quitan cartera, celular y cinturón, hay un abogado que tramita “amparos” para salir, pero piden cinco mil pesos y además es necesario regresar al Torito a cumplir el arresto por lo que no es alternativa, ya que no tengo el dinero y además de todos modos es necesario cumplir la condena, me llevan por un pasillo con ocho celdas numeradas, me meten en la celda siete, es una celda minúscula con 4 camas de piedra empotradas en la pared, 2 a cada lado a modo de litera, con una colchoneta encima de cada cama y un viejo cobertor.

Son como las 2:30 de la mañana, en la celda hay un hombre como de 30 años en un estado más visible de ebriedad, tan pronto entro, me saluda:

– Hola chavo, mi nombre es Marco, creo que vamos a ser compas unas horas señaló, ja ja,

Le extiendo la mano y me la aprieta con firmeza,

– Hola mi nombre es Luis, me dicen Huicho, le respondo, mucho gusto.

– Estás muy pollito, amigo y no te ves ebrio, pinches policías.

Le conté que había tomado un par de cervezas, de pronto se levanta y se pone a orinar en una taza que está en la esquina a un lado de su cama, lo hace sin ningún pudor y sin proponérmelo alcanzo a notar una larga verga, aún en estado flácido, creo estaba medio morcillona, por lo pequeño de la celda y el silencio que hay alrededor escucho claramente el ruido, es un chorro potente y abundante, incluso me llega un ligero aroma a orín, se la sacude al terminar y se voltea mientras se va guardando el largo miembro en su pantalón, no puedo evitar mirar y me ruborizo un poco, bajo la vista un poco apenado.

– Pues yo andaba de noche de putas con un amigo, ya habíamos ligado un par de putas, la que había ligado era una ternurita, bien rica, con unas tetas divinas, delgadita y un culito divino, una pollita, así como tú, tiernita, una preciosidad, ya íbamos para el motel cuando nos agarró el retén, y mi pinche amigo todavía se burló de mí, me dijo lástima compa, me tendré que echar dos culitos, que pinche amigo, dos viejas para el solito, el muy cabrón.

Eso explicaba porque tenía la verga medio parada, me quedé sin habla, no supe que responder, sentí raro el que haya dicho que era una ternurita, me causó cierta incomodidad, no sé si se refería a mi edad o me estaba comparando con la chica

– Esa criatura me dejó muy caliente, a mi me encantan tiernitas y esa ricura tendría unos 18 o 19 años máximo, un culito chiquito pero bien formadito, redondo y respingón, solo de imaginarme que el muy cabrón de mi compa se va a chingar ese culito y además el de la otra vieja y yo sin poder descargar me pone muy bestia, mira como tenga la verga, no se me baja.- agregó al tiempo que se tocaba el bulto por encima de su pantalón.

La situación se había puesto un tanto incómoda, me sentí nervioso y decidí terminar la conversación.

– Qué pena amigo, pero sabe, tengo mucho sueño, es muy tarde y necesito descansar, me voy a dormir, hasta mañana

Me levanté y tomé el viejo cobertor de una de las camas vacías a fin de usarlo como almohada y tratar de conciliar el sueño, me acosté y pensando que tal vez mi compañero de celda iba a masturbarse me di vuelta mirando la pared a fin de darle mayor libertad.

No fue fácil conciliar el sueño, la cama era dura y el cobertor que usaba como almohada tenía un olor a viejo, a polvo y alcohol, cerré los ojos y poco a poco me fui quedando dormido.

Entre sueños, tuve una pesadilla, me faltaba el aire y sentía una opresión en mi espalda, intentaba dar vuelta sin éxito, tardé en darme cuenta de que no estoy soñando, no podía respirar porque el brazo de Marco me sujetaba el cuello y era su cuerpo el que me aplastaba y no me permitía voltearme boca arriba, apenas podía respirar y su cuerpo me inmovilizaba, uno de mis brazos es doblado sobre mi espalda, obligándome a quedar quieto.

Siento sus labios en mi oído que me susurra:

– Tranquilo, Quédate quietito, no te resistas, mientras más te resistas más daño te voy a hacer, no te me escapas- exclamó al tiempo que me doblaba más al brazo causándome más dolor cada que hacía un esfuerzo por resistirme.

– Suéltame- exclamé asustado

– No tengas miedo bebé, no quiero hacerte daño, estoy muy caliente y necesito un culito para descargar, tienes un culito hermoso y lo quiero, te prometo que te lo voy a hacer despacito, te va doler un poquito, pero después vas a gozar.

– No puedo, no soy puto, suéltame- reclamé.

– Ya te dije que no te voy a soltar, tampoco quiero hacerte daño, no te resistas o saldrás lastimado.

Su cuerpo pesaba y me dominaba con facilidad, empezó a moverse sobre la ropa como si me cogiera, su gran bulto recorría mis nalgas y se sentía duro y grueso, sentía el calor quemante de ese trozo de carne a través de la ropa, soltó la mano que me doblaba el brazo sin dejar escapar mi brazo oprimido por su cuerpo contra el mío y con firmeza bajó mi pantalón junto con mi bóxer, quedando mis nalgas desnudas, las empezó a manosear, las apretaba a su antojo, me susurró al oído.

– No me equivoqué, tienes un culito suave y hermoso, va a ser un placer desvirgarlo.

Intentaba meter sus dedos en mi raja, pero no se lo permitía, apretaba las nalgas lo más que podía, besaba mi cuello y lo lamía con lujuria, no se había afeitado y el roce de su barbilla contra mi piel me causaba un poco de ardor.

– Te relajas y te será más fácil o te resistes y te reviento el culo, tú decides, de todas formas, te voy a coger.

No tenía alternativa y empecé a llorar de impotencia, nada podía hacer, mis esfuerzos eran inútiles,

Acercó la mano a su cara y escupió en su mano groseramente empapando sus dedos con saliva, mismos que regresaron a mis nalgas y con fuerza se metieron en mi raja, apretaba mis nalgas lo más que podía, mordió el lóbulo de mi oreja al tiempo que me decía:

– Afloja, aflójate, suelta las nalgas, no me hagas lastimarte. si no te lubrico el culo te voy a reventar cuando te la meta, y vas a sufrir mucho.

El dolor en mi oreja y sus palabras hicieron que aflojara las nalgas y sus dedos se colaron a la entrada de mi culo. No pude evitar dar un respingo y lanzar un pequeño grito.

– Tranquilo, no grites, si haces ruido van a venir los guardias y van a querer cogerte también.

Mi cara hizo una mueca de horror, había escuchado mil historias de violaciones en cárceles donde los vigilantes participan me dio un miedo atroz y mordí mis labios para no hacer ruido.

Al notar que obedecía y trataba de no hacer ruido me dijo al oído.

– Muy bien, así, si colaboras prometo no hacerte daño y te lo haré tan rico que gozarás, ya verás, no eres el primer culito que desvirgo, que suave culito, ni un pelito, tienes un culito de hembra, cabrón, voy a gozar y te voy a hacer gozar mucho.

Sus dedos regresaron a mi raja con más saliva, lubricando la entrada de mi arrugado ojete y presionó con su dedo índice, sentí como vencía la resistencia de mi esfínter y se abría, deslizando la punta de su dedo, un ligero ardor, lo movía en forma circular y lo volvía a sacar, aplicó más saliva y sentí el dedo índice hundirse hasta el fondo de una forma que me hizo estremecer y dar un largo aaah, sentía mi colita contraerse buscando cerrarse pero su dedo lo impedía, cerré los ojos e intenté relajarme, después de un rato la sensación de incomodidad cesó y sentí un calor muy intenso al tiempo que su dedo frotaba mis paredes internas, todo mi cuerpo se aflojó, al sentir que su dedo entraba y salía con facilidad me penetró con dos dedos, sentí que mis pliegues se estiraban más, pero no sentí dolor, al contrario el roce de sus dedos frotándome por dentro me causaba placer.

– Ves corazón, ya tienes dos dedos dentro y estoy seguro que estás disfrutando, te dije que si no oponías resistencia te iba a gustar, ¿lo ves?, tu colita dilata muy bien, creo que ya estás lista.

Sacó sus dedos de mi interior y sentí un vacío, tomó los dos cobertores y los puso bajo mi vientre, terminó de quitarme mi pantalón y bóxer, quedando solo con mi playera y calcetines puestos, él también se quitó toda la ropa, quedando completamente desnudo.

Me sentía tan expuesto, me dio miedo que de pronto algún vigilante se apareciera y nos encontrara así.

Abrió mis piernas y empujó mi espalda, mi culo quedó levantado y expuesto, pronto sentí la cabeza de su verga recorriendo el surco entre mis nalgas, me dio miedo y las apreté inconscientemente, al tiempo que besaba mi cuello y mordiendo mi oreja me dijo:

– Ya te dije que no aprietes, no entiendes, no te quiero lastimar, afloja las nalgas.

Me dio una nalgada que me sorprendió y al mismo tiempo me ayudó a relajarme, era difícil, respirando profundo traté de hacerlo, su verga recorría el surco una y otra vez desde el inicio de mis nalgas hasta rozar mis testículos, sentía la cabeza caliente y palpitante, chorreaba precum de la punta, dejando una estela viscosa y resbaladiza, me tomó de las caderas y empezó a presionar en la entrada de mi culo, la cabezota de su verga intentando profanar mi virgen agujero, sentí que vencía la resistencia de mi esfínter, se abría y se colaba dentro de mi ser, dolía mucho, pero no tenía escapatoria, estaba fuertemente sujeto, el enorme hongo hacía una presión bestial, de pronto sentí como se forzaban al máximo mis pliegues y entró toda la cabeza, fue el dolor más grande que haya sentido jamás, como si una estaca de hierro al rojo vivo me rasgara las entrañas, mi vista se nubló y tuve que morder la colchoneta para ahogar mi grito, mis lágrimas corrían por mis mejillas, todo mi cuerpo se tensó, me retorcí y traté de zafarme, sin éxito, me empujó la cabeza contra la colchoneta que casi me asfixia y dobló mi otro brazo, era imposible zafarse, sus brazos me sujetaban con firmeza y el peso de su cuerpo me mantenían inmóvil, se inclinó pegando su pecho en mi espalda para susurrarme al oído.

,- Tranquila bebita, quietecita, relájate, ya pasó lo peor, tienes toda la cabeza dentro, no aprietes, o te voy a romper el culo, aflójate, aguanta, relájate y disminuirá el dolor, no voy a seguir metiéndola, esperaré a que tu culito se acostumbre al diámetro de mi verga, confía en mí.

El dolor era inmenso, pero decidí confiar, no podía hacer otra cosa, así que aflojé las nalgas con la esperanza de que el dolor disminuyera, lo notó y expresó:

– Bien nena, así, ponte flojita y relájate, pronto calmará el dolor y sentirás placer, cree en mí.

Sentía su verga abotonada dentro de mí, palpitaba, besaba mi cuello y espalda, metió su lengua en mi oído y una corriente de electricidad recorrió todo mi cuerpo, mi cuerpo se relajó aún más y el dolor cedió un poco.

– Ya te duele menos- preguntó

No respondí, pero moví mi cabeza en señal afirmativa.

– Lo estás haciendo muy bien nena, pronto estarás gimiendo de placer.

Empezó un vaivén muy lento, la sacaba un milímetro y avanzaba dos, sentía como mis pliegues internos se iban abriendo, dolía, pero era soportable, me fui acostumbrando al lento vaivén, aunque ardía, empecé a sentir un calor interno, y el roce de la cabeza de su verga en mis paredes internas era cada vez más agradable, poco a poco empecé a sentir placer.

– Ya te empalé hasta la mitad, falta poco nena.

Hasta la mitad, pensé, si me sentía completamente lleno, no había forma de que me entrara más.

– Tranquila, prometí que no te iba a lastimar, muévete tú y entiérratela hasta donde puedas.

Así lo hice, empecé a moverme, movía mi culo lentamente en forma circular y hacía adelante y hacía atrás, cada vez entrando más profundo, seguía doliendo, pero cada vez era mayor el placer, llegó un momento donde ya no podía meterla más, sentía que topaba con algo en mi interior, así que hasta allí llegué, entraba y salía lentamente y empecé a gemir, estaba disfrutando la cogida.

Entonces me tomó de la cintura con ambas manos y dio un golpe de cadera hundiendo toda su verga en mi culo, no pude evitar dar un grito de dolor, todo mi cuerpo se retorció, mis ojos se humedecieron y lágrimas resbalaron por mis mejillas.

– Perdona nena, prometí no lastimarte, pero era la única forma que entrara toda, tu culito es muy apretado y no había de otra, aguanta, ya te estaba gustando, sé que te duele, pero pronto pasará y gozarás más con toda mi verga dentro.

Se quedó un rato quieto y efectivamente el dolor cedió, su verga palpitaba en mi interior, sentía incluso el contorno y ancho de cada vena del tronco, sus huevos pegados a mi culo, el placer regresó, la sensación de estar empalado hasta lo más profundo era indescriptible, jamás había sentido nada igual.

Nuevamente me relajé en señal de que el dolor había cedido y empezó a embestirme lento y suave, la sacaba hasta dejar solo la cabeza dentro y sentía un vacío que inmediatamente era llenado por su verga, empalándome hasta lo más profundo, sentía que me estiraba por dentro, pero al mismo tiempo me hacía gemir de placer, estaba disfrutando como hembra, empiné más la colita para que me entrara más profundo, mi verga estaba durísima.

– Lo ves, te está gustando nena, sabía que ibas a gozar con mi verga, que rico culito, me encanta como aprieta mi verga y es tan suave y tibio por dentro.

Aceleró sus embestidas, su pelvis chocaba con fuerza en mis nalgas, en cada embiste la cabeza de su verga rozaba mi próstata y me causaba gemidos de placer, a pesar de ser una noche un tanto fría, empezamos a sudar, su sudor caía sobre mi cuerpo, su respiración era agitada al igual que la mía, todo mi cuerpo se estremecía, mis piernas me temblaban y sin poderlo evitar mi verga se expandió y exploté sobre la colchoneta, todo mi cuerpo empezó a convulsionar y mis espasmos apretaban su verga.

– Te estás corriendo como hembra, nena, tu primer orgasmo como mujer.

Fue un orgasmo larguísimo, chorros y chorros de leche salieron de mi verga, hasta que me derrumbé sobre la colchoneta, agotado, tratando de recuperar la respiración, sin embargo, la verga de Marco seguía dura, taladrándome el culo, con su cuerpo sudoroso me besó el cuello y me susurró en el oído.

– Date vuelta nena, quiero cogerte de frente, me sacó su verga hinchada de mi interior y aunque tenía el culo escocido obedecí sin chistar…

Marco tomó una de mis piernas y la fue besando hasta que la alzó y la puso sobre uno de sus hombros, lo mismo hizo con la otra, mi cadera quedó sobre el cobertor y de esta forma quedaba mi culo totalmente a su merced, se agachó poniendo sus codos sobre la colchoneta, me tomó de los hombros y me obligó a arquear la espalda y levantar más el culo, su verga recorría el surco entre mis nalgas y mi piel se erizaba, me miraba fijamente a los ojos y no pude evitar desviar la mirada, pero me dijo.

– Mírame, quiero ver tu cara mientras te cojo- susurró, mientras restregaba su verga contra el canal de mis nalgas en forma deliciosa.

Me le quedé viendo, su mirada era muy intimidante y penetrante.

Posicionó la cabezota de su verga en la entrada de mi culo y empezó a presionar,

– Ahhhg, – gemí cuando su verga abrió mis carnes y empezaba a colarse dentro, no pude evitar desviar la mirada.

Me tomó de la cara con una de sus manos y me la hizo voltear nuevamente a su cara.

– Dije que me mires, sostén la mirada, quiero ver como gozas con mi verga.

Volví a mirarlo y sonreía maliciosamente, mirándome directamente a los ojos me ensartó su verga hasta el fondo, mordí mis labios para no gemir, pero las muecas de mi cara reflejaban el placer que sentía, la sacó hasta dejar solo la cabeza dentro y me la enterró nuevamente hasta el fondo, siempre mirándome y sonriendo, alternaba las penetraciones unas más lentas, otras más fuertes, en ocasiones me la clavaba y movía su verga en forma circular, procurando restregarme su verga contra mis paredes internas, observando las muecas que hacía en cada clavada, y repitiendo aquellas embestidas que me hacían gemir más fuerte o hacer más muecas, tal parecía que quería matarme de placer.

– ¿Te gusta?, ¿Sientes cómo te entra?, Disfruta mi verga nena, que yo también estoy gozando al máximo, me encanta tu culito tan estrecho, suave y caliente, estoy seguro de que ni con la putita que me iba a coger hoy iba a gozar tanto.

– Si, me gusta, sigue, aghhh, me encanta como me coges-respondí.

De pronto, acercó su boca a la mía y sin previo aviso me dio un beso cachondo, me tomó por sorpresa, sus labios ardientes sobre los míos, su lengua perforó mi boca, después de la sorpresa inicial correspondí a su beso, mis brazos rodearon su cuello y lo besé con pasión, así estuvimos un buen rato unidos en un solo ser, hasta que anunció:

– Me voy a correr, aggghh, ya viene mi leche.

Fue acelerando sus embestidas poco a poco, hasta que literalmente me taladraba el culo, su pelvis chocaba contra mis nalgas a una velocidad endemoniada que me hacía estremecer y retorcerme de placer, ya no pude más y empecé a convulsionar, volvía a tener un intenso orgasmo, y para mi sorpresa mi verga no estaba erecta, mi semen salió disparado entre nuestros cuerpos, al tiempo que Marco me dio una embestida final y sentí que me llenaba de su néctar, bien profundo, sus huevos se apretaban contra mis nalgas y sentía como se encogían y se estiraban al tiempo que lanzaba cada chorro de semen, muy caliente, me dio un nuevo beso y se quedó encima de mí, abrazado, hasta que su polla fue perdiendo rigidez y salió de mi culo, cerré las piernas y apreté las nalgas para que su caliente esperma no escapara de mi interior, no podía dejar que escapara y manchar más de semen la colchoneta y los cobertores.

– No recuerdo haber gozado tanto como hoy, nena, me encantó desvirgar tu culito, definitivamente tenemos que repetir.

Se separó de mí y me ayudó a levantarme, mis piernas no me respondían, me temblaban, me tuve que apoyar en mi desvirgador para no caer, apretando las nalgas llegamos al retrete y expulsé la leche contenida en mi interior, me limpié con papel higiénico y limpié los restos de mi propio semen que había quedado en mi vientre y Marco me ayudó limpiando mi semen embarrado sobre la colchoneta.

Todo me daba vueltas, sentía mucha vergüenza y una sensación de culpa me invadió, me habían cogido y me había gustado, y aunque acepté su ayuda no podía verlo a la cara.

– Tranquilo, se que te sientes mal, pero sé que lo disfrutaste, vamos, no es para tanto, solamente te enseñé el placer que puedes llegar a sentir, piénsalo, no te volverás gay, seguirás con tu novia, pero ahora también sabes que puedes disfrutar con otra parte de tu cuerpo- Dijo al verme tan serio.

Se puso su ropa y me ayudó a ponerme la mía, al tiempo que me decía.

– Me gustaría repetir, la siguiente vez ya no dolerá tanto y gozarás más.

No respondí, no podía hacerlo, tenía tanto que pensar, con dificultad me metí a la colchoneta y Mario me cubrió antes de regresar a la cama, me quedé profundamente dormido.

A la mañana siguiente los guardias nos despertaron y salimos al patio, en total fuimos 17 los detenidos esa noche, una cifra que nos dijeron era baja, ya que los fines de semana podía haber entre 70 y 100 detenidos, había algunas mesas y sillas, mi culo me ardía horrores y caminaba con dificultad, sentía que todos se me quedan viendo, no podía ni levantar la vista, los guardias nos señalaron los baños por si deseamos darnos un regaderazo o simplemente lavarnos la cara o las manos. Decliné la oferta, había escuchado tantas historias negras de abuso, violencia y violación en los baños que me dio pavor entrar, estaba seguro que nuestros grititos y gemidos se habían escuchado en las otras celdas, Marco pasa a mi lado y me invita a bañarme, pero nuevamente declino su oferta, me interroga sobre el motivo por el cual no entraba y le cuento mis temores, sonriendo dice:

– ja ja, no es una cárcel, es un centro de detención y son sólo unas horas, no te preocupes, puedes ir a bañarte, acompáñame.

Otra vez me niego, si bien, necesitaba un baño, ya que me sentía sucio, y todavía tenía su aroma impregnado en mí, además de que me había inyectado su semen tan profundo, que no alcancé a descargar todo su semen y ocasionalmente sentía un flujo que escapaba de mi culo, me dolía todo el cuerpo y seguía con mis dudas.

Llega la hora del desayuno, nos dan una pequeña pieza de pollo insípida con una ración de frijoles y puré de papa, no tengo hambre y sólo como un poco, además pienso que así puedo evitar ir al baño, no podía controlar mis miedos.

Terminando de desayunar nos ponen a ver videos de concientización, de choques y heridos seguido de un orador que nos platica como el alcohol acabó con su vida, todo muy deprimente y triste y no me ayuda a mejorar mi estado de ánimo.

Posteriormente nos hacen ver un video sobre los peligros del alcoholismo y otro de choques de personas en estado de ebriedad, muy fuerte.

Nos dan un rato para actividades recreativas, había una pequeña biblioteca con libros y juegos de mesa, yo escojo un libro para entretenerme e intentar distraerme, posteriormente viene el lunch, igual de pobre que el desayuno y terminando nos mandan a las celdas a terminar las últimas horas de detención, sin embargo ahora las puertas están abiertas y los detenidos pueden moverse entre ellas, así que por precaución me quedé en el pasillo central fuera de las celdas, solamente estaba cerrado el portón principal de acceso a todas las celdas.

Marco se acerca y me interroga:

– Te veo triste, pensativo, supéralo, dime con franqueza, ¿Te gustó?, ¿Disfrutaste?

No podía mentir, había disfrutado y mucho, pero era hombre y no era correcto, había gozado como una hembra, mil pensamientos pasaban por mi mente, estaba muy confundido.

Me limito a decir:

– Sí, la verdad si sentí placer, pero también me dolió mucho y no se puede repetir, no está bien, soy hombre.

– No dejarás de ser hombre, despreocúpate, y es cierto duele la primera vez, pero después sólo sentirás placer, si has tenido el placer de desvirgar una hembra, sabrás que siempre duele la primera vez, pero después gozan, con los hombres es igual y la verdad me gustaría repetirlo, verás que la siguiente vez que te coja sólo sentirás placer.

No respondo, todo lo que me dice me hace pensar, pero no puedo dar una respuesta ahora.

Llega el atardecer y con él la hora de la salida, primero le hablan a Marco por cumplir sus 18 horas de arresto antes que yo.

Pocos minutos después escucho mi nombre, firmo unos papeles y me regresan mis pertenencias, salgo con paso lento rumbo a la libertad,

Al salir estoy buscando un taxi, ya que mi auto se encuentra en el corralón, escucho un pitido, es Marco y viene acompañado de alguien, su auto se acerca y me invita a subirme.

– Vamos amigo, te damos un aventón, sube.

Algo indeciso subo y me presenta a su amigo.

– Este es mi compadre, el cabrón con el que andaba cuando me agarró el retén del alcoholímetro.

– Mucho gusto soy Jaime me saluda.

– Y compadre, que pena que lo hayan metido al Torito, no sabes cómo gocé culeando a dos hembras hermosas para mi solito- Se ríe Jaime burlándose.

– Lo sé pinche compadre, pero que se le va a hacer, a la próxima le toca manejar, ja ja, pero le cuento que, gracias a Huicho, no la pasé tan mal, ja ja.

Ambos rieron, desconozco si algo le haya contado Marco a su compadre.

Me preguntan mi domicilio y se los doy, pronto llegamos, al llegar me bajo y me dice Marco al bajar.

– Adiós Huicho, espero no sea la última vez que nos veamos, dame tu celular, esperaré tu llamada, si me llamas vendré rápidamente, ya sé dónde vives.

Me dice:

– Anota mi celular.

Sin pensarlo anoto el número en mi celular, dudando si algún día lo llamaré, terminando de guardar su número, en un descuido me lo arrebata y marca su número.

– Listo Huicho, ahora yo también tengo tu número.

Me regresa el celular y lo veo alejarse junto a su amigo y compadre, estoy seguro que no será la última vez que me los encuentre.

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