En casa es mejor (3)

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Luego de que abriera la puerta a mi novia Cristina, desde que entró, estuvo muy aventada con mi hermana, afortunadamente pudo llegar sola, sus hermanos tuvieron que salir de viaje con una tía, de modo que tendríamos quince días para nosotros tres, si se quedaba con nosotros.

Después de lo sucedido entre ellas, se continuaban escuchando las canciones de Luis Miguel que en cierta forma ayudaban a que mi novia Cristina conquistara a mi hermana, eso me llenaba de orgullo, aunque aún no le declaraba su amor.

—¿Creen que me pueda quedar con ustedes? –dijo con cierto atisbo de morbo sin dejar de ver a mi hermana. Aunque he de decirles que soy un poco promiscua y duermo sin ropa estorbosa.

—No puedes negar que yo te gustó, cuñada, quiero que seas mi novia junto con Javier, bueno en realidad sería poliamor mezclado con incesto, -dijo mientras modelaba. Luisa se sonrojaba, mirando con atención sus apetitosas formas.

Luisa se dejó besar, acomodándose en su regazo para lamer sus pechos y mamarlos como una recién nacida, chupándolos, sorbiendo una leche inexistente, pero provocando el goce de Cristina representando el papel de la madre de Luisa. Finalmente luego de mamar sus pezones, dejándolos más erectos de lo que estaban, viéndola a los ojos dijo:

—¿Aceptarías ser mi novia, Luisa?

—¡Claro que acepto! –dijo sin pensarlo- siento que voy a amarte tanto como amo a mi hermano.

—Creo que será mejor que me retire, tengo algunas cosas que hacer, –dije con cierta tristeza ya que no quería estorbar sus demostraciones de cariño.

—¡No te vayas, quédate mi amor! –dijo mi hermana sin siquiera despegar su boca de la de mi novia- no quiero hacer nada sin ti, no esperaba esto tan rápido, quiero que estés junto a nosotras.

—Tú hermana tiene razón, cariño, es mejor que estés con nosotras, ¿Sabes? Es más excitante hacerlo juntos.

—¡Ay, cuñada! también debes saber,… –dijo mi hermana

—Dime cielo, ¿qué quieres decirme?

—Que mi hermano y yo estamos enamorados.

—También yo estoy enamorada de mis hermanos.

—Tú me gustas mucho, cuñada, desde la primera vez que mi hermano te presentó como su novia y de tu parecido conmigo, me imaginaba lo que se sentiría hacer el amor conmigo misma.

—Pues yo voy a sentir lo mismo que tú. Me contó tu hermano que también tienes experiencia con algunas mujeres

Continuaron besándose, solo despegaban sus bocas para continuar hablando. Cristina no dejaba de acariciar las piernas de Luisa subiendo su mano lentamente hasta donde empezaba la tela de su tanga, palpando el promontorio que formaban los labios de su vagina, hinchados de deseo mientras mi hermana ya había sacado mi verga para acariciarla entre sus dedos.

—Tuve una novia en la secundaria –contestó Luisa- hacíamos tijera.

—Bueno eso es riquísimo, muñequita ¿verdad amor? –me preguntó observando que Luisa me acariciaba la verga.

—También soy muy romántica.

—Igual que yo, amor

Y ahí estaba yo de alcahuete poniendo la música romántica de Luis Miguel que nos gustaba, desde que Luisa y yo bailábamos prácticamente desnudos, hacía unos cuatro años, solo besos y caricias aunque nada de lo demás. En ese tiempo bajaba mi calentura con hielos, quedándome a medias al igual que dejaba a Luisa a causa de mi cobardía cuando estábamos más excitados.

—¿Y nada más tuviste a esa novia de la secundaria? –preguntó Cristina

—Tuve pretendientes mujeres que me gustaban y otras que me gustan de la oficina, pero solo he hecho el amor con algunas, mi novia de la secundaria y otras de la oficina, aunque me quedo siempre con ganas, soy medio lesbiana.

—¿Y qué sabías del incesto antes de experimentarlo con tu hermano?

—Una amiga de la oficina con la que me acostaba, me contó, que tenía relaciones con un tío hermano de su madre a la que se cogía desde que eran jóvenes, luego su madre se casó y nació ella, después de su divorcio su hermano se quedo a vivir con ella. Le gustaba coger con su tío, con la complacencia de su madre que también participaba. Siempre dijo que el incesto era increíble y no se comparaba con otro tipo de relaciones.

—Sé que ese tipo de relaciones familiares se gozan, no creo que sea solo ficción lo que cuentan en las páginas de internet, algunas se basan en experiencias y otras en fantasías que alguna vez hemos tenido todos. ¿Cuáles eran tus fantasías?

—Seguido me mojaba soñando con la verga de mi hermano, acercándola a mi boca y yo chupándole su glande, amanecía empapada, pero mi principal fantasía era casarme con él coger mucho y vivir en un bonito departamento escribiendo cuentos de incesto y donde también hacía el amor con otras mujeres.

—Pues muy bonita fantasía, me gustan las fantasías, creo que debemos coger ya porque tu hermano está muy entretenido lamiendo tus pezones.

Me había dedicado a mamar los pezones de Luisa mientras ella continuaba platicando con Cristina mientras mi verga se escurría por entre las nalgas de mi hermana hasta toparse con lo mojado de los labios de su vagina.

Cristina se quitó la playera de “Amo el Incesto” dejándola a un lado, Irguió sus hermosos pechos ya expuestos tanto para mí como para Luisa, con sus pezones grandes, alargados con esas maravillosas areolas como montículos que los elevaban aún más, tan parecidos a los de mi hermana, hasta en eso eran casi idénticas, cómo lo eran sus rostros, exceptuando el color de sus ojos, todo eso hacía que parecieran ser más hermanas entre ellas. Cristina, era mi adorable novia, por su parecido con mi hermana. Pronto se cumpliría la fantasía de mi hermana de hacer el amor consigo misma.

Cristina no quedó ajena a esas muestras de cariño, quedando admirada al ver esos pechos tan maravillosos tan iguales a los suyos, no se quedo con ganas de besarlos y chupar esos pezones igual de erguidos que los suyos y lo hizo en tanto yo seguía con la verga metida entre las nalgas de mi hermana, viendo como devoraba los pezones de Luisa dejando una estela de saliva y hebras colgando de sus labios.

—Con razón me decía tu hermano que tú y yo éramos tan igualitas que parecíamos más sus hermanas. –alternaban incesantes besos entre sus bocas, probando el sabor de sus salivas y chupando sus lenguas, dándose pequeños mordiscos entre sus labios- tus pezones son tan parecidos a los míos, con razón tu hermano los ensalza tanto.

El entremés estaba por terminar, lo que exigía comenzar con el plato fuerte, mientras yo como espectador acariciaba el cuerpo de mi hermana sin dejar de apretar mi verga entre sus nalgas. Luego tomé fotos con mi celular. Luisa parecía devorarla con su mirada sin dejar de sonreírme y estaba orgullosa de tomar parte de ese triángulo amoroso de poliamor, que estaba orquestándose, mezclado con incesto, en tanto Luis Miguel ajeno al ambiente que prevalecía, continuaba cantando a través de Alexa.

Cristina no dejaba de observar mi verga colocada entre los labios de la vagina de mi hermana, cubiertos por la vasta alfombra de fino vello ensortijado que cubría sus abultados labios hinchados por el deseo de ser besados mientras aún permanecía oculto el preciado clítoris presto al placer que estaba a punto de procurarle la boca sedienta de mi novia Cristina.

—¿Qué haces, amor? –dijo con voz suave mi hermana.

—Quiero ver todo lo que la verga de tu hermano tiene que atravesar para acariciar esas partes con mis besos y mi lengua

—Fue un delicioso incesto el que tuvimos cuando inundó mi vagina con su esperma.

—Me encanta esa palabra por eso la tengo bien grabada en mi playera.

Era todo un espectáculo estar viéndolas haciéndose el amor, aunque no sé si también pueda considerarse incesto el hecho de que mi hermana haga el amor con mi novia

La lengua de Cristina estaba muy activa penetrando la vagina de mi hermana, la que abría auxiliada por sus dedos, pude observar cómo se abría el túnel de amor lleno de hebras viscosas adheridas a las paredes por donde mi verga la había penetrado, deleitándome al recordar cómo mi verga había traspasado su vagina, llegando hasta el cuello de su útero, si no hubiera estado mi novia tan entretenida lamiendo sus labios vaginales y oprimiendo su clítoris con la punta de su lengua, la hubiera penetrado nuevamente.

—Cuñada ya me estoy viniendo –gemía mi hermana, mientras mi novia solo se complacía viendo el túnel tan lubricado que le ofrecía mi hermana.

—Yo también mi amor, me vengo muy fácil, pero aguanto muchas venidas.

—Hermano, ven conmigo para que chupe tu verga.

—Eso me toca a mí, Luisa, siempre lo hago así, pero si quieres cuando tenga el semen de tu hermano dentro de mi boca lo puedo meter con mi lengua dentro de tu vagina.

—Eso me gustaría, para probar algo distinto.

—Me gustaría que me hiciera sexo anal. ¿Tú lo has hecho?

—No, pero con mi hermano si me gustaría tenerlo.

—Podría darles un buen masaje con mis manos y mis pechos mientras ustedes se besan.

—¿Y a que nos llevará todo esto, amor si quedo embarazada de mi hermano? –mencionó mi hermana Luisa

—Es algo que también lo he platicado con mis hermanos, a pesar de que mi hermana y yo utilizamos el diu para no embarazarnos, porque Felipe eyacula mucho como Javier.

—¿Y a qué acuerdo llegaron?

—Bueno estoy segura por lo que me ha contado tu hermano que también sus tíos deben guardar su secreto.

—Pero lo que ellos hagan, no queremos inmiscuirnos.

—Bueno, sería cuestión de ver si se puede en todo caso que ellos quisieran abrirse de capa con nosotros, habría que formular un buen plan. –manifestó Cristina

—¿Bueno, pero para qué? o ¿Con que objeto? –contestó Luisa un poco preocupada ya que jamás se le hubiera ocurrido algo así como espiar a nuestros tíos para saber que hacían en la recámara donde ambos “dormían”.

La tensión se estaba sintiendo, no había aparente necesidad de meterse en otros problemas, cada quien era responsable de su vida y lo que hacía con ella, así se lo hizo sentir a Cristina.

—Mis hermanos y yo hemos estando planteando que en un futuro queremos ser madres, pero la sociedad no va a aceptar un matrimonio entre hermanos, pero eso no es todo, sino el riesgo que conlleva el tener un bebé con alguien de tu propia sangre, es por eso, supongo que en algún momento tú también querrás realizarte como madre.

—¿Entonces qué han pensado?

—Se nos ocurrió que podríamos casarnos con personas que compartan nuestros propios gustos, personas cuyos genes griten al igual que los nuestros “me gusta el incesto”, “necesito casarme con alguien que esté de acuerdo en practicar el incesto como yo” dicen que los genes del incesto se trasmiten de generación en generación, pero si su sangre al igual que la nuestra no es la misma, eso hace posible tener bebes con la seguridad de que nazcan sin problemas de salud.

—¿Y entonces qué podríamos hacer? –pregunto Luisa

—Algo muy obvio, yo podría casarme con Javier y mi hermano Felipe contigo. Hasta podríamos cambiar de pareja para volver a acostarnos hermano con hermana o tener pequeñas orgías entre nosotros incluyendo a Blanca, porque nuestros propios genes nos lo demandan. ¿No les parece una buena idea?

—Lo único que veo es que Javier va a querer estar más tiempo con el hijo que tenga contigo y tu hermano con el que tenga conmigo Aunque por otra parte me gusta la idea de tener pequeñas orgías familiares si es que aceptan nuestros tíos. –manifestó Luisa- tendríamos que analizarlo, ¿cómo descubrir? en primer lugar que nuestros tíos hacen el amor entre ellos y en segundo lugar que aceptarían la propuesta.

—Felipe podría instalar una cámara oculta para grabarlos y también en la recámara de ustedes como parte del plan.

Tal vez se tratara de algo que habría que reflexionar aunque debíamos saber de una vez por todas lo que en realidad había entre nuestros tíos, debíamos instalar una cámara y salir de dudas, no podría salir mal excepto que no aceptaran nuestra propuesta y Eugenia deseara quedar embarazada de Felipe.

Nos quedamos en la recámara de mi hermana, Luisa prefirió quedarse en medio de Cristina y yo donde podrían ellas terminar lo que habían iniciado en tanto yo las observaría, aunque sabía que no podría resistir la tentación. Para mi fortuna las nalgas de mi hermana quedaban junto a mi verga, sería cuestión de trabajar en su ano, para penetrarlo. Tener sexo anal con mi hermana sería algo formidable y en dado caso tenerlo con Cristina acostumbrada a tenerlo con Felipe.

El cuadro estaba pintado con sus caricias, sus besos y gemidos era toda una obra digna de ser considerada artística, por alguna razón los varones gustamos de ver como dos mujeres se tocan, se lamen, se besan, restriegan sus vulvas y más todavía si se trata de mujeres que forman parte de nuestra familia. Ha de ser fabuloso ver como madre e hija se traban en una relación de incesto amoroso, o dos hermanas calientes se besan y se lamen. Cristina y Blanca lo demostraban así.

No era oportuno tratar en ese momento, meter mi verga en el culo de mi hermana, ya que tenía que ir poco a poco, de modo que solo me masturbe, cosa que no me gusta, con ayuda de sus nalgas, metí mi pene entre ellas y toque su pequeño ano en forma de dona, con mi glande, luego deje que lo abrazaran sus nalgas y restregué mi verga contra ellas, hasta que saltaron varios chisguetes de esperma que escurrieron entre las manos de Cristina que iba embarrando mi semen por todo el cuerpo de mi hermana Luisa.

—Ahora vente dentro de mi culo, cariño aunque ya te vaciaste muy rico en las nalgas de tu hermana –me dijo Cristina lanzándome un beso al aire.

Me cambié de lugar, Luisa levantó su cara para intercambiar nuestras lenguas en tanto me acomodaba en el trasero de Cristina y miraba su culo, el cual sin pensarlo fui penetrando con el glande, viendo como se abría con relativa facilidad, no cabía duda que estaba bien entrenado por su hermano Felipe. Fui deslizando mi verga dentro de sus intestinos, poco a poco haciendo que ella gimiera, en tanto yo sentía la gloria al sentir lo apretado de su culo sin dejar de sostener mi mirada con la de mi hermana.

—¡Qué rica siento la verga de tu hermano dentro de mi culo, amor!, luego entrenamos el tuyo para que puedas recibirla también.

—Dicen que duele, pero me gustaría también que mi hermano me cogiera por detrás.

—Al principio en lo que te acostumbras duele un poco, mira voy a empezar a meterte uno, dos y si se puede tres dedos dentro de tu culo para que empieces a entrenarlo, con ayuda del esperma de tu hermano y lo lubricado de tu vagina y la mía.

Así lo hizo mi novia y Luisa al sentir los dedos de Cristina abriendo su culo con ayuda del lubricante natural de sus vaginas y de mi semen, empezó a gemir cada vez más fuerte. Ambas se estaban viniendo mientras mi hermana Luisa sentía como los dedos de Cristina penetraban su culo que estaba palpitando en tanto sus bocas permanecían pegadas chupándose los labios y sus lenguas impregnadas con buena parte de mi semen al introducirlo mi novia con sus dedos en la boca de Luisa.

—Mi hermano se vino mucho, amor siento el sabor de su esperma en mi boca.

—Sí, amor mío, se viene igual que Felipe –dijo mientras compartían mi esperma combinado con sus salivas.

Mi verga ya estaba dentro de los intestinos de mi novia que movía sus nalgas trasportándome al paraíso, entre sus movimientos y los míos me vine copiosamente dentro de ella, hasta me hizo ver estrellitas por todas partes.

Luego de ese episodio quedé dormido agotado con tan solo dos venidas, al igual que ellas luego de haber practicado la tijera mientras yo continuaba en los brazos de Morfeo, ¡Vaya, todo lo que puede hacer un culo!

Habían pasado dos semanas cuando los hermanos de Cristina regresaron, luego de ponernos de acuerdo aún contábamos con quince días más para que regresaran nuestros tíos y con las cámaras instaladas, comprobar si practicaban el incesto como seguramente hacían.

Habían transcurrido tres meses desde la llegada de nuestros tíos de Europa, se veían contentos demostrándose caricias de afecto a pesar de estar nosotros presentes, aunque la verdad mi hermana y yo tampoco perdíamos el tiempo en demostrarnos el cariño que sentíamos, sin embargo, a pesar que los videos mostraban claramente lo que pensábamos que hacían, nos calentábamos viéndolos desnudos y haciéndose el amor, nunca hicimos nada por hacer algún comentario, creo que en realidad fue por respeto hacia ellos, de modo que aunque teníamos pleno conocimiento de nuestras preferencias, no quisimos invadir su espacio, así como ellos tampoco lo hacían a pesar que sabían que dormíamos juntos, tal como ellos lo hacían.

Lo que preparamos Luisa y yo con ayuda de Blanca que no dejaba vencerse con la idea de hacer participes a nuestros tíos, fue incluir fotos artísticas de mi junto a mi hermana posando desnudos con la revista que nos prestó Cristina dentro de un portafolio transparente, incluyendo un cuento que hizo Luisa. Le encargamos a nuestra tía Eugenia que la entregara a Blanca. Nosotros no estaríamos ese fin de semana para darles tiempo a que descubrieran su contenido.

Vimos en la cámara instalada en nuestra habitación, como se excitaban viendo nuestras fotos, al grado de besarse entre ellos y hacerse el amor ahí mismo, encima de nuestra cama. Lo que obligaba a replantearnos con ayuda de Blanca el invitarlos a pertenecer a nuestro grupo familiar.

Acordamos que Cristina y yo nos casaríamos, cuanto antes, al igual lo harían Felipe y Luisa en una ceremonia sencilla por lo Civil, que no habría problema en llevar a cabo, en tanto Blanca, seguiría siendo la novia de los cuatro, ya habría tiempo de pensar cuando embarazarnos y tener nuestros hijos sin ningún tipo de riesgo.

Como reconocimiento del respeto que les teníamos, en la primera oportunidad desinstale las cámaras, comentándole el por qué lo hicimos a nuestra novia Cristina, que para nuestro asombro respeto nuestra decisión redefiniendo después de haberlos visto coger encima de nuestra cama, el plan que tenía Blanca para convencerlos de formar parte de nuestro círculo familiar.

Un lunes, luego de haberle hecho el encargo el fin de semana que no estaríamos, Eugenia, estaría sola, al terminar de bañarse ellos, entramos a la regadera nosotros, como era nuestra costumbre, al terminar de desayunar algo, salimos junto con el tío a nuestros trabajos.

Tocó a la puerta Blanca, abrió la tía llevando puesta su bata de baño mientras cepillaba su cabello. La invitó a pasar, Blanca era toda sensualidad, transpiraba feromonas por todos los poros de su piel haciéndola irresistible, se quitó el suéter para mostrarse con una blusa de hilo entallada que la hacía lucir más hermosa, sus pechos y pezones se delineaban perfectamente haciéndole pasar un poco de saliva a nuestra tía –supimos luego que nuestra madre y ella se habían gozado en la cama durante los años dorados de su juventud- luego mamá se casó, nos tuvo a Luisa y a mí y se divorció de nuestro padre para casarse después con una de sus antiguas novias con la que nos llevábamos bien mi hermana y yo.

Blanca aprovecho la oportunidad al ver que Eugenia se dolía del cuello, aparentemente tenía ciertas molestias, le entregó el paquete incluida una bata que Blanca había dejado.

—Si quiere usted, yo doy masajes –dijo Blanca.

—Pero niña, háblame de tú, por favor.

—Soy muy buena para dar masajes, a eso me dedico, veo que estás estresada.

—No estaría mal, ¿pero dónde me lo darías?

—De preferencia en su cama.

De sobra Blanca había adivinado que Eugenia se había puesto caliente al saber que Blanca era quien aparecía al lado de sus hermanos en la revista que no había dejado de hojear. Su gusto por el incesto lésbico disfrutado durante tantos años con su propia hermana, la madre de Javier y Luisa afloraba por toda su piel al igual que estaba sintiendo con una bella muchachita como lo era Blanca.

—¿Qué edad tienes, Blanca? –aparentemente no quería tener problemas.

—Estoy por cumplir diecinueve, ¿por qué?

—No, nada más curiosidad.

Pasaron a la recámara de ellos, la cama ya estaba tendida, se veían fotos de ellos dos muy abrazados y unas donde estaban besándose en la boca. Blanca no hizo mucho aprecio de ello, aunque supo de lo que se trataba.

—¡Qué bien salieron en esta foto!

—¡Ay!, mi hermano se pasó besándome en la boca.

—Pero se ven muy bien, hacen bonita pareja.

—¡Eso sí! –dijo con una sonrisa.

Eugenia se tendió sobre la cama, quitándose la bata que llevaba puesta y quedando desnuda en tanto Blanca le cubría las nalgas con una toalla para empezar a masajearla.

—Tienes muy bonito cuerpo, Eugenia.

—¡Gracias!

—Espero que no te moleste si tengo que quitarme la ropa para ponerme la bata y empezar.

—Por supuesto, alguna vez me dieron un masaje y fue increíble.

—Me tengo que poner encima de ti para poder empezar, primero por tus piernas e ir subiendo por tu espalda, tu cuello, tus brazos y luego de ello darte la vuelta.

—Me encanta que me acaricien el cuerpo, eso me relaja. -¡Humm!, ¡Qué ricas siento tus manos! Las tienes muy suaves y calientitas

—Estás en buenas manos, querida -vaya ya le dijo querida y pareció gustarle

—¡Aahh!, me encanta que me mimen, eso me mata.

—Tengo que subir mis manos un poco hacía arriba, espero que no te importe.

—Adelante, siento muy ricas tus manos.

—¿Te importa si tengo que quitarte la toalla?

—No, por supuesto, pon tus manos dónde tengas que hacerlo.

Blanca empezó a acariciarle las nalgas de manera sugestiva, abriéndolas para descubrir la pequeña dona que formaba su culo, la cual se antojaba ser acariciada con un poco de morbo, sin embargo, no era hora de apresurar el paso. La vagina se notaba mojada y puso sus dedos tan cerca de los labios que ya se notaban hinchados y prestos a ser besados.

—¡Humm!, tienes unas manos de ángel, que forma tan rica tienes de masajear mis nalgas.

—Creo que la bata me estorba un poco, es que solo se amarra con una cinta y no está, pensé que estaría, pero no, ¿crees que te molestaría si me desnudo?

—¡No!, si tienes que hacerlo, adelante…

—Es más cómodo trabajar así, vaya ¿te importa si tocó aquí? –puso uno de sus dedos a la entrada de su vagina.

—Creo que es hora de que te voltees

Eugenia se volteó mostrando sus hermosos pechos, en realidad no se aguantaba las ganas, luego de haber visto la revista donde Blanca estaba con sus hermanos, eso la excitaba sobremanera, porque además los conocía ellos en persona cuando la acompañaron al aeropuerto.

—Tienes unos pechos muy bonitos, -dijo mientras los de Blanca colgaban sobre su cara.

—Tú también los tienes hermosos, vi la revista…

—¿Te gustó lo que viste?

—¿Sabes? Yo también guardo muchos secretos.

—¿Cómo cuales?

—¡Mi hermano y yo nos acostábamos con la madre de mis sobrinos! Estábamos jóvenes.

Blanca instintivamente acercó su boca a los pechos de Eugenia y…

Continúa.

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