Un viejo verde y yo sola en la piscina (7)

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T. Lectura: 6 min.

“Terminamos agotados y voy tomando conciencia del peligro de lo que está ocurriendo. Me levanto, me doy una ducha rápida, me lavo los dientes y me visto.

“Vaya, qué sorpresa, he ido a comprar el pan y estaba aquí de charla con una vecina” escribo en el whatsapp.

Antes de salir lo miro.

-Esto se ha acabado a partir de ahora se vuelve a la rutina. -le digo.

-De acuerdo puta. -Contesta riendo, -pero ya sabes… si necesitas lo que no te da tu marido, ya sabes dónde estoy jajaja

Pero a pesar de lo dicho sé que no se ha acabado… sé que no podré dejar de tener esos polvazos. Sobre todo cuando, tras despedirnos, tomo sus manos y las pongo en mis pechos, que agarra con fuerza. Abro la puerta sin hacer ruido y rápido bajo las escaleras y voy comprar el pan. Cinco minutos después estoy en casa con mi marido. Hago como que me hace ilusión verlo medio día antes, cuando, en realidad, maldigo su sorpresa.”.

Me da un par de besos, me abraza y, poco después, me está quitando la ropa.

-Parece que oír a la puta del vecino te ha encendido ¿eh? -le digo sonriendo.

Él me contesta con una sonrisa.

-Pobrecilla, hay que tener estómago para abrirse de piernas para él. No hay dinero que pague eso.

Y no son sus caricias, sino lo que acaba de decir, lo que hace que entren ganas de follar otra vez. Aunque la follada es muy decepcionante. Después de las tenidas en la última semana… casi no siento nada. Me asusta darme cuenta de eso.

Dos días después nos vamos a la playa, donde pienso que se normalizará la relación con mi marido, pero no es así. Cada vez que me pongo un bikini pienso en mi vecino y en cómo me miró las tetas en la piscina. Cada vez que tomamos una copa lo recuerdo a él, bebiendo ginebra a morro. Cada vez que follamos, para intentar llegar al orgasmo, pienso en él y en cómo me esperaba con las manos abiertas y levantadas la primera vez que hice un striptease para él y en cómo fui acercando mi cuerpo hasta que mis tetas se posaron en sus ásperas manos abiertas.

Al final vuelvo a casa sabiendo que no va a ser fácil volver a la rutina y la primera vez que mi marido me dice que vuelve tarde del trabajo, nada más colgar el teléfono, me visto de cowgirl y llamo a la puerta de enfrente.

Nada más abrirme sonríe. No hace falta decir nada. Sabe que lo necesito. Me hace pasar y, mientras se ríe de mi marido, que no logra satisfacerme vuelvo a rememorar todo lo vivido. Empieza por pegar un trago y después me hace abrir la boca para que beba yo la ginebra directamente de la suya. Repite la operación varias veces mientras me va quitando la ropa hasta que se vacía la botella. Algo mareada siento sus labios lamiendo las gotas derramadas en mi barbilla, en mi cuello y en mi escote.

-Desnúdate y colócate en la mesa del salón para que te folle mientras voy por otra botella.

Y así, con una botella en la mano y agarrando mi cadera con la otra, vuelve a follarme días después. Cuando termina me da la vuelta y amasa mis pechos, se los come, hasta los golpea suavemente y, cuando se le pone a tono otra vez, se tumba en el suelo para que le vuelva a follar.

Repito una semana después. Y luego otros dos días después…. Como imaginé, lo de volver a la rutina no va a ser tan fácil. Y entonces la cuarta vez que voy a su casa, me lo deja claro.

-Quiero meterte mano delante de Pablo.

-Eso es una locura. No puedo.

Y follamos. Pero cuando vuelvo a casa, comienzo a dar vueltas a cómo podría satisfacer su deseo. Poco a poco se va dibujando un camino. Sólo hace falta un poco de suerte. Así que, en la quinta visita, con mis pechos apoyados en la mesa y él aún dentro de mí tras haberse vaciado comencé a contárselo. Él se rio y, azotándome el culo, me dijo que encontraría el momento adecuado para ponerlo en marcha.

No tardó mucho. Un día, según llega Pablo a casa me dice.

-Al final el hijoputa del vecino nos va a denunciar por cerrar la terraza sin consentimiento de la comunidad. Me lo encontré antes y ya me lo anunció el muy cabrón.

-¿Quién? ¿el putero de enfrente?

-Joder, sí, ése, Silvia, ¿quién coño va a ser si no?

-¿Y qué puede pasar?

-Pues que nos caiga una multa y nos obliguen a deshacerlo o qué se yo.

-¿Y no podemos pedir ahora permiso a la comunidad?

-¿A hechos consumados? Ni de coña.

-Bueno, a lo mejor estaba de farol, déjalo estar cariño.

Y así estuvimos durante una semana. Buscando opciones que no existían hasta que al final, el propio Pablo, llega a la conclusión que yo esperaba.

-Voy a ir a hablar con él a ver cómo podemos arreglar esto.

Me quedo mirándolo fijamente.

-Voy contigo, cariño.

-No deja, igual la cosa se pone difícil.

-Precisamente por eso quiero ir.

-Vale. Pues nada. Vamos.

-No cielo, estás muy muy preocupado y muy alterado. Tranquilízate un rato y vamos luego.

Y así es cómo, entrando en la habitación, aviso a mi vecino de que iríamos en un rato.

Media hora después me visto con una camiseta de tirantes de lycra muy ajustada y unos shorts de estar en casa que dejaban parte de mi nalga al descubierto. Sonriendo, le pregunto:

-¿Estás ya listo?

-Sí, ponte algo y vamos.

-No, mejor voy así.

-¿Estás loca? ¿Cómo vas a ir así a casa de ese viejo verde salido?

-Justo así.

-Pero joder, Ya te he dicho que le he pillado varias veces mirándote. No puedes ir marcando pezones a tres kilómetros.

-Lo se cielo, justo por eso… igual esto le hace estar menos agresivo…

-Pero..

-No te preocupes, cielo, lo importante es salir de este lío.

Acepta. “Primera victoria”, pienso.

Y llamamos a su puerta.

-Hombre, vecinos, ¿qué pasa?

Nos recibe sonriendo y mirándome fijamente las tetas.

-Ya sabes qué es lo que pasa. -Responde Pablo.

-Venga, pasad, no os quedéis en la puerta.

Pasamos, pero Pablo se queda en la entrada. Yo me sitúo detrás de él.

-Vamos a ver, no sé qué ganas con lo de denunciarme con la terraza. Pensé que tal vez podíamos llegar a un acuerdo.

-Jajaja. Así que ahora sí quieres hablar conmigo, jajaja. ¿Y qué tipo de acuerdo me ofreces?

-Podíamos cerrar una digamos “compensación económica” para no tener que entrar en líos de abogados e historias.

-Jajaja ¿Compensación económica? Gracias no estoy interesado. Tengo suficiente con lo mío.

Pablo, aun dándome la espalda, deja ver la tensión que acumula.

-Seguro que podemos encontrar un término de acuerdo.

-Estoy seguro que sí, jajaja.

-¿Entonces? ¿qué tipo de acuerdo puede ser del que estamos hablando?

-Jajaja. Por supuesto. Tal vez, sólo tal vez… si pudiera ver las tetas de tu mujer, me animaría a quedarme quietecito, jajaja.

-¿Está usted loco? ¿Qué Silvia le enseñe las tetas? Por favor no nos falte al respeto. No vamos a hacer semejante cosa.

Y durante un minuto ambos hombres se miran fijamente, desafiándose. Mi vecino rompe el silencio.

-Vaya, jajaja, pues parece que su mujer, en realidad, sí que quiere cerrar el trato. -Dice mirándome.

Pablo se da la vuelta despacio. Le miro fijamente a la cara mientras su expresión cambia al darse la vuelta y encontrarse con que su mujer se ha quitado la camiseta. Mis pezones erectos muestran todo su esplendor para mi vecino putero.

-¿Pero qué coño haces, Silvia?

-Solucionar este problema, Pablo. Parece que tú no estabas teniendo mucho éxito.

Y luego dirigiéndome a mi vecino le digo.

-¿Es esto lo que quería, vecino?

En la situación actual está claro que me refiero a su petición inmediatamente anterior, pero los dos recordamos el objetivo inicial que puso en marcha el plan.

-Vaya, vaya, Silvia, ¡vaya tetas! Pequeñitas pero guerreras, con esos dos pezones que pinchan, jajaja. Estoy un poco mayor, cielo, así que tendrás que acercarte a mí para que te las pueda ver bien.

Yo avanzo unos pasos, pasando por delante de Pablo que no hace nada por detenerme. Tal vez porque no se ha repuesto de la sorpresa o tal vez porque sabe que así solucionará el problema. O tal vez por otro motivo, quién sabe.

-Yo ya he cumplido lo que pedía. Entiendo que usted cumplirá su parte.

-Jajaja. Vamos a ver preciosa. -Me dice bajando la cabeza hasta poner sus ojos a solo unos centímetros de mis pezones. -Yo dije que tal vez, sólo tal vez… si pudiera ver las tetas de la mujer de Pablo, me animaría a quedarme quietecito. Y, como sabes, “tal vez” no es “seguro”…

Se hace un silencio tenso.

-Entiendo vecino. ¿Que tiene que pasar para que ese tal vez sea un seguro?

-Jajaja. Comprenderás que, una vez las he visto, me apetece tocarlas, jajaja. Con eso me basta. Cinco minutos de tus tetas y nos olvidamos de la denuncia.

Un nuevo silencio en el que espero que Pablo replique. No lo hace, así que sentencio.

-Me parece justo.

Pablo no dice nada, y mi vecino me da la vuelta, me coloca de espaldas a él y frente a Pablo.

-¿Ves vecino? ella sí que sabe negociar. -Dice mientras sus dos manos cubren mis dos tetas.

Yo miro a Pablo intentando poner cara de incomodidad pese a que las bragas están empapadas. El rostro de Pablo es indescriptible viendo cómo el putero del vecino de enfrente está magreando a su mujer.

Agarra la carne de mis pechos, acaricia mi piel, pellizca mis pezones. El tenso silencio sólo se rompe por la respiración pesada de mi vecino y algún que otro gemido mientras me magrea. Yo, en todo el tiempo, miro a Pablo. Hundido, humillado. Y no puedo asegurarlo, pero creo que mi vecino también lo mira mientras lo derrota.

Nadie mira el reloj. Al rato, cuando estima oportuno, mi vecino me retira, despidiéndose de mis tetas con un golpecito por abajo que las levanta y las hacer bajar de nuevo.

-Efectivamente, vecino. Esto es negociar. Olvidaos de la denuncia. Tenéis mi palabra.

Y se mete para dentro dejándonos solos en la entrada. En completo silencio, me pongo la camiseta y nos vamos a nuestra casa.

Cenamos sin decir palabra y nos vamos a la cama. Al día siguiente tampoco hablamos más allá del buenos días y poco más. Así que decido agarrar el toro por los cuernos (nunca mejor dicho).

-Creo que debemos hablar sobre lo que pasó ayer.

Para mi sorpresa, su reacción fue la apertura de un dique. En vez de tantearnos y ver por donde vamos, Pablo, de pronto, se lanza a hablar. Me dijo que fue sorprendente ver que yo aceptaba su condición y terriblemente humillante saber que ese tío, al que no deben aguantar ni las putas, estuviera viéndome en pelotas.

-Entonces pasó lo peor. Joder, Silvia, ¿podrás perdonarme? Te juro que me excité. Cuando vi la cara con la que te miraba ese viejo putero… se me puso dura…

Veo que está a punto de llorar. Me solidarizo con él… yo pasé por eso casi un mes atrás, cuando, humillada ante las burradas que me decía, volví para ponerme a su lado en la piscina.

Lloramos juntos un rato y, cuando nos tranquilizamos, le confieso.

-Pablo… yo… me ocurrió algo parecido.

-Q… qué?

-Sí, cielo, cuando empezó a tocarme fue terrible, pero luego… no sé, la situación… el caso es que….

Y así el siguió confesándose conmigo, comentando que no pudo quitarse de la cabeza la imagen de ese viejo depravado putero agarrándome las tetas y que, cuando lo hace siente humillación y excitación a partes iguales. Bueno, mucha más excitación.

Finalmente, cuando veo que su entrepierna ha crecido lo suficiente, me levanto y tomándole de la mano, lo llevo a la puerta.

-¿Qué haces Silvia?

Yo respondo poniendo mi dedo índice en sus labios haciéndole callar. Salgo al descansillo y llamo a la puerta de enfrente.

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8 COMENTARIOS

  1. A muchas mujeres nos atrae esa idea de ser “atendidas” como queremos, por un maduro que nos haga sentir de verdad un orgasmo. Y más si nuestro partenaire lo presencia.
    No sé porque muchas mujeres se esconden de ese deseo, o de un encuentro que no de lo que soñamos.
    Igual es una fantasía por tu parte, pero si es así, te aconsejo que la lleves a cabo cuanto antes.
    Solo de leerte me han venido a la memoria muchas vivencias… y tengo las bragas húmedas. Debería habérmelas quitado.
    Bajaré la basura sin ellas, en cuanto oiga al vecino de arriba salir… Si el ascensor hablara…

    • Hola Cleo. Me encanta que seas tan explícita. Yo en realidad no pienso como tú. Cuando quieras lo debatimos. Muchas gracias por tu mensaje

    • Por unas pocas palabras no me entró la última parte relato entera así que tuve que dividirla en dos

      • Hola, graciaa por tu respuesta, hace rato que no disfruto un relato como los que haces, por eso digo que se me hizo muy corto jeje. Espero que el proximo llegue pronto. Saludos! Si no es muy atrevido, me gustaria conocer tu historia y como llegaste a publicar tis relatos?

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