Como platicaba en mis relatos anteriores, para nosotros se nos ha hecho muy difícil cambiar de un día para otro nuestra rutina de vida, aunque con estas nuevas experiencia que estábamos viviendo, poco a poco se ampliaba nuestro panorama en el terreno sexual. También, poco a poco fui externando con mi esposa mi fetiche por las pantimedias, faldas cortas y en especial, por mi gusto de exhibirla a ella; por su parte y contrario a lo que expresa su madre, fue externando su gusto por mostrarse ante la gente, quizás no como una exhibicionista total, pero si como un inicio importante.
Mientras hacíamos el amor durante algunas noches, imaginábamos que era lo que más adelante haríamos; el resultado fue el siguiente.
Un domingo por la tarde, después de que mi suegra se había ido para su casa, decidimos pedir un pollo para comer en una rosticería que tiene servicio a domicilio. Para esto le pedí a mi esposa que se vistiera de manera muy sexi y ver que es lo que podría pasar con el repartidor.
Se baño, se puso una blusa de tela gruesa, pero sin sostén, ya se imaginarán, siempre mantuvo las altas arriba (o sea los pezones parados) y aunque no tiene mucho busto, lo poco que tiene, lo tiene bien durito y sabrosito; haz de cuenta que estas apretando unos limoncitos. Una faldita de las nuevas que le había yo comprado, de licra color azul rey, unas pantimedias muy claritas que no brillaban mucho unas sandalias de tacón alto y sin chones.
La jugada sería que ella lo recibiera y le pagara, no sería más que eso. Yo estaría viendo todo lo que sucedía desde la parte posterior de un sillón. Me puse algunas almohadas encima de mi cabeza para que no me viera que yo estaba ahí, me puse también una fila de ropa doblada que había planchado mi vieja el día anterior, esto me permitiría ver bien entre la ropa doblada.
Nada más de volver a recordarlo se me paró el pito hasta el tope.
Desde que me ubiqué en mi sitio para hacer las pruebas y ver si desde donde estaba ella se podía ver mi rostro, no podía aguantar el dolor de mantener adentro de mi pants la verga bien parada, así es que mejor me quite el pants y quede en pelotas.
Pasaron como 10 minutos y sonó el interfon, era el repartidor del pollo. Mi esposa le descolgó el teléfono y le pidió que subiera a nuestro departamento. La falda de mi esposa le quedaba a media pierna y poco antes de que le abriera la puerta se la subió un poquito más, yo no aguantaba la calentura y de mi pito comenzaba a salir de manera automática, líquido preseminal, transparente y oloroso.
Tocaron la puerta y era él, nuestra primera víctima.
Abrió la puerta mi esposa y recibió el pedido. Al principio no pude ver la cara del tipo este, ya que mi esposa me tapaba la entrada. Cuando mi esposa pagó, el chico le dijo que no tenía. Entonces se voltea mi esposa para llevar el pollo a la mesa y al momento de hacerse la tonta buscando cambio en su monedero, estando de espaldas al muchacho, ni tardo ni perezoso sacó su teléfono celular (que me imagino tenía cámara fotográfica) y comenzó a enfocar la retaguardia de mi vieja. En ese momento sentía que me venía solo.
La verdad es que ni sé cuántas fotos o video le tomo, pero lo que si sucedió es que mi esposa se dio cuenta de eso.
Cuando le pagó el monto del pedido le dijo mi esposa:
—¿Cuánto te debo?
—$120.00
—¿Eso que es, que significa… me estas fotografiando?
—No, no señora, disculpe, es que me mandaron un mensaje y como tiene vibrador
—No es cierto, yo tengo un teléfono igual y es de cámara
—No señito, disculpe, pero es que…
—Me vas a tener que descontar $20.00 por las fotos que me tomaste sin mi consentimiento ¿eh?
—Ja, ja; está bien señito, deme $100.00 y bueno, usted disculpe.
—Ten entonces…
Cuando cerró la puerta se acomodó la falda a su posición normal, pero de inmediato tocó nuevamente la puerta el tipo:
—¿Señito, me deja tomarle dos fotos más y le pago $50.00?
—¿Estás loco o qué? En cualquier momento va a llegar mi esposo y te puede ir mal, así es que mejor vete.
—Ande si, porfas, es más le regreso los $100.00 que me pagó y asunto arreglado.
—Pero tómame solo el cuerpo y rápido.
—Siéntese y cruce las piernas.
—Rápido.
Entonces se acomodó en el sofá, cruzó sus piernas y las dejo entre abiertas, como 5 minutos después, cuando el tipo ya estaba tomando más confianza ella se paró, le dijo que estaba arreglado y que mejor se retirara.
El muchacho se fue y cuando me levante de detrás del sillón, ya me había yo venido, me senté con ella y se me volvió a parar la verga. Platicamos al respecto y terminé nuevamente, pero ahora dentro de ella.
Fue un juego de lo mejor que hasta ese momento nos había pasado. Mucho mejor que lo del micro.
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Qué relato tan cachondo
Excelente sigue en ese crecimiento con tu esposa lo más Rico es verla botar leche