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¿Ya no te quiero? (Dominación tóxica)

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–Nunca vuelvas a decir que te veo como mi puta y nada más –dijo Mateo un tanto molesto un tanto preocupado.– Ahora mismo eres la mujer más importante en mi vida.

–Lárgate de mi casa –Natalia lo interrumpió histérica lanzándole lo que tenía a la mano y maldiciendo por no tener más que ropa limpia recién sacada de la lavadora, saber que tendría que lavar todo de nuevo la enfurecía aún más.

Cuando al fin las manos de ella dieron con un buen objeto contundente que seguro le sacaría un buen chichón en la cabeza al infeliz de su novio, (porque se suponía que eso eran aunque el imbécil se las daba de galán con la primera que se le cruzaba) se detuvo en seco y el rojo de su cara por la ira se intensificó por la vergüenza.

Mateo como quien contempla una joya miraba uno de sus panties, que durante el asedio le cayó justo en la cara.

<<Y es el rojo...>> pensó Natalia enrojeciendo más.

–Este te quedan brutal –dijo él con una sonrisilla sardónica.

En ese momento ella sintió un hormigueo en su entrepierna, sabía muy bien que detrás de esa sonrisilla había sexo y sus ojos por un brevísimo instante (que maldijo infinitamente) buscaron algo en la entrepierna de él.

–¿Lo quieres cierto? –Pregunto Mateo para quien el gesto de Natalia no pasó desapercibido, sin esperar respuesta se abalanzó sobre ella sujetándole los brazos y besándola apasionadamente (la quería de eso no había duda).

<<No quiero esto...>> se repetía Natalia una y otra vez en la mente, pero sus manos frenéticas ya le estaban desabotonando la camisa.

Mateo excitado la levantó de las nalgas y la sentó sobre la lavadora que vibraba despachando el último lote de ropa del día, una de sus manos acariciaba con lascivia los pechos de ella que bajo el vestidito de casa que llevaba ya sentían duros y en todo su esplendor, con la otra mano empezó a hurgar en su empapado sexo hasta que dio con lo que buscaba.

–Estás muy mojada –le susurró él al oído mientras mimaba su hinchado clítoris con los dedos.

Natalia al oírlo decir aquello se excitó aún más, las palabras de Mateo le azuzaba los sentidos y eso le gustaba ya no podía dejar de jadear, de mirar los labios de él y de relamerse lujuriosa los suyos.

–Ya estabas tardando –dijo él satisfecho sabiendo que deseo se escondía detrás de ese peculiar gesto de ella (la conocía tan bien).

Con avidez empezó a devorar su sexo lamiendo los jugos que le destilaban, chupando y saboreando hasta el último rincón, disfrutando cada gemido, cada gritito de ella hasta la embriagues.

Natalia complacida en acto reflejo le abría más las piernas dispuesta a facilitarle la tarea, mientras un calor abrazador le subía por los pies y se extendía por todo su cuerpo amenazándola con estallar, cuando este llegó a su cabeza explotó y ella en su clímax explotó también, gritó, se retorció y convulsionó de placer.

–Me encanta tu sabor –dijo Mateo relamiéndose los labios.

–¡Pídeme que te la meta!...

–Métemela –articuló Natalia entre jadeos al instante sin poder evitarlo aguijoneada por su orden, ese ímpetu de él por penetrarla la enloquecían de manera bárbara.

Mateo con manos exigentes la tomó de la cintura y de una sola estocada la penetró hasta el fondo, ella arqueó la espalda a punto de explotar otra vez, lo sentía latir dentro.

–¿Así está bien? –le susurró él.

–¿Te has venido antes?

–Si –respondió ella.

–¿Sentiste placer?

–Sí.

–Pues ahora me toca a mí.

Natalia como toda respuesta le abrió más las piernas.

Al día siguiente cuando Mateo regresó a buscarla dispuesto a quedarse en su vida, solo encontró una nota que decía "Ya no te quiero" y nunca más supo de ella.

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