Carmen

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Carmen en su edad madura, se vio sola, como suele ocurrir la abandonaron por otra más joven, pero he de decir, que, en vez de hundirse, se vio liberada, su vida se había vuelto monótona, aburrida, predecible y eso la abrumaba.

Carmen aun gozaba de su sexo, aun se mojaba tanto su deliciosa gruta de todos los placeres, como ella llamaba a su goloso coño, como se humedecía su lasciva boca por no mencionar sus maduros pechos, cuyos pezones aún se endurecían altivos, aunque esto ocurría solo en su desbocada imaginación.

Carmen un día paseando, se encontró con Néstor, conocido de su marido, pero este caballero nunca le había gustado mucho, ella sabía que era un pervertido que gozaba de placeres que no eran del agrado de todos, unos placeres solo para elegidos con una mente muy sucia, placeres no aptos para mentes biempensantes y sabía que frecuentaba locales donde el sexo era la esencia de la vida.

Carmen como dama educada que era, le saludo cortésmente y él aún más cortés, le devolvió el saludo y se interesó por ella, como llevaba la separación, como le iba en la vida, ella empezó a contarle, pero él la corto y le dijo, porque no nos tomamos una copa y nos contamos nuestras vivencias, con un whisky en la mano todo parece mas llevadero.

Carmen accedió, charlaron de lo divino y lo humano, de sus mas oscuros deseos, como suelen hablar dos personas adultas cuando van por el tercer whisky, ella empezó a mostrarse, receptiva pues le intrigaba y empezó a darle cierto morbo todo lo que había oído del caballero de tan mala reputación por no mencionar que su cueva de las delicias, últimamente no gozaba de muchas delicias y estaba necesitando una buena dosis de juegos perversos.

En un momento dado, Néstor le propuso ir a otro local, ella accedió, “pero si me permites, déjame ponerte un antifaz, no quiero que veas donde te voy a llevar”, ella rio como niña inocente, “¿me vas a violar?” preguntó golosa, “solo si tú quieres” contestó él, “vamos”, dijo Carmen sin titubeos, que ya notaba ella como su coño estaba goloso y con ganas de que algún caballero lo usara a su placer.

En 10 minutos llegaron, aparcaron, entraron y notó un olor como a canela en el ambiente, la música suave y un leve murmullo de la gente que había en el local.

“Déjame guiarte, confía en mí no se hará nada que tu no permitas”, “en tus manos estoy, haz lo que debas” contestó Carmen que ya estaba especialmente morbosa y caliente como una perra en celo.

Entraron en otra habitación, había menos ruido y menos gente, Néstor saludó a los habitantes de esa sala y la presentó a todos, no podía ver, pero su olfato le dijo que al menos había dos damas y dos caballeros más.

De repente alguien le bajó la cremallera de la falda, y le desabrocharon los botones de la blusa, la falda cayó, mostrando su altiva y estupenda madurez en sus pechos y su culo, sintió como le amarraba las manos en una barra superior pues tuvo que alzar los brazos para ello, le separó las piernas, de pronto alguien empezó a lamerle los pezones, una dama, dedujo por el olor del perfume, jamás había intimado con ninguna mujer, pero la trataba con tanta delicadeza y le chupaba sus pezones con tanta maestría que pronto su coño empezó a mojarse, ella se retorcía de placer lo poco que podía, ya que estaba bien sujeta.

Notó como alguien por detrás le apartaba su braguita y empezaba a juguetear con los dedos, sobándole su rajita sin entrar en ella, alguien dijo que el olor y el sabor de su coño era glorioso, ella se sentía muy puta y muy caliente.

“Nunca he probado la esencia de mi tesorito” dijo, inmediatamente notó como alguien le metía dos dedos en su diabólica rajita, sucia como estaba ya de sus jugos, después de un rato jugueteando dentro de ella, los sacó y se los puso en la nariz y después en los labios, “huele y saborea la delicatessen que desprendes de tu maravillosos coño”.

Ella olía y saboreaba su esencia, y eso más cerda la ponía, la dama que la sobaba sus tetas seguía jugando con sus pezones, ella se retorcía de placer, después de tanto tiempo necesitaba un orgasmo y este pronto le vino cuando sintió una polla gruesa y bastante dura que intentaba entrar en su cueva de las locuras, ella intentaba al estar de pie acomodar su coño para las embestidas que el caballero que estaba detrás pudiese perforar su ya salvaje coño, hambriento de polla como estaba, sintió como entraba rítmicamente la polla del caballero.

La dama que tenía delante, empezó a besarla, le abrió la boca y sus lenguas se fundieron en una sinfonía de dulce saliva mezcladas con deseo, lujuria y pasión, notó como empezaba a dilatarse su coño y como manchaba sus blancos muslos con sus jugos, jadeante gritó que se corría que no aguantaba más, “goza perra” le dijeron dos voces una masculina y la otra femenina, mientras uno le perforaba el coño, la otra parecía que se quería comer su lengua.

Se dejó ir y su orgasmo fue tremendo, no sabía si se había hecho pipí o solo eran los jugos de su coño goloso, notó como la desataban las manos y la sentaban en una especie sofá, le abrieron las piernas y alguien empezó a lamerle el coño de toda la suciedad que le había provocado el formidable orgasmo y de repente un tío una polla gorda y dura que se abría paso en su boca, “no hagas nada” oyó, “solo abre la boca, ya te han follado el coño, ahora te voy a follar la boca”.

El caballero tenía una buena polla, ya que tenía toda la boca llena y el caballero la embestía con dureza, mientras su coño era limpiado con una voraz lengua que no dejaba pliegue sin lamer, notaba como sus fluidos empezaban otra vez a salir a borbotones de su coño hambriento, de su boca salía su saliva cuando la polla salía y volvía a entrar de nuevo, le venían las contracciones en su coño, el caballero que le follaba la boca, empezó a gritar y notó en su garganta algo viscoso y muy caliente, ella guarra y muy puta como se sentía, tragaba toda la leche que el caballero le regalaba con sus espasmos.

Cuando terminó el caballero aun la dama seguía lamiéndole el coño y en un momento no podía más, “me meo” gritó ella, “méate putita, dámelo todo, de tu goloso coño no se desperdicia nada”, ella en los espasmos de su poderoso orgasmo creyó que se meaba, pero en realidad tenía un maravilloso squirt que lo manchó todo, sus blancos muslos el suelo y la cara de la dama que con tanto placer la lamía toda su sucia cueva.

Un rato después aun sentía contracciones en su coño, alguien le dio un vaso de agua, la vistieron, la cogieron de la mano y salieron, cuando llego a su casa, Néstor le quitó la venda, “¿cómo lo has pasado?”, preguntó él, ella aun sentía su coño sucio y caliente, “sube y te lo digo”.

Pero si Néstor subió o no, eso lo veremos en otra historia.

Fdo. Malvado diplomático

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