Estaba dormida, la noche era cálida y tranquila. Los árboles se agitaban produciendo un aire fresco que recorría mi cuerpo.
Los grillos entonaban sus melodías.
Quedé profundamente dormida ante tales condiciones, un sueño, tuve un sueño en el cual me encontraba en las orillas de un rio, el olor a las aguas, el sonido de la corriente, era hermoso aquel lugar. A lo lejos podía observar a unos chicos jugando, decidí entrar al agua, era fresca, pura y relajante.
Los pequeños peces jugaban en mis pies, me producían cosquillas, volví a observar a los chicos, pero ya no estaban. Estaba sola, un ruido perturbó aquel silencio, era música y el ruido del motor de un auto.
Se detuvo, observé atentamente, era una pareja. Bajaron del auto, caminaron hacia la sombra de un árbol y se besaron, así continuaron, él la desvistió, le abrió las piernas con una delicadeza, le besó su sexo, ella se arqueaba del placer que su chico le producía. Yo solo observaba atenta a aquel espectáculo, me escondí entre unos arbustos y sin hacer ruido continué observándolos.
Ella lo puso boca arriba, metió el miembro a su boca, lo chupaba como si fuese un caramelo, subía y bajaba con su boca, su lengua la pasaba por sus testículos, acariciaba aquel órgano externo como si fuera una pieza importante, un regalo como todo niño cuida y protege. Él gemía de placer, le sobaba la cabeza, empujaba su pelvis hacia la cara de ella, tratando de que no quedara ningún extremo fuera de su boca.
Un gemido fuerte fue el aviso de que había descargado su placer en la boca de ella; escurría un líquido blancuzco y espeso por los lados de la boca de ella, ella se acercó a la boca de él y se besaron. Se amaban mutuamente, él le acariciaba las manos, el trasero y empezó a sobarle ese orificio pequeño al que comúnmente se conoce como culo, ella deliraba, parecía una muñeca de trapo, ella tomó el pene y lo dirigió a su entrada, de un sentón lo introdujo todo a su vagina, arqueando la espalda, cabalgándolo como si se tratara de un caballo. Ella decía: “me agrada, que bien, sigue”, y otras cosas que no logré entender.
Prosiguieron su actividad y después de un largo tiempo ella se contrajo, teniendo como resultado un orgasmo placentero por lo que pude apreciar.
Se dieron otro beso, se pusieron de pie y se marcharon, desnudos, pude ver a lo lejos como ella se agachaba y tomaban su rumbo.
Regresé al río, me quedé observando al cielo y desperté.
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Dioss solo imaginarlo me mojé
A mí también me exito sólo con imaginarlos.