Al día siguiente quizás les fastidié la sesión de baño de sol de cuerpo entero, esta vez yo quería disfrutar de sus compañías, por la mañana volvieron a la ciudad de compras y por la tarde, tras la siesta donde sólo dormimos, nos fuimos a la piscina, pertrechados cada cual con sus prendas, mi bañador de slip justito y sus respectivos bikinis que tiraban a escasos, además, sus braguitas eran tipo tanga, resulta que se los compraron esta mañana, Tara se quejaba que todos sus bañadores estaban viejos, como sólo los usa cuando hay visitas, normalmente nos bañamos desnudos. Al comprarlo Tara, Nore también.
Sus tangas dejaban sus nalgas al descubierto, una visión exuberante, que recreaba mi vista cuando caminaban por el borde de la piscina, no pude por menos de lanzar un silbido y piropear ese desfile de modelos que tenía ante mí. Ellas se sonrieron y acentuaron su contoneo a la vez que se agarraban mutuamente por el talle y se daban una palmadita en el culete de la otra. Por mi parte necesitaba refrescarme porque estaba que echaba humo de lo caliente me estaba poniendo aquella visión.
Me tiré de cabeza al agua y me puse a hacer unos largos para desfogarme, tenía que desgastar el cuerpo porque refrigerarlo no era suficiente, no se me quitaba la imagen de la cabeza, dos hembras, cada cual más exuberante y deseables, me quedaba el consuelo que Tara me bajaría el calentón, esta noche o mañana por la mañana, aunque la imagen de Nore me venía a la mente o lo que incitaba más, estaba ante mis ojos cuando salía de la piscina.
Después de un rato en la piscina nos fuimos la jacuzzi, en realidad fui yo primero porque me era imposible que no se me notara la erección que tenía, me daba igual dentro o fuera del agua. Estaba pensando en hacerme una paja, cuando se presentaron las dos, se metieron dentro, una a cada lado, las burbujas golpeaban sus pechos y los hacía moverse como flanes, 4 deliciosos flanes que allí mismo los habría liberado de sus envoltorios de tela y me los habría comido.
Ellas seguían hablando de sus cosas mientras los chorros hacían su función bajo el agua, yo no podía creer la visión que tenía a cada lado. Me recosté para intentar relajarme y de repente noto una mano que me agarra la polla por encima del bañador, me quedo sorprendido, aunque dejo que maniobre, no sé de quién es la mano, las dos mujeres las tienen bajo el agua.
Me libera el duro palo de su envoltura y me lo pela con una maestría que no se nota nada fuera debido a las burbujas que llenan el jacuzzi. Ya no sólo la vista de las hermosas tetas convertidas en vibrantes flanes, es que las dos mujeres que se hablaban una a la otra se habían arrimado a mí para poder escucharse y sus respectivos flanes me rozaban cada una por un lado, sentía su blandura y a la vez su firmeza, mientras una mano sin identificar me la estaba meneando hasta que explotó, eché la cabeza para atrás, cerré los ojos y me abandoné al placer que estaba sintiendo mientras expulsaba la leche. Me daba igual si se salpicaba fuera del agua.
Se me quedó una cara de felicidad, con una sonrisa que las dos hicieron un comentario al respecto, como que no las estaba haciendo ni caso. No quise ni mirarlas, porque de haberlo hecho me delataría y delataría a quien me había hecho correrme, si fue mi mujer la invitada se escandalizaría y nos diría que somos unos pervertidos, si fue la invitada, tenía serias dudas, tampoco podía descubrirla porque sería un escándalo peor, por mi permisividad y por su descaro. Me quedé ahí, inmóvil hasta un rato después que se fueron las mujeres a la sauna. Pensando en lo ocurrido, lo increíble que ha sido y que si se lo contara a alguien no se lo creería. Ese día ya había tenido bastantes subidas de temperatura, así que pasé de la sauna.
Por la noche tampoco saqué el tema con Tara, si hubiese sido ella que lo dijera, algo que no hizo, lo cual me mosqueó bastante, pues si ella no fue sólo pudo ser otra persona. La situación entraba en otra dimensión.
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