Con mi hijo tuvimos el sexo más loco en Japón (2)

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T. Lectura: 10 min.

A la mañana siguiente nos vuelve a buscar Hana y nos iba a acompañar a la casa de Nakamura para almorzar con él, ella sería nuestra asistente y traductora.

Llegamos a una casa gigante, tradicional toda de madera, fuimos vestidos con una ropa tradicional que nos trajo Hana, allí nos esperaba Nakamura, rodeado de sirvientes que lo asistían en cada movimiento, era muy amable y no dejaba de mirarme. Almorzamos un manjar como nunca había probado, me interrogó brevemente, preguntas de cortesía, hasta que se para y nos pide disculpas que sigamos sin él, que disfrutemos de la comida y nos adelantó que Hana me propondría algo que si yo aceptara lo complacería.

Terminamos de comer y recorrimos su casa, que parecía un museo interminable, hasta que regresamos al hotel, Hana no nos quiso adelantar nada, dijo que no podía decirnos.

Ya en la habitación del hotel Hana nos comenta que regresaría en dos horas, mientras tanto quedamos mirando un programa de TV algo raro y ridículo, como muchas otras cosas de Japón.

Luego de dos horas regresa Hana y entra en nuestra habitación con la propuesta de Nakamura, me mira y me dice.

Hana: el señor Nakamura quiere que le cumplas un deseo a cambio de dinero, 350mil dólares.

Elisabeth: ¿350 mil dólares?

Hana: sí, es la palabra del señor Nakamura, es un acuerdo confidencial

Elisabeth: ¿en qué consiste? No entiendo por qué tanto dinero.

Hana: Son sólo dos cosas las que pide, la primera es que yo pueda introducir toda la mano hasta el antebrazo en su culo y la segunda que defeques en su cara.

Elisabeth: ¿Esto debe ser una broma? ¿está loco?

Hana: No, es lo que me pidió y figura en el contrato. También yo soy responsable de llevar a cabo su deseo

Elisabeth: No es imposible lo que pide, es una locura. Dile que no acepto.

Luis: ¡Un minuto! Son 350 mil dólares y ¿cuál es el problema?

Elisabeth: ¿estás loco? ¿no escuchas lo que dijo? Me tiene que meter el brazo en el culo.

Luis: pero no ves la mano que tiene Hana, es la mitad de la mía y ¡vamos!, cagar lo haces todos los días, que tiene de malo.

Elisabeth: Es humillante para Hana.

Hana: no, para mí sería un placer y podría seguir en mi trabajo de asistente.

Elisabeth: Pero ¿te echaría de tu trabajo?

Hana: no, tendría que renunciar, es un deshonor no poder complacer a Nakamura, no podría volver a trabajar para él

Elisabeth: Es una locura.

Luis: ya la escuchaste, va a perder su trabajo y con un poco de entrenamiento te puede entrar mi brazo, vi cosas peores que entran en un culo.

Elisabeth: No quiero que pierda su trabajo, pero nunca hice esto me puede lastimar, me parece una locura.

Hana: tenemos cuatro días, yo la puedo ayudar, es muy fácil, yo lo hago y no duele.

Elisabeth: ¿cómo que lo haces?

Hana: sí, puede probar, ahora vengo

Se fue a buscar algo, sabía que me estaba convenciendo, Luis era el primer interesado en que acepte la propuesta, yo lo empezaba a ver de otra forma, me empezaba a excitar la idea.

Regresa Hana con una especie de cartera de cuero de dónde saca un pequeño frasco con lo que parecía aceite transparente. Si decir nada toma mi mano derecha abre el frasco y me unta con aceite la mano y el brazo. Luego de da vuelta, se levanta el vestido y se baja la ropa interior.

Hana: ¿prueba?

Elisabeth: ¿la meto?

Hana: Si, si, estoy acostumbra

La tentación y la curiosidad fue muy grande, nunca imagine meterle la mano en culo a alguien, pero no podía perder esa oportunidad.

Hana estaba perfectamente depilada, su ano era rosado y apenas se agacha noto que estaba dos centímetros abiertos, ese pequeño agujero negro atraía a mis dedos brillosos por el aceite. Fue rápido, arrimo los dedos al orificio y junto todos los dedos para empezar a empujar, pensaba que se iba a resistir, pero no fue así, apenas hago un poco de presión tengo media mano adentro, ella empieza a decir ¡más! sigo empujando, en pocos segundos tengo la mano dentro y ella quiere que siga empujando, lo hago, llego a meter medio brazo dentro, siento el vacío que aprieta con fuerza mi brazo, entonces me doy cuenta que Luis se estaba pajeando y después de pocas sacudidas acaba en la cara de Hana.

Tomo consciencia de lo que estaba haciendo y saco con fuerza el brazo, me doy cuenta que con el aceite arrastro mierda de su interior, pero no me daba asco, me excitaba. Hana me vuelve a sorprender, toma mi mano, se la lleva a la boca y la chupa, saborea su mierda como si fuera chocolate. No podía creer lo dilatado que tenía el esfínter. Me había convencido, firmo el contrato.

Hana me propuso que, en tres días de entrenamiento, mi ano se dilataría de forma de poder cumplir con el contrato. Se viste y me dice que va a buscar unas cosas, que volvería en un rato.

Luis no podía creer lo que habíamos vivido, yo tampoco me voy a lavar las manos, el brazo y regreso. Luis estaba tirado en la cama con el pene erecto nuevamente, mientras lo acariciaba con una mano.

Elisabeth: De esto no le vamos a contar nada a nadie, quiero que me lo prometas, sino no sigo con esta locura.

Luis: Esto no es una locura, pero te prometo que no voy a contar nada fuera de Japón.

Elisabeth: tenías razón, los japones son depravados

Regresa Hana, trae una caja de madera de unos treinta centímetros por diez de ancho, la apoya sobre la cama y la abre, en su interior sobre un fondo de terciopelo rojo se encontraban alineados 8 dilatadores anales de cristal, parecían peones de ajedrez que escalaban en su tamaño desde unos dos centímetros hasta llegar al último de unos ocho centímetros de diámetro.

Hana: Empecemos

Sin que diga me diga nada me desnudo, Hana me toma de la cintura y me inclina sobre sus piernas, mi hijo se sienta desnudo sobre la cama y queda como espectador privilegiado. Hana toma un pomo con una crema y me dice que es anestésica, que sería mejor para que no sienta mucho dolor, así que empieza con su trabajo. Tampoco era la primera ves que me metía algo por el culo.

Primero pone crema en uno de sus dedos y la introduce por mi ano, después de untar un rato saca el dedo y toma el primer dilatador. Cuando toca el esfínter con el frio cristal, lo aprieto fuerte, pero haciendo un pequeño esfuerzo se desliza en mis entrañas. Me dice que quiere buscar mi límite y así lo hace, continua hasta llegar al de cinco centímetros y le digo que me empieza a doler.

Hana: bueno, voy a meter el siguiente y aunque duela lo tienes que dejar hasta mañana, solo sacarlo cuando vayas al baño.

No fue muy larga la primera sesión, solo unos quince minutos y aunque me incomodaba llevar en el culo un tapón, no me dolía, tal vez por la crema que me pasó o el gusto de llevar el culo lleno no me dejaba sentir el dolor.

Me meto en el agua termal por media hora, luego me ducho y con Luis salimos a comer y visitar algunos lugares recomendados, llevar el culo lleno todo el día me excitaba era una experiencia que nunca había vivido, caminar por las calles de Tokio rodeada de cientos de personas y sentirse violada al mismo tiempo.

Al otro día y después de pasar la noche con el culo lleno, llega Hana para la segunda sesión. Era temprano, Luis seguía durmiendo, Hana prepara un té y me lo sirve.

Hana: ¿Cómo te fue? ¿dolió?

Elisabeth: al principio, pero después me acostumbre y me empezó a gustar.

Hana: me alegro, entonces hoy llegaremos al más grande

Después de tomar el té empieza con su trabajo, nuevamente me inclina sobre su regazo y empieza a lubricarme el culo, podía sentir como sus dedos empujaban para entrar por mi ano.

El siguiente entra con facilidad así que lo saca y va al último, esta vez empuja fuerte para que entre hasta que lo logra, siento como que me desgarra y pego un grito, pero lo deja dentro.

Hana: ahora hay que aguantar y mañana probamos con mi puño.

El grito despertó a mi hijo, por lo que se acercó a nosotras.

Luis: Hola Hana, hola ma, Dios mío, como me calientan

Ya estaba desnudo con la verga dura, no lo culpo.

Hana: jajaja ¿Puedo?

Me pregunta Hana señalando la verga

Elisabeth: Si, es todo tuyo

Hana sin dudarlo se arrodilla toma el pene con sus dos manos y se lo lleva a la boca, la forma en que lo empieza a chupar era de lo más excitante, lo recorría con la lengua y se lo metía todo en la boca o era lo que trataba porque solo le entraba la mitad. Luego queda desnuda y en cuatro patas y le ofrece el culo, Hana tiene un agujero muy dilatado y mi hijo no dudo en usarlo, su pene entro muy rápido y con mucha fuerza, se escuchó un pedo muy sonoro cuando escapa el aire que desalojó el pene, empezaron los gritos agudos y repetidos de Hana hasta que mi hijo pega un grito y acaba en su culo.

No puedo resistir la imagen, tampoco ese culo chorreante de leche, acerco mi lengua y se lo chupo, hasta le meto la lengua por el agujero, me pareció una delicia cogerla con la lengua. Luis me ofrece su verga y se la chupo hasta que le succiono las ultimas gotas de semen. En ese instante siento que Hana me saca el tapón anal, lo hace rápido y fuerte, pareció que destapo una botella, por el ruido que hizo y me comienza a chupar el ano mientras le sigo chupando la verga a Luis.

En ese instante se aceleraron las cosas, mientras sigo chupando la verga de Luis que casi no me dejaba respirar, Hana comienza a comerme el culo como yo lo había hecho con ella, pero siguió un paso más. Puedo sentir que mete un o dos dedos en mi culo, que entraban y salían con mucha facilidad, además de lubricado lo tenía muy dilatado gracias al tapón que hacia un rato me había quitado. Este acto hizo que a Luis se le pusiera más dura su verga dentro de mi boca.

Estaba atrapada entre la verga de mi hijo y los dedos de Hana, en ese momento me di cuenta para que estaba Hana y para qué, saca sus dedos, pero comienzo a sentir presión sobre mi ano, pensaba que trataba de meter el tapón nuevamente, pero no, era su mano tratando de entrar. No necesito de mucho esfuerzo para meter toda mano en mi culo, se deslizó rápidamente y seguía empujando lo mas profundo que podía, no sentí dolor, tampoco su mano era más grande que el tapón que había usado antes, pero sentía una diferencia, su mano se abría y cerraba dentro mío, era una sensación rara que nunca había sentido.

La escena acelero a mi hijo en su vaivén dentro de mi boca, casi al mismo ritmo lo hacía Hana con su mano, hasta que Luis acaba con un fuerte corro de semen en mi garganta. Al mismo tiempo que mi hijo saca su verga de mi boca Hana hace lo mismo con su mano de mi culo. Así como saco su mano me la ofrece para que la chupe, cosa que hago con gusto.

No sé cuantas veces había acabado, pero la cama estaba toda mojada. Luego nos metimos los tres en las aguas termales, dónde Hana me dijo que ya estaba preparada para poder ganar los 300 mil dólares.

Hasta el otro día no volveríamos a ver a Hana y cuando lo hicimos venía con un sobre dorado en la mano, era la invitación de Nakamura.

La invitación solo indicaba una cosa, la hora, y faltaban cuatro horas. Sabía a lo que íbamos, pero ya no podía echarme atrás, le propuse a Luis que él decida si fuésemos o no, solo sonrió, sabía que me había convertido en una puta.

Nos viene a buscar al hotel un auto negro de lujo, con un chofer muy servicial que nos indicó que nos llevaría del señor Nakamura, nos llevó y dejo en la entrada de una mansión gigante, allí nos recibieron dos mujeres muy jóvenes vestidas con sus respectivos kimonos, con una sonrisa nos invitaron a que las siguiésemos, eso hicimos por un pasillo que se hacía cada vez más oscuro hasta dejarnos frente a una puerta de madera muy oscura.

Cuando se abre la puerta, las dos jóvenes se inclinan y se van, nos recibe un hombre de traje negro, parecía un guardaespaldas japones, de casi dos metros de altura, algo raro de ver. Nos indica que entremos a lo que parecía una habitación, estaba a oscuras, toda pintada de rojo, en el fondo estaba Nakamura sentado en una silla de madera esperándonos, a su lado había dos asistentes muy jóvenes y más a su derecha, Hana, las tres vestidas con un kimono. Apenas nos vio Hana se acercó para indicarnos dónde sentarnos.

Nakamura en silencio nos observaba, una melodía japonesa acompañaba el su silencio. Hana se acercó a mí y me dio como una especie de té para tomar, no sabía que era, pero confiaba en Hana, me dijo que lo tomara todo, así lo hice, aunque tenía un gusto muy amargo lo tomé todo.

Bueno, acá la historia se pone más densa, incómoda de escuchar, a los que son impresionables o sensibles de leer cosas escatológicas les recomiendo no seguir, se les puede quedar la imagen en la cabeza muchos días.

Continuo bajo su responsabilidad de lector.

Nakamura le dijo unas palabras a Hana en su idioma, en un tono imperativo, ella se nos acercó y nos dijo que nos quitáramos la ropa, quedamos desnudos sentados y mirando a Nakamura que estaba a unos metros nuestro.

Hana se retira a unos metros nuestros y se desnuda mientras entra un hombre musculoso vestido completamente de cuero negro y con una máscara. El hombre la toma de un brazo y la tira sobre un banco tapizado en terciopelo, Hana queda con el culo apuntando al techo, las dos jóvenes que nos recibieron ahora sujetan a Hana de los brazos mientras el hombre de la máscara hunde su mano en tacho repleto de algún tipo de lubricante.

La mano brillosa por el lubricante se arrima al culo de Hana y busca su ano, sin detener su ritmo empieza a meter primero sus dedos y de un golpe toda la mano. Hana pega un grito y aunque trataba de escapar de ese dolor las dos jóvenes le impedían el movimiento.

No podía creer lo que estaba viendo, giro y veo a mi hijo sorprendido y excitado, su pene estaba tan erecto que golpeaba su ombligo.

El enmascarado sigue empujado y logra meter todo la mano y parte del antebrazo en el culo de Hana, ella seguía gritando. De pronto siento un dolor muy fuerte en la barriga, casi cómo si me hubiesen clavado un cuchillo, me inclino sobre la silla y grito.

Cuando doy el grito, Nakamura se para y le grita a Hana en japones, el enmascarado saca su mano con violencia del culo y Hana queda tirada en piso. En ese momento el enmascarado me viene a buscar, me toma del brazo, en ese momento me doy cuenta que el dolor casi no me permitía pararme, pero cuando me obliga a hacerlo me doy cuenta que me iba a cagar encima.

Era lo que me había dado de tomar Hana, seguro que era algún tipo de laxante muy potente. Yo pensaba que era el momento de hacer lo que quería Nakamura, pero me equivoco, el solo seguía parado y nos observaba en silencio. Volteo a ver a mi hijo y lo veo atrapado en la silla por las dos jóvenes que habían sujetado a Hana, mientras una le chupaba el pene la otra le lamía los huevos.

Hana seguía tirada en el piso, el enmascarado me arrastra hasta ubicarme de pie sobre la cabeza de Hana, me sacude del brazo, supuse que quería que cagara sobre la cara de Hana, me resisto, intentaba no hacerlo, pero me era imposible aguantar mientras me sacudía cada vez más fuerte del brazo. Miro hacia abajo y cruzamos miradas con Hana, ella sonríe como perdonando lo que estaba por hacer involuntariamente.

No pude aguantar más y me empiezo a cagar, siento que me empieza a chorrear mierda por la entre las piernas y luego exploto, sobre la cara de Hana, le lleno toda la cara de mierda, cae en su boca y no podía imaginar que ella lo saboreaba, el enmascarado como si fuera un robot me inclina y aprieta la barriga como si fuera un saches para exprimir sobre Hana lo que quedaba de mierda. Mi hijo me observaba desde la silla y reía mientras le seguían mamando la verga.

Nakamura les ordena algo con unos gritos, entonces Hana se pone en pie y el enmascarado me inclina sobre la silla dónde había penetrado a Hana, esperaba lo peor, pero fue Hana la que empieza a jugar con mi culo, con su carita chorreada de mierda me dice unas palabras que no entiendo, me empieza a ensuciar con mierda la espalda y de un solo golpe mete su brazo en mi culo.

Pego un grito, pero no fue de dolor, la mierda era un lubricante perfecto, sino por el susto que me provocó. Nakamura vuelve a gritar y Hana empieza a meter y sacar con violencia su brazo de mi culo, el ruido que hacia del aire atrapado cuando metía el brazo se había convertido en una música de perversión, como la música de fondo de mis gritos. No podía parar de chorrear por la excitación, era una regadera.

Duro unos minutos que perecieron eternos, hasta que Nakamura vuelve a gritar, entonces Hana saca por última vez el brazo de mi culo, se gacha y me da un beso en la boca, que todavía llevaba llena de mierda. No pude sentir asco, ya no sentía nada.

Hana se va, el enmascarado la sigue, al igual que las dos chicas. Quedamos solos, mi hijo se acerca y me pregunta si estaba bien. Lo abrazo, puedo sentir en mi barriga su verga todavía erecta.

Entran dos señoras mayores con unas toallas y nos acompañan a un baño cercano, allí nos bañan, nos limpian todos los agujeros, nos secan y nos visten.

Luego nos dejan en una especie de hall muy grande, todo de madera, vacío. Se nos acerca un hombre vestido de traje con un maletín con el dinero pactado. Nos acompaña al automóvil con el que regresamos al hotel.

A Hana no la volvimos a ver, regresamos al otro día a nuestro país. Con mi hijo casi no hablamos de lo que habíamos pasado en Japón. Dividimos el dinero cuando llegamos a casa, pero era en secreto de mi esposo.

Cuando vimos a mi esposo, estaba más contento que de costumbre, nos preguntaba si habíamos disfrutado de Japón, nosotros sabíamos que habíamos disfrutado mucho.

Una o dos veces por semana tengo sexo anal con mi hijo a escondidas de mi esposo. Su verga es como el brazo de Hana.

Extraño a Hana y quiero volver a verla, tal vez algún día lo haga y si esto ocurre, se los voy a contar.

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