Mi profesor y yo (termino haciéndome su perra)

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Recuerdo que a mitad de mi primer año en la universidad, hicieron un cambio de profesor en Derecho empresarial, este solía ser un hombre en finales de sus cincuentas y fue reemplazado por uno de sus buenos treinta y cinco o treinta y seis, hombre que sin saber llego a mi vida para enseñarme juegos deliciosos, sexo duro y fantasías tan obscenas.

Este hombre era realmente atractivo, bastante alto, una espalda ancha y que buen cuerpo lucía al vestir esos trajes, sus rasgos masculinos bien marcados por esa mandíbula definida, sus felinos ojos color miel y esa voz tan profunda y grave, en una ocasión me perdí completamente imaginando como sería el tono de sus gemidos, lo mire tan fijamente que él se dio cuenta de que mi mirada iba de su rostro a su entrepierna.

Los coqueteos fueron tan frecuentes y descarados que pronto ya lo había hecho parte de mi jugueteo, y por supuesto yo caí en el de él sin darme cuenta, era ley que el día que tenía clases con él, usaba minifaldas y escotes muy reveladores, cuando me acercaba a su escritorio me inclinaba de más para mostrarle las tetas y el me guiñaba el ojo, me miraba más que al resto de la clase, dimos un paso más que solo miradas en la biblioteca, dónde en una ocasión me lo encontré y me siguió hasta el último pasillo de estantes de libros, fingí que necesitaba un libro de lo alto del estante solo para que el se pusiera a mi espalda, intencionalmente le pegue mi culo a su bulto, en lugar de quitarse se quedó allí y tocó mi cintura.

Después de eso la biblioteca fue nuestro lugar de encuentro, ya que jamás había más de dos o tres alumnos, por alguna razón el frecuentaba mucho ese lugar, (descubrí que detrás de esa imagen elegante y pulcra había un hombre cachondo y vulgar, eso me encantó), en ese lugar podíamos cachondear bien rico, pero no pasaba de besos y manoseos, me encantaba las cosas que me susurraba al oído como: “Que ricas tetas, me las quiero follar”. “que ganas de ver ese culito en cuatro”. “esta conchita pide una rica cogida”… pero ninguno se dejaba llevar de más, aunque sinceramente a mí ya me palpitaba el coño con un deseo inmenso de tener su verga adentro.

Aquel día decidí que ya era hora de darle fin a la espera, tenía su clase a final del día, así que mi ropa interior constaba de una tanga pequeña y un sostén sin tirantes, una blusa de licra a tirantes delgados y una minifalda tableada, mis tacones y una chaqueta que para el final del día ya no llevaría puesta. Cuando nos vimos en la biblioteca justo antes de que terminara la ante penúltima hora, me asegure de dejarlo bien cachondo, supe que eso resultó porque, me detuvo antes de entrar a su salón para decirme que necesitaba que me quedara después de la clase, obviamente ya sabía para que.

Cuando la clase terminó, todo mundo comenzó a salir rápido del aula y yo envié un mensaje a mi amiga Jessica para que no me esperara dándole el pretexto que debía terminar un proyecto, escuché que el profesor carraspeó la garganta y seguido de ello el clic del seguro en la puerta, me acerqué a él lentamente.

-¿Porque tan tímida muñeca? —me preguntó con un tono de voz que me erizó la piel.

-Porque ahora no tiene obstáculo alguno —respondí, sabiendo que hoy si o si me daría una buena cogida.

-Ya te me escapaste mucho, ¿no crees? —cuestionó pasando sus labios por la curva de mi cuello y bajando sus manos hasta mi culo— Vas a ser mi perrita… te voy a dar esa buena cogida que mereces…

-Seré su perrita —solté casi en un gemidito, ya bien caliente por la forma en que me hablaba— Quiero que me coja —seguía susurrando bien cachonda.

-Que perrita tan obediente…

Me levantó para sentarme en el escritorio y meterse entre mis piernas, me apretó contra el y empezó a besarme casi desesperado, me apretaba el culo y las piernas, yo me aferraba a su nuca, sentí como jalaba mi blusita hacia abajo con todo y el sostén, mis tetas salieron libres y totalmente expuestas a sus ojos, las apretó con ambas manos masajeando las con deseo puro en la mirada.

-Que ricas tetas —se bajó a mamarme los pezones, claramente estaba encaprichado con estas.

Me tenía gimiendo, me separó más las piernas deslizando su índice por mi tanguita ya medio clavada en mi rajita, la hizo a un lado y hundió su cara en mi coño, su lengua experta exploraba satisfactoriamente cada uno de mis pliegues, empecé a gemir mucho más fuerte por lo que se levantó y me tapó la boca, me cargo apretándome bien las nalgas y enrede mis piernas en su cadera, me llevo hasta su pequeña oficina justo a la izquierda de su escritorio, cerrando muy bien la puerta de esta también.

-Aquí si te puedo hacer gemir como perra —y me dejó sobre el escritorio de allí.

Me baje para arrodillarme y sacarle la verga, deseaba mamársela, cuando la tuve a la vista sonreí más que satisfecha, saboreando ese delicioso pedazo de carne, de buen tamaño y gordo, estaba duro pero parecía que no del todo, empecé a lamerlo desde la base hasta la punta, lo escuchaba jadear y mi lujuria creció, empecé a mamársela tan fuerte que cuando la sacaba de mi boca se podía escuchar cada chupada, él gemía tan rico, mejor de lo que había fantaseado, empecé a tragarme toda su verga y lo disfruté tanto como él, lo tenía gimiendo tan rico que con solo eso me pude haber corrido.

Me follo la garganta y cuando me dejó libre de eso lo empuje hasta la silla para atraparle la verga entre mis tetas, le hice una rusa tal como lo insinuaba en la biblioteca, pero no duró mucho, porque me hizo parar para inclinarme sobre el escritorio.

-Ya tendremos más tiempo para eso nena, ahorita ya te la quiero meter —se detuvo para buscar algo en su cajón, cuando gire a ver se ponía un condón.

Ya quería tenerlo dentro, me abrí las nalgas con ambas manos y el profesor tenía una mirada de loco, que se acentuó más por la forma en que relamía sus labios, me froto su hinchado glande en mi hambrienta entrada, gemí y me solté el culo para aferrarme al escritorio, tras un gemido y una nalgada empujó fuerte, ensartándome, cuando entro puse los ojos en blanco, empujó otra vez y gemí fuerte.

-Cógeme duro —rogué como una verdadera puta.

-Que rica conchita, te la voy a dejar bien reventada…

Gruño y empezó a cogerme como un poseído, empujaba tan duro que las patas del escritorio chirriaron un par de veces, me hizo subir una pierna al escritorio y lo sentía entrar más profundo, yo no paraba de gemir, el no paraba de metérmela, me daba nalgadas me jalaba el cabello y gemía tan fuerte como yo.

-Que ganas tenía de meterte la verga perrita —me susurraba en el oído sin dejar el mete saca y tirando de mi cabello hacia atrás— Así, que rico te entra..

-No me la saque profe, la tiene bien rica —le gemía con una aguda voz.

-Me aprietas bien rico la verga —y me castigaba a fuertes nalgadas— ¿Te gusta la verga mmh? Perra.

-Quiero más —le repetía a gemidos— me encanta, no la saques, dame, duro papi… —gemía como una puta.

El profesor me cogía duro y rico, su verga la podía sentir llenándome completamente, me sujetaba del cabello tirando con fuerza y con la otra mano me tomaba del hombro derecho, el placer que me daba me hacía desear no parar, mis gemidos ya eran casi gritos, el choque rudo, tan mojado como viscoso, me tenía bien mojada y el bien duro, disfrutaba de darme azotes muy duros en las nalgas, hasta que disminuyó la fuerza y me tomo de la cintura para moverse más lento pero con ensartadas aún profundas.

-Ven a montarme —se salió de golpe y se sentó en la silla de antes, su pecho subía y bajaba por la agitación.

Sonreí caminando hacia él tocándome el coño para montarme en esa deliciosa erección, me froté su verga un momento y después me la clave de un sentón, el jadeó, yo grité, y me tomo por la cintura, empecé a cabalgar haciendo que mis tetas rebotaran sin control, gemía y me aferraba a sus hombros, ver sus gestos de placer me hacía mojarme más, me apretó las nalgas para hacerme caer más fuerte, me temblaban las piernas ante eso.

-Así, como una buena puta monta a su macho… —gemía y empezó a darme nalgadas— Así que reboten esas tetas…

-Ya quería su verga así… bien adentro —jadeaba al hablar

-¡Si nena clávatela toda, se una buena perrita mmh! —El profesor tenía un lado vulgar tan rico, me encantaba oír esas cosas.

-Que rica verga tiene… me voy a… —me quedé a mitad de esa frase.

Gemí echando mi cabeza atrás sintiendo como se contraía mi coño, me tense en un orgasmo delicioso, el placer intenso me nublo la vista, ese calor invadió mi vientre, mis juguitos le mojaron más la verga y mis piernas, él me agarraba del culo haciéndome subir y bajar más rápido, yo gemía sin control.

-Que rico te corres mi perrita…

Hablo jadeante y se levantó cargándome sin salir de mi, solo para recostarme en el escritorio, me tomo de la parte de atrás de las rodillas abriéndome bien las piernas, cogiéndome más duro que antes, el choque era tan duro y continuo que el éxtasis no disminuyó en mí, su vista estaba fija en mis tetas y gemía casi bufando tras cada empuje, mis agudos gemidos retumbaban en la oficina, definitivamente esto no lo habríamos podido manejar en silencio en la biblioteca, yo estaba delirante de éxtasis, tenía a mi profesor dándome duro, reventándome el coño, gimiendo como tanto lo imagine, llamándome “su perra”.

Mi cuerpo tembló y explote en placer junto con él, me frotaba el clítoris, corriéndonos juntos, el jadeaba ronco, y yo sollozaba de placer, me daba unas últimas metidas bien profundas. Se quedó dentro de mí un momento para salir poco a poco después, dejando caer el condón lleno de leche, como habría deseado tener toda esa lechita adentro.

Me quedé allí tumbada en el escritorio un momento con las piernas flácidas y la respiración agitada mi cuerpo sudado y las nalgas doloridas de tantos azotes. El profesor me miró cuando me levanté, dese aquella silla, con la vista fija en mi, aún se tocaba la verga y sonrió.

-Que rico coñito… —se frotaba la verga de arriba abajo mirando fijamente.

-Esa lechita la quería aquí… —me toque el coñito que aún palpitaba

-La próxima vez te voy a dejar bien llena de leche —nadas más rico que un hombre así de vulgar en la cama.

Tras vestirnos y salir con mucho cuidado del aula me ofreció llevarme a casa, de camino la conversación no se trató de nada más que no fuera lo rico que la pasamos y de como la habríamos pasado de haber estado en otro sitio.

Me dejó a una calle antes de mi casa, no sin antes acordar un encuentro. Así comenzó está serie de intensos y deliciosos encuentros, así me convertí en la perrita de mi lujurioso profesor.

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8 COMENTARIOS

  1. Rico relato que me hace recordar los encuentros que tuve durante varios años con diferentes alumnas y de diferentes formas. Gracias por lo descrito porque lo haces muy bien. Eres buenísima para escribir y detallar. Felicidades.😘

    • Muchas gracias por leer, y me alegra que gusto tanto ♡….
      Si, espere más porque aún faltan cosas muy ricas…

      • Hola. Muchísimas gracias por contestar. Reitero mi reconocimiento a tu forma de relatar tus encuentros. Espero más con mucho gusto y placer. Como mencioné, me recuerda lo que escribes a muchas chicas con las que tuve encuentros muy ricos de diferentes formas.
        Gracias y hasta pronto.😋

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