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Vicisitudes humanas

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A Esmerjildo le gustaba tras un viaje ajetreado una relajación muscular y la sensación de tranquilidad y a su llegada su amigo le había concertado hora. Ya estaban en la recta final y le combinaban el culo, testículos y polla posicionado en un cuatro patas. Bramaba de placer con roncas respiraciones cuando le comían el ojete y sus testículos eran succionadora uno por uno. Era una perfecta combinación ya que cuando comía testículos y polla le entraba el dedo en el ano.

-¿Cómo quiere acabar? -le preguntó el masajista.

-¡Comidaza de culo con ordeño!

Bastaron dos ordeños a la polla y su zona anal comida para que deslechara a chorros tras un suspiro gutural.

Al salir el masajista recibió una llamada:

-¿Ya se ha ido don Esmerjildo?

-Si, justo ahora acaba de salir duchado.

-¿Qué tal ha ido?

-Está en forma el cabronazo. 52 años, pero un semental.

-Si. Siempre ha tenido esa virilidad. Entonces se ha corrido.

-Sí, ha querido terminar con besazo negro y ordeño trasero. Ha lefado como un animal.

-Si, cómo lo tienes para después de su discurso inaugural. Le hace mucha ilusión, nada más llegar me llamó.

-Si, bueno tengo carne fresca y de poco uso. Lo va a flipar.

Esmerjildo era alto de pelo cano y leonino, con perilla y una fortaleza muscular envidiable, su mentón estrecho y su frente ancha. Ese mismo día tenía el discurso inaugural de física nuclear. A sus 52 años era una eminencia en la materia, sus enseñanzas eran impartidas en medio planeta.

Ernesto era un catedrático de la universidad y un ferviente admirador de Esmerjildo, nada más salir del masajista Había llamado a dicho chico, era muy bueno. Él corría con todos los gastos. Almorzaron junto con la familia de Ernesto, sus hijas se interesaron por las ONG que él colaboraba, incluso la hija mayor conocía a la hija de Esmerjildo. El cual dijo en un alarde de sinceridad, honestidad y amor que su mujer y sus seis hijos eran lo más bonito que le había ocurrido en la vida. Terminado el almuerzo le repartieron regalos para la familia de Esmerjildo.

El discurso inaugural de Esmerjildo fue un gran éxito. Era una de las eminencias de esa noche. Fue aplaudido por la multitud durante 10 minutos. Todos fueron elogios por parte de los representantes. Era un auténtico referente. Apenas lo dejaron salir del hemiciclo y fue una auténtica lección de sabiduría. Nada más entrar en el coche del catedrático Ernesto que lo llevaba a un apartamento suyo -para más discreción-Esmerjildo lo avasallaba nada más en el ascensor que llevaba al lujoso apartamento:

-¿Tienes ya el chico?

-Si, tranquilo, lo tengo aquí, es un potrillo de 18 años.

Entraron en el apartamento, el chico miraba la televisión.

Se levantó, era un chico que no pasaba de mucho 160 cm de estatura y no pesaría ni 50 kg. Lampiño y de ojos azules, pelo rubio largo, culo pequeñajo. Un chico andrógino que se suele decir.

Esmerejildo experimentó una emoción como la de un animal. Una mezcla de júbilo y ansiedad que siempre sentía cuando veía un buen machito. Era la excitación de un zorro que, habiendo captado el lejano rastro ahora se aproximaba a su presa.

-Te has quedado mudo -dijo Ernesto- tráenos algo de beber, unos whiskies -acto seguido el chico los servía.

-Vaya bombón -dijo al mismo tiempo que él chico le servía

-Veo que te gusta.

Entonces en ese momento Esmerejildo le dio una palmada en el culo al chico, el cual se volvió y de nuevo le cogió el paquete sin ningún reparo, aún estando Ernesto. El cual se dijo que esa eminencia era pura dinamita.

-Creo que me iré -dijo Ernesto.

-¿No quieres quedarte con esta joya celestial que me has traído? ¿Cómo te llamas? -al mismo tiempo que con la mano lo invitaba a sentarse a su lado.

-Roberto, pero me suelen llamar Rober, señor -dijo al mismo tiempo que se sentaba al lado de Esmerjildo.

-Te llamaremos Monito -dijo al mismo tiempo que le acariciaba el rubio pelo y miraba a Ernesto sentado enfrente -. ¿Tienes novio ya, Monito?

-So... so... sólo amigos, señor.

Ernesto veía una tensa calma de Esmerejildo. Se sabía y había visto su vigor sexual en alguna ocasión. Los ojos se le iban detrás del chico. Incluso le invitaba a compartirlo. Ernesto no le gustaba molestar, pero ese potrillo lo valía. Vio como Esmerejildo lo morreaba y le pasaba la mano por debajo de la camiseta. Entonces Esmerejildo dijo:

-Traenos más bebida, Monito y cuando vuelvas hazlo solo con los calzoncillos puestos.

Quedaron solos y Esmerejildo dijo:

-Veremos el material que tenemos, habías dicho que no tenia mucho uso.

-Así me lo han asegurado.

Entonces entró el chico, su piel era blanca diáfana. Llevaba un pequeño tanga. Los ojos de Esmerjildo escanearon y escrutaron y se clavaron en el pequeño culo.

-Date la vuelta, Monito y agachate.

Una vez agachado Esmerejildo le abrió las nalgas. Ernesto vio como la maquinaria se había activado ya que los ojos intensos de Esmerjildo eran los ojos de un cazador dispuesto a devorar su presa. En un gesto de bravura se levantó y empezó a desnudarse ante el asombro del chico, ese arranque lo había descolocado. Ernesto observó como Esmerejildo ya estaba con la polla tiesa (Mención aparte merece destacarse el miembro de Esmerejildo que no siendo descomunal montaba 18 cm) y blandiendo su polla en mano dijo:

-¡Ahora sabrás lo que es un buen rabazo! -al mismo tiempo que le quitó el tanga al chico de un manotazo.

Se sentó en el sofá y lo puso a mamar. Le atenazó la nuca y hacía que tragara toda la tranca. Incluso miraba a Ernesto con la mandíbula apretada. La carne de la polla engañosamente liviana pero sólida hacía que se atragantara. Esmerjildo emitía susurros apasionados con gritos ásperos. Era increíble pero era verdad lo que veía Ernesto; la polla del chico estaba tiesa.

De repente Esmerejildo se levantó e incluso lució polla dándose unos vigorosos meneos, apretando los dientes para dirigir la mirada a Ernesto y después al chico. Ernesto le quedó claro que quería demostrar su hombría y marcar terreno.

Cogió en volandas al chico y lo llevo a un butacón reclinable del salón. Una vez allí le levantó los tobillos hasta la cabeza. Empezó a chupar culo, huevos y polla de forma acompasada sincronizando los movimientos en un vaivén de piernas como un balancín. Las nalgas blancas del chico se agitaban como pelotas de ping-pong. Ernesto ya se machacaba la polla sin miramientos, estaba muy caliente con el escenario que tenía ante él. Esmerejildo abria el ojete al máximo y chupaba con intensidad acelerada. El chico gozaba, vaya si gozaba. Estaba casi en trance; ronroneaba, susurraba, gemía como una gata. Esmerjildo lo volteó poniéndolo en posición perruna, abrió sus nalgas y en ese momento Ernesto con la mano que no se pajeaba le tiró un tubo de vaselina y dijo:

-Engrasalo.

Lo untó y lo dilató con los dedos. Se aplicó vaselina sobre su polla y en un vaivén con su mano la esparció. Miró a Ernesto que estaba con los pantalones bajados pajeandose. Lo amarró con las dos manos por la cintura y lo ensartó a full de una tacada seguido de un bramido ronco y el chico un ohhhh sonoro. Emerejildo en esos momentos sostenía la mirada a Ernesto. Tomó aire y con decisión dio unos golpes secos y eléctricos. Sofocado como un animal empezó a bombear. Cogió la melena de chico y tiró de ella, obligándole a arquear la espalda. El chico gemía y sus respiraciones se aceleraban. Ernesto se machacaba la polla sin compasión, flipaba con el espectáculo. Estaba asombrado de la virilidad de Esmerjildo, enculaba con la precisión de un reloj suizo. Un grito desgarrador de Esmerejildo y un cambio de ritmo frenético dieron a entender que se corría. El joven sin tan siquiera tocarse la polla ya lefaba. Emerejildo dio una última sacudida y un espasmo final. Las convulsiones de lujuria habían hecho que Ernesto se levantara. Esmerjildo lo vio, se apartó, del culo de chico salía lefa, entonces le dijo:

-Termina donde más te plazca.

Ernesto con la lefa casi saliéndose se acercó a la boca del chaval y se la ensartó. Escupió la lechada dentro de la boca. Esmerjildo estaba sentado ya en el sofá y vio como el chico salía disparado al baño y le gritó:

-¡Que por la boca lo comas y por el culo lo eches!

Al cabo de 5 meses Esmerjildo recibía la máxima distinción dada a un físico. Su familia estaba presente. Enrique se acercó a darle la enhorabuena.

-No nos habíamos visto desde... -dijo Enrique.

Esmerjildo contestó al oído de Enrique:

-¿Preñó la maricona?

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