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Vuelta a las pistas de forma inesperada (Final)

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Ya quedaban pocos días para que el hermano de mi amiga se fuera a un lugar definitivo. Lo había pasado muy bien con él y estaba muy contento con la dinámica de poder cumplir las fantasías que él no podía con su novia.

A medida que se acercaba el día de su mudanza me dijo que estaba bien complacido con la experiencia y además feliz de haber podido realizar sus fantasías, todas ellas, también de satisfacer todo lo que en ese tiempo se le había ocurrido hacer.

Un día por la mañana me dijo que me iba a hacer un regalo de despedida, y que me iba a sorprender. La verdad no pensé mucho sino que ansiosamente espere el momento para dejarme llevar.

Antes de volver a mi departamento me llamo y me dijo que nos juntemos en un lugar diferente, eso llamo mucho mi atención y le dije que iría a la hora señalada. Le pregunté su debía llevar "algo especial" pero le dijo que no, que el se encargaba de todo.

Al llegar me dijo que me subiera a un auto en el que andaba y que íbamos a ir a un lugar en las afueras de Santiago, una parcela en Lampa.

En el camino estaba algo confundido pero también emocionado ya que esta vez no me podía imaginar para nada de que se iba a tratar.

Al llegar, abrió el portón y luego entramos. Era una especie de cabaña, con mucha área verde y un pequeño cobertizo que hacía las veces de bodega, cuento esto porque es un detalle importante para más adelante.

Me dijo que nos bajemos hacia la cabaña. Lo seguí sin pensar mucho las cosas. Abrió la puerta y me dijo que sobre la mesa había ropa para que yo me vistiera. Así lo hice, sin más, aunque esta vez fue diferente. En ocasiones anteriores yo entraba a un lugar diferente para prepararme pero ahora el miro todo el proceso.

Luego, me dijo que siempre había tenía presente algunas veces que le comenté el gusto que tengo por los juegos de rol de secuestro, así que bueno, ese iba a ser su regalo de despedida. Ahora ya vestido que simulara fuera la mujer de la casa que iba a salir al jardín para pasear. Ya la sola idea me provocó una linda erección pero esto estaba recién comenzando.

Salí al patio a caminar, estaba oscuro. De pronto oí que alguien me puso una pistola en la espalda y me ordeno caminar hasta el cobertizo. Wow, me estaban secuestrando, así que solo me quedaba obedecer ya que ese desconocido podía atentar contra mi.

Al entrar me dijo que me ponga al lado de una caja grande de madera, me puso una venda, me sacó el colaless, luego me dijo que entre en la caja, ató mis manos a mi espalda, ató mis rodillas juntas, luego mis tobillos, me ató de una forma en que quede en posición fetal, finalmente me dijo que no hiciera ningún ruido y me comporte, de ser así saldría con bien.

Me puso la mordaza y luego sentí un líquido en mi culo, claramente era vaselina, y seguidamente sentí como se iba insertando lentamente algo, primero despacio, solo la punta, después la mitad y luego completo, lentamente. Seguidamente escuché y sentí como comenzó a vibrar y también oí como se cerraba la caja y luego la puerta del cobertizo.

Luché por liberarme, no tuve éxito. Pujé para expulsar el vibrador de mi ano, no pude. Intenté pedir ayuda pero todo era en vano. Allí estaba, en plena oscuridad. Bien atado, vendado, amordazado y con un vibrador. No podía hacer nada más que esperar.

Pasó el tiempo, no sé cuánto, y escuché la puerta abrirse, también la caja y como mi captor entraba y me ayudó a ponerme de pie, así tal cual estaba. Me dijo que ahora nos íbamos a cambiar de lugar. Así que me desató algunas amarras pero quedé de todas maneras con las manos en la espalda y los pies atados.

Tenía que ir saltando hacia un lugar desconocido que finalmente era la cabaña. Allí iba avanzando a saltitos hasta que me tiró sobre algo que por la textura supuse era una cama. Luego ató mis tobillos a mis manos (un hogtie clásico) y me quito la mordaza. Era hora de mamar.

No tuve otra opción que hacerlo, además, por unos momentos se sintió bien me sacara esa bola de la boca y ya no estaba babeando más. Se la mamé suave al principio, le pase la lengua por la punta y luego por todo su pene. Después ya comencé de lleno, llegando en ocasiones mi nariz a tocar su estómago.

Luego me volvió a poner la mordaza y me saco el vibrador, me desató una amarra y sentí algo diferente esta vez. Puso algo en mis nalgas, me dijo que sería una experiencia nueva y así lo fue. Me puso un electroestimulador en cada nalga, son de esos que se usan para la espalda baja. Después me dijo que lo iba a filmar ya que el entrenamiento anal debe registrarse. Lo encendió y sentí como mis nalgas se contraían y relajaban, como una locomotora. Después paro, me puso vaselina y metió un dildo. Al mismo tiempo en que el electroestimulador hacia su trabajo él jugaba con ese dildo en mi ano, hacia círculos, entraba y salía, lento y rápido. A veces mi culo quedaba completamente contraído con el dildo dentro y me decía pujara para intentar sacarlo. Nunca pude pero como estaba a su merced obedecí.

Después de que utilizo esos juguetes hasta que quedó satisfecho con eso, me dio vuelta, pero me dejó el dildo enterrado, lo había asegurado a mi culo con cinta de embalaje.

Me dijo que esta era la despedida definitiva, así que me comenzó masturbar con la mano, como a veces lo hacía, pero en esta ocasión sentí algo más. Efectivamente, no fue mi imaginación, mi captor me estaba haciendo sexo oral, fue una mamada tímida, pero se sintió increíble. No pasó mucho para que yo acabara, el me entendió cuando masculle que iba a acabar y eyacule sobre mi estómago.

Luego me quito la mordaza y me dijo que si quería una última cosa más, le dije que si. Volver a la caja hasta que salga el sol o me quedara dormido, lo que ocurriera primero, pero esta vez además de atarme como la vez anterior, con las mismas cosas, agrego el estimulador eléctrico en mis nalgas.

Allí quedé nuevamente, secuestrado en un lugar desconocido, atado en completa indefensión, con esa vibración que sentía en mis oídos y dentro de mi ano.

Sabía que no sería de utilidad intentar liberarme o expulsar el vibrador, tampoco podía pedir ayuda. Solo me quede así, en indefensión, viviendo el momento.

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