Pasan dos semanas después de nuestro encuentro y vuelvo a coincidir con el tipo que ayuda a recolectar la basura en dos ocasiones más, pero al parecer no me recuerda, incluso, ni siquiera voltea a mirarme.
Es fin de mes y la reunión de consejo técnico toca de nuevo en la supervisión escolar, para esta ocasión me pongo un vestido blanco muy corto y escotado, unos días antes me hice un corte de pelo a la nuca, como una muñequita asiática así que solo me lo arreglo planchándolo a la perfección, llego a la supervisión con la idea de ver la reacción de Hermilo al ver mi nuevo look, sin embargo me llena una morbosa e ilícita satisfacción cuando al entrar escucho los botes de basura golpear contra el depósito del camión que la recoge y más al observar a los tipos que descargan los botes.
Y justamente Hermilo pasa junto a mí en este momento, lo observo y el me observa, le sonrío y el solo pasa sin dirigirme la palabra, siento tanto odio que quiero matarlo, pero en vez de eso una loca idea pasa por mi cabeza, aprovechando que se queda cerca platicando con un compañero me acerco al chico recolector de basura.
–Hola, ¿te acuerdas de mí? Le pregunto lo más coqueta y sensual que puedo, el me observa todo desconcertado, Hermilo nos mira de reojo
–¿perdón?
–Te pregunté si te acuerdas de mí, porque yo si me acuerdo de ti diablito, por cierto ¿Cómo te llamas? Porque la última vez estabas tan ocupado corriendo al pobre Rutilo que ni siquiera pude preguntar tu nombre, le sonrío alejándome un poco al ritmo de mis pasos bajo la mirada inquisidora de Hermilo.
–No mames ¿neta? Me alcanza.
–soy Luis, mucho gusto maestra, no lo puedo creer, neta, es usted una muñequita, se ve muy linda con esa ropita que trae, ¿cómo se llama?
Hermilo me llama a la reunión muy molesto sin darme tiempo a contestar, obvio que había logrado mi objetivo, sin embargo, ahora no me puedo quitar a Luis de encima, habla y habla y yo sin poner atención me centro solamente en Hermilo.
–Hola Laurita, me dice Rutilo con su voz de viejito rabo verde asomándose por la puerta de su cuartucho ¿le gustó lo del viernes? Sonríe
–pase, mire, le tengo una sorpresa me dice sobándose el paquete y metiéndose a la conserjería.
–¿se va a animar? O se va a echar para atrás, me dice Luis metiéndose igual a la conserjería.
Por unos momentos me quedo indecisa, estoy de nuevo ante la oportunidad de repetir la experiencia ante estos dos machos que combinan experiencia y juventud o tratar de reconquistar a Hermilo.
No tardo en decidir, cerciorándome de que no hay nadie al rededor me introduzco a la conserjería.
Apenas la metálica puerta se cierra a mis espaldas, las dos fieras ansiosas de mi cuerpo se abalanzan sobre mí, sus burdas y callosas manos recorren mi sinuoso cuerpo sin el más mínimo pudor.
Por un momento se quedan quietos contemplando mi corto y ceñido vestidito blanco, con mis largas y bien formadas piernas casi al descubierto, admirando el banquete que tienen frente a ellos.
Envuelta en un glorioso e inexplicable placer les sonrío
–Quien lo diría Laurita, tan bonita y seriecita que se ve, me dice Rutilo sobándose con fuerza la tremenda carpa que se nota por encima de su roído y viejo pantalón.
Me quito el vestido mientras ellos igual se desnudan, me arrodillo totalmente desnuda, mi blanca y fina piel resalta a la luz del único foco que cuelga de un cable al centro del cuartucho, contrastando con la piel curtida de ellos.
Dos vergas bien tiesas apuntan hacia mí, ellos me ven como embobados, a pesar de la cogida que ambos me metieron hace poco, como que aún no pueden creer que una belleza como yo esté hincada ante ellos, sonriente y ansiosa por devorar sus duras reatas.
Rutilo gime pues decido lamerlo a él primero, sujeto su grueso pito y le lamo la cabeza, despacio, trazando círculos con mi lengua, el viejo suspira y susurra vulgaridades, mi mano derecha aferra la verga de Luis mientras me trago el hongo de Rutilo sujetándolo entre mis mandíbulas apasionadas
–Así mero maestra Laura, resopla el viejo conserje mientras le chupo el glande deslizando mi cabeza de delante hacia atrás y mi mano derecha masturba lenta y dulcemente a mi otro semental.
–Ya con eso maestra Laurita, me dice Rutilo, dele una chupadita al pobre de Luisito si no se vaya a enojar, se la lamo de la base hasta la punta y le doy un tierno besito a su hongo para después colocar mi tierna boquita en el rosado hongo de Luis, no sé si se la han mamado antes, porque me la frota con fuerza en los labios, la nariz y mejillas antes de ver su candente cilindro desaparecer en mis finos labios.
Así estamos durante unos magníficos quince o veinte minutos, perdiendo la noción de mi identidad convirtiéndome de una respetable maestra en una muñeca para dar placer, turnándome para mamarles sus ricos penes, teniendo cuidado de no hacerlos acabar, aunque eso no me impide saborear el exquisito líquido pre seminal de ambos.
Me ayudan a ponerme en pie y con delicadeza me acuestan sobre la endeble mesa de madera que hay al centro del cuarto, mis piernas cuelgan y don Rutilo las abre sujetando mis bien formados muslos, me apoyo sobre mis codos para contemplar, pues ni yo misma doy crédito al ver a este tipejo, viejo, flaco, correoso y feo penetrándome, ingresando en mi hermoso cuerpo derritiendo las paredes de mi útero.
–Oh, Rutilo, gimo recostando mi cabeza en la fría tabla rindiéndome al exquisito mete y saca de este curtido conserje, Luis se para a mi lado para meterme su serpiente en la boca y ¿Hermilo? se dedica a manosearme y chuparme mis inflados pechos.
¡Era lo que estaba esperando! Hermilo, es la última frase que alcanzo a proferir ya que Luis sujeta mi cabeza sambutiéndome su verga a fondo mientras Rutilo arrecia sus embestidas, mareándome y conduciéndome de manera inexorable a un grandioso orgasmo.
Rutilo se desprende de mi al igual que Luis, Hermilo se acerca y me besa yo le correspondo deseosa con el alma en cada beso.
Luis se tiende en el suelo de la vieja conserjería, me llama, volteo a ver a Hermilo solicitando su permiso este me indica con la mirada que vaya, me monto en Luis, nuestros rostros están al mismo nivel, le sonrío como una puta experta mientras dirijo su verga a la entrada de mi vagina, sin poder controlarme, le lamo la cara y el cuello para finalmente besarlo de forma asquerosa, Rutilo no se queda atrás, ganándole a Hermilo lo siento arrodillarse detrás de mí, rozando su arrugada barriga en mis nalgas empuja su delicioso pene en mi recto.
–¡Ah, ¡qué rico!, exclamo, sintiendo a Luis en mi vagina y a Rutilo en mi ano moviéndose sincronizadamente poseyéndome y sodomizándome al mismo tiempo, jadeo como loca, grito como poseída sin importar si me escuchan o no, así, montada por este anciano y un tipo que apenas y conozco, ambos arrecian sus embates mientras Hermilo me soba las tetas y me frota su deliciosa verga en la cara, se la chupo, Rutilo me bombea con más fuerza, casi con ira agarrándome con fuerza de la cadera como si quisiera partirme en dos, ruge satisfecho al regar mis intestinos con su gruesa y espesa leche, Luis sigue su ejemplo, bien agarrado de mi estrecho talle, eyacula dentro de mí, ah, gimo al sentir sus palpitaciones en mis agujeros al mismo tiempo.
Me desplomo sobre el frío piso bañada en sudor, temblando, intentando asimilar tanto placer, Rutilo me la saca y seguramente observa su propio semen chorreando en mi ano al igual que Luis al desprenderse de mí, me acerco a limpiárselas, su sabor es rico, aunque de esas vergas a la de Hermilo es obvio cual es la que me gusta.
Al fin respiro de manera más regular, veo a Hermilo sentado en una silla, Luis y Rutilo entienden y vistiéndose salen de la conserjería,
Dentro de la conserjería hay un baño con regadera, así sin prisas limpio mi joven y firme cuerpo de todo rasgo de Luis y Rutilo y salgo así desnuda no tengo dudas, estoy decidida, me acerco a Hermilo y rodeo su cuello con mis brazos, lo beso, ambos sabemos lo que sigue.
Siento sus labios lamer y succionar mis pechos mientras acaricio su pelo entre cano, acaricia mi vagina con sus gruesos dedos, correspondo besándole el cuello así como esta inclinado lamiendo mis tetas, después de varios minutos lo aparto tiernamente de mí, me acerco para bajarle el slip de su pantalón le sonrío, me inclino hasta quedar de rodillas ante el, me la coloco en la cara, sus enormes testículos resbalan por mis mejillas y su miembro rebasa por mucho mi delicada y fina cara, se la empiezo a lamer, muy lentamente,
Él me contempla, lo tengo en la gloria, me lo dicen sus gemidos, tomo su pene entre mis manos y lo contemplo, sólo lo contemplo, lentamente me acerco, saco mi lengua para juguetear alrededor de su cabeza, lo beso una y otra vez, recorro mi lengua sobre su ranura, lo beso y lo vuelvo a besar, la escupo y chupo mi saliva, Hermilo me toma del cabello y con fuerza me apresa del mentón forzándome a abrir más la boca. una vez así sujetándome de mi pelo me da un tirón y empuja con fuerza su grandioso falo en mi boca y me obliga con su fuerza a chuparlo a tragarlo.
–No quiero que vuelvas a ver a esos cabrones ¡me entiendes! Bufa copulando en mi boca con fuerza
–eres ¡mía! Solo ¡mía! Me grita mientras acaba sobre mi cara.
Su leche blanca, caliente y espesa, um, forman un delicioso manjar que se desparrama por toda mi cara, es algo delicioso, interminable, esa sensación de caliente y frio de su semen me hace vibrar.
Luego de estar un rato limpiándosela me la saca de la boca, me ayuda a levantarme y pega sus labios en los míos, mi boca se abre, permitiendo la entrada de su lengua gorda y caliente, nos besamos los dos estamos ebrios de lujuria de celos de deseo.
–Soy tuya amor, solo tuya, le digo mientras sus manos se mueven por mi espalda, hago que se siente en el sucio sillón que hay, me monto en él abrazando su cabeza con mis brazos, devorando su boca, mamándole la lengua, rodeando su panza con mis piernas, suelto su boca y arqueo mi espalda, mis senos quedan apuntando a su cara de inmediato, Hermilo entierra su cara peluda en ellos, lamiendo, mordisqueando, besando, marcándome con gruesos chupetones y moretones marcándome solo para él.
¡Estoy montada en su cosota! sus manos anchas y cálidas, su boca ardiente, me provocaban un éxtasis tan ansiosamente esperado por mí, me separa de el tiernamente, me tiende sobre la vieja mesa, me besa, su panza pegada a mi fino vientre, empieza a bajar, deteniéndose un rato más en mis tetas, luego, prosigue su exquisito descenso hasta llegar a mi depilada y deseosa vagina que ya está esperándolo, restriega su cara contra mi sexo, –ah, así, gimo
Hermilo me lame y me mordisquea, siento su gorda lengua abrirse paso entre mis labios vaginales una y otra vez, –Oh, qué rico
Sus dedos invaden mi intimidad y, de manera instintiva, abro más mis piernas, para que juegue como quiera exploto en un orgasmo lento, delicioso, abro los ojos, lo observo separar mis piernas, hallo su mirada, destila deseo, intuyo que igual ve lo mismo en mis ojos.
Me la mete lenta, muy suavemente, cierro mis ojos de inmediato, abro la boca sin emitir ningún sonido, mi mente vuela hacia aquel momento cuando me poseyó por primera vez, de igual forma que ese glorioso día a medida que la mete mis paredes se ensanchan voluntariamente para abrirle paso, termina de meterla se queda quieto, la siento palpitar dentro de mi y me envuelve esta rica sensación de llenura de satisfacción que toda mujer desea sentir en algún momento.
Abro los ojos al sentir que la saca muy lentamente, me sonríe, se detiene la vuelve a meter así esta por unos deliciosos y eternos momentos, la mete y cuando llega a la mitad vuelve a empujarla nuevamente hasta el fondo con toda suavidad en la que puedo sentir cada centímetro de su gigantesca y venosa verga, mi segundo orgasmo me llega de repente, toca fibras muy sensibles dentro de mí que nadie había logrado tocar, llego de forma descomunal como nunca antes lo había hecho, mi piel se pone chinita y el aprovecha para empezar a fornicarme.
–¡Ah, uf, ¡qué rico!
–¿Te gusta? me pregunta en su éxtasis.
–¡me encanta! Grito extasiado mientras coloco mis piernas en sus hombros sin desprenderme y lo atraigo hacia mí, rodeo su cuello con mis brazos y lo beso mientras empieza a castigarme con fuerza, pero tiernamente, abre mis piernas y me abraza sin dejar de fornicarme, sus gemidos y mis gritos invaden el pequeño lugar, nos decimos de todo ¡de todo!
Empieza a embestirme cada vez con más fuerza, hasta que siento varios increíbles chorros de leche nadar dentro de mí, se aferra de mis finos hombros con todas sus fuerzas haciendo que me quede quieta, siento que mis entrañas arden al sentir sus gruesos chorros de lava, aprieto mis paredes vaginales, no lo quiero dejar salir, lo animo.
–¡mi amor, mi vida, que delicia!, ¡te amo!¡te amo! ¡no me dejes nunca! Hazme un hijo ¿si? Le digo al oído completamente rendida a él, termina, quiere desprenderse de mí, pero, no lo dejo.
A pesar de que su miembro pierde fuerza y vigor está lo suficientemente erecto para poder contenerlo dentro de mí, me besa, me dice cosas tiernas, me pregunta si es verdad lo que le dije.
–¿que? le pregunto
–de que me amas de que quieres tener un hijo conmigo, me responde
–Te amo Hermilo, aunque quiera negarlo, no lo puedo evitar, te amo, me besa
–¿te casarías conmigo?
No le contesto, solo lo miro a los ojos mientras siento como se va haciendo pequeño dentro de mí hasta desprenderse.
–¡si! Le contesto cuando intenta hacerme a un lado tiernamente.
–Si quiero casarme contigo
Los detalles solo fueron cuestión de tiempo, cada uno se separó de su cada cual, al final, nos casamos y nos cambiamos de ciudad, fundamos una pequeña escuela, la diferencia de edades se nota a simple vista, yo con 29 y el casi en los 60 empeñándonos en tener nuestro primer hijo, en fin, para el amor no hay edad.
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