Una historia nueva

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20025
27
T. Lectura: 9 min.

Nos encontramos en la Ciudad de Guadalajara en el Estado de Jalisco.

Marcelo trabaja en una importante compañía como ingeniero, él conoció hace unos meses a Beatriz quienes al cabo de tratarse personalmente y de comunicarse constantemente por las redes por espacio de algunas semanas durante la estancia de él en esa bella Ciudad, finalmente se hicieron novios luego de haberla cortejado y de haberse tratado más íntimamente.

La novia de Marcelo tiene dos hermanas, Andrea y Araceli. Ellas son hijas de Alberto un amigo de Enrique con quien Consuelo se juntara y siendo la madre de ellas tres y pasados tres años se separara de él por no ser afines, algo que es conocido por quienes se casan como incompatibilidad de caracteres. Ellas viven con su madre y con Soledad la tía de ellas. La tía Soledad también tuvo dos gemelos que procreo a la vez con Alberto que también había sido su amante con la anuencia de su hermana Consuelo y que antes de juntarse con Alberto, ellas dos junto con Enrique el hermano de ambas, supieron disfrutar de agradables momentos.

Luego de conocer a Alberto, el amante de ambas, al igual que su hermana también sucedió el mismo distanciamiento con él por no ser afines, “incompatibilidad de caracteres”, aunque ya son mayores de edad sus dos hijos, él y ella, viven en Canadá donde trabajan, por lo que resultan ser medios hermanos de las hijas de Consuelo, sin embargo hay otros motivos que las orillaron en realidad a distanciarse de Alberto. Enrique el hermano de ellas trabaja en otro Estado y es quien se encarga de visitarlas esporádicamente y de proporcionarles los suficientes recursos para la manutención de ambas y de los hijos de Consuelo.

Marcelo aún no conoce del todo a Beatriz pero ha invitado a Cristina quien se ha convertido en una audaz escritora de novelas muy especiales de amor, a venir a Guadalajara junto con él, con la finalidad de presentarle a su novia Beatriz, una chica muy atractiva, la mayor de sus hermanas y hermanastros, ambos llegan a Guadalajara procedentes de la Ciudad de México y se hospedan en un hotel al que siempre ha llegado Marcelo por cuestiones de su trabajo.

Marcelo sufre –si es que a eso se le llama sufrir- de un trastorno que consiste en tener altos niveles de testosterona, lo que ha dado por consecuencia un síndrome que se conoce como hiperespermia, por lo que a consecuencia de ello, requiere de una atención muy especial en ocasiones y con cierta constancia, sin que eso llegue a tratarse de algo realmente grave, más bien diríase placentero.

Cuando llega el taxi que los transportaba del aeropuerto al hotel, se dirigen a la administración donde ya tenían preparada su reservación.

–Señor y señora López aquí tienen la llave de su habitación, la diez que está en la parte de arriba subiendo por las escaleras, espero que disfruten su estancia como siempre –cabe decir que no es la primera vez en que él se hospeda ahí, aunque sí para Cristina a quien registró como su esposa, por lo que al entrar a la habitación encuentran una sola cama de buen tamaño junto a un escritorio con sillón. Todo se encuentra adornado exquisitamente aunque con sobriedad.

Debido al calor que está haciendo en esos momentos ellos continúan sudando, por lo que Marcelo empieza a desvestirse sin siquiera poner el aire acondicionado para evitar que el cambio repentino de temperatura los pueda enfermar, del mismo modo Cristina que lleva un conjunto de falda y blusa se despoja de la segunda quitándose el brasier al tiempo que lo avienta hacia la cama, para acto seguido sin dejar de fijar su mirada en la de él, quitarse el resto de la ropa, dispuesta a tomar un refrescante baño junto con él, sin embargo, para Marcelo ese cuadro ha sido lo suficientemente excitante para que ella vea a su mejor amigo. Marcelo sabe corresponder ante la hermosa visión que a él le está presentando su adorable hermana.

–¡Luces muy hermosa, pequeña! No puedo dejar de admirar tu belleza.

–¡Sigues siendo como siempre muy adulador, querido hermano!

Era algo imposible de frenar, se trataba de un gran amor que había surgido entre ellos desde que recién habían despertado a la pubertad. Marcelo se acercó a ella y ambos ya sin ropa que pudiera obstruirles lo que sentían en esos momentos. Juntaron sus cuerpos aún llenos de sudor al igual que sus bocas ávidas de besos dejando que las pieles desnudas de sus cuerpos se reconocieran una vez más, con cada beso ardiente de sus bocas y sus lenguas entrelazándose, deleitándose con el sabor de sus salivas, el pene de él se colocaba entre los labios de la candente y mojada vagina de su hermana, presagiando lo que se vendría a continuación, aunque decidieron pausar el momento de la entrega total para dirigir sus pasos a la regadera que esperaba a los dos amantes con el gran anhelo de poseerse como debía ser.

Aquel pene endurecido por al constante roce con las nalgas de su pequeña, su propia hermana, jadeantes entregaban sus bocas a besos cada vez más impacientes por sentir aquel miembro palpitante dentro de su ya por demás bien lubricada vagina, el pene de él en ese momento se encontró una vez más con el pequeño agujerito en forma de una dulce rosquilla deseosa también de encontrarse nuevamente dentro de esos intestinos impacientes del tan ansiado esperma que los llenara cobijando tan sublime acto de amor tan ensayado a lo largo de los años por ambos hermanos.

Cuando por fin secaron sus cuerpos, Cristina se sentó en una silla frente al espejo para cepillar su cabellera ondulada, sus mejillas estaban encendidas por el deseo en tanto Marcelo amasaba sus pechos entre sus manos dando pequeños pellizcos en sus pezones y rodeándolos con la yema de sus dedos, aplicando una pequeña cantidad de lubricante que salía tanto de la vagina de ella que escurría sus deliciosos néctares juntándolos con el liquido preseminal que salía del glande de su miembro.

Ella solo atinaba a cerrar sus ojos imaginándose estar en un cielo lleno de nubes donde ella y su hermano jugaban desnudos aventándose trozos de algodón de azúcar de lo que tomaban de ellas. Finalmente se levantó cediéndole la silla a él, para voltear y colocarse delante de su hermano ofreciéndole sus pechos, los que Marcelo no se cansaba de devorar y amamantarse con esos pezones que alguna vez podrían dar la suficiente leche para saciar su sed.

Se instaló abriendo sus labios vaginales los cuales palparon el glande entre sus paredes para poco a poco irse introduciendo hasta lo más hondo de su ser. Se llenaron de besos y caricias en tanto el mete saca los hacía vibrar aún más de un deseo que parecía interminable, aún después de haberse pertenecido durante varios años, tantos como lo fue el inicio del despertar de su juventud.

Cristina emitió varios suspiros, ella tenía grandes facultades a la hora de hacer el amor, no se trataba de cualquier tipo de incesto, sino de uno que era tan adictivo y que no les permitía dejar de pensar el uno en el otro, para ellos no había más deseo que el de estar pegados por siempre. Así de esa manera fue que ella por fin le demostraba a su amante hermano lo que era amar, sus orgasmos eran múltiples, pausados, pero intensos, Marcelo se vino abundantemente dentro de ella, alguna vez contaron hasta cerca de diez mililitros de esperma, cuando seis mililitros ya se consideran hiperespermia. Pero a Cristina le encantaba sentir como le llenaba su hermano la vagina y empezaba a escurrirle por entre sus piernas.

Aun así no era suficiente, pues querían sentirse más y para Marcelo era algo más que excitante hacerse el amor entre ellos sin siquiera sentir que se tratara de algo malo, para los dos era más que satisfactorio entregarse de la forma como lo hacían.

Marcelo se vistió y salió para dirigirse a una tienda de conveniencia que se encontraba cerca del hotel y comprar el café que tanto les gustaba disfrutar para reponerse un poco y volver a amarse de la forma como siempre habían acostumbrado a hacerlo. Sus padres tenían pleno conocimiento de ese amor que ambos hermanos se tenían y mantenían, pero los respetaban porque ellos también habían vivido una experiencia similar y eso les hacía comprender el amor que había surgido entre sus propios hijos. Cuando sonó el celular de Cristina, su madre quien le había marcado, le preguntaba sí ya se encontraban instalados en el hotel.

–¡Hola, hija! ¿Cómo están?, ¿Ya llegaron al hotel? Es que no me han hablado y estaba un poco preocupada por ustedes.

–¡Hola, mamá! Perdona que no te hablamos en cuanto llegamos, estábamos muertos de calor y nos metimos a bañar para refrescarnos. Mi hermano y yo llegamos muy bien, así que no se preocupen mi papá y tú, ahorita él salió por unos cafés y cigarros, aquí hay una área en donde se puede fumar y nos tomamos el café aquí en el cuarto o bien afuera mientras fumamos.

–¡Sí, hijita!, que bueno que ya se metieron a bañar para quitarse el calor, que aquí también está haciendo mucho, ya no sabemos ni cómo andar vestidos, dan ganas de mejor quitarse toda la ropa. Pero aquí también están tu papá junto con su hermana Maricarmen, que les mandan saludos. Al rato llega también mi hermano Alfredo para jugar un póker y beber algunos dinks.

–Nosotros también mejor decidimos andar sin ropa dentro de la habitación por el calor que está haciendo, ya ves que el aire acondicionado nos enferma, a lo mejor lo prendemos un poco bajo ya que estemos en la cama ¡Dile a papá que los amamos mucho! Y a mis tíos que nos sentimos bien de que los acompañen para que no se sientan solos.

–¡Sí, se los diré y dile a tu hermano que no deje de hablarnos!

A pesar de la sinceridad con la que se hablaban ambos hermanos con sus papás, también sabían que debían guardar respeto hacia ellos, no por el hecho de que ellos fueran amantes y lo supieran sus padres, no debían hacerlo, puesto que ellos los comprendían y sabían que ese amor que existía entre sus hijos, seguía siendo algo benéfico para la salud de ellos, tal y cómo ellos también se habían sincerado al decirles la verdad respecto de la relación que sostenían con sus hermanos Maricarmen y Alfredo.

En ese momento entró Marcelo con los cafés capuchinos puestos sobre una charola de cartón y nuevamente se desvistió para tomar asiento en la cama junto a su hermana Cristina, en cuanto se acomodó junto a ella, su pene volvió a tomar las proporciones adecuadas para continuar haciéndose el amor, en tanto platicaba con ella sobre la conversación que había sostenido con la madre de ambos.

Pero antes de comunicarse él con sus padres, le marcó a su novia Beatriz.

–¡Hola mi amor!, para decirte que ya llegué y estoy aquí en el hotel que siempre me he hospedado, y estoy con mi hermana… ¿Qué?, permíteme… ¡Ah! Que te manda saludar.

–¡Dile a tu hermana que estoy ansiosa por conocerla! Nada más la conozco por la foto que me mostraste en tu cartera.

–¡Mejor te la paso rápido! Que insiste en saludarte.

–¡Hola cuñada!, ¿cómo estás? –Cristina se recostó en la cama en tanto su hermano hacía lo mismo para besarle los pechos y bajar su cara para meter su lengua dentro de su vagina y relamer su clítoris, provocando que ella empezara a gemir, pero sin querer delatarse, empezó a reírse nerviosamente.

–¡Perdón!, es que mi hermano es muy latoso y me está haciendo cosquillas.

–¡No tienes ni que decir, mis hermanas también son muy latosas y precisamente están aquí a mi lado haciendo ruido! Pero ya ardo en deseos de conocerte, tu hermano me ha platicado mucho acerca de ti y a lo que te dedicas.

–Vaya, no sabía que te había dicho algo de mí, sí en efecto estoy escribiendo una otra novela especial de amor y Marcelo me trajo con él para presentarme contigo y a la vez poder inspirarme en lo que estoy escribiendo.

–Pues ya me muero por leerte y ver el contenido de tus novelas.

–¡Ten por seguro que te lo haré saber!, por lo pronto me despido porque ya es tarde y mañana tenemos que apurarnos. Te paso a mi hermano…

–¡Pequeña! Te vemos mañana para que le presentes tu familia a mi hermanita.

–¡Sí mi amor! Me dijo mi mamá que quiere hacerles algo muy especial a ti y a tu hermana.

Cuando terminó de hablar Marcelo se le quedo viendo a Cristina sosteniéndole la mirada, absorto con los líquidos de aspecto gélido por la especie de baba que salía desde la punta de su lengua y que formaba una hebra larga hasta conectarse con los labios de su vagina. Cristina estaba temblorosa, momento que aprovecho él para meter sus dedos medio y anular para introducirlos dentro de su vagina y masajear su punto G, con calma provocando que sus piernas empezaran a templar descontroladamente mientras ella estaba a punto de tener su orgasmo y ofrecerle un buen chorro de venida con su “squirting” que le mojaba su glande, mojándolo todo al momento de estar introduciendo su pene.

Los gemidos de ella eran una música para los oídos de él y ella no podía disimular el gran amor que siempre había sentido por su hermano.

–¡Qué bárbaro!, hermano, ¡Cómo me has hecho venirme! ¿Te acuerdas cuando no te animabas a metérmela todavía y que me gustaba restregar mis vulva contra tus nalgas para venirme?

–¡Cómo olvidarlo, mi pequeña! Me mojabas todo…

–Ni creas que me pongo celosa con mi cuñada cuando también le dices “pequeña” y a propósito ya necesito que te vengas dentro de mi vagina y me des toda tu lechita, yo también la necesito.

–Antes deja hablarle a nuestros padres.

–Sí, habla con nuestros suegros de una buena vez.

–¡Ay, hermana! ¿tú crees que no lo saben ellos?

–Ahorita deben estar bien ocupados con la tía Maricarmen y el tío José, si hasta me dijo nuestra madre que estaba haciendo mucho calor y que estarían mejor desnudos, así qué imagínate.

–Nuestros padres siempre han sido amantes del incesto con sus hermanos, por eso es que nos entienden bien y bastante hacen con no juzgarnos.

–En eso tienes toda la razón, hermano. Mejor ya comunícate con papá y mamá

Marcelo tomo su celular y marco a la casa de sus padres, la misma en que ellos vivían, pero con el departamento que ya habían comprado con ayuda de sus padres ahora Cristina y él vivirían aparte, más que como hermanos como pareja que ya eran.

–¡Hola mamá!, me dijo mi hermana que ya había hablado contigo.

–Sí, hijito y me dijo que allá está haciendo mucho calor, mejor no enciendan el aire acondicionado, ya ves que siempre se enferman, es mejor dormir sin ropa, aquí estamos igual, mi hermano prefirió quitarse la ropa y la hermana de tu papá también, por lo que nosotros tuvimos que hacer lo mismo, pero ya sabes en lo que eso puede terminar.

–¡Sí mamá! Y no tienes de que avergonzarte, ustedes también tienen derecho a divertirse y a gozar de la vida. Bueno mamá nada más quería saludarlos, me saludas también a mis tíos y diles que se diviertan mucho.

–Espera tu papá quiere saludarte.

–¡Hola mi campeón!, cómo estás, que tal se la están pasando tu hermana y tú.

–Muy bien, papá

–Cuídala mucho hijo y hazla que disfrute mucho de su luna de miel.

–Lo haré, papá, tenlo por seguro, te manda saludos tu hija Cristina.

–Dile que la quiero mucho igual que a ti Marcelo.

–Sí papá, Cristina te está escuchando.

–Pásala bien con tu hermano, bomboncito y no enciendan el aire acondicionado, es más saludable dormir sin ropa y cuídense de los embarazos como lo hicimos nosotros con nuestros hermanos –“Bomboncito” era como él acostumbraba decirle a su hija.

Vaya sinceridad con la que se expresaban sus padres, era algo fuera de serie, pero a la vez mucho mejor que andar con hipocresías.

Marcelo introdujo su pene que tenía un tamaño bastante largo, ancho y endurecido, cómo decía su hermana que tenía un 23×5, a él siempre le había excitado mucho coger con su propia hermana, más que con cualquier otra novia que hubiera tenido, por algo decía la propia María Félix que “El perfume del incesto no lo tiene otro amor” y eso era precisamente lo que ambos como hermanos al estar cogiendo sentían.

Cristina estaba verdaderamente muy caliente ya que nuevamente le empezaron a temblar sus piernas descontroladamente en tanto sentía como el esperma calientito de su hermano la inundaba por dentro, era demasiado esperma y a ella le encantaba sentir como se desparramaba por sus piernas, no había calzones o tangas que no se le mojaran a veces escurriéndole impúdicamente, siempre que sentía cerca de ella la presencia de su adorado hermano.

Una vez que se calmaron sus ánimos volvió de nuevo la plática entre ellos luego de bañarse nuevamente y mientras trataban de dormir, ella con el baby doll que sus padres le hubieran regalado el día de su cumpleaños a sabiendas que iba a ser del agrado de su hermano. Él ni siquiera se preocupo por ponerse algo encima, ella entrelazó sus piernas con las de Marcelo, mientras le acariciaba el cabello y lo besaba en la boca saboreando sus labios con la punta de la lengua.

–¿Qué crees que pudiera pensar Beatriz si llega a enterarse que me dedico a escribir puras novelas de amor filial, donde el incesto juega un papel demasiado importante?

–¡No creo que vaya a ser del desagrado de ella por lo poco o mucho que me ha contado! –contestó Marcelo soltando una risa burlona.

–¡Qué es lo que te ha contado, dime hermano!

–Mañana te digo algunas cosas, mientras duérmete que mañana nos espera un día bastante movido.

–¡Me vas a tener en ascuas! –contestó en tanto tomaba su pene entre sus dedos, volteándose en señal de enojo para colocarlo entre sus nalgas.

–¡Hasta mañana, hermana!, espero no venirme con esas tentaciones que me pones.

–¡Hasta mañana, hermano! y yo espero que si lo haces lo hagas dentro de mi donita.

Continúa…

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2 COMENTARIOS

    • Estoy preparando la segunda parte, tengo toda la historia pero sí se lleva algo de tiempo el poder ordenarla de acuerdo a los acontecimientos que se dieron.

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