El chat gay

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Entre las cosas que me introdujeron en el mundo homosexual para no salir nunca más una era el chat, en la que había salas de trivia, de heteros que solamente charlaban y salas para gays y lesbianas donde los gays eran mayoría y sala a la que yo, luego de dar vueltas por otras, terminé asistiendo diariamente. En ella conseguía citas, pero reconozco que siempre tuve miedo que alguien me hiciera algo que no deseaba, no sé, me cuidaba.

Una vez fue particular, me había citado en una esquina, algo que muchas veces no me gustaba, pero esta vez me dio confianza, nos encontramos, sería un hombre unos pocos años más que yo, charlamos y me invitó a su departamento, pero a medida que nos acercábamos al lugar a mí me parecía reconocerlo, cuando estuvimos en la puerta y la abrió casi estaba seguro de que era el lugar donde mi padre y yo, hacía más de veinte años habíamos hecho un trabajo y nos había llamado la atención que el hombre que nos contrató viviera con su sobrino, igualmente no era el momento de decir nada.

Ni bien pasamos la puerta él me besó y nos entrelazamos en caricias, abrazos y palabras de deseo mientras me guiaba hasta la habitación donde una gran cama nos esperaba para acostarnos e ir desnudándonos lentamente con nuestra adrenalina que fluía intensamente.

Se había presentado como totalmente pasivo por lo que estando yo en el rol de activo dominaba la situación, así y todo besaba su cuerpo desnudo completamente y en cuanto llegamos a la posición del 69 nuestros gemidos hacían notar el placer que sentíamos, estuvimos un buen tiempo de franeleo donde yo le chupaba el ano de forma que sus exclamaciones me calentaban mucho, se puso una almohada debajo de su abdomen para levantar levemente su cola para que lo penetre, lo que hice más de una vez sacando mi pene para meter mi lengua, sin acabar seguimos un rato más con besos y caricias

-Por favor, cogeme y llename de leche. Me rogó

Y así lo hice, o al menos le hice creer. La metí despacio, como palpando cada centímetro y cuando mi pelvis tocó sus nalgas empecé a moverme muy rítmicamente y a gemir para que espere el derrame de mi semen hasta que fingí que acababa y hacía palpitar mi poronga dura en su cola, la saqué despacio y me acosté a su lado, él se recostó conmigo y me acariciaba, entonces empecé a pajearlo muy suavemente, tenía un interesante miembro que iba adquiriendo rigidez en mi mano, me monté sobre él poniéndome de espalda y dejando mi cola ante sus ojos, me incliné para mamar su pene erecto y podía sentir sus besos en mis nalgas, en mi ano, me metió un dedo y yo gozaba moviéndome, me dejó en 4 y me dijo:

-Necesito metértela.

Ni respondí, solo abrí mis piernas para que lo pueda hacer y sentí como me embestía con pasión hasta el fondo, una, dos, tres bombeadas y lanzó un grito de placer que me asombró, se quedó quieto tomándome las caderas con fuerza, luego de un minuto de acostó y me pidió que lo hiciera a su lado, nos abrazamos, besamos un poco y casi que nos dormimos. Habrán pasado unos 20 minutos cuando se levantó y me ofreció bañarme, al salir del baño me confesó:

-Es la primera vez en mi vida que soy activo, nadie logró eso conmigo, me gustó.

-Gracias, es un honor para mí. También debo confesarte algo, ya estuve en esta casa.

-¿Cómo? No entiendo

Y le conté que había estado hacía muchos años por la reparación y ambos nos reímos, me pidió que lo espere en la cocina así tomábamos algo mientras él se bañaba también, lo que hice sin problema. Charlamos un poco sobre nuestras vidas y luego de eso me despedí con un hasta pronto, lo que no pasó ya que cuando intenté volver a verlo su respuesta fue clara, “a esta altura de mi vida no sé si quiero ser activo” y jamás volví a saber de él.

Cada día que entraba esta sala de chat, conseguía una cita, yo tenía lugar y eso me daba un plus muy valorable, pero también empecé a buscar hombres en la forma tradicional, salir a la calle y a través de una charla, terminar en la cama de alguno de los dos, generalmente la mía.

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