No fui expulsada del paraíso por ser infiel
Al tocar su hombro, Andrés se giró y sentó de manera inmediata, observé que la bragueta de su pantalón estaba abierta, el cinturón y el pantalón desabrochado y a través de ese espacio, de manera colosal, sobresalía su pene, en absoluta erección, el más enorme que jamás había visto en vivo