Iniciando a nuestros hijos mellizos (21)

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El chico gime, ella mira por encima de su hombro para encontrar mi mirada, me tomo por sorpresa y le doy a la distancia un gesto de aprobación . Ella me devuelve la sonrisa, veo como el rubor se extiende por sus mejillas, antes de inclinarse para llevarse la cabeza de la polla a la boca.

Sandy sonreía nerviosa, escuchando los comentarios vulgares de los chicos que la rodeaban, sus ojos se cruzaron nuevamente con los míos, le guiñe un ojo a la distancia, un gesto familiar que ella reconoció de aprobación y apoyo que era el mismo que le enviaba desde las gradas en sus competencias deportivas en la universidad y a lo largo de su vida académica. Dentro de mi necesitaba que continuara quería ver hasta donde podía llegar sin medir las consecuencias ni que se trataba de mi propia hija.

Su primer movimiento fue tímido, desde mi posición y por el movimiento de su cabeza y mano pude adivinar que la punta del pene tocaba sus labios sin introducirlo y lo alejaba de su boca aprisionándolo con su mano, eran breves besos, varios chicos le pedían que se acercara a sus posiciones en un susurro constante.

Muy a mi pesar retire mi miembro de la boca de la bella señora, me lo guarde en el pantalón y me acerque al otro extremo del pasillo en la pared en donde estaban Martha y mi hija, había un tumulto esperando turno, sin embargo, quede lo suficientemente cerca para escuchar lo que decían los chicos. “Te gusta mi verga?… Quítate la falda acerca tus nalgas al orificio y ábrelas para metértela por detrás” Le dijo un señor de más de cincuenta años que era uno de los que Martha atendía.

Un hombre de mediana edad con la verga dura se introdujo a un lado de Martha, su miembro era enorme se veía impresionante, con la punta rosa y brillante por la excitación. Martha lo acepta y se la mete en la boca sin dudar. El hombre jadea de placer, se lo mete profundo, su garganta se mueve en un ritmo sensual, sus ojos se llenan de lágrimas y la saliva le gotea por la comisura de los labios, mi esfínter se contrae al ver la escena de mi hija dando suaves masajes con su boca cerrada sobre el pene del chico y a Martha masturbar a uno mientras con la boca atendía la enorme y prieta verga del nuevo. Busque una nueva posición al final de ese pasillo ya que había un tumulto justo en donde estaba Sandy.

Quería estar cerca de mi hija, me sentía excitado, pero aun había en mi un atisbo de preocupación por su seguridad. Me asomé por la pequeña ventana y vi claramente a Martha y a mi hija. Mi corazón se aceleró al verla manejar el pene y dar pequeños besos en la cabeza de la polla martirizando al chico que se pegaba a la pared, la excitación se apoderó de mí. El chico se movía cada vez más, podía sentir su excitación

Estaba a tan solo 3 metros de ella, por la ventana veía perfectamente lo que sucedía. Con la respiración contenida vi cómo los ojos de Sandy se abrían de par en par con una mezcla de miedo y excitación. Martha, había tomado las riendas de la situación, susurrándole palabras al oído, guiándola en cada paso. El miembro del joven se ponía más rígido con cada embestida tentativa dentro de la mano de Sandy, sus testículos con vellos púbicos desprolijos colgaban grotescamente dentro del orificio y pude ver claramente como se tensaban con cada suave caricia de mi hija. La habitación era una sinfonía de respiraciones pesadas, chasquidos húmedos y gemidos ahogados, un testimonio del carnaval de lujuria que nos había invadido a todos.

Martha, con una sonrisa, se acercó a mi hija, susurrando algo que hizo que las mejillas de Sandy se sonrojaran aún más. Entonces, como si fuera una señal, Sandy separó sus labios carnosos y tomó finalmente la cabeza del pene dentro de su boca. Paso su lengua por el glande recorriéndolo hasta la base. Un jadeo colectivo resonó a mi lado, y sentí una extraña mezcla de orgullo y excitación creciendo en mi interior y un escalofrió recorriendo mi espalda.

La mano del chico se abrió paso hasta la nuca de Sandy, guiándola mientras lo absorbía más, con las nalgas hundidas por el esfuerzo. Sus caderas empezaron a mecerse y vi como más de la mitad de su verga llenaba de carne la boca de mi hija, verla, mi hasta hace poco inocente princesa, ahora una mujer explorando su sexualidad con tanta libertad, era más de lo que podía soportar. Mi polla, que ya se tensaba contra mis pantalones, pedía alivio al ver su delicada mano trabajar su miembro al ritmo de su boca.

La tensión aumentó a medida que los gruñidos del chico se hacían más fuertes, y supe que Sandy estaba cerca de tomar una decisión. La veía llevarlo hasta el límite, con las mejillas rojas por el esfuerzo. Y cuando finalmente erupcionó, mi hija se apartó y un cálido chorro de semen paso de largo cayendo en su cabello y espalda, continúo moviendo sus manos con maestría hasta exprimirlo, parte del semen cayó sobre su blusa, entendí que no era la primera vez que daba sexo oral, solo que ahora era en un lugar público y frente a sus padres, también comprendí que oficialmente se había convertido en parte de nuestro mundo decadente, un mundo donde los límites se difuminaban y el placer era la única ley.

Mi corazón latía a mil por hora al ver a mi hija manejar la polla del desconocido con tanta destreza. Sandy me descubrió en mi nueva posición aun con la polla del chico en la mano, sus ojos se llenaron de sorpresa al verme tan cerca, su cara se sonrojo, y como si reaccionara se alejó a la puerta, tomo unas servilletas que estaban dentro del cubículo y se limpió los restos de semen. Yo no podía más, la excitación me rebasaba, me bajé el cierre del pantalón y lo metí por el orificio buscando alivio, una de las señoras tomo mi pene y se lo metió en la boca.

Sin embargo, mi atención seguía en los movimientos de mi hija, mi faceta voyeur y cuckold predominaba y se trasladaba ahora a Sandy. Después de limpiarse el semen se mantuvo en pie, observando con sorpresa y cierta fascinación la escena que se desplegaba delante de ella. Una nueva participante ingreso y se fue al área en donde estaba Juan. Las demás mujeres se movían alrededor, sus lenguas bailando alrededor de los penes erectos, sus manos acariciando, masajeando y explorando cada centímetro de carne caliente que se les ofrecía. Noté rubor en la cara de mi princesa era lógico y natural que su propio deseo se agitó a la vista de tanta lujuria y haber participado, vi como sus pezones se endurecieron a través de la fina tela de su blusa corta.

La habitación parecía una pintura hedonista, resaltando las formas voluptuosas de las participantes. La mayoría de las mujeres estaban desnudas o semi desnudas, solo mi hija conservaba toda su ropa, Una falda corta de mezclilla y una blusa que mostraban su ombligo y vientre marcado por el ejercicio, así como unas sandalias que dejaban ver sus hermosos pies desnudos y las uñas de los dedos con esmalte del mismo color de su blusa. El olor a sexo, sudor y excitación se envolvía en el ambiente, y el sonido de los besos húmedos sobre las pollas y los susurros lascivos se fundía con el ritmo de la respiración agitada.

Sandy permaneció de pie, mirando a su alrededor en actitud tímida y sumisa, su atención se centró en Martha que le hacía señas que regresara y le mostro el enorme miembro ensalivado que chupaba y brillaba en su mano. Mi hija sonrió nerviosa, indecisa, su mano tocaba la manija de salida para abandonar la sala, y de repente con paso decidido, se acercó a Martha, se hinco y esta vez no tuvo cuidado en acomodarse la falda, mostrando sus impresionantes muslos y el inicio de sus finas bragas blancas.

Mi hija se movió y acomodo lentamente, aceptando de manos de Martha el enorme miembro, y acercando sus labios a la punta, saco la lengua como si quisiera primero saborearlo, la respiración del moreno se agitó y su vello púbico se estremeció al sentir su aliento cálido. Con un movimiento suave y deliberado, Sandy envolvió sus labios alrededor del glande, haciéndolo palpitar. Sus ojos se cruzaron con los míos, llenos de desafío y curiosidad, buscando mi aprobación. Le di un guiño y un leve asentimiento, indicando que podía continuar mientras yo bombeaba la húmeda boca de la desconocida.

Martha se movió a la posición anterior de mi hija tomando un nuevo miembro, Sandy quedo en medio de Martha y la señora que me atendía a mí y a otro chico a la derecha, vi claramente como su boca se movió lentamente, tomando cada centímetro, su garganta se tensó por el tamaño impresionante del pene, sus cachetes se hincharon y el hombre jadeó de placer. Los demás participantes se acercaron a la escena, observando ansiosos la acción.

Mis manos se enredaron en el cabello de la desconocida, guiando su boca, cada embestida más profunda que la anterior, mis ojos no podían dejar de ver a mi hija, que estaba hombro a hombro con la mujer que me atendía con su boca, mi preciada hija, adorando la verga del desconocido con la maestría de una experta. La escena era tan surrealista y excitante que me costaba creer que mi princesa, ya no era la adorable adolescente que se acurrucaba en mi regazo para ver la tele, o la que me pedía ayuda con los deberes.

Con cada mamada que le daba al desconocido, la cara del hombre (el tipo era aproximadamente de mi edad) se contorsionaba de éxtasis. Su piel morena, ahora se enrojecía al ritmo de sus jadeos, y sus ojos se cerraban en un gesto de placer incontrolable. Su pene, empapado en la saliva de mi hija, se erguía aún más, y su tamaño me impresionó, aun así, Sandy no se detuvo ante la dimensión del desafío. El pasillo se impregno del sonido de la respiración del tipo, que se entrelazaba con el de mi hija, el de Martha, mi propia respiración y la de todos los participantes. El ambiente se volvía cada vez más tenso, la excitación era palpable en cada rincón.

Sandy, ya una experta, se limitaba al placer oral, apoyando sus manos en sus rodillas, permitiéndole al hombre la libertad de introducir y extraer su imponente miembro a su antojo en la hermosa boca de mi hija. Cada pulsación de su pene se sentía en la garganta de Sandy, que se adaptaba sorprendentemente, aunque en ocasiones se detenía a tomar aire, por sus mejillas corrían algunas lágrimas por el esfuerzo. Su habilidad para mamar era innata. Yo, a un lado, contemplando la escena, no podía creer que mi dulce muñeca se hubiera transformado en menos de una hora, la excitación que sentía en mi era indescriptible.

Me había olvidado por completo de Myriam y Juan. Estaba tan absorto viendo a mi hija y a Martha que no había notado que estaban ya a mi lado, Juan me rodeó el hombro con su brazo, su sonrisa en la penumbra me mostro que se divertía con mi tormento. Su aliento en mi oído era cargado de lujuria, susurrando “¿Te gusta lo que ves?” Su burla era evidente, y a la vez, su tono de excitación era palpable. El solo saber que mi hija se encontraba allí, explorando su sexualidad de la mano de su esposa que también devoraba vergas de desconocidos era más de lo que yo podía manejar.

Myriam se acercó a mi costado, su abrazo me transmitió un calor que se extendió por todo mi ser, suavizando mi angustia y mi excitación. Sus labios se posaron en los míos en un beso húmedo y cálido, su aliento era caliente, estaba tan excitada como yo, sus manos se deslizaron por mi espalda en una caricia que se adentraba en la fibra de mi camisa. Después de un largo y apasionado beso, al separarse, me miro, su sonrisa era de complicidad y deseo.

Sin dejar de contemplar la escena que se desplegaba ante nosotros, con la boca aun húmeda de mi beso se agacho, se hinco y saco mi verga del orificio con sus manos suaves y empezó a acariciarla. La desconocida que me mamaba tomo el miembro de Juan, no por mucho tiempo, mi esposa saco del orificio también el de Juan y nos mamo a los dos alternadamente.

En el clímax de la noche los gritos de los hombres viniéndose sobre las mujeres se generalizo, el esperma volaba, nuestra hija hizo lo propio. El hombre se movía enloquecido, temblaba y su respiración se agitó, era obvio que no podía resistir más. Con un gesto maestro, mi hija aceleró el ritmo, tragando cada centímetro de su polla ayudándose con ambas manos, sus ojos se cruzaron con los del desconocido y con los míos, vi la decisión en sus ojos.

Con un gruñido gutural, el hombre se vino con un chorro potente, la cara de Sandy se bañó en semen, la saliva y el semen se deslizaron por su cuello, la escena se grabó en mi mente para siempre. Mi hija lo exprimió hasta la última gota, abría y cerraba la mano jugando con la leche espesa del hombre, se levantó y se secó la boca con la servilleta escupiendo el contenido que entro en su boca, su cara estaba roja, su falda en la cintura mostrando completamente las pantaletas y su culo joven y respingado.

Mi esposa se levantó sin dejar de masturbarnos a mirar la escena, Sandy se limpiaba la cara y se sonaba la nariz seguramente expulsando leche de sus fosas nasales.

“¿No te lo dije?” dijo Juan, “Sabia que serían una familia swinger como nosotros”

Sandy, se acomodó el vestido, su pecho excitado se hinchaba y sus senos se movían levemente con cada respiración. Se acercó a la pared, la multitud de manos se apresuraron a acariciarla, palparla, explorarla, para mi sorpresa se dejó hacer. Unos dedos intrusos trataron de meterse entre sus bragas, mi hija le quito la mano y las puso sobre sus nalgas. Otros jugueteaban con sus senos,

Mi esposa y yo, aun sin medir las consecuencias, no podíamos apartar la mirada, el calor se acumulaba en mi interior, la excitación se hacía insoportable, la visión de mi propia hija en plena acción sexual me volvía loco. Mi hija metió una mano entre sus piernas acariciándose sobre las pantaletas. 4 manos que entraron por los orificios acariciaban sus nalgas y sus senos.

“Myriam sácame la leche, ya no puedo más” –Pidió Juan

Mi esposa, escuchó la petición de Juan y, sin perder la concentración, se hinco nuevamente y tomó también mi verga y empezó a masturbarme mientras hacía lo propio con Juan usando su boca. La escena delante mía era demasiado, mi hija se masturbaba lentamente, cerrando sus bellos ojos, los hombres cercanos a ella la acariciaban, y mi esposa aceptaba a un tercer hombre en la rueda. El calor me consumía, mi polla palpitaba con cada toque, el ver a mi hija y a mi esposa con otros hombres era demasiado, no pude resistir más y empecé a gritar de placer, mi semen broto en la cara de mi esposa, empapando su cuello y pecho, note que tragaba el semen de Juan que entraba a borbotones.

El desconocido que se nos unió, se vino en una copiosa carga de semen que mi esposa recibió en su cuello y la esparció por su cara, con un gesto lascivo que delataba su propia excitación.

Mi atención se centró de nuevo en Sandy, que ahora se encontraba de espalda a la pared, sus manos bajando por su vientre acariciando su sexo cubierto por las delgadas bragas empapadas. La multitud que la rodeaba se volvía cada vez más osada con sus manos deslizándose por sus carnes firmes, explorando cada rincón de su anatomía sobre la ropa. Mi hija necesita sexo, ser penetrada, era evidente.

Aun me sentía excitado y estaba erecto, mis manos se enredaron en el cabello de mi esposa, empujando su cara contra mi pene, su boca abierta y acogedora con el calor que sentía en su garganta me hacían estallar de deseo, vi su cara aun con vestigio de tres leches, nuevamente me vine, se tragó cada gota que le ofrecí. Juan me miraba, su sonrisa malvada me decía que no podía negar la realidad, que mi propia hija era la que me hacía perder el control.

Mis ojos no podían dejar de ver el espectáculo que ofrecía Sandy, sus pezones se erguían a través de la tela, sus nalgas se movían al compás de la masturbación contra la pared, su respiración era cada vez más agitada. Las manos de extraños recorrían su cuerpo acariciando sus senos con brusquedad. En la cima del placer los ojos de mi hija se tornaron blancos, separo las piernas, abrió la boca y tuvo un estremecimiento seco que me indicaron que estaba teniendo un fuerte orgasmo, su rostro era la imagen perfecta del vicio, de la depravación que ahora ya era parte de su vida en complicidad con nosotros. Se volvió lentamente y me miró, su sonrisa me decía que lo que veía era solo el comienzo.

De repente, las luces del recinto se encendieron con un brillo cegador, y un pitido agudo retumbó en la habitación, sofocando el ambiente erótico que se había formado. Todos nos detuvimos en seco, y las caras del personal del club que entraron se tornaron serias y preocupadas. El sonido de un altavoz resonando por todo el salón nos heló la sangre: “Se detectaron actividades indebidas. Los participantes deben detenerse inmediatamente. Los que hayan roto las reglas serán expulsados del club”. La multitud se dispersó, y la ansiedad se apoderó de la sala. Mirando a mi alrededor, vi a Sandy que salió del cubículo acomodándose la ropa, Martha y el resto de las mujeres continuaron adentro.

Myriam y yo intercambiamos una mirada preocupados. La persona se dirigió precisamente a nosotros como los infractores. Salimos entre risas. Esperamos afuera a Juan y Martha. Sandy y mi esposa entraron a un restaurante para asearse. En silencio me senté en una banca del centro comercial aun aturdido, aun no procesaba lo que había pasado. Después de 10 minutos a lo lejos veo que vienen nuestros amigos, Juan venia carcajeándose como un adolescente después de una fechoría.

“Jajaja que buena experiencia Miguelito!”

“El personal nos dijo que ya habían advertido dos veces antes a tu mujercita que estaba violando las reglas de no tener actividad fuera de la cabina” Comento Martha aun arreglándose la ropa y el cabello.

“Y en donde están ellas?” Pregunto Juan

“Entraron al baño del restaurante que está enfrente” Le respondí.

“Iré a hacerles compañía” Martha se dirigió al lugar.

“Vaya amigo, tienes mucho que procesar camino a casa y te sugiero abordes el tema cuanto antes con tu hija” Me sugirió Juan una vez que quedamos solos.

“Si, te confieso que estoy en shock, no es en realidad que pensar” Le respondí sentándome e invitándolo a hacerme compañía.

“No te preocupes, amigo, Sandy ya sabe lo que quiere. Tu hija es una mujer ahora, y con la ayuda de Myriam, seguro que podrán manejar la situación.”

Asentí, aun en un mar de dudas, “Tienes razón, debo abordar de inmediato el tema.”

“Sera una excitante charla sin duda” Concluyo Juan al acercarse las tres mujeres para el regreso a nuestras casas.

¿Fin?

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12 COMENTARIOS

  1. Enrique, nos dejaste esperando mucho tiempo!!!! Excelente, muy bien relatado, espero con ansías como se sigue desarrollando la trama

    • Hola Dario, gracias por tomarte el tiempo de comentar en cada relato. Te informo que ya subi la parte 22, en cuanto lo autorize el sitio estara en linea. Un abrazo.

  2. ¡FIN?
    Enrique: te imaginas que el Quijote finalizara tras la lucha con los gigantes (molinos) y se olvidara de los episodios de la Iinsula o del tribunal o de…
    Aquellos que llevamos una vida liberal nos identificamos con tus relatos, rememoramos situaciones parecidas que hemos vivido y esto, unido a la calidad del relato, a los personajes que plasmas y a sus interrelaciones, hacen unos relatos que merece la pena seguir y porque no, coleccionar.
    No puedes cerrar sin mas y dejar multiples puertas abiertas.
    ¿Que pasa con Sandy y la relacion que va a tener con la pareja?. ¿Llega a interactuar Sandy con Juan y Marta, o con ustedes, o con todos ?. ¿introducen a Enrique en nuestro mundo?. ¿Como se llega a esa incorporacion, con Marta, con Mirian o con Sandy, en parejas, con las tres,….?. ¿Que pasa con Mario y su mujercita, hacen el trio, la llevan a una reunion familiar, …?.¿que pasa con la hermana de Mario? ¿que …..
    y respecto del relato, fantastico, trasmites los nervios y el morbo de las primeras veces, como crece la excitación, ….en suma para volver a leerlo
    Solo, como otras veces pedirte que no tardes tanto en publicar.
    Gracias y Felicidades Enrique

    • Hola manuel! Vaya agradezco y valoro tu extenso mensaje. Por supuesto que sigue de hecho esta terminado solo hago algunas actualizaciones de acuerdo a las respuestas en este sitio y en el blog privado que tengo. Y tienes razon, las vertientes y personajes estan creados para desarrollarse. Un abrazo y gracias por comentar y participar.

  3. Gracias Enrique….. Excitante saber que ya Sandy es parte del mundo swinger con sus padres…… bastante intenso su primera experiencia sexual con un grupo de desconocidos delante de sus padres…

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