Despertó la antigua Paulina

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Mi esposa Paulina y yo nos casamos digamos ya a una edad avanzada, no éramos unos jovencitos, y teníamos bastante experiencia sexual cada quien. Yo sabía que ella incluso había sido infiel con sus novios anteriores, y que hasta llegó a tener relaciones con alguno de sus jefes. Ahora tenemos yo 43 años y ella 36, y siendo sinceros creo que ella cambió mucho en ese aspecto después de casarnos y tener hijos, se volvió muy conservadora y más reservada.

Los dos somos delgados y tratamos de mantener una buena figura. Yo soy de piel clara, cabello oscuro, mido 1.85 m, voy al gimnasio y tengo los músculos algo definidos. Ella es morenita, delgada por naturaleza y aunque antes iba al gimnasio lo dejo porque los hijos no le dan tiempo, sin embargo sigue teniendo una muy buena figura con unas nalgas definidas y unos pechos de buen tamaño. Sobre todo, en general es atractiva y llama mucho la atención. Más de una vez han intentado conquistarla enfrente de mi, pero ella les pone el alto.

Nuestra vida sexual fue muy buena al principio del noviazgo; jugábamos con aceites, dildos y fantasías, pero después del matrimonio y los hijos se ha visto disminuida esa intensidad. Los dos lo sabíamos y siempre nos decíamos que volveríamos a ser como antes cuando los bebés crecieran un poco. Hemos platicado de nuestras fantasías, ella me dijo que le gustaría que alguna vez pretendiéramos ser dos desconocidos en un bar y ligar entre nosotros, como lo hacen Phil y Claire en la serie de Una Familia Moderna; yo me atreví a ir un paso más y le dije que igual me gustaría verla ligando con otros, solo como juego. Y claro las clásicas fantasías, los tríos, tener sexo al aire libre, o en lugares arriesgados, etc.

Todo quedaba en eso, fantasías que no sabíamos realmente si nos atreveríamos a realizar.

Por fin en una ocasión tuvimos la oportunidad de dejar a los niños con mi suegra y tomar unas pequeñas vacaciones los dos solos para festejar nuestro aniversario. Era la oportunidad de quedarnos en un hotel nudista, pero en esta ocasión mi esposa no se sentía segura y prefirió no hacerlo, así que decidimos quedarnos en un all-inclusive para adultos, más no nudista.

Pintaba para ser unas vacaciones normales, si con algo de sexo, pero nada fuera de lo común. De cualquier manera me emocionaba ya que tenía tiempo que no hacíamos algo así, pero lo que sucedió en ese viaje no lo esperaba.

Un día en la alberca del hotel el ambiente se puso bueno, empezamos a tomar desde temprano, y la música hacía que se sintiera como una fiesta. Ahí conocimos a una pareja, Luis de 54 y Raquel de 37. Si, había una gran diferencia de edad entre ellos, pero se llevaban de maravilla, además que los dos eran muy bien parecidos, el se mantenía en forma, se notaba que hacía pesas o algún otro ejercicio, y ella ni se diga, era chaparrita, tal vez media unos 1.55, con un cuerpo curvilíneo, delgada pero sus caderas y nalgas bien marcadas y unos pechos pequeños, pero no demasiado.

Mi esposa es una chispa cuando toma alcohol, invariablemente se convierte en el alma de la fiesta. Se pone a bailar y platicar haciendo reír a todos. Yo también soy sociable, pero no tan escandaloso jaja, ¡me encanta su energía! De inmediato hizo click con Raquel, que tenía la misma vibra que ella, le encantaba la fiesta.

Ya con unas copas encima, mi esposa le pregunta a Raquel por qué se casó con un hombre tan mayor, a lo que ella le responde que siempre ha tenido debilidad por los hombres mayores. Mi esposa se sincera con ella y le dice que a ella también le gustan los hombres mayores y guapos, así como su esposo, pero pues se conformó con uno guapo solo 6 años mayor, o sea yo. Eso provocó las risas de todos pero también dejó en descubierto para todos que mi esposa sentía atracción por Luis. Entre broma y broma, Raquel le contesta a mi esposa “pues cuando quieras amiga” y todos rieron.

Para esas horas la noche había caído y cerrarían la alberca, así que decidimos seguir la fiesta en la habitación de Luis y Raquel. Pedimos servicio a la habitación y seguimos disfrutando por un buen rato más. Todos seguíamos vistiendo nuestros trajes de baño aunque ya no estábamos en la alberca. El clima caribeño se prestaba para traer poca ropa. Y yo podía ver como conforme el alcohol fluía a mi esposa se le iban los ojos con Luis. Pusimos música y bailamos, el ambiente iba subiendo de tono, y el baile cada vez más sensual.

A Luis parecía gustarle bailar con mi esposa y a ella con el. Intercambiábamos parejas de baile al azar, y en una de esas vi como Paulina le pegaba las nalgas en la verga de Luis, haciendo un movimiento con las piernas que las hacía temblar y rebotar. Hasta Luis se sorprendió de lo atrevida, y no desaprovechó la oportunidad de tomarla de la cintura y restregarla aún más contra su pelvis.

Lo delgado de los trajes de baño hizo que el contacto entre ellos fuera más intenso, lo pude ver en la cara de Paulina cuando sintió su verga dura, primero fue una cara de sorpresa y placer, pero de inmediato despertó la “Paulina señora casada” y se alejó de él un poco apenada diciendo que iba por un trago. Pude ver su cara nerviosa mientras se alejaba, creo que de alguna manera le daba pena conmigo, pero también note que en su traje de baño había una pequeña mancha de humedad cerca de su monte de Venus. Esta cabrona estaba mojada de caliente, ¡mi esposa!

Me invadieron los celos, pero al mismo tiempo la curiosidad, deje a mi pareja de baile y seguí a Paulina al minibar a servirme también un trago. Mi corazón latía a mil por hora porque sabía que estábamos entrando en terreno peligroso, en una fantasía que en realidad no estaba seguro de querer realizar. La abracé por atrás, un poco para marcar territorio, y un poco por caliente, me pegué a ella y le pregunté al oído,

Yo: ¿Todo bien?

Paulina: Si, pero ya me quiero ir, me estoy poniendo borracha.

En ese momento sentí que la oportunidad se me iba de las manos, a pesar de que no sabía si realmente quería hacerlo.

Yo: No pasa nada aquí nadie nos conoce, pero si quieres nos tomamos esta y nos vamos.

Paulina: OK

Terminamos de preparar nuestros tragos y en lo que regresábamos a la sala le dije algo con la intención de darle seguridad, aunque no sabía si iba entender lo que yo quería decir:

Yo: Ey, yo no tengo bronca de seguir eh. Yo estoy bien, ¿tú?

Ella no dijo nada, solo sonrío y me dio un beso con mordisco en el labio inferior. Creo que lo entendió.

Al volver con ellos los encontramos un poco más relajados, hablando entre ellos, bailando, besándose y con un poco de toqueteo. Nos acoplamos de nuevo al baile, Paulina puso a propósito una canción de reggaetón y volvió a bailar en medio de todos haciendo sus pasos sexosos típicos del reggaetón. Raquel se acercó a mí como queriendo continuar donde nos quedamos, me dice:

Raquel: ¡Tu esposa está loca!

Yo: Pues tú no te quedas atrás – le digo jugando

Raquel: Te gustan las locas ¿Verdad?

Me jalo del elástico de mi shorts hacia ella haciendo que se estirara y al mismo tiempo que echaba un vistazo a lo que había debajo de él, quedamos pegados justo cuando empezaba una canción de bachata. En ese momento ya era claro lo que estaba sucediendo. Me invadió el miedo y rápidamente voltee a ver a mi esposa solo para darme cuenta que ella iba un paso adelante de mi. Ella y Luis se estaban besando. Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo, una sensación de celos, miedo, nervios, excitación, incredulidad, todo junto. Mi risa nerviosa era demasiado obvia,

Paulina: ¿Estás bien?

Yo: Si, un poquito nervioso.

Ella se acercó y me dio un beso largo. Ahí estábamos los cuatro, parados, besándonos con desconocidos. Me di cuenta que finalmente era mi fantasía volviéndose realidad, y me relajé, mi respiración empezó a agitarse y podía escuchar la de Paulina también. Me estaba poniendo cachondo.

En eso, nos damos un respiro, todos sonreímos, mi mirada puesta en Paulina para ver su reacción, y después en Luis, podía ver que estaba excitado, se le notaba en el paquete. Yo también me puse un poco duro pero creo que los nervios todavía me ganaban. Raquel reacciona y rompe el momento incómodo diciendo:

Raquel: ¿Amiga entonces si te gustan los hombres mayores!? Jajaja

Al tiempo que le da una buena nalgada a Paulina. Ella solo se limitó a reír nerviosamente. Me miró a los ojos y puede ver en su cara que ya no quería irse, vi la cara de perversa que veía cuando teníamos sexo en nuestros inicios. Yo sabia que muy dentro de ella era incluso más cachonda que yo pero lo había estado reprimiendo.

Paulina me veía con un gesto descaradamente cachonda con su mano en el paquete de Luis, manoseándolo por fuera de su shorts. Yo aún no me lo creía, aunque me gustaba y estaba excitado, temía que había despertado un monstruo jaja, ya no había vuelta atrás. Empecé a masajear las nalgas de Raquel, deje de ver a mi esposa y me concentré en mi pareja. Nos besamos intensamente, creo que fue el momento en que ya todos estábamos en la misma sintonía, cuando ya nos estábamos entregando el uno al otro. Yo besaba y tocaba a Raquel, mientras escuchaba los besos y los gemidos de mi esposa.

Era difícil concentrarme en una sola cosa, casi puedo decir que me concentraba más en escuchar a mi esposa que en Raquel, pero igual intentaba hacerla disfrutar también. Y funcionaba. Mi verga estaba tan dura que era casi necesario quitarme el shorts, Raquel lo bajó hasta mis tobillos descubriendo mi gran erección. Mi verga de 18 cm estaba al máximo, pero lo que más me gustó era que mi campo de visión estaba libre, mientras Raquel me hacía una deliciosa mamada, pude contemplar como mi esposa aplicaba con Luis la misma técnica que a menudo usa conmigo. Lo puso de espaldas a ella, bajo sus shorts y empezó a besar sus nalgas mientras con su mano masturba a su verga.

Paulina ama el olor a hombre, y le encanta meter su nariz hasta el último rincón, besaba sus nalgas y pasaba su lengua por su culo peludo; podía ver la cara de sorpresa y satisfacción de Luis, y claro la enorme erección que tenía con líquido viscoso chorreando de su glande, me atrevo a decir que incluso era un poco más grande que la mía, o al menos más ancha, con unos huevos de buen tamaño. Me gustó verle la verga excitada por mi esposa, pero no quería que Paulina me descubriera viéndolo a él así que volví a lo mío.

Tome a Raquel del cabello y empecé a cogerle la boca, forzándola un poco a ir más adentro. Su culo se veía perfecto y parado desde arriba, y su espalda tan sexy. Raquel con sus manos acariciaba mis huevos y mis nalgas, podía sentir sus dedos coqueteando con mi culo, yo me deje llevar. Ahi me di cuenta que Raquel era una mujer dominante. Voltee de nuevo a ver a mi esposa y ya estaban en el sillón, Luis acostado boca arriba y Paulina haciendo lo que más le gusta, dándole la mamada de su vida, chupándole cada rincón.

Raquel y yo nos fuimos a la cama, que aunque era la misma habitación, era una suite en la que había una separación que bloqueaba la vista parcialmente desde la cama. Nos acostamos y volvimos a besarnos, en ese momento me recorrió un calor y una sensación de celos excitantes al saber que mi esposa ya no estaba en mi vista. Raquel lo notaba, pero fue paciente conmigo, podía intuir que era la primera vez que Paulina y yo hacíamos esto. Seguimos besándonos y poco a poco recorrí su cuerpo con mi boca y mis manos hasta llegar a su vulva. Era carnosa, con unos labios prominentes que se estiraban al chuparlos, me encantaba su sabor y olor, quería mojar toda mi cara con sus fluidos.

De pronto sentí como ella también se prendió de mi verga y empezó a chuparla con mucha destreza, tocaba con sus manos todas mis partes, introducía sus dedos ligeramente en mi ano y masajeaba mi prostata desde fuera. Yo también recorría todo su sexo con mi lengua, chupaba si vulva y su ano y con mis dedos jugueteaba con ambos agujeros. Por unos momentos me olvidé que mi esposa estaba en el otro lado de la habitación con otro hombre, pero un gemido fuerte me hizo recordarlo.

Sabía que en ese momento Luis había empezado a penetrarla, solo podía imaginarla montada en el recibiendo esa gruesa verga en su vagina, a ella le encanta coger en el sillón montada sobre mi, y así la imaginaba ahora con el. No podíamos quedarnos atrás, así que Raquel, siendo dominante me empezó a casi ordenar que la cogiera, ¡cogeme ya! Me decía al tiempo colocaba un condon en mi verga y se acostaba boca arriba sobre la cama abriendo sus piernas para mi. Me abalancé sobre ella besándola y masajeando sus pechos, colocando sus piernas sobre mis hombros, ella me tomó de las nalgas y me presionó contra ella para introducir toda mi verga de golpe.

Su gemido debió haberse escuchado hasta otras habitaciones, con sus manos en mis nalgas la follaba con gran intensidad, sus gemidos dominaban la habitación, sus manos masajeaban mis nalgas hasta que sentí que su dedo se introdujo en mi culo. Eso es algo que nunca había experimentado con una mujer y no pude evitar soltar un gemido, y varios más. No podía negar que me encantaba que jugaran con mi culo, y mi esposa jamás lo había hecho así.

Los gemidos y gritos de placer de escuchaban desde ambos lados de la habitación, no podría resistir más no ver lo que le estaban haciendo a mi esposa así que le pedí a Raquel movernos cerca de la pared que dividía parcialmente la habitación, en la cual se apoyó con las manos y quedamos los dos de pie viendo directamente hacia donde estaba Luis y mi esposa. Penetraba a Raquel desde atrás con su hermoso culo en primer plano, pero detrás de los huecos en la pared alcanzaba a ver a Luis y mi esposa tal cual los había imaginado. Luis sentado en el sillón mientras mi esposa lo cabalgaba de espaldas, recibiendo todo el largo de su verga.

Escuchaba como las nalgas de mi esposa rebotaban sobre la pelvis de Luis y aplaudían de manera intensa. Era una mezcla de sentimientos indescriptible, comencé a nalguear a Raquel, quien a pesar de ser dominante pareció gustarle, mientras le daba fuertes embestidas con mi verga, casi hasta hacerla perder el equilibrio. No se cuanto tiempo duramos así, hasta que no pude más y explote dentro de Raquel, quien al darse cuenta rápidamente se volteó y se hincó frente a mí, retirando el condon y recibiendo en su cara y boca los últimos chorros de semen que me salieron.

No mucho después escuché a Luis decir ¡ya! Cuando mi esposa se levanta rápidamente y de igual manera retira su condon (que alivio). El todavía no se venía por lo que ella introdujo su verga en su boca unas cuantas veces hasta que solo vi como chorros de semen salían por las comisuras de sus labios.

Raquel sonreía hincada en el suelo con su boca escurriendo de semen, sin que mi esposa nos viera me hinque y la bese, probando mi propia leche, después nos levantamos y caminamos hacia donde estaba Luis y Paulina que todavía estaba exprimiendo las últimas gotas de semen de la verga de Luis, que sorprendentemente todavía estaba bastante erecta.

Cuando Paulina me vio entrar de inmediato se sacó la verga de Luis de la boca, tal vez con algo de pena, y corrió a abrazarme. Intenté besarla pero me dijo ¡no! Enseñándome su lengua llena de mecos. Insistí acercándome de nuevo a su boca a lo cual ya no se opuso y compartió conmigo los fluidos de Luis. El sabor a sexo en su boca fue algo que se me quedó grabado hasta el día de hoy. Mientras tanto Raquel aprovechó la todavía verga erecta de Luis y se sentó en ella, aunque no duró mucho antes de volverse flácida dentro de ella.

Mi esposa se disculpó y pidió pasar al baño. Nos quedamos Luis, Raquel y yo en el sillón, y Raquel se acercó a mí, todavía sentada sobre Luis, y me besó. Con mis manos toqué su cuerpo y al tocar sus nalgas no pude evitar rozar los huevos de Luis. Por mi cabeza pasaron mil pensamientos, pero no era el momento. Había sido ya una noche demasiado intensa.

Cuando Paulina salió del baño Raquel y Luis se encontraban fajando en el sillón y yo junto a ellos solo tocando mi verga medio flácida, aún recuperándose. Se acercó y se sentó en mis piernas dándome un largo beso y abrazos. Estuvimos así por unos minutos hasta que poco a poco la intensidad bajó. Los cuatro yacíamos en el sillón como regresando a la realidad, con una sonrisa en la cara, tal vez también con algo de cruda moral. Platicamos de lo rico que la habíamos pasado, pero teníamos que irnos. Había sido suficiente por una noche.

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