Con mi hijo tuvimos el sexo más loco en Japón (1)

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Mi nombre es Elisabeth, la relación con mi marido no estaba pasando por su mejor momento y pensaba que viajar los dos solos tal vez sería la solución a ese problema. Tenemos un hijo que ya cumplió la mayoría de edad y estaba entusiasmado con nuestro viaje, ya que podría ser libre de sus padres, aunque sea por un tiempo.

Los pongo en contexto. Con mi marido Pedro, trabajamos en la misma empresa multinacional hace años, nos conocimos ahí, yo un poco más joven que él comencé a trabajar en una oficina contable y Pedro era jefe de producción, se recibió de ingeniero y logró una gerencia, en cambio yo, gracias a mis conocimientos contables fui ascendiendo y lograr buenas inversiones para la empresa, por lo que me hicieron accionista de la misma. No tenemos ningún problema económico, nuestro principal problema siempre fue con el tiempo, nos vemos poco, pocas veces coincidimos en vacaciones y nuestra relación se fue apagando.

A modo de agradecimiento por un contrato que había logrado, la empresa me propone un viaje de tres semanas a la sede central en Japón, para que tenga una reunión protocolar y amistosa con el presidente de la empresa, me quería conocer en persona y para que disfrute de mi estadía con todo pago durante tres semanas en el mejor hotel de Tokio. Podía llevar a un acompañante, se lo propuse a mi marido, cosa que en apariencias le entusiasmo, sólo tendría que coordinar con su equipo de trabajo los días en los que podría.

Todo parecía ir bien hasta cuatro días antes de viajar con Pedro, surge un inconveniente y me dice que no puede viajar. Como tantas otras veces volvimos a discutir, me decía que vaya sola o con mi hermana, pero sería algo imposible con tan poca anticipación. Solo me quedaba una alternativa para no ir sola, convencer a mi hijo de acompañarme, cosa que sería muy difícil.

Mi hijo se llama José Luis, es alto y muy atractivo, está en una edad dónde quiere independizarse o por lo menos que no lo molestemos, así que sería muy difícil de convencer, sólo tenía una idea, tentarlo con algo que le gustaba mucho, el anime y el manga, también la tecnología. Algo tenía a mi favor, sabía que no se llevaba bien con el padre.

Elisabeth: Luis, ya sabes que tu padre no me quiere acompañar a Japón, sola no voy a ir, quiero que me acompañes. Te lo pido como un favor.

Luis: No quiero pasar tres semanas aburrido en un lugar tan lejos.

Elisabeth: No solo voy a conocer al presidente y accionista mayoritario de la empresa, un tal Nakamura Takashi, me quiere premiar por mi carrera. También quiero conocer Japón, iríamos a unos de los mejores hoteles de Japón, el Gora Kadan, en Hakone, a 80km de Tokio cerca del monte Fuji.

Luis: Aburrido

Elisabeth: La primera semana es en Hakone, después tenemos que ir a Tokio, no me dijeron dónde, pero creo que en alguna propiedad de Nakamura. En Tokio puedes comprar todo lo que quieras, yo voy a estar ocupada con Nakamura seguramente aburrida

Luis: ¿voy a poder comprar lo que quiera? ¿voy a poder ir donde quiera?

Elisabeth: Sí, promesa.

Luis: Entonces voy a ir a los Yukaku

Elisabeth: Si. ¿qué es eso?

Luis: Son casas de placer, jajaja

Elisabeth: ¿putas?

Luis: Si, putas, que tiene. ¿esta celosa? yo tendría que ponerme celoso.

Elisabeth: ¿celoso?

Luis: claro, ¿no te das cuenta por que te quiere ver Nakamura?

Elisabeth: ¿Nakamura? ¿Por qué?

Luis: No te das cuenta que te quiere ver el culo y las tetas.

Elisabeth: jajaja mi culo y mis tetitas, jajaja. Mira si un multimillonario va a querer ver mi culo, como si no pudiera tener los mejores culos del mundo.

Luis: Se ve que no conoces a los japoneses. Son depravados sexuales, les gustan las cosas más raras

Elisabeth: jajaja no creo, seguro que es un viejito que sigue todas las tradiciones. Pero que mejor que conocer como es. No vamos a perder nada

Luis: Bueno, te acompaño, pero después no te sorprendas si pasa lo que te dije.

Elisabeth: Voy correr el riesgo, estas cosas se dan pocas veces en la vida, no va a pasar nada malo.

Aunque no quise darle importancia, me sorprendió que mi hijo me vea como una mujer deseable, aunque sé porque lo dice. Sucedió hace dos años, tenía 38 y nadie me daba más de 29 o 30 años, gracias al deporte y la vida sana. Pero sabía porque mi hijo se había fijado principalmente en mi culo, cinco años antes encontró revolviendo revistas viejas, una en dónde salía yo en la tapa como la adolescente que ganó el concurso del mejor culo del verano, lo había ganado dos años seguidos.

La revista era de cuando, tenía 18 años y me había presentado en una playa con mis amigas en este tipo de concursos, ahora sería algo inimaginable, pero eran otros tiempos, muchas mujeres actualmente dirán que era un abuso del machismo, que éramos tratadas como objetos, pero nunca me sentía tan empoderada como cuando gané entre tantas mujeres hermosas, en la actualidad llevar oculta la cara por un velo lo ven como empoderamiento, no lo sé tal vez soy vieja, pero prefiero cuando éramos libres de mostrar el culo sin pedir permiso a ningún hombre. Mi hijo en ese momento vio las revistas y por unos días me hacía bromas por mi culo, se reía y me decía culona, pero después se le paso, fueron cosas de chico, pero se ve que esa imagen le quedó grabada.

Volviendo al tema de Nakamura, tal vez mi hijo estaba en lo cierto y tanta amabilidad no estaba relacionada con mi intelecto sino con mi culo, pero la tentación era muy grande como para rechazar el viaje, total no tenía nada que perder.

Pasaron unos días y ya estábamos preparados para salir hacia Japón, mi esposo ni disimulaba su alegría de vernos partir en el aeropuerto con una sonrisa de oreja a oreja, seguro que estaba pensando en quedar dos semanas a solas con su amante.

Llegamos a Japón y nos estaba esperando la señorita Sato Hana en una limusina que nos llevaría al hotel en Hakone. Hana era muy hermosa, como una muñeca de porcelana, muy amable, casi excesivamente amable, no paraba de hacer reverencias y sonreír. Durante todo el viaje no dejó de remarcar la amabilidad de Nakamura, que era el mejor líder del mundo, que estaba ansioso por conocerme y que disfrutemos del hotel, que íbamos a tener todo a nuestra disposición, que ella nos acompañaría y sería nuestra asistente personal.

También nos dijo que el señor Nakamura nos vería en unos días, pero que no podía especificar que día por un tema de seguridad. No sabía que quería decir con eso de “asistente personal”, pero supuse que es algo que hacen por costumbre en Japón.

Llegamos al hotel, era una especie de casa tradicional, rodeadas de árboles y cañas de bambú, solo se escuchaba el canto de los pájaros, apenas entramos tomamos conciencia de lo lujoso que era. Hana se nos adelantó y empezó a hablar en japones con la recepcionista, por lo que no llegamos a entender nada, pero por el tono imperativo que usaba, era como si le estuviera dando órdenes a una esclava. Después se nos acercó otra empleada vestida con la misma ropa que la recepcionista, un traje tradicional japones o eso supuse, parecía como una especie de geisha. Nos hace una pequeña reverencia y nos indica que la sigamos, los tres la seguimos en fila por el pasillo y nos dejó en la puerta de la última habitación del pasillo, solo entramos yo, mi hijo y Hana.

Quedamos sorprendidos por el lujo y el minimalismo de la habitación, grandes espacios y altas paredes, una cama inmensa, una especie de yacusi pegado a un baño y una pared vidriada que asomaba a una especie de pileta de aguas termales. Estábamos sin palabras mirando el vapor que emanaba de las aguas. Sobre la cama había dos batas o por lo menos eso parecía y a su lado unas toallas acomodadas simétricamente.

Hana llama a mi hijo, con voz suave y en el perfecto español que hablaba, se para delante de él y le empieza a sacar la ropa, no sé porque no me salieron palabras, a Luis tampoco, tal vez era la función de “asistente personal”, lo hacía con total naturalidad, el silencio del momento sólo se interrumpía por algún movimiento del agua termal salpicando sobre las piedras. No pude apartar la vista, no podía parar de ver como desnudaba a mi hijo, aunque la habitación no tenía prendida ninguna luz, el reflejo del sol que entraba por el ventanal se posaba sobre el cuerpo de mi hijo y las manos de Hana que lo desvestían.

El silencio lo rompió Hana cuando le baja la ropa interior y queda el pene de Luis a pocos centímetros de su cara, se escuchó “Kyodaina penisu”, no tenía idea que había dicho, pero yo hubiera dicho lo mismo. Hacía años que no le veía el pene a mi hijo y me sorprendió igual que a Hana, era gigante, le colgaban como veinte centímetros, con el grosor del brazo de un bebé. Luego lo cubre con la bata y le entrega la toalla. Me llama, no podía negarme, podía ser una falta de respeto a sus tradiciones, solo una excusa, en realidad mi subconsciente quería que me desnude delante de mi hijo.

Luis miraba desde el otro lado de la cama, sentía una sensación de vergüenza, aunque necesitaba que me viese desnuda, era una necesidad. Hana en pocos segundos me saca toda la ropa, no podía mirar a Luis, pero sabía que me estaba recorriendo con su mirada. Me pone la bata y me da la toalla, después señala las aguas termales y nos dice “disfruten”, toma toda la ropa que nos había sacado y se va de la habitación. Nos dice que volvería en una hora.

Estábamos los dos en batas, con las toallas en la mano, petrificados, nos miramos y empezamos a reír, creo que por nervios o excitación.

Elisabeth: ¿ahora que hacemos?

Luis: Nos metemos en el agua.

Elisabeth: Así, desnudos, ni loca

Luis: ¿vergüenza? Jajaja, vamos

Y así como si nada queda desnudo, se acerca y sin darme tiempo a nada, tira de mi bata y me deja desnuda, pero no quedó ahí la cosa, se pone detrás de mí y me da una palmada en el culo para que me meta a las aguas termales, salgo corriendo y me tiro en esas aguas de un color turquesa, humeantes, a una temperatura que apenas podía soportar.

Flotando en el agua me sentía vestida, Luis en cambio se acerca caminando lentamente y queda parado en la orilla, parecía orgulloso de mostrar su largo tronco, yo trataba, pero no podía dejar de ver semejante falo, era su madre, así que lo agarro de una pierna y hago que caiga en el agua, tenía que dejar de ver ese pene y esa fue la única forma de conseguirlo.

Estuvimos aproximadamente media hora flotando, ya era hora de salir del agua, veo a mi hijo que tenía los ojos cerrados y me animo a hacerlo lo más rápido posible, pero abre los ojos cuando hago unos pasos subiendo por unos de sus bordes.

Luis: Bueno, bueno, bueno, ¡Que lindo culo!, jajaja

Elisabeth: jajaja no seas pajero, soy tu madre

Luis-No soy pajero, soy un hombre y tengo ojos, mira cómo me pones

Se levanta y me muestra lo erecto que tenía el pene, una cosa impresionante, largo, gordo y brilloso. Trato de seguir el juego mostrando normalidad.

Elisabeth: Dale, si fuera el culo de hace diez años lo entendería, jajaja, pero por este culo

Con una mano me doy varias palmadas en una de las nalgas

Luis: No hagas eso que no sé qué puedo hacer, jajaja

Elisabeth: Mejor me voy a duchar, así te enfrías un poco, que dentro de poco nos va a pasar a buscar Hana.

Me meto en la ducha para prepararme entes de que nos pase a buscar Hana y bajar un poco la calentura. Me empiezo a duchar y de repente siento que sobre el hombro apoya la mano Luis.

Elisabeth: Dale, se nos hace tarde, deja

Luis: Dale, te ayudo, me ayudas y hacemos más rápido.

Elisabeth: … bueno dale, primero la espalda que no llego y después te enjabono la espalda.

Si, empezó por la espalda, pero no pasaron ni tres segundos para que empezara a enjabonarme le culo y a buscar el hoyito con el dedo.

Elisabeth: como sos, pero el dedo no.

No termino de decir dedo y ya lo tenía dentro, se deslizo con facilidad por el agujero.

Elisabeth: te dije que no metas el dedo

Luis: jajaja pero te quiero limpiar bien.

Elisabeth: Pero no hace falta que me metas el dedo en culo, son todos iguales. Estas muy caliente y así, con esa pija parada, corro peligro, jajaja, ahora lo soluciono y nos terminamos de bañar. Es la única forma de que se te pase la calentura.

Me doy vuelta y me arrodillo, agarro el pene y me lo meto en la boca, era una cosa impresionante, gigante, caliente como un hierro al rojo vivo, quedaba la mitad afuera de la mi boca, aunque intentaba no me entraba más. De repente.

Hana: Perdón, ya está preparado el vehículo que los llevará al centro, los espero en el pasillo.

Cuando me doy cuenta que Hana había entrado y nos estaba viendo, dejo de chupar de inmediato, pero cuando trato de sacar el pene de mi boca, la mano de Luis lo impide y empuja mi cabeza con fuerza, en ese momento eyacula en mi boca con mucha fuerza, puedo sentir como golpean en mi garganta tres chorros de semen, fue con tanta fuerza que me ahoga y me hace alejar la cara de golpe y escupir el semen, todo bajo la mirada de nuestra asistente personal, Hana.

Con la boca todavía chorreando semen le pido perdón.

Elisabeth: perdón, Hana, perdón

Hana: No tengo nada que perdonar, yo estoy a su servicio, no me puede molestar nada de lo que hagan, al contrario, me pone contenta que se encuentren disfrutando de la estadía. Tiene suerte de disfrutar a su hijo. Si en algo los puedo ayudar, estoy a su disposición.

Elisabeth: Gracias Hana, sólo una cosa, no digas nada.

Hana: es parte de mi trabajo mantener su privacidad, sería una deshonra para Nakamura no hacerlo. Los espero en el pasillo. Gracias

Se va hacia al pasillo y nos deja solos, no sé si me daba vergüenza la situación, pero nunca me había sentido tan excitada.

Elisabeth: está mal lo que hicimos, no se va a repetir, perdón fue mi culpa.

Luis: jajaja no seas tan dramática, fue solo sexo, estamos a 10mil km de casa, no le tenés que dar explicaciones a nadie y menos pedir perdón. Dale vamos con Hana, vamos a ver con que nos sorprende.

Elisabeth: es en serio lo que te digo, no te rías, y deja de tocarme el culo,  cómo sos

Luis: jajaja

Elisabeth: No dejo de pensar en Hana, me vio chuparte la verga, es una locura, me da vergüenza

Luis: No pasa nada, seguro que le gustó, ya te dije que los japones son los más depravados del planeta, ya vas a ver cuando vuelva.

Nos vestimos y salimos al pasillo al encuentro de Hana, nos esperaba con una sonrisa, nos dijo que la siguiéramos y nos acompaña hasta las afueras del hotel dónde había un auto esperándonos, ahí Hana nos dice que un chofer estaría a nuestra disposición y que primero nos llevaría a comer un Kaiseki Riory, después nos dimos cuenta que es un típico restaurante japones de alta cocina.

Fue una comida exquisita, algo fascinante, estábamos casados y volvimos al hotel dónde nos espera Hana, no quisimos recorrer nada ese día, sólo descansar. Hana nos acompañó a nuestra habitación y nos dijo que al otro día ella se reuniría con Nakamura y nos recomendó algunos lugares para conocer en Tokio.

Apenas entramos a la habitación Luis se saco la ropa y quedo desnudo, lo miro, pero no le digo nada, trato de ignorarlo, pensaba que sería mejor tomar como alga natural su desnudez, no pensar en ello. En cambio, voy a al baño y me cambio, me pongo un pijama de voy a la cama donde estaba mi hijo acostado boca arriba con la verga erecta.

Elisabeth: Luis, tapa eso o entra al baño y pajeate.

Luis: dale, me podés ayudar

Elisabeth: ya te dije hoy que era la ultima vez, que esta mal lo que hicimos, no seas pesado

Luis: pero no puedo dormir así, sino déjame tocarte el culo y me pajeo.

Elisabeth: ya te dije que el culo no

Luis: bueno, entonces voy a estar toda la noche así.

Elisabeth: Que pesado que sos, ufff, dale te la chupo y después te dormís.

Ya sé, no me pude resistir, en el fondo soy una puta, se la chupe uno o dos minutos y me volvió a llenar la boca de semen, solo me quedó actuar un rato de ayuda terapéutica, pero ese pene me dejó más caliente que antes de chuparlo, por suerte causo un efecto de somnífero en mi hijo y durmió toda la noche.

A la mañana siguiente golpea a nuestra puerta una de las asistentes de Hana para avisarnos que Hana llegaría más tarde que fuéramos a recorrer Tokio a dónde quisiéramos, que le indiquemos al chofer que nos lleve. Se me ocurre dejar que Luis decida a mí en realidad me daba lo mismo. Cuando le digo a Luis, me dice.

Luis: vamos a Kabukicho

No tenía idea que significaba, pero le hago caso a mi hijo. El chofer nos deja a una cuadra de lo que suponía una calle llena de negocios que no llegaba a distinguir, cuando nos acercamos me doy cuenta dónde estábamos, aunque casi todo estaba en japones, las publicidades decían todo, era un barrio porno. Mi hijo me toma de la mano y me guía a un local, en dónde las imágenes eran de mujeres vestidas de escolares y cuanto más entramos más denudas estaban.

Llegamos a una puerta roja y Luis acerca su tarjeta de crédito a un aparato y alguien abre la puerta, entramos a un pasillo oscuro y luego una habitación dónde habían cerca de veinte personas teniendo sexo, como fondo a ese espectáculo se exhibían películas porno, pero no eran normales, eran muy fuertes, del tipo que nunca había visto, mujeres meadas por hombres, hombres cagados por mujeres y comiendo sus cagadas, sentí mucho asco, pero no podía alejar la mirada. No pude aguantar más de unos minutos, lo tomo a Luis del brazo y lo saco del local. Salí agitada, casi asustada.

Elisabeth: ¿Qué era esa locura?

Luis: jajaja qué te dije de los japoneses, ahora me crees

Después fuimos a comer, pero no en un restaurante común sino a uno dónde se comen culos, algo increíble, lleno de hombres de negocio haciendo filas para comer culos que asomaban por unos agujeros en la pared, no podía creer lo que estaba viendo, cuando me doy cuenta Luis ya estaba haciendo fila para comer un culo, no pude hacer nada más que mirar como lo chupaba mientras hundía su cara en uno de esos culos.

Volvimos al hotel y nos esperaba Hana, solo nos pregunta si nos habíamos divertido y que al otro día almorzaríamos con Nakamura. Terminamos cansados después del largo y extraño día. Otra vez se repitió la escena con Luis y ya casi como rutina le vuelvo a chupar la verga, esta vez fue a cambio de que no me chupe el culo, cosa con la que insistió varias veces y aunque me hubiese gustado no podía caer tan bajo.

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