Irene y sus primos (parte 2)

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T. Lectura: 7 min.

Desde esa noche con Julián en la vieja estación, inventamos mil maniobras para encontrarnos a solas y fui aprendiendo con mi primo las artes sexuales. ¡¡Me encantaba coger!! Ya sé, no soy boluda, a cualquiera le gusta, pero en mi caso, era una adicción terrible. Aprendí a chupar bien una pija, lamiéndola, dandole toques con la lengüita en la cabeza (me encantaba sentirla vibrar), a pasar de cálidas mamadas hasta chuparla fuerte como bombilla de mate, a masturbarlo mientras le apretaba suavemente las bolas y la lamía, a mostrarle mi boca llena antes de tragar la leche. Aprendí distintas posiciones, acostados, sentada sobre él, de pie. Todo me parecía fantástico y no entendía porqué algo tan lindo estaba tan prohibido. ¡¡Qué mierda tenían las monjas en la cabeza haciéndonos dar temor de hacer esto tan bonito y placentero!!

Una noche salí con mis tres primos y fuimos los cuatro a hacer un fogón al lado de la laguna. Era un día de semana y a esa hora no había ni un alma. Llevamos salchichitas para calentar en la fogata y una salsa donde mojarlas, papitas, chizitos y dos gaseosas. Pero Roque (otro de mis primos) sacó dos botellas de vino y una de ginebra y empezaron a pasarlas en ronda. Yo no quería desentonar y le daba traguitos pequeños. Pero entre jodas, chistes, cargadas y bromas, me fui entonando sin darme cuenta.

Pedro (mi tercer primo) se levantó y empezó a sacarse la ropa. “Voy a nadar”, dijo, se quedó en boxer y se metió al agua. Los otros dos empezaron a imitarlo. “Vamos primita, vení”. Yo estaba entre la vergüenza, las ganas, la curda y la excitación de verles los tres bultos que se marcaban en sus boxers. Pero no me animaba. Los tres vinieron, empezaron a joderme, a animarme, a decirme que me deje de joder, que eramos todos primos y terminaron logrando que me saque el vestido y vaya con ellos.

En el agua, ellos empezaron a empujarse, a mojarse y a joder como siempre hacían. Pero de pronto, Roque y Pedro me agarraron entre los dos, uno de los pies y otro de las manos, me bambolearon y me tiraron al agua. Nuevamente me agarraron entre dos y yo intentaba desasirme. Mientras eso pasaba yo sentía el roce de sus manos en mi cuerpo, en mis tetas, en mi cola. En un momento Pedro me abrazó y Roque empezó a darme chirlos porque decía que era una mala primita que no quería jugar. Después vinieron los tres y me abrazaron, me pidieron disculpas y me llevaron en andas al fogón. Pero el roce de sus manos tomándome de la cola, sus brazos musculosos abrazándome y verlos desnudos (junto a mi incipiente borrachera) me hizo mirarlos distintos.

Los tres estaban buenos, eran atléticos, musculosos, con las colitas duras y unos bultos prominentes. Estuvimos un rato pasando la botella de ginebra hasta que se terminó. Yo estaba bastante “alegre” por decir poco y mi libido me hacía malas jugadas con esos tres machos a mi alrededor. Además, todos me trataban como una reina, me cuidaban y me atendían.

– “Vamos a jugar a la botellita ¿quieren? dijo Roque, agitando la botella vacía.

Y empezamos a joder, primero con cosas tontas hasta que le tocó a Pedro y ante la disyuntiva de verdad o consecuencia, dijo verdad. Roque le dijo que era lo que estaba pensando y Pedro me miró y dijo

– “En lo hermosa que está la primita. ¡¡Dios!! que mujercita, está para comérsela”.

Yo me sonrojé pero, al mirarlo vi crecer el bulto de su boxer y eso me alarmó, me hizo sentir deseada y me calentó, todo a la vez. Recién ahí caí que estaba en bombacha y corpiño, mojada y que se me veía mucho. Quise levantarme pero me tropecé. Julián vino a abrazarme y me dijo que me quede tranquila. Siguieron con el jueguito y me tocó a mi. Por temor a que me pregunten algo que deje en evidencia lo mío con Julián, elegí consecuencia. Y Pedro, al que le había tocado el culo de la botella me dijo que tenía que darle un beso a Roque “Pero un beso de verdad, primita, no de nenes”.

Intenté levantarme pero estaba muy mareada. Roque vino, me ayudó a levantarme, me abrazó y me dio un beso, metiéndome la lengua y disfrutando mi boca mientras sus manos acariciaban mi espalda. Mientras lo hacía, sentía su dureza contra mi panza y mis tetas contra su pecho musculoso. Me senté sin decir nada, pero no puedo negar que el abrazo, la sensación de su piel contra mí y su miembro duro no me disgustaron para nada. ¡¡Estás borracha boluda!!, me dije. ¡¡Pará!! Pero no me sentía capaz de parar.

Después le tocó a Roque, que eligió verdad y Julián le preguntó ¿que es lo que más ganas tenés de hacer ahora?

– “Acariciar a la hermosura de nuestra prima”.

– “Wow primita, hay otro acá que te tiene ganas”, dijo riendo Pedro y todos me hicieron bromas y me aplaudían. “Sos la reina de belleza para nosotros. ¿no te gusta?”

Cuando me volvió a tocar a mí, dije verdad y Roque me preguntó si mis primos me gustaban, si no me tentaba verlos así, semidesnudos. Me puse colorada a más no poder y me aclararon que tenía que decir la verdad. En realidad mi cara ya lo había dicho todo.

– “Me parece que a nuestra primita le gustaría que la mimemos un poco, ¿no?”, dijo Roque levantándose y viniendo hacia mi y Pedro lo siguió.

Me quise levantar, pero Julián me tenía fuertemente abrazada y empezó a acariciarme y a besarme el cuello, me dio vuelta la cara y me dio un beso de lengua. Al rato, sentí una mano acariciando mi pecho y jugando en mi pezón. Dije varias veces ¡¡No!! y quise soltarme, pero Julián me abrazó más aún, mientras sentía unas manos que recorrían mi cuerpo, bocas que me besaban y frases de todo tipo halagando mi belleza. Yo sabía que tenía que parar pero, la verdad, me encantaban esas caricias. Pensaba en esos bultos duros en sus calzones, sentía mis tetas siendo acariciadas y besadas, una mano que me acariciaba la conchita. La calentura, la curda y todos los mimos pudieron más y en pocos instantes me sentí desnuda y mimada por mis primitos.

Sin darme tiempo ni a pensar, me acostaron sobre una lona y mientras uno me besaba, otro lamía mis pezones y otro mi conchita y unos dedos incursionaron dentro mío. Por dentro me decía que eso estaba mal, que era una puta cualquiera, que no tenía que dejar que sigan. Pero mi cuerpo quería más, todo era divino. Sentía caricias, gozaba las lamidas, pensaba en sus pijas duras. Julián fue el primero en subirse arriba mío y penetrarme, mientras los otros dos me acariciaban y me hablaban.

– “Sos hermosa primita y queremos que disfrutes con nosotros. Te vamos a a hacer gozar como nunca”.

Sentí que tomaban mis manos y me las ponían sobre las dos pijas duras de mis primos arrodillados a mi lado, a las cuales aferré y empecé a acariciar. Roque me puso la cabeza de lado y puso su pija enfrente mio. La puta de mi boca se fue de lleno a chuparla. Me encantaba. Julián seguía cogiéndome y Pedro me hizo girar para su lado y me puse a chuparle la pija a él. En un momento, cambiaron Pedro y Julián y después pasó a cogerme Roque. Yo disfrutaba ser cogida y tener dos pijas para chupar

– “Así primita, vas a ser la putita de tus primos. Chupas hermoso guachita!”, sentí que me dijo uno de ellos y me sentí orgullosa de saber como mamárselas. De golpe, me pusieron en cuatro y sentí una píja penetrándome, no sabía de quien era y, en realidad, a esta altura no me importaba. Pedro se puso delante y me dio a mamar su miembro, no me hice rogar. Mientras, sentía unas manos masajeando mis tetas.

Fuimos cambiando de posturas y de pijas en mi concha y mi boca. Me sentía en el cielo, todo era placer. En un momento, Pedro se acostó, me pusieron arriba de él a caballito y me penetró para luego abrazarme y hacerme acostar sobre él mientras los otros me acariciaban la espalda y me besaban en el cuello. En ese momento sentí que mi culito empezaba a ser lamido, después visitado por un dedo juguetón. ¡¡No!! llegué a gritar, por la cola no. Pero una mano me tapó la boca mientras sentía una pija que suave y de a poco, me iba abriendo el ojete.

– “Te vamos a culear toda primita, como a una buena hembra. ¿No querés se nuestra putita?

De pronto toda una pija se metió en mi culo y se quedó ahí quietita mientras yo jadeaba y sentía por primera vez dos hombres dentro mío. Me esperaron hasta que mi cuerpo se amoldó y fui aflojándome mientras mis primos me decían lo linda que era, el hermoso culo que tenía y lo delicioso que era cogerme. De a poco los dos que me penetraban fueron moviéndose despacito y volví a sentir toda la calentura y a gozar esos dos machos en mi interior. El que quedó fuera, me tomó de los pelos y me hizo levantar la cabeza (creo que fue Roque) y me empezó a coger la boca.

Yo estaba en las nubes, apenas podía respirar pero me sentía una diosa, entregada a mis primitos. El primero que acabó fue el que me cogía la boca llenándomela de leche, la saborée y la tragué. Al rato, Julián me empezó a culear fuerte y rápido y acabo en mi culito. Pedro salió de adentro mío y se levantó, empezó a pajearse y me ordenó que me ponga de rodillas a lo que hice caso. Mientras mis primos me rodeaban y miraban.

– “Mostranos como sos de putita para tus primos”, dijo Roque.

– “Abrí la boquita para que te la llene de leche”, agregó Pedro.

– “Y después tragala, para que te veamos”.- pidió Julián.

Yo sonreí y abrí mi boca, Mientras Roque y Julián se pusieron de rodillas a cada lado mío y me acariciaban las tetas, Pedro me acabó poniendo toda su leche en mi boquita y yo se la cghupé bien para no perderme una gota. Los tres me dijeron . – “Tragala toda primita”, los miré, me tragué todo y les mostré la boca vacía y sonreí.

– “Sos la putita más hermosa que hay primita, vení”, me dijo Julián.

– “Y sos nuestra putita”, aclaró Roque.

Julián se sentó contra un tronco, me puso de espaldas contra él, Pedro se acostó sobre mi pubis y Roque sobre mis muslos. Me sentía mucha más satisfecha, contenta, deseada, y feliz que avergonzada. Tenía a esos tres machos jóvenes, hermosos y pijudos totalmente para mí. Me habían hecho acabar varias veces pero, sobre todo, había sentido una sensación de poder que todavía me llenaba. Era la reina en mi pequeño mundo.

– “Primita, te queremos coger mucho. ¿te gustó que te agarremos entre los tres? Porque pensamos seguir cogiéndote y haciéndote gozar. ¿Qué decís, si o no?”.

Mi mente dijo que no, estoy segura, pero de mi boca salió un sensual y rotundo sí mientras sonreía y sentía las manos de los tres acariciarme toda. Me besaron y me contarón todo lo lindo que se sentía cogerme y lo hermosa que era. Mi pobre autoestima en temas sexuales ascendió hasta las nubes. Esas vacaciones fueron a puro sexo, no había descanso. Entre los tres tramaban todas las formas para poder cogerme a la hora que sea. Se turnaban en distraer a mis viejos para que yo disfrute con alguno de ellos, a veces con dos y en raras ocasiones, cuando podíamos escaparnos, con los tres. Y yo estaba absolutamente encantada y caliente en forma constante. Era la putita de mis primos y disfrutaba de serlo. Compraron píldoras anticonceptivas para que tome y empezaron a cogerme sin forro y a llenarme de leche por todos lados.

No quería que el verano termine, pero todo llega a su fin. Veía nueve meses de soledad por delante sin mis primos y sus pijas hermosas y empecé a desesperarme. Roque trajo la solución.

– “Primita, venite a La Plata, a la Universidad. Que tus viejos te banquen una pensión y nosotros buscamos la forma que sigamos juntos”.

Mis padres no querían saber nada. Pero usé todas las artes de nena consentida. Hablé de mi futuro, de mis estudios, de no querer enterrarme en este pueblo, de tener un título, de progresar. Cuando todo eso no bastó, les dije que si no iba a La Plata, me iba a Lincoln a trabajar con mi tía (que siempre me daba los gustos y en la familia se la consideraba “ligerita”). Eso terminó con sus negativas. Ir con la tía de Lincoln, en la mente de mis viejos, era exponerme a la perdición y el vicio. Pobres, me creían aún virgen e inocente.

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