Sometida por la profesora de mi hijo (2)

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Después de cenar salí a la terraza a fumar un cigarro, por suerte mi hijo no había percibido mi inquietud, antes de ir a dormir siempre me asomaba a su habitación, estaba delante de la pantalla del portátil con unos auriculares, un simple saludo y me fui a dormir.

Me costaba conciliar el sueño, mi visualizaba lo que había pasado aquella tarde una y otra vez, me sentía angustiada y temerosa de mi misma, mentiría si no admitiese que me había corrido como nunca.

Pase discretamente mis dedos por mi vello y me acaricié para asegurarme que estaba bien mojada, mi apetito sexual estaba disparado, decidí dejar lo de dormir para más tarde y me concentré en darme placer y apagar mi fuego interior.

Mi dedo entraba y salía de mi coño provocándome una sensación de bienestar, estallé en un orgasmo intenso, cerré las piernas y moví el culo de atrás hacia adelante consiguiendo que mis labios se frotasen y alargasen mi placer para después quedarme dormida.

Jueves noche, mi hijo pasaría el fin de semana con su padre y planifiqué el fin de semana no hacer nada y disfrutar de mi intimidad cuando recibí un whatsapp de Isabel.

-“Este fin de semana te quiero para mi”

Mi mente se desquicio, no sabía qué hacer, volví a mirar el whatsapp, me quede paralizada con el móvil en la mano y llego un nuevo whatsapp, esta vez era un video, mi dedo rozo el triangulo y la grabación se puso en marcha, era del despacho de Isabel con una perspectiva del sofá diván en la que yo estaba con las piernas abiertas durante un buen rato hasta que me vestí.

El corazón me dio un vuelco y todo mi cuerpo se estremeció, ya no solo contaba con las imágenes de mi hijo, sino que ahora tenía imágenes comprometedoras mías y difíciles de explicar, otro whatsapp me volvió a estremecer.

-“Tu misma”

-“¿Qué más quieres de mi?” – conteste nerviosa.

-“Que seas tan cariñosa y obediente como la última vez”.

Un hubo más contacto, me dormí lloriqueando y totalmente compungida, mi cabeza era un torbellino y no sabía cómo salir de aquella situación y todas las respuestas me llevaban a una conclusión ineludible.

Viernes tarde, despedí a mi hijo y fui a casa, me duche, mi mente estaba totalmente ofuscada mientras me enjabonaba pero pronto comprendí que era una mujer insatisfecha, mi ex marido siempre estuvo más interesado en el futbol que en atenderme sexualmente y la idea de ser sometida y estar a la merced de Isabel me provocaba una sensación morbosa descontrolada, mientras me secaba me llego un nuevo whatsapp.

-“Ven vestida cómo el otro día” y me enviaba una ubicación.

Antes de salir de casa revise mi atuendo una falda ligera, una camisa fina y estampada, en un bolso amplio metí ropa de recambio y unos zapatos. Una vez fuera active el móvil con la ubicación que me había enviado.

Volvió a mirar la ubicación porque me llevaba al Corte Inglés, concretamente a su aparcamiento, el Whatsapp contenía también una letra y un número que me llevo a la segunda planta y a un aparcamiento alejado y con poca iluminación.

Salí del vehículo y subí hasta la planta a nivel de calle y me fume un cigarro y luego entre a tomarme un café y espere sentada en una mesa hasta que Isabel apareció, iba vestida de manera informal lo que le otorgaba un aspecto desenfadado.

Tan solo cruzamos unas palabras y me llevo al ascensor, unas mujeres mayores con un gran carro lleno de compra nos acompañaban. Isabel estaba detrás de mí manoseándome las nalgas de forma descarada sin que las mujeres se diesen cuenta. El ascensor se detuvo en la primera planta y las mujeres salieron dejándonos solas.

En el trayecto hasta la segunda planta Isabel me quito las bragas sin que yo opusiera ninguna resistencia.

-¡Quiero que se ventile bien el coñito!

Las puertas del ascensor se abrieron y ella me empujaba estirándome de la mano hasta el vehículo, una vez dentro me hizo pasar la pierna por encima del cambio de marchas y me obligo a echarme hacia adelante en el asiento quedando con las piernas abiertas.

-¿Qué me vas a hacer? – dije con preocupación.

Ella me acaricio el coño con los dedos y sus dedos me penetraron haciéndome soltar un grito y mis manos se agarraron con fuerza al volante.

-Por favor no me hagas esto – le suplique – Nos pueden ver.

-¡Tú vas a hacer lo que yo te diga! – Me chillo ella – vas a ser mi putita.

-No quiero que sigas- le volví a suplicar.

-Por eso tienes el coñito tan húmedo – me exclamo mientras metía y sacaba sus dedos con fuerza y profundidad -¡Estas deseando que te folle!

Empecé a gritar y revolcarme echándome hacía atrás y agarrando fuertemente el volante con las manos, mis piernas temblando y mi pie dando golpes en el salpicadero.

-¿Te gusta que te haga esto? – Murmuraba ella sonriendo -¿Quién va a follar una gordita como tú?

No pude sucumbir a sufrir un orgasmo brutal a pesar de estar en un lugar público y que pudieran verme, incluso me provocaba un morbo nunca experimentado, mi coño se encharcó y dejo caer líquido encima de la alfombrilla, mire a un lado y a otro y al ver que no había nadie me desmorone sobre el volante temblando y jadeando, al rato le lance a ella una mirada odiosa.

-¿Vas a ser mi putita? – me dijo ella con una sonrisa.

Mis ojos decían lo que mi boca no se atrevía y tan solo hice un gesto afirmativo con la cabeza sabiendo que ella me estaba sometiendo y dominando a su voluntad.

-Tu hijo no va a molestarnos el fin de semana – soltó Isabel con voz autoritaria -¡Así podré follarte sin que nadie nos moleste!

Dejo que me recuperase y salimos del aparcamiento, me hizo conducir hasta una urbanización apartada. Era un chalet apartado y coqueto con unas bellas vistas al Cantábrico.

Isabel me giro la cara suavemente y me beso en los labios, metió su lengua en mi boca, mis manos acariciaron su cintura y empezamos a darnos la lengua sensualmente.

-¡Te vas a volver loca cuando te coma el coñito!- me murmullo mientras me mordía los labios y me llevaba a trompicones a la habitación.

Yo perdí las chanclas y ella me arrincono contra la pared y me abrió la camisa y sus manos me desabrocharon hábilmente el sujetador y empezó a lamerme los pezones y notó mi excitación y me lo hizo saber mirándome fijamente a los ojos, me mordió los pezones y solté un grito doloroso y placentero al mismo tiempo.

-¡Te voy a follar como nadie te ha follado! – Me dijo mientras me besaba el cuello y los hombros -¡Gordita!

-¡No me llames gordita! – le aullé enfurecida.

-¡Te voy a dejar bien follada! – Me gritó – tu hijo no sabe lo puta que voy a hacer a la gorda de su madre.

Me empujo encima de la cama y me quitaba la camiseta y la falda y se subió encima de mí mientras nos volvíamos a besar, se llevo mis piernas a sus hombros y empezó a chuparme los dedos de los pies, yo miraba como se metía mis dedos en la boca y los chupaba y los besaba, su lengua se metía entre los dedos y le dedicaba un chupeteo especial al dedo gordo.

-¿Vas a dejar que te folle?

Yo estaba muy cachonda y le hice un gesto con la cabeza y ella abrió mis piernas y me pasó los dedos por el coño y me retorcí al notarlo. Me pasó la lengua por la raja y me dio dos lametones, me estremecí y ella empezó a pasar su traviesa lengua por mi coño.

-Que coñito más apetitoso que tienes gorda – me susurró – tienes un sabor amargo porque no te han follado bien follada.

La lengua de Isabel recorría mi coño y lo penetraba hasta donde no pensaba que pudiese llegar su lengua, sus dedos me apretaban el clítoris y hacía como que lo mordía y yo me volvía loca y mis manos se agarraban a las sabanas.

-Ay…Ay… cómo me pones – le dije tartamudeando mientras mis pies temblaban cada vez que su lengua me martirizaba el clítoris.

-¡Mírame como te como el coño gorda! – Me ordeno – Voy a hacer que te corras.

Levante la cabeza y vi la cara de satisfacción de Isabel que tenía la barbilla impregnada de mi humedad, un cosquilleo el clítoris y tuve la sensación que me iba a estallar y me sobrevino un orgasmo salvaje, quise reprimirme pera saber que estábamos solas me hizo lanzar un grito de satisfacción y noté como de mi coño salían flujos que empapaban las sabanas, ella lamió mis fluidos y se acerco a besarme.

Yo lamí su barbilla, el sabor de mis fluidos me gustaba y estaba otra vez cachonda. Isabel paso su pierna por debajo de la mía y se pego a mi cara besándome, pero a medida que se acercaba mis muslos se pegaron a los suyos y nuestros coños se rozaron, noté como su coño estaba mojado, yo era inexperta en las posturas lésbicas e incluso con algunas no lésbicas, mi matrimonio me había sumido en una ignorancia sexual.

-Vas a gozar cómo nunca lo has hecho – me dijo ella mientras me besaba.

Una mano me agarro por la nuca y la otra por la pierna y empezó a moverse, nuestros coños se restregaban uno contra el otro y yo empecé a moverme también mientras ella me hacía un gesto con la cabeza de conformidad y me lanzo una mirada placentera, empecé a gemir mi coño se mojaba por momentos y mis manos se agarraron a ella, cada vez estábamos con los coños más pegados restregándonos, sentí un placer indescriptible hasta el momento y observaba como la cara de Isabel se desfiguraba por momentos y lanzo un grito sordo y se corrió, su cara me dio una expresión tan linda que yo me corrí mientras la miraba.

Nos quedamos un buen rato estiradas en la cama, yo pensaba que habíamos acabado, con mi marido difícilmente me corría dos veces. Isabel abrió mis piernas y metió sus dedos en mi coño y empezó a meterlos y sacarlos.

-¡Mírame guarra mientras te follo! – me dijo ella.

-¿Te gusta follarme? – le pregunte.

-El primer día que te vi ya quise follarte – respondió ella – te vi tan mojigata, tan ingenua que no podía soportar que alguien te follase antes que yo.

No podía soportar tanto placer, los dedos de ella se metían fluidamente en lo más profundo de mi coño, cuando los sacaba los abría y los giraba y eso me provocaba un placer que no podía explicar, mis piernas flaqueaban y tan solo quería que no parase de follarme y me penetrara aún más hondo y me arrancase otro orgasmo.

-¡Vas a suplicarme que te folle marrana! – me decía poniéndome más cachonda – veo la cara de puta que tienes… Te voy a follar toda la noche.

Me corrí chillando como una loca y mis gritos inundaron toda la casa, me derrumbe y mi coño soltó otra gran cantidad de fluidos que volvieron a empapar las ya mojadas sabanas, mi cuerpo convulsionaba inexplicablemente, nunca me había corrido así.

Isabel puso sus pies en mi boca, los chupe mientras ella me sonreía, le agarre los pies con las manos y los bese y los chupe, me gusto como olían, su sabor y como ella disfrutaba de que lo hicera.

Ella se sentó en mi cara y dejo caer sus piernas y su coñito cayó en mi boca, empecé a besarlo y pasarle la lengua… el primer coño que me comía y me cautivo su fragancia, notaba como sus piernas temblaban ligeramente, le hice un gesto para saber si le gustaba y ella me hizo un gesto afirmativo, mi entusiasmo era tan fuerte que hasta le metía la nariz en el coño, pude distinguir su clítoris y lo lamí con intensidad, sus manos me acariciaban la cabeza y sus grititos placenteros me daban la certeza que lo estaba haciendo bien.

-¡Cómeme así el coño! – susurró ella entre palabras roncas – me voy a correr.

Isabel soltó un grito y su cuerpo convulsiono y sus flujos me invadieron la cara mientras se corría, chupe aquellos flujos que me parecieron como un maná en el desierto.

Nos quedamos abrazadas un buen rato, ella se fue y volvió con algo en la mano.

-¡Te he comprado un regalo! – me susurró enseñándome algo que solo había visto por internet.

Era un plug anal de silicona con el extremo acampanado que quedaba en el exterior llevaba su nombre Pili. Ella empezó a masajearme las nalgas y a mordérmelas.

-¡Por ahí no! – le advertí chillando.

Ella hizo caso omiso y abrió un bote de lubricante, untó su dedo para luego embadurnarme el ano.

-Te he dicho que no me toques ahí – le grité con furia.

-Voy a darte por el culo gordita….¡Me da igual que seas virgen por detrás! – chillo también ella.

-¡Te lo suplico! – le dije con los ojos llorosos – No quiero que me hagas eso.

-No querrás que tu hijo sepa lo putita que te pones- amenazó ella.

-No me hagas esto – le imploré llorando -¡Respétame!

Ella siguió hurgando y untando mi ano, yo permanecía paralizada, sabía que iba a hacerlo.

-¡Relájate! – insinuó.

Sentí cómo se introducía dentro de mí, lancé un grito doloroso y como me ardía el culo.

-¡No me hagas daño! – supliqué lloriqueando.

Ella no se detenía y dejé caer la cara derrotada encima de las sabanas mientras lloraba y gritaba, entre tanto ella me humillaba con sus palabras.

-Tu hijo no se enterara que la puta de su madre se deja abusar por el culo – dijo ella sonriendo – será otro de nuestros secretos.

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