Doce años después

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T. Lectura: 6 min.

Mi nombre es Luna: soy bajita, de piel muy blanca, cabello negro y largo. De complexión media, pero con buena genética; en mi familia casi todas tenemos grandes “atributos”.

Cuando tenía unos 10 años, mi mamá comenzó un noviazgo con un hombre muy amable. Un día nos invitó a comer a su casa y conocí a todos sus sobrinos. Con varios me llevé muy bien enseguida. Entre ellos estaba Sebas, a quien dejé de ver cuando se fue a vivir con su papá.

Pasaron casi 12 años. En ese tiempo me hice muy cercana a su hermana Brenda. Un día me pidió un favor:

Brenda: “Luna, ¿te gustaría bailar en mi boda una coreografía?”

Luna: “¡Claro que sí! Encantada.”

Los ensayos empezarían la siguiente semana.

Llegó el primer día. Me puse un body negro de tirantes anchos, pants verde esmeralda y tenis que combinaban. Llegué temprano y pasé por agua a un mini súper cercano. Cuando volví, Brenda me llamó.

Brenda: “¡Luna ven! Él es Sebas… ¿ya no te acuerdas?”

Cuando lo vi, sentí un calor súbito en mis mejillas. Ya no era el niño de antes: ahora medía como 1.85, barba completa, brazos marcados, venas visibles en las manos… traté de no mirar mucho más abajo, pero su pants gris no ayudaba.

Sebas: “¡Luna! Cuánto tiempo.”

Luna: “Igualmente, me alegra verte.”

Pasaron varias semanas. La coreografía avanzaba bien y todos nos llevábamos excelente. El maestro anunció que parte del baile debía hacerse en parejas. Y, para mi suerte, me tocó con Sebas.

La segunda semana empezamos ensayos exclusivos para él y yo. Esa idea me puso nerviosa y emocionada a la vez. Sebas y yo coqueteábamos ligeramente, pero jamás había sentido una tensión tan directa.

Ese día me puse un enterizo corto negro, rompevientos magenta y tenis del mismo tono.

Durante el ensayo, el maestro nos pidió practicar una vuelta donde Sebas debía abrazarme mientras yo tomaba su mano. Lo repetimos varias veces. Sentía su respiración, su fuerza… y en una de esas vueltas sentí algo más. Él se movió rápido para disimular y yo también, pretendiendo que no había pasado nada.

Al terminar, Sebas insistió en llevarme a casa. En el camino, Brenda llamó para invitarnos al cine. Aceptamos. Pero al llegar, la zona de la plaza estaba en remodelación, así que decidieron ver la película en su casa.

Brenda colocó dos colchonetas en el piso para todos. Yo preferí sentarme en el sillón detrás. Sebas llegó y también se sentó ahí, cada uno en una esquina, con los pies recostados.

A mitad de la película sentí su pie rozar el mío. Dudé, pero respondí. Al poco rato estábamos jugando discretamente con los pies. El tacto empezó a calentarme más de lo que esperaba… hasta que en un movimiento mío terminé rozando su entrepierna. Estaba duro. Me sobresalté y fui con excusa al baño.

Al salir, con la casa en penumbra, vi a Sebas sirviéndose agua en la cocina. Caminé hacia la sala, pero él me tomó de la mano.

Sebas: “¿A dónde vas, Luna? Pensé que me esperarías.”

Luna: “Perdón, te espero.”

Me pidió ayudarlo a tomar un vaso que estaba arriba. Me acerqué al mueble, dándole la espalda. Fingí no alcanzar. Él se acercó para ayudarme y sentí su mano en mi cintura… y su cuerpo pegado al mío. La tensión fue inmediata; le tomé la mano para apretarla un poco. Él respondió bajando la otra a mi cintura, acercándome más a su cuerpo.

Ahí empezó todo a arder. Comenzamos a besarnos apasionadamente. Sentía su lengua explorar mi boca e hice lo mismo, así que lo tome del cuello para acercarlo mas a mí. El al ser mucho mas alto, me tomo de la cintura, me subió a la barra que había en la cocina. Abrace las piernas a su cadera y pude sentir su miembro, era muy grande y la tenía muy dura.

En este punto estaba mojadisima, quería que me la metiera completa. Seguimos con los besos. Metí la mano en su pantalón, comencé a tocarlo. Sentía su respiración agitada en mi oreja, sentía sus quejidos de placer y eso me tenía en éxtasis.

Pero recordé que los demás seguían en la sala. No quise levantar sospechas así que le pedí a Sebas que nos relajáramos y planeáramos bien el momento.

Seguimos unos segundos abrazados en la cocina, respirando fuerte, intentando procesar lo que acababa de pasar. Me acomodé la ropa y regresé a la sala como si nada.

Yo tenía el pulso acelerado y Sebas me miraba como si quisiera volver a agarrarme en cualquier momento.

Cuando todos terminaron, Brenda dijo que llevaría a los demás a su casa. Solo Bere y yo nos quedamos. Mientras Brenda se preparaba, Bere pidió permiso para bañarse y se fue directo al baño.

Sebas y yo nos quedamos solos en la sala.

Él tomó un control de videojuegos.

Sebas: “¿Jugamos? El que pierda recibe castigo.”

Acepté. Pero perdí a propósito.

Sebas: “Derecha o izquierda.”

Luna: “Derecha. ¿Pero derecha de qué?”

Él pidió que le pasara un cargador. Cuando me agaché para tomarlo, sentí una nalgada firme, seca, totalmente inesperada. Tragué saliva. La piel me ardió. Mi cuerpo reaccionó inmediato.

Me giré, lo tomé de la camisa y lo empujé hacia el sillón. Me senté a horcajadas sobre él, sin pensarlo. Él me sostuvo fuerte de las caderas. El ambiente volvió a calentarse, más rápido que antes.

Me quito el brasier y puso su mano en mi pecho, lo levanto y se lo llevo a la boca, comenzó dando vueltas con la lengua y al llegar al centro, dio un pequeño mordisco. Eso me provoco un gemido.

Comenzó a bajar mi enterizo hasta que lo saco y puso su mano en mi tanga, la movió a un lado y comenzó a pasar su dedo por encima, de arriba a abajo y luego lo metió. Encontró mi clítoris y lo presionó con su dedo, comenzó a moverlo de arriba a abajo y me tenía solo apretando la cobija de tanto placer. Me moje muchísimo mas. Me recostó en el sillón, me abrió las piernas y comenzó a bajarme toda la ropa interior, llevo su boca hacia abajo para hacerme sexo oral y dio un lengüetazo para probar mis jugos, seguido de eso comenzó a apoyar su lengua en mi clítoris; hacia movimientos lentos y luego rápidos. Eso me llevo al clímax en unos pocos minutos, le avise que me iba a venir y traté de aventar su cabeza para que se moviera, pero se negó.

Mientras mis caderas perdían el control, él las tomaba y bajaba sus manos para apretar mis nalgas. Llegue al orgasmo y eso lo excito demasiado, se tomó todos mis jugos.

Después de lo que pasó entre nosotros en la sala, escuchamos el agua cerrarse en el baño. Nos acomodamos como si nada hubiera ocurrido y yo respiré hondo, tratando de recuperar el control.

Bere bajó, Brenda y David regresaron, cenamos algo ligero y luego todos se dispusieron a dormir. Yo compartí cuarto con Brenda y Bere. Sebas se fue al suyo.

Intenté dormir, pero no pude. Sentía mi pulso acelerado, mi cuerpo sensible, la mente repasando cada detalle. No sabía si él estaba igual…

Hasta que, alrededor de las cuatro de la mañana, mi teléfono vibró debajo de la almohada.

Una llamada de Sebas.

La rechacé para que no despertara nadie.

Un mensaje llegó enseguida:

Sebas: “Luna, no puedo dormir. No sabes cuánto te deseo ahora mismo. Ven.”

Me quedé quieta, procesando el mensaje. Mi respiración se volvió pesada. Dudé unos segundos… pero sabía perfectamente mi decisión.

Me levanté con cuidado, abrí la puerta del cuarto despacio y salí al pasillo oscuro. La puerta de Sebas estaba entreabierta.

Empujé lentamente. La habitación estaba apenas iluminada por la luz que se filtraba del pasillo. Sebas estaba recostado, cubierto solo por una sábana ligera. Me miró en silencio.

Sebas: “Cierra con seguro.”

Tragué saliva, cerré la puerta y caminé hacia él. Me pare en la orilla de la cama, me puse arriba de su cuerpo. Llegue a sus labios, comenzamos a besarnos mientras me apretaba de las nalgas y de la cintura, su lengua y mi lengua exploraban mientras nuestros cuerpos se frotaban. Comencé a bajar lentamente hasta llegar a su bóxer, puse la mano en su abdomen; la subía y bajaba en su pecho mientras que con la otra comencé a tocarlo por encima

Seba: Umm que rico, sigue así, tienes unas manos riquísimas

Comencé a bajar su bóxer y seguido de eso puse mi lengua en su pene. Hacia círculos en la puntita. Luego hundí mi lengua mientras con mis manos agarraba su pene y lo movía de arriba a abajo. Baje la lengua y fui dando besos alrededor.

Seguí haciéndole sexo oral, Sebas tomaba mi cabeza para meterlo hasta la garganta y cuando estuvo a punto de llegar al clímax, se detuvo y dijo:

Sebas: Ponte en 4, te quiero empinadita.

Me acomode y sentí la boca de Sebas juguetear de nuevo; chupaba, succionaba, y bebía mis jugos, me tenía escurriendo del deseo. Seguido de eso lo escuche ponerse el condón, me empino aún mas y sentí entrar la puntita del pene. Me estaba doliendo y sentía como iba desgarrando, era una mezcla de placer y dolor. Cuando llegó a la mitad, comenzó a meterlo un poco mas rápido, me abrió las nalgas y ahí no pude evitar soltar un quejido del dolor. Sebas al momento me tapo la boca y me la metió completa, me queje aún mas fuerte pero él la dejo ahí adentro sin moverla, mientras se adaptaba mi vagina a su tamaño.

Comenzó a moverse lentamente, luego, sus movimientos fueron subiendo. Me hizo mojar tanto que su verga entraba y salía y no dolía; me nalgueaba, apretaba de las caderas, susurraba cosas sucias y me tenía excitadísima. Estaba a punto de llegar al orgasmo, pero se detuvo, me dejo con las manos apretando la cobija. Se levantó para pedirme que le hiciera sexo oral, me acerque a su pene y comencé a chupar otra vez, pasaba mi lengua de arriba a abajo, metía mi lengua en su puntita y lo tenía disfrutando. El me pidió acostarme en la cama boca arriba.

Me recosté y levanto mis piernas, las puso en sus hombros y comenzó a embestirme. No puedo describir esa sensación, simplemente lo sentía en todo mi cuerpo, me hacía girar los ojos del placer. Le dije que se recostara y estaba arriba de el; comencé a cabalgarlo, mis caderas hacían movimientos rudos y rápidos de atras hacia adelante y el estaba excitadísimo. Sentía llegar el orgasmo. El me tomo de las caderas para que las siguiera moviendo.

Comencé a darle sentones, sentía mis nalgas rebotar, se escuchaba el sonido de los sentones que le estaba dando, el me apretaba para hacer los movimientos mas profundos y ahí fue donde ambos llegamos al clímax. Llegué al orgasmo primero y a los pocos segundos el. Nos recostamos y estuvimos abrazados un rato mas.

Después de eso, fui al cuarto a descansar y a la mañana siguiente me paso a dejar a mi casa. Sería el comienzo de muchas mas aventuras.

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