Corrida anal con beso negro. En busca de los 4 pedos

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T. Lectura: 5 min.

Era la cuarta vez que quedaba con Miranda… Ella tenía sexo convencional con otras personas, pero conmigo solo quería que le hiciera un beso negro. Decía que el sexo es saludable pero que para ella el verdadera placer venia de un orgasmo anal con una cara entre las nalgas.

Mi relación con ella se limitaba a acudir cuando ella quería y disfrutar de su culo. Ella se aseaba, se ponía guapa e incluso se aceitaba un poco el culo para la ocasión. No era sexo oral sin más, era un placer muy profundo.

Aquel día fui a su casa y la vi arreglada y perfecta como siempre. Rubia, mediana estatura, culazo, piernas largas, maquillada, pero en sudadera y vaqueros. Y con botas.

Según vi las botas supe cómo iba a empezar aquello.

Yo fui guapo, una camisa, también vaqueros, pero a mí lo arreglado que estuviese me iba a durar poco.

Miranda y yo intercambiamos un par de comentarios elogiando al otro y poco después empecé a tocarle el culo suavemente. La llama comenzaba a prenderse poco a poco y el silencio se hizo. Ella contorneaba las caderas para pedir actividad y metí mi mano en sus pantalones para acariciar su culo entre sus nalgas. Muy poco después me hizo sacarla y yo voluntariamente la olí. La miré a los ojos con cara desafiante y cuando quise volver a acercar la mano me paró y me hizo un gesto para que me tumbase en el suelo. Obedecí. Ahí es donde entraban las botas.

De dos pisotones puso sus botas cerca de mis orejas y me tentó con las vistas. Sacudió un poco las caderas y comenzó a agacharse. Su culo se acercó tanto a mi cara que casi pensé que me lo comería con ropa y todo pero entonces volvió a poner de pie. Se quitó los vaqueros lentamente, se quitó la cremallera de las pierneras y se los quitó del todo.

Unas piernas largas y un culo gordo al final es lo que veían mis ojos desde el suelo, ni siquiera veía el color del tanga.

Ahora sí, comenzó a agacharse y pude ver una línea negra que era un tanga. Justo después del tangas y a medida que se separaban aquellas gloriosas nalgas apareció un ano redondo y marrón oscuro que fue inexorablemente directo a mi boca. Pero lo paró a un palmo. Aún no podía chupar. No podía tenerla más dura. Veía aquello y no podía chuparlo. La escuché reír.

-Por favor -le rogué

Se volvió a reír y bajó un poco más. Pude olerlo… Las vistas eran inmejorables. Se separó un poco las nalgas y seguí oliendo, un olor caliente y sucio, casi prohibido, lo quería para mí. Volvió a reír y acabó de bajar el culo para que pudiese lamerle el ano. Mi cara se llenó del calor asfixiante de las nalgas de Miranda y mi lengua rozó su ano con la suavidad de la que fui capaz. Lamía y lamía como si quisiera sacarle brillo. Cada vez que respiraba el calor de su raja me mareaba un poco más…

Ella bajó más y me enterró del todo en su culo para restregarme su ano por toda la cara. Luego subía y bajaba para jugar con mi respiración. Y me lo volvía a restregar.

El sabor el olor y el calor hacían de aquello algo tan duro como cachondo..

Pero al final eso eran juegos…

Se levantó de encima de mí y se puso a 4 patas sobre las cama… Se quitó las botas…

Miranda agitó su enorme culo brillante como tentándome a ir junto a él y se separó las nalgas señalando su ojete como diciendo (a ver qué sabes hacer con este).

Fui hasta allí y me puse de rodillas. Era el momento de correr su culo con mi boca.

Di un beso a cada pie y otro a cada nalga y sumergí mi cara entre ellas. Ella apretó mi cara con sus manos contra sus nalgas hasta poco antes de asfixiarme. Cuando salí de allí, me quedé mirando fijamente a su ano y comencé a lamer en círculos para estimularlo poco a poco. Ella al ser consciente de que había comenzado la mamada de culo con el fin de correrlo se relajó y me dejó trabajar. Seguí acariciando su ano con mi lengua en círculos y la pasaba ancha de arriba a abajo como si fuese una brocha, suavemente.

Mientras tanto acariciaba sus nalgas con mis manos. Su ano palpitaba contra mi así que empecé a sumergir mi lengua poco a poco. Le metía la puntita y la sacaba. El sabor a culo se acentuó drásticamente al sobrepasar el año. El olor y el calor me marearon un poco asique aleje un poco la cara e introduje una falange de mi dedo.

Ella gimió.

Saqué el dedo. Lo chupé. Y volví a meter mi lengua en su culo. El sabor volvió a intentar echarme para atrás, pero continúe metiendo y sacando la lengua, cada vez un poco más a dentro. Ella gemía y de vez en cuando me tocaba la cara con sus dedos. Metí toda mi lengua, la dejé dentro unos segundos y empecé a meterla y sacarla entera.

Ella gemía y su ano palpitaba. El sabor amargo y el intenso calor de la zona me ponían muy cachondo, pero pronto necesitaría respirar un poco alejado de aquel culo.

Como si me escuchará, ella separó mi cara de su culo con las nalgas y separó un poco las piernas. Vi como se llevaba un dedo al clítoris y comenzaba a frotarse suavemente.

Yo le introduje lentamente un dedo en el culo hasta que se sumergió entero. Estaba caliente y húmedo, y algo pringoso ahí dentro. Ella gemía del placer. Lo giré unas cuentas veces y lo saqué. El dedo brillaba. Miranda me miró fijamente asique no tenía otra opción. Me lo metí en la boca.

Con la mano libre que tenía, ella se metió dos dedos en el culo. Los removió y los agitó dentro como buscando oro y los sacó cono forma de cuchara. Sus dedos habían rebajado su culo en busca de los que hubiese. El olor allí cerca era muy muy intenso. Los dedos brillaban pero no parecían sucios. Fueron de su culo directos a mi boca. Sabían cómo sabía su culo cuando metí muy dentro la lengua: a culo de manera intensa.

Ahora sí llegó el momento.

Ellos seguían haciendo pequeños círculos en su clítoris con un dedo y su ojete palpitaba como si necesitase atención.

Cogí aire y le follé el culo con la lengua primero lentamente y luego rápido y profundo

Su respiración se agitó y los gemidos también fueron a más. Siguió y siguió gimiendo y el sabor se intensificó. Yo seguí ahí, aguanté como pude y esperé lo inevitable: la corrida.

Ella me avisó: ¡me corro!

Retiró la mano de su clítoris. Yo saqué la lengua, puse mi boca a una distancia de un dedo y me la abrí.

Si nunca te han tirado un pedo en la boca quizá no sepas que nunca estás del todo listo.

El primer pedo fue todo viento y casi no hizo ruido pero tenía mucha cantidad. El gas pasó directo de su culo a mi boca, llenando esta de un sabor horrible y amargo y después pasando a mis pulmones. Me produjo un arcada que se vio interrumpida por el segundo pedo.

El segundo pedo hizo ruido y aunque menos voluminoso fue más denso. Dentro de mi boca casi parecía masticable. El gas se pegó a todas las paredes de mi boca y lo que ya no cupo salió de mi boca y lo respiré por la nariz.

El tercer pedo tardó un poco más como esperando a que sugiriese los 2 primeros y se pareció mucho a primero. Mucho aire en mi boca. Aún si hubiese mantenido la respiración, era un pedo largo que me habría comido de todas formas. Aquel no me sentó tan mal.

Pasaron 2 y 3 segundos y parecía que no había más pedos. Hasta que con una mano se levantó una nalga y apretando un poco se echó un cuarto y último pedo.

El cuarto pedo hizo el ruido de un globo al desinflarse y tampoco trajo gran cantidad de aire. Pero el sabor era tan profundo que fue casi como masticar su mierda.

Ella, satisfecha, se incorporó y me preguntó qué tal. Yo tarde algo más en incorporarme, estaba algo mareado, la boca me sabía a pedo y el aire de la habitación estaba muy cargado.

Me confesó que ella no estaba del todo segura de si el cuarto pedo iba a ser pedo o no… Pero que estaba dispuesta a arriesgarse…

Yo la miré estupefacto y trate de hacerme el indignado pero en realidad ambos sabíamos que el morbo era tan intenso que habría dejado la boca abierta igualmente…

Ella me dijo que solo era cuestión de tiempo que yo probase su mierda y tuve que reconocer que quisiera o no… tenía razón…

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