Follada por un hombre que resultó ser mi padre (1)

0
1415
3
T. Lectura: 6 min.

Crecí sin saber quién era mi papá, y eso fue porque mamá realmente nunca supo quién había sido el tipo que la había embarazado; lo único que me contó fue que, en un viaje que hizo con sus amigas cuando era joven, conoció a un sujeto en un antro, salieron un par días y después no volvió a saber nada de él. Lo único que tenía presente era un tatuaje en una de sus piernas y, semanas después, descubrió que estaba embarazada.

Mi nombre es Mariana, mido como 1,60, soy flaquita piel blanca, mis senos son pequeños, y mis nalgas son algo grandes.

Cuando cumplí 22, me entró la curiosidad por saber más de él, así que decidí buscar en aquel lugar. le mentí a mamá diciéndole que me quedaría unos días en la casa de una amiga; Elena, mi mejor amiga, me acompañaría a la ciudad donde mamá dijo que había conocido a ese hombre. Al llegar, lo primero que hicimos fue buscar el lugar y, para nuestra sorpresa, dimos con él bastante rápido; después nos instalamos en el hotel más cercano.

No sabíamos cómo empezar la búsqueda; solo teníamos claro que, en la noche, iríamos al antro. El lugar era un completo revuelo, así que le preguntamos a un par de meseros si conocían a alguien con el tatuaje que mencionaba mamá, pero nadie nos supo dar razón. Nos sentamos y pedimos un par de bebidas sin alcohol; minutos después, unos sujetos nos mandaron un par de copas a la mesa. Elena, siendo la más extrovertida, invitó a los tipos a sentarse con nosotras sin pensarlo mucho; la intención de ellos era evidente: querían emborracharnos para después llevarnos a la cama y cogernos.

Aprovechamos que ellos se levantaron por más tragos para escapar del lugar; como solo teníamos una semana, dedicamos un par de días a recorrer la ciudad y comprar algunas cosas. Elena propuso ir a un bar que quedaba un poco más lejos del hotel, y acepté con la condición de que esa noche solo sería para divertirnos; no pensaba seguir preguntando nada sobre ese hombre. Llegamos y nos sentamos en una mesa; momentos después, noté que un hombre no dejaba de mirarnos. Era muy distinto a los del bar anterior. Vestía muy bien, como alguien de dinero o cargo importante.

De pronto, un mesero se acercó:

—Señoritas, el señor olivares les manda una botella del mejor champagne —dijo el mesero.

—Lo sentimos, pero no podemos aceptarlo —respondimos al mismo tiempo.

Al ver que no aceptamos la botella, minutos después él venia en persona.

—Mi nombre es Fabián y soy el dueño del antro; no pude evitar enviarles una de nuestras mejores botellas a dos chicas tan hermosas como ustedes.

—No se hubiera molestado, no hacía falta —le contestamos.

—¿Me puedo sentar un momento con ustedes? —preguntó.

Al ver lo atento que era, dejamos que se quedara un rato con nosotras; el tiempo se nos fue volando mientras platicábamos, y cuando ya nos íbamos, él mismo se ofreció a llevarnos. Terminamos aceptando porque ya era demasiado tarde.

Al bajar del auto, me preguntó si podía invitarme a desayunar al día siguiente. No sé por qué, pero en ese momento le dije que sí; el tipo me daba buena espina y, además, era algo atractivo. Era alto como de 1:80 tal vez, Se notaba que tenía unos cuarenta y tantos, pero eso no me importaba mucho.

—Te dejo mi número y nos ponemos de acuerdo mañana.

—Viniste a buscar a tu papá y vas a acabar ligándote a un madurito —dijo Elena, entre risas.

A la mañana siguiente, él apareció súper puntual para ir a desayunar. Platicamos un buen rato; me contó cosas de su vida y yo obviamente, no le dije la verdadera razón por la que estaba ahí. Solo le mencioné que había venido de vacaciones con mi amiga.

Cuando me dejó en el hotel, me preguntó si podíamos vernos al día siguiente, pero le dije que no se iba a poder, porque ya mañana nos regresábamos a casa.

—Bueno, las invito al antro esta noche entonces

—Déjame hablarlo con mi amiga y te aviso —le respondí.

—Claro que vamos a ir —dijo Elena—, al fin volamos a mediodía.

—Bueno, está bien… solo un rato, para no desvelarnos tanto.

Decidí usar un vestido rosa ajustado al cuerpo, con algo de escote, sin sostén, solo con una pequeña tanga de encaje del mismo color.

Al verme, Fabián se quedó embobado.

—Qué hermosa te ves.

—Ay, no es para tanto —le respondí, algo modesta.

Al llegar nos acomodó en su mejor mesa. Más tarde llegó un amigo suyo que invitó a Elena a bailar, y ellos se fueron a la pista; nosotros nos quedamos platicando mientras tomábamos un par de copas.

—lo notaba algo nervioso… y sin rodeos, me dijo Me gustas mucho, Mariana, y me encantaría conocerte más. Lástima que mañana ya te tengas que marchar.

—Tu también te me haces muy guapo, así que entonces aprovechemos el tiempo que nos queda.

Como si con mi mirada le hubiera dado permiso, se inclinó hacia mí… y comenzó a besarme, correspondiéndole de igual manera, con sus manos intentaba rozar mis piernas, y yo le dije en voz baja:

—Este no es un buen lugar.

—Vamos a mi casa mariana, ahí nadie nos va a interrumpir.

Me levanté para decirle a Elena que me iba a ir con el; ella solo me guiñó un ojo y dijo que no había problema.

—Mi amigo puede llevarla más tarde —dijo el.

Durante el camino no dejaba de mirarme; me desnudaba con su mirada. Llegando a su casa, no llegamos ni a su cuarto; se abalanzó sobre mi recostándome sobre el sofá de su sala. Como pudo bajo mi vestido, quedando mis senos al aire, con su boca los devoraba, me los comía y chupaba, como si fuera un niño con una paleta.

Sin despegarse de mi cuerpo se fue bajando hasta llegar abajo, alzando mi vestido hasta mi cintura. lograba posar su boca en mi vagina, con su mano hizo a un lado mi tanga, sin preámbulos pasaba su lengua por mis labios vaginales, lamiendo y succionando con una intensidad que hacía temblar todo mi cuerpo. También lo estaba haciendo que pronto llegue a tener mi primer orgasmo, corriéndome en toda su boca.

Mientras él se desnudaba, yo me terminaba de quitar el vestido y la tanga, con sus manos me giro y me puso en cuatro, antes de que pudiera tomar aire, metió su pene de un solo golpe, sujetándome de mis caderas me penetraba sin pausa alguna. Una embestida tras otra. Solo escuchaba el ruido de sus testículos chocando contra mis nalgas: Rápido y fuerte me hacía gemir y jadear, podía sentir como su pene tocaba el fondo de mi vagina.

Me jalo hacia el, cargándome con facilidad como si no pesara nada. Entrelace mis piernas alrededor de su cintura, rodeo su cuello con mis brazos aferrándome a él. Avanzamos hacia su habitación sin dejar de penetrarme subía y bajaba lentamente, mientras que sus manos apretaban y sujetaban mis nalgas.

Besándonos como si fuéramos marido y mujer, me llevó a su cuarto. Sin luz alguna, llegando a su cama me bajó con cuidado, colocándonos en posición de lado recogía mis pies y solo sentía su pecho contra mi espalda. Enroscó su brazo alrededor de mi cintura, llevándome más cerca de él, me penetraba nuevamente ahora era lento y profundo. arqueaba mi cuerpo hacia atrás mientras ahogaba mis gemidos en la almohada.

Dándome los últimos embates fuertes y profundos, hundiendo su pene hasta el fondo sentí como se endurecía más, comenzando a soltar un chorro espeso y caliente de semen dentro de mí, justo en el momento en que yo llegaba a tener un segundo orgasmo.

Saco su pene lentamente, lo paso por entre mis nalgas limpiándolo, sentí como el semen empezaba a salir de mi vagina, resbalando por mis muslos.

Quedando ambos exhaustos, con su respiración agitada.

—eres realmente increíble, mariana—me dijo mientras besaba mi cuerpo.

—De igual manera, fue maravilloso para mí también, bueno ahora tomaré una ducha para regresar al hotel.

—Quédate conmigo esta noche.

—No puedo, tengo que regresar, espero y entiendas.

Mientras me duchaba, mis piernas aún temblaban. Fabián me había dado una de las mejores cogidas de mi vida, a tal grado de provocarme dos orgasmos casi seguidos, cosa que nunca había experimentado en mi vida.

Al salir de la ducha y con la luz del cuarto encendida, vi que Fabián tenía un tatuaje idéntico al que mamá me había mencionado. Mi corazón se aceleró de inmediato; deseaba con todo no estar en lo cierto sobre lo que estaba pensando.

Mientras él se metía a bañar, busqué entre sus cosas para comprobar mis sospechas; al abrir un cajón, encontré un álbum de fotos. Hojeándolo, apareció una foto de mi madre. ¡Al segundo de verla, mi cuerpo se congeló por completo!

Volví a dejar todo como estaba, no sin antes tomar aquella foto. Me vestí y, aún estando en shock, salí a la calle; tomé un taxi rumbo al hotel. Durante el camino, me sentía sucia; era aberrante lo que había hecho. Había cogido con mi padre, Y la prueba la tenía en mis manos; con esa foto no había duda de que Fabián era el hombre que estaba buscando.

Al llegar al hotel, y sin parar de llorar, me maldecía por haber cometido un acto imperdonable. Recordé que no habíamos usado protección, y Fabián se había corrido dentro de mí. Un pensamiento aberrante y monstruoso me invadió, al saber que podía quedar embarazada de mi propio padre. Tendría que tomar la píldora del día siguiente. Era la única forma de asegurarme de que aquello no sucediera. No podía permitir que la posibilidad de un embarazo se convirtiera en realidad.

Horas después llegó Elena, un poco ebria; me hablo un par de veces, pero yo fingí estar dormida. Tenía que decidir si le contaría sobre lo que me había enterado o si guardaría ese secreto conmigo.

Al despertar por la mañana, vi que tenía un montón de llamadas y mensajes de Fabián; quería saber qué había pasado y por qué me había ido de su casa sin decir nada.

—Por cierto, ¿cómo te fue anoche? ¿Si te lo cogiste? —preguntaba Elena.

—No, no pasó nada, solo me trajo de regreso al hotel.

—Y ya arréglate, que no quiero perder el vuelo.

Estando en el lobby, esperando el Uber, fue que en ese momento llegó Fabián. Al mirarme, se le dibujaba una sonrisa en su rostro.

En cambio, yo ni siquiera podía mirarlo a los ojos; para mí, él solo reflejaba la vergüenza, la culpa y ese asco profundo que sentía en ese momento hacia mí misma.

Al momento que se acercó y nos saludó, me quedé helada; no sabía si salir huyendo o mejor contarle toda la verdad. Al tenerlo frente a frente, sentí que todo se detuvo; mi corazón se aceleró a mil por hora y supe que en ese momento tendría que tomar una decisión que cambiaría mi vida para siempre.

Continuará…

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí