Era la segunda vez que iba a quedar con una ama. La primera vez no fue muy bien había quedado con una chica en su habitación pero se notaba que lo hacía sin ganas solo por el dinero, que no tenía ninguna vocación de ama.
Esto sí tenía un cuerpo muy bonito. Esta vez había alquilado yo una habitación de las que se alquilan por horas en el centro de la ciudad, la había alquilado por dos horas así que nadie nos iba a meter prisa. Llegamos los dos casi a la vez y me gustó mucho lo que vi. Era una mujer latina de México una cara bonita y un cuerpo más bonito con la piel color chocolate y perfecta.
Entramos en el edificio yo detrás de ella como tenía que ser y cuando entremos en la habitación nada más cerrar la puerta me preguntó: “¿cómo te atreves estar todavía de pie delante de mí?” Enseguida me arrodillé pero ella me ordenó a ponerme a cuatro patas. Pensé que iba a ser lo típico, que ahora me va a decir que le bese los pies pero no fue así.
Ella se montó a mi espalda levantó sus pies del suelo para que yo llevara todo su peso y me ordenó que le diera unas vueltas por la habitación, menos mal que no pesaba mucho. Me había cogido de los pelos con una mano y así me indicaba hacia qué dirección tenía que ir, estuvimos así dando vueltas por la habitación unos dos minutos. Durante el trayecto me gané una bofetada por haber cogido la dirección equivocada.
Cuando paramos, todavía sentada en mi espalda, se inclinó hacia adelante y me dijo al oído: “todavía no eres mi esclavo, no te he aceptado. Tienes que pasar primero por una prueba, un ritual, tengo que ver que de verdad deseas ser mi esclavo.” Qué ritual señora le pregunté sorprendido. “Te voy a bautizar” me dijo y se levantó de mi espalda, me ordenó quitarme toda la ropa y quedarme solo con los boxers.
Me cabalgó de nuevo y me condujo al cuarto de baño. Se levantó y me ordenó poner mi cara pegada al suelo y ella se quitó las bragas y se colocó casi justo por encima de mi cabeza. Me pisó la cabeza para asegurarse que mi cara estaba totalmente pegada al suelo y unos segundos después empezó a mear encima de mí. Entonces me di cuenta que esto era mi “bautizo”.
Su orina empapó todo mi pelo muy rápido y empezó a irse por el suelo. Entonces dejó de mear y me ordenó ponerme de nuevo de rodillas. Se colocó justo delante mía con su coño unos centímetros de mí y empezó a echarme su lluvia en la cara, algo que también duró unos pocos segundos. Cuando al final pude abrir los ojos la vi delante de mí mirándome.
Sus ojos tenían un placer salvaje. Le gustaba verme delante de ella, arrodillado y humillado, empapado de su orina. Entonces me dijo con una voz muy autoritaria: “Ahora voy a mear en tu boca y tu tendrás que tragar toda la orina, solo así te voy a aceptar como esclavo. ¿Entendido?” Si mi ama, respondí. Entonces ella se acercó, puso su coño casi pegado en mi boca para que no saliese ni una gota y empezó a mear. Esta vez no duró unos pocos segundos sino muchos, no sé cuántos, quizás unos veinte. Lo tenía bien planeado, guardó la mayor parte de su orina para mi boca.
Tragaba todo el rápido que podía, el choro era bastante fuerte, cada vez tragaba con más dificultad y el sabor se hacía cada vez más intenso en mi boca pero de ninguna manera quería no conseguir ser su esclavo. Cuando por fin terminó vaciando toda su orina en mi boca yo me quedé atontado, aturdido. Bien perrito, me dijo, lo has conseguido. Ahora eres mi esclavo, me perteneces. Lo has hecho muy bien, has tenido que tragar bastante más orina que los otros dos. Quizás te hago mi orinal personal. Y esto fue mi “bautizo”.
Después de darme una buena ducha me dijo lo que tenía que esperar a partir de ahora. Me dijo que no era una ama sádica, sus sumisos los quería para su comodidad, su placer y para humillarles. Y la manera que más le gustaba para humillarles era lloverles encima, ¡mear en la boca de sus esclavos le provocaba una éxtasis que era casi como un orgasmo!
Y cada encuentro con ella acabaría siempre con una meada en mi boca, lo mismo hacia con sus otros dos esclavos. Para ejercer su autoridad no usaba el dolor sino el cansancio físico hasta el agotamiento. También exigía disponibilidad horaria total, podría llamarme en cualquier hora, exceptuando las horas laborables para pedir lo que sea. Por eso buscó hombres que vivían solos y sin obligaciones familiares. Lo más habitual era llamar a uno de nosotros ir a su casa para comerle el coño.
Desde aquel día han pasado tres meses. He tenido varios encuentros con ella en su casa la mayoría de los veces estaba solo con ella, 2 o 3 veces estuvimos 2 esclavos y una sola vez estuvimos los tres esclavos. En este encuentro a uno de nosotros le puso a cuatro patas y se sentó encima y los otros dos estuvimos arrodillados al suelo delante de ella adorando sus pies. Tenía unos pies preciosos eran como unos caramelitos que te invitaban lamerlos. Pasando el tiempo el esclavo que hacía de silla empezó a cansarse como es normal pero ella ni se inmuto.
Cuando su esclavo empezó a llegar a sus límites le cogió de los pelos y empezó a tirarle muy fuerte gritándole que ni se le ocurriese caer al suelo, él llevaba a su ama y tenía prohibido caerse. Pero la gravedad siempre gana. En cuando se percató que su caída era inminente se levantó, le puso de rodillas y le dio unas buenas bofetadas. Enseguida ordenó al “compañero” que estaba a mi lado a hacer de silla. Entonces entendí su plan. Le encantaba vernos arrodillados adorando en sus pies y a la vez quería llevarnos al agotamiento.
Estaba claro que disfrutaba viéndonos sufrir y llevándole en nuestras espaldas y sobre todo cuando estábamos agonizando de no caernos al suelo del agotamiento. Y la sesión se acabó como más le gustaba a ella, con los tres arrodillados delante de ella esperando a que nos diera de beber un chorro de su orina a cada uno. Otra costumbre que tenía con nosotros era cabalgarnos para moverse por su casa. Una vez me dijo que no tenía por qué andar mientras había un esclavo en casa. Y si, me hizo su orinal personal.
Eso consistía en llamarme para ir a su casa solo para mear en mi boca y echarme. La primera vez que me llamó para eso nada mas entrar en su casa me puso de rodillas, colocó mi cabeza entre sus piernas, me esperaba sin bragas, se meo en mi boca y me dijo “ahora márchate y ya no te necesito más.” Cuando vio mi sorpresa y mis ojos que se habían abierto como platos me dio una bofetada muy fuerte y me dijo “deberías estar agradecido a tu ama parece que no estás consciente de la suerte que tienes de haberte elegido como su orinal.” Menos mal que no vivo lejos de su casa.
Estas son algunas de mis experiencias con ella hasta ahora, he salido de la monotonía y estoy viviendo algo que hace muchos años quería vivir. No sé a dónde me va a conducir este camino pero por el momento estoy disfrutando.
![]()