Historia ardiente de un pueblo conservador (final)

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La tarde se vencía junto con la lluvia mientras la señora y su hija de 18 años seguían atendiendo sexualmente a puerta cerrada a los 5 hombres que llegaron a su tienda de abarrotes.

La mamá ya completamente desnuda se encontraba ahora a gatas a punto de recibir a uno de los hombres. La hija vio de reojo que su mamá colocaba el pene del hombre no en su vagina si en el ano y la chica sonrió lujuriosamente. También ella se animó y empezó a lamer dos falos al mismo tiempo. Mientras tanto en el sillón permanecía un hombre frotando su polla suavemente al tiempo que veía cómo gozaban sus otros cuatro compañeros. Deslizaba su mano por el ancho pene como preparándolo para entrar en acción. Y así lo hizo efectivamente. Se incorporó y escupió su arma y se abrió paso entre sus amigos para acercarle el pene a la chica que ya lamía dos penes. Ahora ella juntó con sus manos las tres cabezas y las escupió varias veces lubricando aún más aquellas vergas que deseaban su coño.

La pusieron también en cuatro y recordando lo que había hecho su madre, guio con su mano a uno de ellos a que se introdujera todo en el ano. Sus senos colgaban y el joven le lamía los pezones mientras también la chica conducía su alargado miembro a la húmeda vagina.

El tercero se dedicó a follar su boca intensamente. Tres hombres le estaban dando por todos lados a la jovencita que ardía ya en placer y pronto tendría su primer orgasmo. Un orgasmo que su mamá escuchó perfectamente bien y que la motivó a también buscar el suyo.

La señora arremetió contra la verga del hombre que penetraba su culo y empezó a lamer con fuerza el pene que se metía en ocasiones a su boca deslizándose por la lengua. Su boca subía y bajaba hasta los huevos del hombre y este ya no podía más, quería eyacular.

Le pidió la señora que esperara un poco.

-Quiero que todos se vengan en mi hija. Me excitaría verla llena de leche.

Al terminar de decir esto los hombres se entusiasmaron y sus penes orgullosos se agrandaron más mostrando venas de pasión por todos lados.

La chica terminó varias veces más.

La señora la rebasó en número de orgasmos. Aquella habitación olía sólo a sexo.

Uno de ellos gritó ya no puedo más y sacó la verga del ano de la joven y le arrojó todo el semen en la espalda.

La mamá se zafó de sus dos penes y los invitó a vaciarse en su hija. Les tocaron las nalgas las dos, madre e hija, y parados todos le abrió la boca a su hija mientras la mamá se masturbaba y les dijo vénganse con toda confianza y fuerza en su boca.

Abre, perra le gritó su mamá que tenía la chica en un concepto muy conservador y esta orden la excitó. Abrió la boca y al unísono dos de ellos se vinieron abundantemente en su boca y cara. Los otros dos también se acercaron y aunque uno de ellos quería aventarle toda la leche a la mamá, esta le tomó la verga y se la colocó en la mejilla. Les acarició el punto G a los dos y se vinieron muy intensamente gritando y gimiendo riquísimo al tiempo que la madre veía cómo salían borbotones de leche de la punta de sus vergas y se lanzaban directamente en la boca y cara de su hija de 18 añitos.

Esta historia tan linda dejó gemidos en el pueblo y siempre será recordada como algo que el pueblito conservador jamás había vivido.

FIN

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