El sobrino de mi maestro

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Como en aquella época también estudiaba de noche, no me era difícil tener excusas para escapar de mi casa e ir al menos una o dos horas a sentirme puto. Y antes de continuar quiero aclarar algo; la palabra “puto” nunca fue ofensiva para mí, ni aun cuando debía serlo, muchos hombres que se creen activos me la decían para sentirse dominantes y degradar mi condición, pero yo la disfrutaba, incluso he pedido que me la digan y los pocos amantes que hoy tengo suelen hacerlo, aunque yo después los penetre a ellos.

Entonces, durante más de un año me estuve encontrando al menos una vez por mes con el vecino amigo de la familia, pero yo había empezado a dejar la facultad por ir a vestirme con la ropa que tenía escondida en aquella casa casi semanalmente. Llegaba de noche, enseguida me cambiaba, tenía hasta una peluca, un poco me maquillaba y al principio solo salía al jardín, pasaban autos y me exponía un poco como para que me vieran, obvio que en general ninguno paraba y el que lo hacía era solo por curioso; me fui animando y con el tiempo ya daba vueltas por el barrio, en aquella época la iluminación era muy tenue y llegaba a esconderme entre las sombras si así lo quería.

Una noche, cuando regresaba, pude ver que un hombre esperaba en la puerta de la casa céntrica, me puse muy nervioso, tenía miedo que fuera un familiar, pero a medida que me acercaba caminando muy despacio sobres mis tacos vi que era el “sobrino” de Chon, por lo que al llegar a la puerta sin tapujos me dijo:

-Menos mal que viniste, me quedé sin agua y me tengo que bañar, ¿me dejás hacerlo en tu casa?

-Si, dale, no hay problema, tendremos que prender el calefón. Dije mientras entraba con él por detrás.

-Estás lindo, aunque ya te lo habrán dicho. Comentó este hombre de unos 35 años que vivía con mi maestro sexual.

Ni bien entramos él fue al baño que daba directamente a la cocina y yo encendía el calefón, preparó su ducha y con la puerta abierta por completo en un baño muy grande y mirándose al espejo empezó a desnudarse obvio que yo lo miraba sin ser muy directo y la verdad que me sentía incómodo vestido con ropa femenina a pesar de que mi exposición me gustaba, creo que siempre me creí feo como mujer y entonces, si bien disfrutaba el levante, nunca pensé que podría gustar a alguien, así fue que me empecé a cambiar mientras él, totalmente desnudo y ya mostrándome su poronga caliente, esperaba que el agua estuviera justa. Yo pispiaba, tenía la sensación de que si lo observaba directamente me diría lago que no me gustara.

Se metió bajo el agua y me daba charla, por lo que me obligaba a acercarme a la puerta y ver como se enjabonaba y sobaba una pija que realmente era muy atractiva por su tamaño, hasta ese momento yo no había visto más que sólo las del Colo y Chon; no me quedaba para mirarlo, iba y venía, cuando estuve completamente cambiado y desmaquillado, inicié la preparación de unos mates que nunca tomé, ya que Sosa (tal su nombre) me pidió si le podía alcanzar el toallón que estaba sobre la mesa… obviamente lo hice, cuando él se acercaba a la puerta completamente desnudo, con un miembro excitado y la cabeza roja de deseo, se empezó a secar y lo blandía como si fuera un trofeo del que yo sería el ganador:

-¿Te gusta?

-Es grande. Respondí

-Vení, probala. Me dijo como si fuera un desafío

Y no tardé mucho en encontrarme arrodillado ante su virilidad que entraba en mi boca bien abierta, lentamente, saboreándola, con mucho cuidado y placer.

-Ufff, que bien, veo que tenés algo de experiencia, mi tío me dijo que eras bueno. Que se empiece a correr el rumor entre hombres de que me gustaba la pija nunca fue un problema para mí, todo lo contrario, que en este submundo se sepa, me resultaba atractivo.

-Gracias, él me enseña. Dije en un breve impasse de mi lujuriosa tarea

Tomó mi cabeza y empezó a manejar el ritmo y la profundidad de la mamada, nunca me habían dominado así (o al menos no lo recordaba), reconozco que fue una rara sensación para mí y en un momento siento que su pene se pone muy duro él me suelta, se toma del marco de la puerta y me señala que no pare; mientras seguía con mi trabajo de succión acariciaba sus huevos y tomándolo de sus bellas nalgas podía manejar el bombeo hasta que sentí que explotaba en mi boca con una cantidad que nunca había sentido, no lo tragué todo, era demasiado, me levanté y un poco lo tiré en el lavatorio donde tomé agua.

-Muy buena mamada, no me la esperaba de vos. Vas por buen camino. Dijo mientras se cambiaba

-Gracias. ¿Y qué te parece cómo visto?

-Estás bien, aunque todavía te falta un poco. Yo cierro, vos andá. Me dijo como sacándome de encima, luego me enteraría que él y su tío no compartían hombres y esto fue un desliz de su parte.

Me fui con la idea de casi mi primer levante usando ropa femenina, recuerdo que llegué a mi casa y me quedaba algo de maquillaje en mis ojos que mi mujer notó y que con una excusa como que me había ensuciado, pasó. Esa noche hicimos el amor y reconozco que pensaba en mi conquista.

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