Maestra en mini (8)

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T. Lectura: 6 min.

Es Halloween y curiosamente toca hacer la fiesta en el patio de la supervisión, ocasión mas que oportuna para ver a Hermilo me digo a mi misma, de un tiempo a la fecha no me ha buscado ni comunicado conmigo.

Llego temprano para ver los detalles de la fiesta ya que soy parte de la mesa directiva de eventos sociales de la zona.

Al final la fiesta se hace en la calle para dar paso a que la gente de la colonia también participe, llegada la hora me coloco mi disfraz que en esta ocasión es de fantasma sexi con un vestido blanco de cuerpo entero ajustado a cada curva de mi infartante cuerpo con olanes al final con un escote en forma de corazón a la altura del pecho que deja ver mis turgentes y firmes senos, las mangas largas y la capucha con solo un par de manchas negras simulando los ojos y boca grotescos, no me coloco ropa interior.

Así casi desnuda me pierdo entre la gente esperando ver a Hermilo, sin embargo, la decepción llega mas pronto de lo esperado al verlo entrar del brazo con su esposa, muy sonrientes saludando a todo mundo.

Me bloqueo, no sé qué hacer, el bullicio del sonido a todo volumen rodeada de demonios, brujas, vampiros etc. Me hace recobrar el sentido.

–Buenas noches, me acerco a saludarlos quitándome la capucha.

–Maestra Laura, -me dice- ¿Y su esposo?

Sin darle respuesta me alejo de ellos colocándome la capucha bajo la mirada aniquilante de su esposa que me imagino ya sabrá de lo nuestro por la forma en que me mira.

Decido disfrutar de la fiesta bailando muy sexy, rosando mi cuerpo con los hombres que se me acercan, Hermilo saca a bailar a su esposa y yo en contra parte tomo al primer hombre que se cruza en mi camino, un tipo vestido de diablo con su cola saliendo de sus pantalones maquillado grotescamente y sus cuernitos de papel.

Le pido al Dj que ponga una mas movida, este accede, me coloco al centro de la pista y empiezo a moverme al ritmo de la música levantando mis manos y haciendo movimientos circulares con las caderas, mis tetas saltan fuera de ante las atentas miradas de los chicos le doy la espalda a mi pareja quien se mueve también al ritmo y colocando las manos en mi cadera empiezo a contonearla de un lado a otro restregándome en su pelvis, perrea, perrea, perrea se escuchan los gritos de la gente que de igual forma empiezan a bailar a nuestro alrededor.

Viendo que Hermilo no pierde detalle empiezo a bajar y a subir muy sensualmente embarrándome en mi pareja como si estuviera haciendo sentadillas, me volteo hacia él y le paso los brazos por detrás mientras el pasa los suyos por mi cuerpo dibujando mis curvas con ellas, en medio de la emoción el intenta besarme aun con la capucha puesta, me alejo un poco sonriendo, discretamente noto la carpa que se ha formado entre sus pantalones, así que aprovecho para darle la espalda de nuevo y restregarme en ella tomando sus manos con las mías levantando mi colita para restregarme con mas firmeza en el sintiendo su dureza.

–¿Te gusta zorrita? me dice mientras me agarra las tetas.

No le respondo, viendo a Hermilo a mi esposo a Lalo mirándome me siento muy puta y sus palabras me hacen sentir más caliente.

La pieza termina, mi pareja me toma de la mano y me pregunta si podemos salir un poco.

Accedo, me lleva al callejón más cercano y comenzamos a platicar y a fumar recargados en un coche viejo, platicamos de cualquier cosa hasta que de la nada me jala hacia el y comienza a besarme con furia, muy salvaje y dándome mordidas fuertes en los labios.

Me voltea de espaldas a él.

–Quiero que sientas mi verga, mira cómo me pones, me dice mientras se restriega violentamente contra mi cuerpo, intenta subirme el vestido pero al no poder se saca la verga y me la restriega en medio de mi colita masturbándose mientras siento como el vidrio de la portezuela del carro donde me tiene embarrada empieza a bajar, mis tetas respiran un poco al sentirse liberadas, pero igual es solamente para sentir sobre ellas unas manos frías, no quiero saber quien es, el diablillo me tiene ocupada con su gruesa reata golpeando mi colita.

Las manos que amasan mis tetas ceden a una boca ardiente que las lame y besuquea, el afortunado diablillo termina en gruesos y espesos chorros de leche que bajan lentamente sobre mi traslúcido vestido de la espalda a la cadera.

Me asomo para ver quien es el afortunado que probó mis senos y es nada menos que el conserje de la supervisión, el buen Rutilo, un viejito que apenas y puede con las labores escolares.

La fiesta continua, ya es media noche y en medio del baile, las copas y mi disfraz todo manchado coincido otra vez con mi diablillo favorito, que va acompañado me imagino que de su novia o esposa, no hago nada para llamar su atención, solo es cuestión de minutos para que de nuevo esté a mi lado bailando.

Entre pieza y pieza noto que me va guiando de nuevo hacia el lugar mas apartado de la fiesta, de reojo veo la conserjería abierta y lo jalo hacia ella.

Me quito el vestido quedando completamente desnuda ante él, agarra con fuerza mis tetas, retorciendo mis pezones rosaditos.

Pone un pezón en su boca y comienza a lamer despacio mientras gimo sintiendo sus dedos por húmeda vagina, levanto su rostro y lo beso con dulzura.

–No sabes que rica estás, me pones caliente muy rápido, te quiero hacer de toda mami, me dice mientras me besa el cuello, el oído, la boca.

–¡Que chingada madre haces aquí! Le dice al pobre Rutilo que va entrando a su casa.

–Pues aquí vivo ¿no? Le contesta

–Déjalo le digo acercándome al conserje ofreciéndole mis tetas, el diablillo, que no se ni su nombre, se molesta y quiere sacarlo, –si lo sacas también me voy le digo categóricamente mientras el viejillo afortunado retoma su labor con mis senos.

No le queda de otra, me voltea hacia el pidiéndole al viejo que se vaya que no se haga pendejo, pero este en lugar de obedecer empieza a lamer mi cuello desde atrás, mis hombros y amasa con fuerza mis pechos desde el nacimiento hasta mis pezones.

Por un momento los dos se quedan mirándome como extasiados, por mucho, soy lo mejor que han tenido en sus vidas, yo los observo jadeante, deseosa, el diablillo toma la iniciativa desnudándose y sentándose en la vieja cama del conserje ya desnudo me pide que me acerque a su macana ofreciéndomela, sin hacerlo esperar la tomo en mis manos y sin dejar de verlo a los ojos empiezo a lamerla desde la puntita hasta los huevos.

–Ya pinche anciano, sáquese de aquí, hace el último intento para sacar a Rutilo.

–Y dejar que goces tu solo de esta puta, ¡ni madres! ¡vamos a cogérnosla entre los dos! ¿verdad que te va a gustar mamacita?

No le digo nada lo tomo tiernamente de la mano y lo acerco reanudando mis chupadas a la verga del diablillo quien ya no se queja, cierra los ojos y empieza a disfrutar.

Rutilo aprovecha que estoy en cuatro y empieza a darme besitos en las nalgas, me dice que están suavecitas y que le gustan mucho, de reojo lo observo desnudarse, se acerca, lo siento colocar su pito a la entrada de mi vagina mientras sigo en mi labor mamando el mástil del diablillo.

De repente siento algo enorme en mi entrada, me imagino que el muy cabrón quiere meterme algún objeto en ella, volteo a reclamarle pero ¡no! me doy cuenta que en realidad es su verga ¡una gran verga!, no muy grande, pero si muy ancha, como una pequeña trompa de elefante,

–¿Te gusta? me dice el muy pendejo, no me deja responderle, el Diablo me toma de la cabeza y me retaca su verga y empieza a cogerme por la boca sin darme tiempo a respirar.

Rutilo reanuda su labor, menos mal que mi vagina esta lubricada, me digo a mí misma, a pesar de estar concentrada en el diablo, siento como ese enorme tronco empieza a penetrarme abriéndose paso por las paredes de mi vagina lentamente hasta tocar fondo, me deja que me adapte a su nabo y empieza a meterlo y sacarlo con suavidad, ah, rutilo se da cuenta de que estoy deseosa y empieza a bombearme más rápidamente, ah, um, volteo a verlo para animarlo, sobando la reata del diablo parece que esto le gusta porque me ofrece su verga de nuevo la cual con gusto empiezo a chupar, así permanecemos por 10 o 15 minutos, solo se escuchan los chasquidos de mis nalgas al rebotar en la pelvis de Rutilo y las chupadas que le estoy dando al diablillo.

Los dos machos braman como fieras gozando y disfrutando de su momento de suerte mientras les entrego mis mejores gemidos y lamentos.

Rutilo se tiende en el suelo mientras el diablo se incorpora esperando su turno, sin perder el tiempo me encaramo en el macho que está recostado y comienzo a cabalgarlo, me jala de las tetas para lamerlas mientras me empieza a coger con ganas como puede el diablo no deja de lubricarme el ano con saliva, le dice al viejo que se espere mientras coloca su fierro en mi anito.

Le digo que no lo haga, que me van a partir en dos pero me toma de las manos y me dice que una perra como yo se merece un trato especial, sin hacerme caso va empujando su camote en mi ano, siento que me parte, no les importan mis gritos y empiezan a cogerme con fuerza, pasado el duro momento empiezo a tomarle sabor al asunto, un arrasador orgasmo me llega impetuoso explotando al ritmo de las vergas de mis machos.

El diablo me toma de la cintura y hace que me salga de Rutilo, me aparta y empieza a cogerme el ano con fuerza mientras Rutilo me acerca su verga para que empiece a mamársela, jadean como locos.

–¿Te gusta perra? Me dice el diablo

No le respondo, me desprendo de el y empiezo a mamarle va verga con todas mis fuerzas, Rutilo no pierde el tiempo y me sienta de espaldas a el clavándome su verga en el ano de un solo impulso, empieza a galoparme con fuerza tomándome de las tetas como si quisiera arrancármelas, mientras propino mis mejores lamidas y chupadas a mi diablito saboreando mi propio ano, me coge por la boca con desesperación colocando sus manos en mi nuca.

Siento su descarga de leche, saco mi lengua para que me la de toda, arquea su cuerpo, ¡toma¡ me grita desaforadamente, empieza a escupir sus mocos en mi lengua, algunos me llegan al cabello y otros resbalan por mis mejillas hasta mis pechos, ¡ah¡ ladra Ramiro que escupe su leche en mi ano, siento su liquido caliente quemarme las entraña.

–¡Toma pinche puta, toma! Grita rutilo con las pocas fuerzas que le quedan.

Quedamos exhaustos tendidos en la vieja cama de la conserjería, mis machos ya se han parado y yo sigo recostada observándolos como terminan de vestirse.

Se acercan a mí, me ayudan a levantarme y me colocan mi vestido, empezamos a besarnos de nuevo pero ahora con mas calma como agradeciéndonos mutuamente el momento que acabamos de pasar.

El lunes me presento de nuevo al trabajo aun dolorida por la tremenda cogida que me dieron Rutilo y el tipo disfrazado de diablo, que por cierto, nunca supe como se llama o quien es.

El tiempo transcurre y el camión de la basura llega para llevarse los tambos del plantel.

De reojo miro a los chicos que cargan los tambos y los vacían en el carro sin embargo uno de ellos llama mi atención ya que va disfrazado igual que mi diablillo.

Salgo para cerciorarme y si efectivamente es el chico del camión recolector, quien lo diría.

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