Construyendo paraísos (7): Circuito acuático

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T. Lectura: 3 min.

Por la mañana Tara tenía resaca y no dejaba de preguntar qué pasó la noche anterior, le conté nuestra bacanal romana y me preguntaba si fue verdad, decía que ella lo tenía como algo que había soñado, lanzándome miradas incriminatorias de cómo había permitido que pasara, como si yo tuviera que haber puesto freno al desenfreno, sólo fueron miradas.

No dejé que los derroteros fueran por ahí y le mostré su regalo, el succionador, preguntando si lo recordaba, ella se ruborizó y me lo quitó de las manos. Entre risas le pregunté si recordaba cómo se usaba y si recordaba si hizo su función, a lo que procedió a encenderlo y se lo llevó a la entrepierna.

Aún estábamos en la cama, me puse a comerle la boca y acariciar sus tetas, mientras ella maniobraba el aparato en su clítoris. Disfruté sobando, más que acariciando su cuerpo desnudo, apretando su culo, que me pedía que lo hiciera presionando cuanto más fuerte mejor. En el momento que le vino el orgasmo, yo estaba mordisqueando sus pezones y aproveché a morder con cierta fuerza, para mi disfrute y también del suyo, en ese momento en vez de molesto, acentúa su placer, se estaba corriendo con el aparato, cuanto más gusto le daba, más apretaba ella mi cabeza contra sus deliciosas tetas.

Tras un momento quietos para recuperar el tono, Tara se dispuso a darme placer, a lo que rehusé diciendo que ya era tarde y quizás nuestra invitada nos esperaba para desayunar, si nos demoramos a lo mejor irrumpe en la habitación, le dije. A lo que me respondió que si no me gustaría eso, respondí que claro que sí, pero mejor dejemos que pasen cosas sin esperarlas.

La mañana pasó deprisa, ya nos levantamos tarde, la pasamos bromeado y toqueteándose entras ellas y conmigo. En la comida salió el tema del rasurado púbico, ya que Nore había visto el primer día que Tara tiene el monte de Venus pelado y le contó que yo era su jardinero particular y cuidaba su jardín. Nore preguntó con desparpajo si podría ocuparme de su jardín esa tarde mientras tomamos el sol. Miré a Tara esperando que fuera ella la que respondiera, entre risas dijo que se me daba muy bien, a lo que respondí que yo encantado.

Ya me había desnudado en la playa estando las dos, ya habíamos tenido nuestro primer encuentro sexual los tres (de los anteriores ni hablamos), así que era ridículo que anduviera tapándome y Tara no puso peros a ello, no me pareció que estuviera achispada, como la velada romana, aunque también habíamos bebido vino y chupitos en la comida.

Dispusimos las tumbonas para que yo pudiera hacer de jardinero púbico, dos tumbonas juntas donde estábamos Tara y yo y la otra tumbona a la larga en la cabecera de las dos, allí se tumbó Nore y su triángulo de pelos quedó a mi altura, estaba algo arreglado, pelo recortado que no llegaban a formar caracolillos y ya estaba rasurado para que no sobresaliera de las braguitas.

Con mi pinza me dispuse a quitar pelos de su monte de venus, nos miramos Nore y yo, ella entreabrió su boca y humedeció los labios con su lengua, se mostraba deseosa ante mis ojos y había que manejar la situación para que los tres nos sintiéramos integrados. Cada vez que pasaba mi mano por su sexo, para sacudir los pelos que iba arrancando, Nore se estremecía, la mano que tenía ella cerca de Tara se la pasaba por su hombro, acariciando sutilmente su piel y vi que se estremecía cerrando los ojos, parece que le gustaba las caricias de su amiga.

Mis dedos pasaron por la rajita de Nore y noté que estaba húmeda, eso subió mi excitación y mi pene no pudo frenar la calentura, fue aumentando de tamaño sin que yo pudiera controlarlo. Ya no era roce accidental, mis dedos estaban empapados de los efluvios de Nore y se disponían a entrar en su cuevita, ella ya estaba teniendo momentos de placer mientras arreglaba su jardín.

Tara se topó con mi polla que estaba dura y tiesa, se apropió de ella con sus manos y me la empezó a pajear, estaba a punto de correrme y Tara se dio cuenta por lo que paró, se puso de lado, cuchara, con cuchara y se la metió hasta dentro, también ella estaba bien lubricada. Querría repetir como en la playa el día anterior.

Nore disfrutaba de mis dedos masturbando su clítoris y metiéndolos en su vagina. Ella, con la mirada al cielo, no se daba cuenta que Tara y yo estábamos follando. Movía rítmicamente mis dedos y mi polla, cada cosa en un coño. El sol bañaba nuestros cuerpos, pero la temperatura nos salía de dentro, mi excitación llevaba tiempo al límite y no tardé en correrme dentro de Tara, la explosión de leche dentro de ella hizo que se corriera en cuando lo notó, soltando un gemido. Al darse cuenta Nore que nos habíamos corrido le excitó tanto que hizo que le viniera un orgasmo quedando aprisionados mis dedos entre sus muslos mientras le daban sacudidas de placer.

Entre risas, tras unos momentos para relamernos del gustazo que nos habíamos dado, vuelvo a la tarea jardinera y le dejo un monte de venus bien pelado. Una ducha y nos lanzamos al agua, los tres desnudos, disfrutamos toda la tarde de la piscina, del jacuzzi y de la sauna, además del sol. Jugueteamos con achuchones, palmaditas, abrazos, caricias, restregones… unas veces entre ellas, otras veces alguna de ellas conmigo, yo disfrutaba de sus tetas y de sus culos indistintamente. Un Adán con dos estupendas Evas. Nuestro paraíso.

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