Mi hijo vuelve a casa

0
24243
33
T. Lectura: 4 min.

Me llamo Mariana y mi hijo después de un año y medio regresa a casa.

Él se llama Facundo y decidió irse a vivir con su novia cuando cumplió 19 años, aunque le dije que la convivencia podía ser difícil, decidió no hacerme caso e igual se fue. Por suerte y fue por milagro, no me hizo abuela, yo viví esa experiencia, tuve a Facundo cuando era muy joven y no fue de las mejores experiencias, el padre también tenía 19 años y me abandonó, un pelotudo.

Yo me había acostumbrado a vivir sola, no me preocupaba en cerrar la puerta del baño o tener que andar vestida por la casa, tenia la libertad de masturbarme sin miedo a que escuchen mis gritos o tener que esconder mis consoladores y juguetitos sexuales, de la vista indiscreta de mi hijo. En verano me la pasaba desnuda todo el día por la casa.

Pero tendrían que cambiar las cosas, me molestaba perder esa libertad, pero era mi hijo y no podía negarme a que conviva conmigo.

Ya el primer día se acomodó, fue a la que era su habitación y descargo sus valijas, sin poner atención en acomodar o limpiar el lugar, solo se preocupo de poner su ordenador y consola de juego, cerca de la cama. Se la paso en la habitación hasta la cena, que no fue muy larga. Hablamos muy poco, él estaba atento a su teléfono, así que después que termino de comer volvió a su habitación.

A la mañana siguiente me levanto temprano y me dirijo al baño como todos los días, pero está vez veo la luz prendida y me doy cuenta que Facundo me había se había levantado antes pero aquí comienza la historia.

Mariana: Uy perdón, no sabía que estabas…

Facundo: Hola Ma.

Ahí estaba, parado frente al espejo del baño, afeitándose, desprejuiciado y totalmente desnudo. No me hubiera imaginado que llevará entre sus piernas semejante tronco, colgaba sobre sus huevos unos quince centímetros de un cilindro lampiño de carne, era impresionante y eso que la tenía dormida. Pero enseguida miro para otro lado, no quería que se sienta avergonzado o más aun, no quería seguir empalagándome con ver semejante verga, que me volaba la cabeza.

Mariana: vengo más tarde, mira que no estas solo, no podes estar desnudo por la casa

Facundo: como si nunca me hubieses visto desnudo

Mariana: Si, pero eras más chico, ahora…

Facundo: ¿Ahora qué? Jajaja ¿te da miedo?

Empieza a reír, deja de afeitarse, con su mano derecha toma su pene y lo empieza a sacudir de arriba para abajo como si blandiera una espada con la que se viene hacía mí y me ataca entre risas. Me corre por el pasillo con el pene en la mano trataba de clavarme su espada de carne.

Mariana: ¡Dale salí! Termina de afeitarte que tengo que ir al baño.

Vuelve al baño y yo sigo caminando por el pasillo hasta la cocina. Me preparo un té mientras espero que termine y me siento a esperar a que me avise cuando desocupe el baño. Facundo llega a la cocina para avisarme que ya había terminado, desnudo igual que antes, pero quería mostrarme una cosa.

Facundo: ¿te gusta?

Me dice mientras sostenía el pene con una mano.

Mariana: ¿qué cosa?

Respondo haciéndome la tonta.

Facundo: Como quedó bien peladito, por eso tarde en terminar de afeitarme.

Mariana: jajaja ¿para qué?

Facundo: Como qué, para qué. No me gusta que cuando me la chupen se les quede algún pelo en la boca.

Mariana: jajaja dale Facu, no seas tan exagerado

Facundo: Claro porque vos no te depilas todo.

Mariana: No te voy a decir. Que te importa y tapate eso.

Facundo: jajaja dale quiero ver. ¿Qué tenes vergüenza?

Se me acerca y me quiere levantar la remera con la que duermo, pero me niego, aunque empezaba a gustarme ese juego. Forcejeamos unos segundos, en dos o tres oportunidades rozo mi brazo con su pene y sentí carne de gallina. Hasta que decido entrar en su juego.

Mariana: jajaja, bueno, pero un poquito

Estaba tan caliente que ya no veía a Facundo como mi hijo, sólo quería seguirle el juego y lo hago sin perder tiempo.

Me levanto la remera, le muestro mi ropa interior, nada sexi, una prenda de algodón blanca, chiquita, casi una tanga. Con mi pulgar derecho la deslizo un poco hacia abajo y le muestro mis rulitos púbicos, solo unos pocos pelos.

Facundo: dale, no tengas vergüenza

Sin dudarlo y yo sin oponer mucha resistencia, Facundo toma mi tanga de los costados y me la baja toda, mi pubis queda expuesto a su mirada. Solo dejo que lo mire, me fascinaba.

Facundo: Justo para afeitar, dale te lo afeito.

Mariana: No, estás loco.

Facundo: Dale vamos al baño que te pelo.

Me toma de la mano y me arrastra sin mucha oposición al baño. Apenas entramos al bañó, él se pone a preparar sus cosas para afeitar, no aguanto y tengo por fin orinar, ya no me importaba que no estaba sola. Nuevamente me toma del brazo y me lleva a mi habitación. Me tiro de espaladas sobre mi cama y abro las piernas.

Mariana: Con cuidado

Facundo: no es la primera vez que lo hago

Primero pone una toalla debajo de mi culo y empieza a pasar la brocha con jabón sobre mi pubis, luego con la maquina me empieza a pelar con cada pasada, hasta no dejar un solo pelo visible, hasta levanta mis piernas y me enjabona el culo, no me deja un solo pelo alrededor del ano.

Hacía un rato que su pene estaba erecto, era monstruoso.

Facundo: Listo, ¿Te gusta? Quedo hermosa.

No puedo decir nada antes que él se arrodille y apoye sus labios sobre los míos vaginales. Empieza a chupar la vulva con fuerza, su lengua parecía un ventilador que me quería penetrar, empiezo a temblar y acabo en un fuerte orgasmo, me saltaban chorros, había perdido el control.

Pero Facundo no pudo parar, toma su pene y me lo entierra con fuerza, era como si me hubiese metido un brazo caliente, lo sacude con fuerza y no paro de tener orgasmos, hasta que lo tomo del brazo y le digo.

Mariana: para, para, basta, no quiero que acabes dentro

Saca el pene con fuerza y me tumba, entonces sin pedir permiso me penetra por el culo, siento como que me desgarraba por dentro y lo sacude con mucha más fuerza, él no podía parar y aunque me dolía no quería que pare.

Está vez acaba dentro, me llena el culo de leche, me dejo el ano chorreando, pero era una máquina imparable, enseguida se le vuelve a poner dura y me penetra de nuevo.

Esa no fue nuestra única vez, fue la primera. Ese día no paramos de coger todo el día y aunque sabíamos que estaba mal, desde ese día no pudimos parar. En casa estábamos desnudos todo el día, cada vez que nos encontramos por la casa se la termino chupando o él penetrándome.

Para afuera somos una familia normal, pero adentro es un infierno de sexo.

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí