Febrero, si hay un mes más caluroso que este me emplumo, y yo acá por ruta Inter balnearia viajando con esta camioneta que es un horno y el aire acondicionado anda a medio pelo, recibiendo mensajes y llamadas de los clientes que requerían mi presencia en su negocio para la entrega de los insumos.
Soy Rubén, tengo treinta y siete años, trabajo en una empresa proveedora de artículos variados, cada dos semanas hago este recorrido por la ruta de la costa atlántica, por suerte esta vez termino el recorrido antes de la última localidad, lo que me permitiría aunque sea dos o tres horas de playa.
Decidido a parar pongo el giro para ingresar a la localidad y en ese momento se me ocurre visitar a mis cuñados que viven en la ciudad siguiente, cuestión que sigo de largo. Esa visita me permitía poder llevarle a mi novia alguna novedad de su hermana y el marido, pues hacia un tiempo no se comunicaban.
Llegando a la casa, paro en una panadería a comprar unas facturas para tomar con unos mates, toco la puerta escuchando una voz muy apagada que me dice adelante.
Al entrar veo a mi cuñada Raquel, hermosa mujer, veintisiete muy bien llevados años, tez aceituna con unos ojos verde esmeralda para el infarto, sus manos sostenían la cabeza, los ojos rojos hinchados de llorar. Al verme esbozo una fingida sonrisa, se levantó abrazándome muy fuerte y nuevamente rompió en llanto. La dejo desahogarse.
– Raquel, que te ocurre, ¿te paso algo?
– Hay Rubén, cuanto dolor llevo adentro.
– Contame que te ocurrió. En que puedo ayudar.
– ¿Ayudar? En nada, te cuento.
Por el término de una hora y media me relato paso a paso lo que le ocurrió, sintetizando, su esposo le había sido infiel con la testigo de su casamiento, los encontró en la cama hace casi un mes, no quiso contarle a mi novia ni a sus padres hasta que ella estuviera entera, no quería que la vieran en el estado en que la encontré yo, que le venía bien que haya llegado, pues yo les contaría y le ahorraría el mal momento de blanquear lo que ocurrió, le dije que se despreocupara, yo me encargaba.
– Bueno querido cuñado me imagino que iremos a la playa un rato ¿no?
– Es que ya me tengo que ir lamentablemente.
– Que lastima, podríamos charlar un poco más imagínate que esto no lo pude hablar con nadie.
– Es que lamentablemente tengo que seguir.
Antes de despedirme se me ocurrió algo, llame por teléfono a la empresa y le dije que se me corto una correa de la camioneta y me la traían al otro día, a lo que me respondieron que no me haga problema, que resuelva, pues no había mucho trabajo.
– Listo, me quedo hasta mañana ¿puedo?
– Más vale como no vas a poder.
Yo me puse un short del ex marido, me quedaba muy justo, pues soy un poco más grande que él, la estoy esperando sentado en un sillón pequeño que tiene, cuando la veo salir del cuarto de baño, los ojos se me salían de sus orbitas, un traje de baño diminuto, que a penas la cubría, sus tetas redondeadas trataban de escapar de la tela, y en el pequeño trocito de tela de la bikini se podía divisar la separación de los labios vaginales, tomando su mano la giro sobre un pie dando una vuelta completa, dejándome apreciar su hermoso culo firme y también redondeado.
– ¿Cómo me veo?
– Espectacularmente bien.
Ambos reímos nerviosamente rumbo a la camioneta. Pasamos por una casa de repuestos a comprar una correa para cambiarla al otro día (había que justificar la mentira) y fuimos a la playa.
Como dos chicos, tomados de la mano, para que ninguno se arrepienta de entrar al agua, corrimos hacia el mar zambulléndonos de cabeza en una ola bastante grande que vino con mucha fuerza, a ella se le bajo la parte de arriba de la malla dejando al descubierto ambos pechos con sus dos pezones duros apuntando a mi rostro, el rosado de la areola me excitó sobremanera, menos mal que estaba debajo del agua si no se hubiera notado mi erección. Ella se tomó su tiempo en subir la tela para cubrirse, permitiéndome ver un rato más.
Riendo a carcajadas se tiró a mis brazos y me pregunto si me había gustado lo que vi.
Sin dudarlo la abrace también y me dio un beso hermoso, nuestras lenguas se buscaron, arrime mi endurecido miembro sintiendo como su boca esbozo una sonrisa mientras duro ese beso. Baje mi mano a su entrepierna para tocar.
– No Rubén, acá no, hay gente y nos pueden ver.
Accedí de inmediato y tomando su mano volvimos a la camioneta para ir a su casa.
Nunca pensé lo que paso en esas veinticuatro cuadras hasta llegar a su hogar. Puse en marcha el vehículo saliendo lentamente, la intención era dialogar de lo ocurrido, pero me fue imposible, lentamente y a la vez que acariciaba y masturbaba mi verga dura como una piedra por encima del short, se fue agachando y la comenzó a besar a través de la tela, intento bajarlo pero lo ajustado que me quedaba no se lo permitía, intente despegar el culo del asiento y tampoco, lo tomo de un lado de la pierna y tirando con fuerza hacia arriba lo rompió, mi verga salió disparada, Raquel se abalanzo sobre ella metiéndosela toda en la boca, su cabeza subía y bajaba haciendo todo el recorrido a lo largo del tronco, la lengua jugaba con la punta y nuevamente se la engullía, uno que otro pozo la obligo sin querer a hacer garganta profunda, un par de arcadas y unas lágrimas que escapaban de sus ojos.
Llegamos a destino y ella bajo rápido para abrir la puerta, puse una toalla en derredor de mi cintura, presuroso bajé y a paso rápido entre a la casa, ella ya estaba en el baño sacándose la arena. Salió con un conjunto de ropa interior aún más pequeño que el bikini anterior, me dejaba ver algún pelito rubio que escapaba por un lado brillando con la luz del sol que se ocultaba, y curioso, entraba por la ventana.
Con el short roto y mi miembro duro fuera de él me dirigí también a ducharme rápidamente. Al salir, está preparando dos tragos, que temerosos quedaron sobre la mesa, desnudo como estaba me abalance sobre ella para fundirnos en un cálido beso postergado
Mis manos inquietas fueron quitando todo vestigio de ropa que pudiera cubrir su cuerpo, ambos desnudos tomados de las manos nos alejamos unos centímetros para observar nuestros cuerpos, que escultura de mujer había tallado su genética, bella por donde la mires, como bailando alzo una de sus manos dando un giro sobre sí misma pude observar toda su humanidad, ella sacaba su culo hacia afuera para hacerlo parecer más grande (como si hiciera falta…)
Nuevamente ese hermoso beso. Elevo una pierna sobre mi cadera, busque con mi verga su vagina tratando de introducirla, al no poder hacerlo fácilmente, Raquel con su suave y pequeña mano tomo el miembro y ayudo que se perdiera en el interior.
– Ahhh Rubén, que hermoso, no sabes cuánto lo desee, desde la primera vez que te vi que quise estar así con vos.
– No te digo que yo también, pero muchas veces he fantaseado con este momento.
Tomándola de la pierna que tenía de apoyo se la eleve en la misma posición que la otra, trabo ambos pies a mi espalda, camine hacia una pared para apoyar su espalda, mis movimiento de entrada y salida de su cálida vagina eran suaves, cada vez que empujaba, de su boca escapaba un gemido, largo, casi diría cantarín, esos sonidos que escapaban de su boca eran música para mis oídos. Un grito de placer invadió la habitación a la vez que nuestros sexos comenzaron a hacer el característico ruido del líquido que comenzó a invadir la cavidad vaginal mientras entraba y salía, mis testículos se bamboleaban golpeando cada tanto contra sus piernas, así como estábamos la lleve a la cama dejándonos caer para continuar con la sesión en ella.
No la tenía en esa faceta a mi cuñada, gritaba y gemía a mas no poder, hasta que no pude aguantar más y descargue mi semen para llenar esa candente y necesitada vagina, salgo de ella y se lanzó a mi miembro para, delicadamente con esa hábil lengua no dejar ni un vestigio de semen.
Justo en ese momento suena mi móvil, escuchando la voz de mi jefe que me dice…
– Rubén viste que no hay mal que por bien no venga, necesito si te podes quedar un día más, hay un cliente que necesita mandar un producto de recambio, te giro el dinero para alojamiento y comida.
Obvio que primero me hice rogar diciendo que tenía cosas que hacer, hasta que accedí, luego llamé a mi familia para avisar.
Se le ilumino la cara cuando escuchaba las conversaciones. Tendríamos dos días más.
Ya más relajados y a medio vestir nos sentamos en un sillón para dialogar un rato y ver que cenábamos esa noche.
Luego de una frugal cena, lavamos los trastos entre toqueteos mutuos mientras lo hacíamos, besos por doquier se entrecruzaban, preparamos unas copas y nos dirigimos a la planta alta del dúplex, que tenía una habitación de servicio con balcón. Por el ventanal ingresaba la suave brisa de la costa, lamentablemente no se podía ver el mar ni escuchar su arrullo, lo que nos daría un marco aún más romántico, sacamos dos reposeras a esa pequeña terraza, viendo cómo se iba apagando el pasar de la gente.
Una luna que aún estaba por la mitad nos observaba, mi ansiedad y excitación hizo que mi copa se vaciara rápidamente, a la espera que a la suya le ocurra lo mismo. A pequeños sorbos iba transcurriendo tanto las horas como el líquido, una vez que lo acabo, no hizo falta hablar, las palabras no estaban invitadas. Acercándose lentamente y de rodillas delante de mí, me bajo el bóxer, haciendo lo mismo con su tanga rosa pálido, en el cual se notaba la humedad que salía de su pequeña vagina. Abrió la boca introduciendo el miembro, sentí un pequeño ardor producto de alcohol que aún estaba en su boca.
– Quédate tranquilo y a disfrutar, ya por aquí no pasa nadie que pueda ver y más con todas las luces apagadas.
Gran conocedora de la zona, continuo con su tarea, me estaba llevando al cielo con tremenda mamada su lengua iba desde el esfínter anal hasta la punta, para luego dar pequeñas chupadas mientras aprisionaba con sus pequeños labios el contorno de mi verga.
Estando a punto de llenar su boca de semen, se levantó y poyando sus brazos en el barandal, saco su hermoso culo hacia mí, dejándome una visión espectacular de sus dos agujeros, me arrodille e imitando lo que hizo ella comencé a pasar mi lengua por todo su sexo, sin obviar el hermoso agujero de su culo, intentaba introducir mi lengua y ella apretaba el esfínter entre risitas cómplices, luego de un rato se relajó, pudiendo vulnerar esa entrada que estaba deseando, lo sentí palpitar rítmicamente, ese fue mi aviso para llevar mi mano a masajear el clítoris, no hizo falta mucho tiempo para que llegue al orgasmo. El líquido viscoso salía de su vagina pudiéndolo probar, exquisito manjar que salía de su interior. Se quedó en la misma posición, me puse de pie e intente introducirme en ella, pero no me dejaba, se movía hacia abajo y hacia arriba, ¿me estaba haciendo desear?, no, enseguida comprendí lo que quería, mojando la punta del pene lubrique el ano, una y otra y otra vez, comencé a dilatar con los dedos.
– Rubén, no hace falta.
Rio mientras lo decía.
Lubriqué un poco más y comencé a penetrar muy lentamente para poder disfrutar este hermoso regalo, una vez adentro mis movimientos se hicieron más lentos aun, tuve que sacarle el corpiño para poder tomarme de sus suavecitas tetas, una vez que se liberó comenzó el frenesí de sexo.
Una parejita de jóvenes que pasaba por ahí, se quedaron un rato observando el gratuito espectáculo a la vez que se manoseaban.
Sin pudor ni tapujos seguimos en lo nuestro, el vaivén se hacía más frenético, Raquel sí que sabe, su culo empujaba contra mi pelvis a la vez que mis testículos golpeaban a un ritmo delicioso contra su vagina.
Siento que mi verga comienza a hincharse, la temperatura de mi cuerpo se eleva lo mismo que mis pulsaciones, unas perceptibles contracciones en derredor de mi pene y mi ano, siento como mi cerebro percibe las sensaciones de placer, explotando en un orgasmo que hace a mi esperma impactar en las vísceras de mi cuñada.
Cuando empieza a perder dureza la voy retirando de a poco, puedo observar como ese agujero que me dio un placer impresionante, queda relativamente abierto, (aunque no tengo una gran herramienta es un poco gruesa) observando como ese líquido marfil sale de su interior.
Tomándome con una mano me lleva cual valija al baño, abre la canilla de la ducha y nos introducimos en ese pequeño habitáculo que oficia de bañera, me lo enjabona bien para limpiarlo y a su vez hace lo propio con su trasero, una vez limpios continua con su ritual, tomando mi mástil a media asta, lo masturba en forma delicada, como es ella, fue tomando dureza y por ende firmeza, casi me ordeno que me siente en el inodoro, se sentó sobre mi verga para empezarla a cabalgar, manejó sus orgasmos a gusto, en el término que duro mi recuperación (que no fue poco) le conté seis orgasmos, guiado por sus gritos de placer, luego perdí la cuenta.
Raquel se dio cuenta que estaba por eyacular, la saco y fue directo a ella con su boca para recibir el semen, un vez que ya no me salía más, abrió la boca y mostrándome el contenido lo trago muy lentamente.
Fuimos nuevamente a la ducha, luego de secarnos nos acostamos desnudos a descansar.
Los días subsiguientes fueron también a puro sexo, a la madrugada en la playa viendo como salía el sol, por la tarde observando cómo se ponía, y en cada ambiente posible de la casa.
Llego el momento de regresar, obvio sin tristeza por parte de ninguno, pues sabíamos que en cada viaje pasaría con tiempo para nuestros secretos encuentros. Encuentros que se repitieron por mucho tiempo, el ex marido se enteró y conto todo a la familia.
No hace falta contar mucho como termino nuestra historia, hoy me encuentro viviendo con Raquel, estamos esperando nuestro primer hijo en una nueva localidad, pues ambos nos tuvimos que ir de nuestro lugar de residencia, por una cuestión de tranquilidad. Pusimos un negocio, que a dios gracias está funcionando bien, y por estos días estamos pensando en formalizar nuestra unión, ¿fiesta? Puede ser, pero calculo que con pocos invitados.