Un amigo de hace años vuelve y lo pasamos muy bien nuevamente

0
7258
8
T. Lectura: 11 min.

Hola de nuevo.

Hace un mes salí de viaje, tenía ganas de viajar y salí un tiempo a Buenos Aires. Vuelo a Santiago y de ahí a Buenos Aires. En el aeropuerto, buscando a alguien que me de fuego para encender un cigarrillo. En la salida a los estacionamientos veo a alguien fumando y le pido el encendedor. Cuando levantó la cabeza reconozco a alguien familiar. Alguien que conocía. Era Roberto, un amigo de la infancia con quien tuvimos nuestra primera incursión hombre a hombre.

En el aeropuerto, mientras fumábamos, obviamente recordábamos lo que pasó antes.

Esa conversación nos fue calentando. Nos excitaba recordar cuando nos tocábamos mientras nos besábamos. Terminamos el cigarrillo, y me dice que lo espere que “va al baño”, y entrando voltea y me invita…

-Los dos ya tenemos 38 años, adultos, con vidas vividas de forma distinta, pero, con cosas hechas de la misma manera, sobre todo en la vida sexual, los dos crecimos teniendo parejas mujeres, incluso él se casó para divorciarse por una relación con un hombre. Yo después de muchas mujeres en mi vida, tuve una relación homosexual y, ahora estábamos aquí, de nuevo.

Entramos al mismo cubículo, después de un abrazo nos miramos un rato y acercándonos me metió la lengua en la boca, ahora ya éramos adultos, y nos gustaba volver a juntarnos y recuperar esos momentos y respondí a ese beso también con mi lengua en su boca. Bajando las manos, me desabrochó el pantalón, me paré sobre el WC para darle altura a mi pene y ponerlo en su boca, que no desaprovechó.

En uno de los tantos baños, tal vez si o tal vez no, con gente cerca, me chupó el pene, metía y sacaba mi pene de su boca hasta que tragó todo mi semen. Luego él se pone de pie y meto su verga en mi boca, le chupé el pene hasta que llenó mi boca de su semen, que no dejamos que se perdiera una sola gota. Mi culo y su culo iban ya dilatados, por un par de dedos curiosos que nos metimos.

Repuestos los dos a ras de piso, nos besamos y nos despedimos, cuando la aerolínea llama a abordar.

En nuestra incursión homosexual, incluso ahora ambos con experiencia, jamás pasamos del sexo oral, solo metíamos uno o dos dedos en el culo del otro, hasta una vez, pero eso es para contarlo en otro por fuera.

Esta vez, no sé si por la calentura del momento, entre que nos arreglábamos para salir de los cubículos, sin que nadie nos viera, no nos dimos cuenta de que ambos tomaríamos el mismo avión con el mismo destino, Roberto y yo íbamos los dos a Santiago por lo menos.

Salí de los baños, cada el sabor su pene y su leche en la boca igual que él. Y por cierto que excitado. Roberto se adelantó al encounter a dejar su equipaje y como ya había entregado el mío, salí a fumar un cigarrillo aprovechando que no le había devuelto el encendedor. En la salida al estacionamiento, mi calentura era evidente, mi verga estaba dura nuevamente, con la mamada que nos acabábamos de dar.

Último llamado a abordar, para variar llego de último a la puerta, y subo al avión. El avión no iba muy ocupado. Quedaron al despegue muchos asientos desocupados y yo iba solo en mi hilera de asientos. Autorizados para movernos, voy al baño del avión, y en el medio del avión en el asiento de en medio de su hilera, estaba Roberto. Que al salir del baño le toco el hombro y lo invito a sentarse a mi lado (que mejor). Ni corto ni perezoso, se liberó de una señora medio voluminosa sentada a la ventana y de un desconsiderado tipo que literalmente se desparramó en el asiento sin importar la incomodidad que generaba en quien iba al lado.

Se levantó y se fue conmigo a los asientos del enfrente del avión. El vuelo fue de noche, así que viajamos con luz tenue, lo que aprovechamos desabrochar nuestros pantalones, tocarnos y despacio y sin ruido masturbarnos, cubiertos por una chaleco, suéter o chaqueta. Aprovechando que cerca de nosotros no había asientos ocupados. Yo no acabé, pero el sí y no podíamos mancharnos con semen nosotros o la butaca del avión y, la única y mejor manera de evitar que pasara, era nuevamente chuparle el pene y tragarme su semen. En eso casi se le sale un gemido, que imagino alertaría hasta al capitán en la cabina así que tapé su boca para evitarlo.

La verdad es que desconozco si alguien se dio cuenta de que íbamos masturbándonos en el avión, y que el pene de mi compañero eyaculó en mi boca. Pero, les reconozco que fue una experiencia exquisita y por cierto memorable.

De Calama a Santiago, son dos horas de viaje, llevamos recién 45 minutos y sentados juntos seguimos tocándonos y por cierto calientes y ante la probabilidad de que una de las sobre cargo en sus paseos nos viera, no hallamos nada mejor que ir y ocupar uno de los baños del avión (nuevamente aprovechando los pocos pasajeros). Nos levantamos y entramos los dos en uno de los baños.

Y sin esperar mucho me bajó el pantalón, mi verga estaba dura y lista para que le metiera en su boca y la disfrutara entera; la chupó, la mamó la masturbó y cuando empezó a bombear, la metió hasta su garganta, y recibió de tiro directo mi semen que se lo tragó completo, siguió mamando hasta que mi pene se fue poniendo flácido, aunque por cada entrada en su boca, mi pene se volvía a poner ligeramente duro y siguió hasta que se tomó hasta la última gota de leche de esa eyaculación.

Pero yo estaba caliente todavía y más viendo su verga que estaba durísima; al bajarme del lavado del baño lo levanté para sentarlo en la misma posición que estaba yo, que con lo estrecho el baño era lo mejor que teníamos en ese momento.

A esa altura del momento los dos estábamos desnudos, y él ahora estaba sentado en sobre el lavado de baño y yo aprestándome a meter su verga en mi boca, lo masturbé para que se lubricara la punta, cuando noté las primeras gotas de semen pasé mi lengua y lo metí en mi boca y empecé a meterlo y a sacarlo y saborearlo mientras gemía y tomándome por la nuca me follaba la boca apuntando ya a mi faringe provocando arcadas que no estimé mientras de a poco iba dejando semen en mi boca. Ya no sabía cuánto tiempo iba o habías pasado, pero disfrutábamos haciéndonos sexo oral, después de tantos años, en este reencuentro.

Con sus piernas rodeándome y cayendo por mi espalda, su verga dura y palpitando en mi boca, era el aviso de que iba a llenármela de semen nuevamente, y yo solo quería que me hiciera tragarlo, saborearlo y fueron chorros que llenaron mi boca; chorros tras chorros de leche caliente que, de tanta se fue escapando por entre los espacios que dejaba mi boca para caer por mi barbilla y caer al suelo. Le chupé la verga hasta que se ablandó gustosamente en mi boca sacándole cada gota de semen, me levanté y nos besamos haciendo una última recolección de lo que quedaba del semen en nuestras caras.

Deben saber que todas las veces que fuimos homosexuales, con Roberto, solo llegamos al sexo oral. Nos duchábamos y aprovechábamos eso para tocarnos, masturbarnos y chuparnos el pene, también nos acostamos algunas veces, sin ropa, y besándonos el cuerpo lamíamos nuestras nalgas, y en eso metíamos algunos dedos en el culo, eso hasta que dolía, pero, nunca llegamos a penetrarnos, yo conocía su trasero, tocado y amasado sus nalgas, incluso lamido su ano como él lo mismo a mí, pero, nunca hubo siquiera una insinuación para penetrarme o penetrarlo, aunque solo una vez, pero eso es de otra historia.

Los dos estábamos más que sudados, el sabor del semen rebosando aún en nuestras bocas, nos empezamos a vestir, cosa que se hacía difícil por el espacio del baño. Así que con dificultad nos vestimos y salimos del baño para volver a nuestros asientos y cuando salimos los dos, una de las sobrecargo que pasaba por ahí nos miró y extrañamente sonrió y volvimos a sentarnos. En nuestros asientos, no dijimos nada, solo nos recostamos y descansamos hasta tener que bajar del avión.

Al bajar, y antes de que se encendieran las luces, nos dimos un beso y bajamos y en lo pasábamos por la puerta la misma sobre cargo que nos vio salir del baño nos regaló una sonrisa evidenciando que había notado lo que pasó dentro de ese baño. En el lobby del aeropuerto, caminamos y pasamos a tomar un café. Ahí conversamos de donde íbamos después de ahí, le dije que iba a Buenos Aires por unos días, y resulta que él también viajaba a la Argentina, pero, él viajaba a Córdoba por unos días a ver un negocio.

Yo en tanto de Buenos Aires pasaba a San Antonio de Areco, que era donde quería ir a descansar unos días. Pero, teníamos tiempo así que el quedó de terminar su negocio y encontrarme en San Antonio; yo en tanto debí cambiar mis planes de residencia para poder quedarnos los dos.

Y así fue, él voló con destino a Córdoba y yo a Buenos Aires. Aquí debía buscar un departamento, o residencia, cabaña u hostal donde podamos estar los dos cuando Roberto llegue. Y fueron dos días, en que él llegó a San Antonio me llamó del taxi, para avisarme que estaba de camino y que le enviara mi ubicación para que llegar.

Cuando llegó salí a buscarlo de ese momento teníamos para los dos, dos días y medio para darnos como caja otra vez. Cuando entró a la cabaña, nos abrazamos y nos besamos, todo y mucho rato buscando algo donde caer, alcanzamos a cerrar la puerta, y caímos a un sofá pequeño en un pequeño estar de la cabaña. Fue, sin dejar de besarnos, que nos desnudamos, tocarnos.

El calor era bastante y nos metimos a la ducha, seguimos besándonos mientras nos caía el agua, entre los dos; dos vergas durísimas, como nosotros se tocaban abajo. Salimos de la ducha directo a la cama, de piernas abiertas, Roberto en la cama y yo me dejo caer para chuparle la verga, pero, esta vez el cambió para una posición igual, su pene lo tenía en mi boca, como él tenía mi pene en su boca, estábamos en un 69. Yo se la chupaba al momento que él me la chupaba a mí, entre gemidos de ambos, que acusaban lo rico de ese sexo oral impulsados también por nuestros dedos que entraban y salían de nuestros culos.

Dábamos vueltas, buscaba que mi verga le llegara bien adentro y él no se quedaba atrás empujando su verga bien adentro en mi boca. Los gemidos y gritos eran cada vez más fuertes, ya nos daba lo mismo que hubiera alguien en las cabañas del lado, solo éramos nosotros follándonos de lo mejor.

Rompimos el 69, Roberto se recostó en la cama nuevamente de piernas abiertas mientras yo entre ellas, le chupaba otra vez la verga, lo sacaba solo para tomar aire mientras lo masturbaba, para volver a chupárselo.

Era eso, quizás cuanto rato, disfrutaba del semen que de a poco rotaba de su pene mientras se lo chupaba, y de ahí las palpitaciones que me avisaban que debí recibir con la boca abierta su semen o meterme bien adentro para que me la llene de una vez para sacarle todo y en un descuido para masturbarlo acabó chorreando su semen en mi cara, pero, el segundo chorro y los demás los quería enteros en mi boca, y metiéndola de nuevo siguió chorreando semen hasta que esa verga rica empezó a ponerse flácida.

Luego de acabar se levantó, me empujó a la cama y abriendo mis piernas se dejó caer ahora él, mi verga dura no quería nada mas entrarle en la boca y que la mamara, que la chupara y me hiciera gemir, como gimió el con su verga en mi boca cuando se la estaba chupando, lo chupa de manera exquisita, usa su lengua de forma magistral, saborea el semen mientras mete y saca me verga de la boca.

Lo mama, lo chupa, lo masturba, con sus manos acariciaba mis testículos, y de ahí metía sus dedos en mi culo, que daba más placer y más ganas de que lo chupara con más ahínco y si que lo mamaba con esmero. Todo el tiempo que lo chupó, no sé cuánto fue, pero, fue el sexo oral más rico, y fue porque lo hacíamos en un espacio íntimo, solo para nosotros, sin el temor de que nos vieran, pillaran o molestaran, este era un espacio que teníamos solo para los dos, visto única y exclusivamente para hacer todo lo que venimos a hacer.

Llegó un momento en que pedimos la cuenta de cuando semen, de cuanta leche tomamos, íbamos por los dos días, cada vez que nos hacíamos sexo oral, era tomar de a chorros el semen, y nos preocupábamos de no perder “una sola gota”. Y así fue, porque hasta lo que acabamos en el abdomen, espalda o cara, nos lo lamíamos para nosotros.

Ese día fue descansar para volver a hacerlo, hasta que fue la noche, en la cabaña, hermosa por cierto, con luces bajas, una botella de vino, música del gusto de ambos, solo nos dedicamos a conversar, ponernos al tanto de lo que fue de nosotros después de tantos años de no vernos, y que hicimos después de ser, solo para nosotros y entre nosotros dos chicos homosexuales que de un momento a otro empezaron a gustarse mas que como solo buenos y los mejores amigos, hasta que por fuera mayor, perdimos el contacto.

Nos contamos nuestras vivencias, supe de su relación con un hombre de un par de años, como así también sipo de mi relación con Samuel que había terminado semanas atrás después de 6 años.

Esos días fueron de intentar llevar las cosas como cuando más jóvenes, en que solo buscábamos estar solos para tocarnos, besarnos y a lo más nos hacíamos sexo oral, eso era lo único que podíamos hacer, -según nosotros- y en esta conversación inevitablemente caímos en cuentas, de que por eso nunca hicimos nada más, que nunca pasamos del sexo oral, aunque tal vez y solo tal vez, queríamos algo más.

Se acabó ya la segunda botella de vino, eran quizás la 2 de la mañana y al otro día debíamos dejar la cabaña. Así que en lo que quedaba de vino en las copas, el me preguntó -supongo que pasados de cosas- que si las relaciones con mi pareja hombre, habían pasado mas allá del sexo oral, o era como lo que teníamos nosotros y habíamos hecho por estos días.

Obviamente la respuesta fue decirle que el sexo pasaba mucho mas allá de chuparle o que me chupara el pene, por casi cinco años hicimos el amor. Y él, a la misma pregunta me cuenta que con su pareja a quien quería mucho, era el quien era mas pasivo, que él lo prefería y le gustaba así. Después de eso, nos acomodamos un rato, nos besamos por un rato y pasamos a la cama a descansar.

Roberto pasó primero a la cama, cuando pasé Roberto estaba acostado, solo con ropa interior sobre la cama; guau, su trasero es exquisito, supongo que su pareja se lo formó bien. Del baño salí desnudo, y lo vi tirado en la cama, casi entregándome su culo, más después de la conversación que tuvimos antes. Me acerqué y como lo habíamos hecho tocándole las nalgas, le di un par de mordiscos a cada nalga, lamí desde donde termina la raya del trasero hasta sus escápulas, quedando sobre el con mi pene entre sus piernas y quedándome ahí le doy las buenas noches al oído, su respuesta fue levantar su culo y apegarse a mi y darme las buenas noches también, pero, reclamarme el porque no “le hacía el amor” como a Samuel.

Con ese comentario terminamos de calentarnos, en esa misma posición le quité el bóxer, y como lo hicimos innumerables veces, mordí sus nalgas, las abrí y pasé y metí mi lengua en su ano, lubricando bastante para lo que venía. Le levanté el culo, casi poniéndolo e cuatro, y poniendo mi pene para entrarle, el mismo cargó hacia mí, y dejó entrar mi pene mas bien deslizar mi pene hasta que sus nalgas tocaron mi pelvis.

El gemido que salió de su boca fue magistral, mientras mi pene le iba entrando y mientras gemía su espalda se encorvó y se levantó apoyándose en mí, y moviéndonos al unísono su trasero se posaba delicadamente sobre mi pelvis y mis testículos desde abajo, golpeaba también, la penetración que Roberto recibía le gustaba sus gemidos, jadeos, y sus gritos ahogados por cada envestida lo hacía notar.

Pero, había que cambiar, ahora yo estaba en la cama boca arriba, y el sentado sobre mí, de piernas abiertas se acomodó para que mi pene le entrara nuevamente, estaba tan caliente y dilatado que mi verga le entró sin esfuerzo, se levantaba y se dejaba caer y mi pene le entraba sin mayor problema, sin obstáculo, pero dándole tanto placer que pedía más. En otro cambio quedó de espalda sobre mí, se levantó un poco y abrió sus piernas, así se meneaba, despacio y a veces rápido sin dejar de jadear, sin dejar de gemir, aún no había acabado, pero, sentía como su culo estaba mojado, fuera de lo dilatado que estaba. mi pene salió de su culo con un grito a tiempo de otro cambio de posición, para alargar más el momento.

Sudamos mucho. Ambos estábamos mojados, el sudor nos caía por todo el cuerpo, pero, no había nada mas mojado que el culo de Roberto. Ahora él estaba en cuatro, su culo era una exquisita diana para mi pene que le apuntaba directo. En lo que se encorva su espalda, acerca sus nalgas hacia mí, mi verga ase apresura a follarlo a meterse en ese culo que hace rato ya le tenía ganas.

Cuando le entré me encantó el gemido que Roberto dio, que siguió con gritos que ahogaba metiendo la cara en la almohada que tenía al frente. Esa espalda, mojada y ese culo erguido hacia mi y abierto con mi verga dentro, me había excitado al punto de que llené de leche el culo de Roberto sin salir; sin querer salir me dejé caer sobre él tomándole sus manos y apretándolas hasta que mi pene salió despacio y con mi pene salió también hilos de semen que bombeaba de apoco su culo.

Salí de sobre Roberto, al voltear seguimos besándonos y al mirar hacia abajo, su vega seguía erecta, dura, más larga que gruesa, y no dudé en chuparla, en lamerla entera y de ver que seguía tan dura, le pedí que vaciara todo dentro de mí, de igual manera que yo vacié mi verga dentro de él. Quería, deseaba que me patiera el culo, con una sola petición, una sola condición, que lo hiciera despacio…

El motivo de pedirle que me penetrara, pero, despacio, era porque a pesar de que antes con Samuel éramos básicamente versátiles, yo le daba “como bombo en fiesta” y el conmigo, con la salvedad de que su pene era menos delgado y no tan largo. Por lo que disfrutaba bastante, sin el lapsus de dolor o malestar previo.

Empezó, poniéndose detrás de mí, un ligero masaje, desde mis hombros hasta llegar a mi trasero, y de un empujón, me puso en cuatro, sentí su saliva correr entre mis nalgas, y de ahí su lengua también que fue dilatándome aún más y con la ayuda de un par de sus dedos, notó que ya estaba listo, abierto, para recibir la magnitud de su verga.

Yo en cuatro, y mi culo ahora era la diana y su verga me apuntaba directo, y como le pedí fue despacio, empezando por su glande, que entró sin problemas, y de ahí ente gemidos mi fui soltando mis nalgas y mi ano, para que su verga fuera entrando. La quería hasta el tope, bien adentro, y fue entrando hasta que llegó a poner su pelvis bien pegada a mi culo, y su verga en lo más profundo de mí.

Así empezó a entrar y a salir, lento, pero ya estaba abierto y a su merced, me tenía agarrado de la cadera, y de mi hombro y de ahí empujaba para llegarme más adentro. Minuto más minutos menos, no sé cuántos; pero los jadeos me de Roberto me avisaban que su orgasmo ya estaba pronto a llegar, y llenarme. Me levanté, y haciendo más fuerza, metió su pene más adentro, y con eso sentí el calor de su leche, que me chorreaba dentro de mí. Salió de mí, y se recostó a mi lado, los dos de frente, y tanto de mi ano, como el de Él, había goteado semen, y estábamos los dos follados.

Nos dimos una ducha, una ducha los dos juntos, pegados en un abrazo, y en un beso exquisito. Salimos de la ducha y cansado caímos a la cama, para descansar. En la mañana temprano debíamos arreglar todos para volver a Chile, el descanso se había terminado; y despertamos temprano, de cucharita el frente a mí, y su culo bien pegado a mi pelvis y mi verga se había dado cuenta, y a los buenos días, mi pene de mañana nuevamente, entró en Roberto, para llenarlo nuevamente de leche caliente. El metió su pene en mi boca, y me bebí ahora yo su leche caliente. Y así terminaos ese viaje. Con una gran sorpresa.

Volvimos a Chile, yo volví a mi ciudad, y él a la misma ciudad y se radicó, nos hicimos pareja, decidimos que no era buena idea, pero, lo que no quitó que nos juntemos de vez en cuando, en mi casa o en su casa o salgamos a alguna parte, y nos demos el mejor follón los dos. Como siempre nadie sabe o conoce esta “relación”. Tenemos amigos en común, pero siempre al margen y solo para nosotros.

Los leo en sus comentarios si les gustó el relato.

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí