Esclavo de mis dueñas Olga y Bea (2)

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T. Lectura: 11 min.

Empezó la dominación de Olga y Bea sobre mí.

Yo de alguna manera no tenía ninguna experiencia como esclavo. Es verdad que tuve una novia 4 años, quizás un poco dominante, pero nunca como lo es Olga.

Yo siempre me he sentido sumiso ante las mujeres dominantes, es algo que ha ido dentro de mí, en mí vivir cotidiano. Ante una mujer conspicua, siempre caigo rendido a sus pies… y Olga es conspicua, pero a la vez majestuosa, divina, sublime, imponente, brillante, femenina, bella, deidad y por supuesto genial y maravillosa.

Todas la mejores cualidades que pueda tener una mujer dominante, las tenía y las mantiene Olga. Ella ya me comentó que antes de conocer a Beatriz, tuvo a sus pies a una esclava. Lo que demuestra, que ya sabía dominar…

Bea también me dominaba… pero no con la contundencia que lo hacía Olga.

Lo primero, porque somos compañeros y en la residencia, nadie sabe ni sospecha tan siquiera, que yo pueda ser el esclavo de Bea.

En la residencia, somos compañeros y punto. Así lo pactamos desde el primer día que me convertí en esclavo de Bea y de Olga.

Continuando con el relato y la autobiografía de mis días como esclavo de Bea y de Olga. Podría decir que lo pasé bastante mal en un principio, pues para mí todo era nuevo… por un lado me sentía muy sumiso, quería adorar a la mujer, reconocer su superioridad… pero a la vez me costaba ser esclavo.

Los castigos que me infligía Olga al comienzo de nuestra relación, a mí se me hacían durísimos…

Por otro lado, a mis solas… también pensaba que era mi oportunidad de vivir todo aquello que siempre había soñado, cuando me he sentido sumiso ante una mujer.

De los 21 a los 25 años, yo salí con una chica que se llama Mónica. Un encanto de mujer, un poquito dominante, pero nada que ver con Olga.

Mónica me dominaba en el sentido de que tenía que ir dónde ella quería… a ella le gustaba mucho el cine, y raro era el fin de semana que no íbamos al cine. En el coche se ponía la música que ella quería… Si nos íbamos de vacaciones… ella decidía el lugar…

Pero Mónica en realidad, no me castigaba, ni me humillaba cómo lo hace Olga.

Desde que soy esclavo de Olga, mi vida a dado un giro por completo. Es ella la que hace y deshace, la que manda, la que controla, la que decide en todo momento. La que premia y la que castiga según su capricho. Según cómo le pille… dependo mucho de su estado de humor.

De Bea hablo menos, porque el dominio de Bea es bastante llevadero. Bea es mucho menos dominante que Olga. Yo diría que Olga, de alguna manera también domina a Bea. Sé que se quieren mucho, eso lo sé. Pero yo desde fuera, veo que Olga es la que más decide, la que más dirige todo. La que lleva la batuta…

Yo hace 4 años que soy esclavo de ellas y he de reconocer que Bea muchas veces ha sido mi apoyo, yo creo que sin Bea no hubiera podido aguantar el dominio que Olga ejerce sobre mí.

El 2022, lo pasé con la odiosa jaula sobre mi pene cada dos por tres. Daba igual que hiciera mal o bien las cosas… era el capricho de mi ama Olga, llevar eso puesto y para mí fue algo muy tormentoso.

Los castigos de Olga, eran muy continuos… Sobre todo, al principio fueron duros y constantes…

Sus tremendas bofetadas eran el pan nuestro de cada día. Y a veces, no era sólo el dolor de recibirlas…era cómo se producía esa ejecución.

Pues mi ama Olga disfrutaba castigándome. Ella misma me lo ha confesado varias veces.

No siempre me castigaba por haber hecho algo mal, por cometer un error…

Ella me castigaba muchas veces por placer, por demostrar su poder, porque le apetecía… y así sigue haciéndolo.

Recuerdo un día que yo estaba preparando unos macarrones para ellas, era un sábado sobre las 2 de la tarde. Yo tenía puesta la mesa en el salón para ellas, con todo, con su vino, su agua, sus cubiertos, su pan, sus servilletas… Acababa de cocer los macarrones y ya tenía la salsa preparada, cuando entra en la cocina Olga. Yo dejo todo inmediatamente, me arrodillo ante ella, y sin venir a cuento, me da una bofetada bastante poderosa…

Yo no me la esperaba, pero me aguanto, no digo nada. Y Olga… ¡zás…! Me vuelve a dar otra bofetada. Bea sale del baño, dónde estaba cepillándose el pelo, y le dice a Olga: ¿qué te hecho ahora Carlitos?

Olga tranquilamente le dice a Bea, que yo no le había hecho nada. Que estaba aburrida y quería oír cómo sonaba mi cara…

Bea le da beso y le dice: pues nada cariño, continúa que a mí no me duelen tus bofetones y se echaron a reír las dos…

Por supuesto Olga siguió dándome bofetadas y exigiéndome darle las gracias, cada vez que me daba una.

En ese piso de Getafe, ellas dormían en la habitación grande, que tenia de todo, armarios, mesillas, aire acondicionado, una cama de 1, 50.

Mientras que yo, cuando me quedaba con ellas… dormía en una cama de 90, sin más nada. Pues ese era el cuarto que utilizaban para planchar y allí no había armarios, ni mesillas ni nada. Sólo una silla donde yo ponía mi muda y mis pocas cosas.

Un día, les protesté porque hacía mucho calor en esa habitación, obviamente era verano… y contra todo pronóstico mi ama Olga reconoció que era verdad que esa habitación era calurosa y me propuso otro día dormir en el cuarto de ellas, por supuesto en el suelo.

Así dormí varias veces, pues yo normalmente dormía en mi casa. Pero si me había quedado hasta muy tarde con ellas y al día siguiente entraba en el mismo turno que Bea, me quedaba en casa de ellas y así al día siguiente iba con Bea al trabajo.

Pero no era fácil dormir en el suelo toda la noche con un triste cojín cómo almohada y después de estar allí, ir a la residencia 8 horas a trabajar. Se hacían las horas eternas…

Claro, que peor era tener que pasar toda la noche de rodillas al lado de la cama de ellas, castigado haciéndoles una vigilia, que se trataba de permanecer arrodillado mientras ellas dormían. Pero no de rodillas, sentado sobre mis piernas… que sería más llevadero. ¡No!

Se trataba de estar arrodillado en posición de firme, sin poder hacer nada. Únicamente viendo cómo mis amas dormían y descansaban.

Viendo cómo pasaban lentamente las horas, minuto a minuto…

Si me entraban ganas de mear, tenía una botella de agua de esas de 5 litros por supuesto vacía, para mear en la botella, pues mi ama Olga quería al despertar verme así arrodillado, sin más excusas.

Era un suplicio ese castigo. Yo ese castigo y lo de la jaula para el pene, lo llevaba fatal.

Un castigo que me impuso un día mi ama Olga. Fue dormir boca arriba en el suelo al lado de su cama, pero con unas pinzas de esas de la ropa puestas en mis pezones, otras puestas en mis orejas, otras puestas en mis labios , también me puso dos en cada ceja y en la parte de las axilas… y así tuve que pasar esa noche. Fue espantoso, pero, aun así , pude llegar a dormir.

Bea también tiene su carácter y su genio, aunque lo saca a pasear muy de tarde en tarde…

Un día habíamos coincidido en el mismo turno Bea y yo. Y cuando eso sucedía yo solía llevarle a su casa de Getafe a Bea.

Ese día, Olga le había enviado un WhatsApp a Bea, diciéndole que iba a ir a ver a su madre un rato esa tarde.

Y Bea me dijo a mí, que quería que esa tarde yo le hiciera una pedicura y le diera un masaje en los pies.

Yo lógicamente me puse con la pedicura, preparé un barreño con agua tibia para los tener a remojo los pies de Bea, le retiré las callosidades, y las pieles muertas, le arreglé las uñas de sus pies a Bea, se las recorté, se las limé, le di un buen masaje de pies, pero al pintárselas… no se las dejé cómo Bea quería, pues la verdad es que estuve mucho tiempo arrodillado ante ella mientras le hice la pedicura, y el caso es que Bea me mandó volvérselas a pintar.

Yo estaba cansado y se lo hice saber a mi dueña Bea, pero ella me dijo que me dejara de historias y que se las volviera a pintar bien.

Yo medio roto, le volví a pintar las uñitas de sus pies a Bea y esa vez pareció que sí lo hice mejor y le gustó. Pero cuando terminé, Bea me dijo: ves, ahora sí me gustan. Cuando quieres lo haces bien. Pero por no haberlo hecho antes bien, te tengo que castigar…

Coge el cuaderno de castigos, me dijo. Yo fui a por el cuaderno y me hizo escribir: “tengo que aprender hacerle mejor la pedicura a mi ama Beatriz” y añadió: eso quiero que me lo copies 500 veces.

Yo me quedé pálido… y le dije: por favor, Bea… No estarás hablando en serio… 500 veces es mucho castigo.

Y Bea me dijo: pues a Olga varias veces se lo has tenido que copiar 500 veces y no has dicho nada…

Yo le contesté: pero es que no es igual, ya sabes cómo se pone Olga… tu eres más coherente, eres otra cosa…

100 veces, 200 veces está bien… Pero 500 veces es una pasada de castigo. Voy a tener que estar hasta las 4 o las 5 de la madrugada copiando el castigo.

Y Bea me dijo: ese será tú problema, pero lo quiero 500 veces. Yo no voy a ser menos que Olga, a ella se lo copias sin rechistar y yo quiero el mismo trato. Yo intenté convencerla, pero me fue imposible, sólo conseguí que me diera cuatro bofetadas, cosa que nunca hacía Bea.

Tuve la suerte, que al día siguiente yo no trabajaba y me daba ese día de margen para copiárselo. Pero se lo tuve que copiar las 500 veces.

Otro día Olga me ordenó ir por la tarde a su casa después de salir de trabajar, para hacerles la cena y servírsela. Eso lo hacía normalmente, cuando al día siguiente no tenía que trabajar. Y esa vez, así sucedió.

Yo salí de la residencia y me fui derecho a Getafe, a casa de mis amas.

Ese día estaban las dos, pues Bea había librado ese día, yo entro y las saludo. Me dicen que quieren cenar una ensalada variada, lechuga, tomate, cebolla, atún, huevo duro y aguacate.

Yo sé la preparo. Y de segundo quieren pechuga de pollo a la plancha con un poco de arroz blanco.

Yo se lo voy preparando todo, voy poniendo la mesa para ellas, como de costumbre en el salón.

Y en un momento dado, entra Bea a la cocina para ver si había unas velas en uno de los cajones…

Efectivamente, encontró las velas, me las dio para ponerlas en la mesa dónde iban a cenar… y de repente Bea me dice:

¿tú, por qué no te arrodillas delante de mí?

-mi ama, yo normalmente no me arrodillo delante de ti. Le digo yo.

Bea, muy raro en ella, me da una bofetada y me dice, que a partir de ahora tendré que arrodillarme también delante de ella.

Yo por supuesto me arrodillo, le pido perdón. Y Bea me manda servirles la cena en el salón, con la velas encendidas.

Yo les sirvo la ensalada en una fuente que pongo en el centro de la mesa y les pongo en cada plato el pollo a la plancha con la guarnición del arroz blanco.

Después me voy a ir a la cocina, para recoger y fregar lo que había ensuciado, pensando que ellas querrían solas…

Pero Bea me llama y me dice: ¿tú dónde vas? Yo arrodillado ante ella, le digo: voy a recoger la cocina mi ama Bea.

Y ella me dice: eso lo puedes hacer luego… ahora te quiero aquí, así de rodillas mientras nosotras cenamos…

Yo me quedo allí arrodillado, mientras ellas cenan… y enseguida mi ama Olga me hace un gesto con su dedo para que me acerque a ella, yo obedezco, me acerco… y ¡zás! De repente una bofetada. Mi ama Olga le hace un gesto a Bea, cómo diciendo… ahora te toca a ti…

Bea me dice: ven, acércate… Yo obedezco, y… ¡zás! Otra bofetada, ahora de Bea. Olga le dice: joder tía, que bien a sonado…

Y me ordena Olga, volver hasta dónde está ella. Yo acudo y otra vez… ¡zás! Otra bofetada. Bea le dice a Olga… pues la tuya no ha sonado nada mal…

Y otra vez me manda ir a su lado y otra vez me vuelve a dar otra bofetada… y así se divirtieron un buen rato.

Lo que nunca olvidaré, es la noche vieja del 2022 en casa de mis amas… yo les había preparado la mesa grande con varios aperitivos, luego tenían espárragos con mahonesa, cuatro langostinos al lado y dos raciones de salmón que les hice a la plancha con setas. Habían cenado bastante bien, pues yo les había preparado varios canapés de foie, de salmón ahumado, de anchoas… unos pinchitos de tortilla de patata… Y la verdad es que todo les gustó. Estaban contentas. Pero más contentas se iban poniendo con la sidra, y con una botella de lambrusco que les serví.

Mientras ellas cenaban, yo tuve que permanecer de rodillas junto a ellas, y de vez en cuando me echaban al suelo un canapé o un trozo de tortilla para comer yo algo… Cuándo fueron a dar las campanadas, ellas ya estaban “contentillas”. No digo borrachas, pues mentiría… ellas controlaban y sabían lo que hacían, pero estaban un poco más alegres de lo normal. Y Olga cuando ya se acercaban las campanadas me dijo: ven, acércate, que este año te voy a dar yo las campanadas a mi manera… Y bien que me las dio…

Yo estaba de rodillas frente a ella, que estaba sentada en una de las sillas del salón comedor. Y cuando llegó el momento, por cada campanada que daban, en lugar de comerme una uva, mi ama y dueña Olga, me daba una bofetada. Obviamente me dio las 12 bofetadas y acto seguido me ordenó besar y lamer sus pies, pues quería empezar el año conmigo besando sus pies.

Esa misma nochebuena a la 1 de la madrugada, en RTVE, conectaban con Canarias, para dar allí las campanadas, pues ellos comienzan el año una hora más tarde… y en ese caso fue Bea, la que me atizó otras 12 bofetadas, una por cada campanada.

Esa noche me humillaron de lo lindo… La sinarquía triunfó con el poder de mis amas.

Mi dueña Olga me tuvo un montón de tiempo lamiendo sus pies de rodillas, mientras mis amas se besaban en el sofá. Cuando ya no supo que mandarme, mi dueña y ama Olga, me ordenó lamer las suelas de sus zapatillas.

A mi sinceramente me daba cierto asco, lamer las suelas siempre sucias de unas zapatillas… intenté pasar por alto esa orden, pues mis amas estaban muy contentas a esas horas y pensé que mi ama Olga no se iba a dar cuenta, pero me equivoqué.

De repente mi ama Olga me dice: perro, te dado una orden. Yo ya al escucharle llamarme perro, sabía que la cosa no iba bien.

Pues me llama perro cuando se enfada o cuando trama castigarme severamente…

Yo le dije: es que nunca he lamido unas suelas mi ama, me da mucho asco… Por favor se lo ruego…

Pero mi ama Olga me dijo: no te lo voy a repetir dos veces… Y rápido tuve que lamer no solo las suelas de sus zapatillas, si no también las de mi ama Bea.

La noche de reyes, me tuvieron las dos haciéndoles la pedicura, recortándoles las uñitas de sus pies… y dejando los recortes de sus uñas en una cajita.

A mí aquello me extrañó mucho, pero no le di importancia. Yo con el cortaúñas les iba recortando las uñitas de los pies, que iban cayendo a una toalla que yo había colocado bajo sus pies. Mi ama me dio una cajita muy pequeña y me dijo: echa aquí los recortes. Yo los fui depositando en esa cajita… y al final cuando acabé de hacerles la pedicura… mi ama y dueña Olga, me mandó comerme todos los recortes suyos y los de Bea.

Esos son tus reyes, me dijo mi ama Olga. Y añadió: estarás contento, anda que no tienen tus amas detalles contigo…

Yo tuve que agradecerles ese gesto , ese detalle y así fue mi noche de reyes.

Otro día que recuerdo fue el 14 de febrero del 2023.

Mis amas iban a ir a cenar fuera esa noche y mi ama Olga quería que le limpiase unos zapatos. Y me dijo: los quiero impecables, quiero ver mi cara en esos zapatos…

Yo me puse a limpiarlos, se los dejé impecables, pues le limpié hasta las suelas. Y cuando se los enseño, mi ama me dice: no veo aquí mi cara.

Yo le digo: pues se los he limpiado bien, mi ama, los he limpiado a conciencia, creo que están impecables, como usted me mandó mi dueña Olga.

Y ella me contestó: sí, ya veo que están limpios, muy limpios… pero no veo mi cara en los zapatos.

Yo le dije: es que nunca podrá ver ahí su cara, son zapatos, no espejos…

Y dándome uno de sus fuertes bofetones me dijo: no me hagas enfadar, lo que te pedido es algo muy fácil, muy simple, muy sencillo… sólo te he ordenado ver mi cara en los zapatos… y añadió: creo que es algo sencillo, no hay que estudiar para eso…

Yo le insistí: pues se los he limpiado a fondo mi ama Olga, se lo juro. Yo los veo muy limpios.

Entonces mi ama me dijo con voz fuerte: cállate perro, ya veo que eres basura, no vales para obedecer a tu ama. Y añadió:

Te he dicho, que quería ver mi cara en estos zapatos, nada más. Y es algo súper sencillo. Te lo voy a demostrar ahora mismo.

Y efectivamente me lo demostró…

Cogió una foto de carnet que tenía en un cajón del salón, la metió dentro del zapato y me lo enseñó, diciendo:

Ves que fácil… ¿ves ahora mi cara en el zapato? ¿entiendes ahora qué lo que tú ama te pide, no es nada difícil?

Yo empecé a suplicarle, a pedirle perdón, le rogué, le imploré, pero ese día su fusta me hizo un daño atroz.

Mi ama Bea estaba trabajando y no pudo acudir en mi defensa. Mi dueña Olga ese día se cebó conmigo, me dio con la fusta una tremenda paliza y no contenta me dio varios correazos y un montón de zapatillazos. Era la primera vez que la veía castigarme así…

Cuando paró y cesó su castigo, yo prácticamente llorando me arrastre a sus pies implorando su perdón. La verdad es que estaba cómo en fuera de juego, no entendía nada, mi mente me daba vueltas… Estuve al menos dos minutos besando los pies de mi dueña Olga, implorando su perdón.

Por fin mi divina dueña y ama Olga, quiso ser misericordiosa conmigo y me tuvo compasión. Me perdonó y por primera vez la sentí que me trató con un poco de cariño…

Ella misma me decía: hoy tú ama ha tenido que castigarte bien, no has sabido obedecerla y se ha enfadado un poco, pero bueno, ya te ha perdonado.

Yo le agradecí todas y cada una de sus palabras, pero la realidad es que estaba hecho polvo, tenía el cuerpo destrozado… estuve tres días bastante dolido… cogí bastante miedo a los castigos de mi ama y dueña Olga. Pues a los pocos días se hizo con dos varas de abedul, y me hizo ver las estrellas a las 12 de la mañana.

Con esas varas me azotaba el culo, las piernas, las plantas de los pies… me hacía un daño terrible, me hizo llorar varias veces de impotencia por no saber aguantar sus castigos… me dolían mucho, pero cuando el dolor remitía un poco, volvía arrastrarme a los pies de mi dueña.

Ya han pasado 4 años y la admiro y la adoro más cada día. Si es cierto, que no me castiga como antes, sólo muy de vez en cuando, por antojo o por capricho. Ella ya me conoce bien y yo también a ella. Bea también de alguna manera es benevolente conmigo. Son 4 años conociéndonos y aceptando cada uno nuestro rol.

Una vez más les doy las gracias a quienes os habéis interesado por mi sentir, dentro de este mundo de la sinarquía.

Siempre he creído en el poder de la mujer. En su infinita superioridad.

No hay regla sin excepción, lo sé. Pero la mujer en la mayoría de las ocasiones va muy por delante…

Es inteligente, astuta, valiente, decidida… Siempre se dijo, que tiene un sexto sentido…

Yo ahora la estoy conociendo mucho mejor, más de cerca y a mis casi 30 años, soy un devoto admirador de la mujer.

¡Gracias!

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1 COMENTARIO

  1. Aún veo a Carlos muy quejoso, no valora su suerte de ser reeducado en un ambiente ginárquico, le gustaría que todo fuese a su medida, y eso es justo lo contrario a la Ginarquía.
    Ójala tanto Olga como Bea descubran pronto la sensación de poder y placer que supone el destrozar el culo del esclavo con un strapon.

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