Entré a su apartamento en un lugar muy exclusivo de Santiago y veo a una chica vestida muy atractiva y verdaderamente me parecía mucho más hermosa que las fotos y videos que había visto horas antes. Me da un beso corto en los labios y me ofrece algo de tomar y le acepto un güisqui y ella al igual me acompaña trayendo dos vasos en sus delicadas manos. Gilma realmente hipnotiza con esa mirada de ojos celestes, una carita alargada, dientes perlados y una boca pequeña de labios gruesos que ella resalta aún más con un pintalabios. Tiene una combinación de sencillez en una aura que parece muy sofisticada.
A mi segundo día de haber llegado a Santiago de Chile, miré a esta joven que me gustó mucho y le tiré un anzuelo monetario y solo le pedía que me diera sus pantis por la suma de $150.00. Ella me sonrió y me dijo de esta manera: – Con esa plata, usted llama a las chicas del silencio y créame que le dan más que unas pantis. -Luego ella de una manera como asesorando, aconsejando a un turista me dio más detalles de lo que ella llamó, Las Chicas del Silencio y, resultó ser un sitio en la red donde se muestran las damas de compañía de esta bonita ciudad. En la más breve oportunidad busco por medio de Google el sitio y es como concierto una esta cita con Gilma.
El trato era un masaje por una hora, pero esto no parecía llevar prisa y hablamos un poco mientras nos tomábamos el güisqui y donde esta chica muy femenina y sensual me advertía con la magia de sus ademanes que esto sería una buena experiencia para el recuerdo. Llevaba un vestido muy ajustado, tallado a su cuerpo escultural con una falda debajo de las rodillas, pero con una abertura que te permitía ver sus sedosas piernas. En su perfil decía que sus medidas eran 98-62-105, así que ya se pueden imaginar el cuerpo que se manejaba en un altura del metro y 65, en un peso de las 130lbs.
Como les decía, esto no parecía llevar prisa ni tampoco sabía cuando el tiempo comenzaba, pues pasábamos hablando unos quince minutos para que ella me propusiera si deseaba pasar a darme una ducha o pasábamos a la habitación. Le dije que me acababa de bañar y me sentía cómodo pues era un mes de junio y hacía mucho frío en la ciudad.
Todavía en la sala Gilma me desabotonó la camisa y así suelta me tomó de la mano y con una seguridad en sus pasos me dejé guiar por ella hasta llegar a una cama muy bien acomodada entre varios espejos y una enorme ventana que, prácticamente era toda la pared exterior y donde se podía apreciar los jardines de este edificio desde un cuarto piso. Había un olor rico de algún incensio aromático, unas velas que le daban cierto romanticismo a una tarde nublada y música clásica de un jazz más que sensual.
Gilma se acercó a mí y esta vez me quitó la camisa y como si fuese mi novia me volvía a besar y nos enredamos con nuestras lenguas donde nos saboreábamos el uno al otro el güisqui que acabamos de tomar. Mientras nos besábamos me gustaba ver su linda mirada celeste y como si viviera cada beso cerrando sus ojos me dijo que le parecía un hombre muy guapo y que le encantaba la loción que vestía. Por ese tiempo yo tenía 43 años y esta chica decía tener 20 en su perfil de este sitio llamado El Silencio.
Me besaba las tetillas y me tomaba de las nalgas y yo solo me apoderé de sus solidos glúteos y los frotaba con mis manos. Esos labios gruesos de su boca pequeña me gustaba verlos como succionaban y jugaba con mis tetillas y esto hizo que mi verga tomara grosor y los hidráulicos naturales comenzaron a levantarlo. Ella sintió el bulto y con una de sus manos me lo comenzó a sobar por sobre los pantalones. Arrodillándose ante mí me quitó el cinto, desabotonó mi pantalón y ella me los bajó y delicadamente me los tendió en un armario junto con mi camisa.
Tomándome de la mano me pidió que me acostara sobre mi estómago y yo solo obedecí y a través de los espejos vi cómo se subió vestida y con sus zapatos tacón alto sobre la cama y se sentaba sobre mi espalda baja y sentía el calor de sus entrepiernas y el calor delicioso de sus vulva aun cubierta por alguna prenda íntima.
Comenzó con un masaje sobre mis hombros y cuello, con los minutos se volteó y sobre mi espalda sintiendo el calor de su entrepierna y vulva ahora me masajeaba las piernas. Usa una crema aromática de frutas y con la misma me untó las nalgas y se dio gusto masajeando y jugando con mi ojete el cual me apretaba amenazaba penetrar si no hubiese sido por sus uñas que me podrían haber hecho daño.
Le calculé a esta parte otros veinte minutos y fue allí donde me pidió que me volteara y, en esta ocasión me quitó mi bóxer el cual estaba evidentemente mojado y me dijo de una manera muy erótica: – Tienes una pija muy hermosa, una varita mágica. – Se sonrió y continuando vestida se sentaba sobre mi falo y me daba esa mirada tan sensual de sus ojos celestes y me masajeaba los pectorales, los hombros, toda la extensión de mis brazos y se me acercó para decirme al oído: – Eres un hombre muy lindo y varonil y yo tengo la suerte de tenerte hoy en mi cama… ¡Que dura se siente tu pija!
Parecía que no tenía calzones, pues con mi lubricación y la de ella, mi verga se deslizaba por aquel canal y ya no sentía tela alguna. Luego hizo lo mismo y se volteaba para masajear mis piernas y yo solo sentía sus manos de arriba abajo y ella me tomaba del falo y me lo masturbaba por algunos segundos y se lo hacía pasar por esa canal de su conchita que ya estaba ansioso de descubrir y gozar.
Y fue cuando ella se acomodó y me puso su conchita aun con un calzoncito diminuto blanco casi al nivel de mi rostro y de su parte ella comenzó con una felación deliciosa, pero por mi altura del metro 88 pues no me llegaba para hacer un 69 confortablemente y solo hacía a un lado sus calzoncitos y con mis dedos delicadamente le sobaba los labios gruesos de su concha y creo que desde ese día tengo como referencia los labios de la boca de una mujer e igual serán los labios de su conchita.
Los quería chupar y la halé hacia mi lado, hice de lado su calzón y saboreé sus jugos espesos y saladitos de su rica vagina. Tenía un aroma y sabor delicioso y Gilma daba unos gemidos de placer y me decía de esta manera: – Si… así, así, así… suavecito, ¡que rico! – Y yo seguía prendido de esa rica panochita aun cubierto de mi rostro por las faldas de aquel vestido verde de Gilma.
Oía como gemía de placer y sabía que estaba ya sobre las cuerdas, pero quería intensificar su placer y haciendo una pausa la coloqué en posición del misionero y solo le quité el calzoncito estilo bikini de color blanco totalmente empapado de sus jugos y mi saliva y le puse el glande en su hueco y con mi mano lo dirigía por su pequeño canal y me gustó ver esa pequeña panochita que tal parecía una flor de pétalos profundamente rosados y un clítoris inflamado que lo cubría mi glande fácilmente y sin metérsela solo se la paseaba por la raja, hundiéndose levemente en su huequito que sentía me pedía más…
Pues Gilma comenzó a levantar sus caderas y me pedía que se la metiera y creo que estaba tan excitada que olvidaba que no tenía condón y me agarraba de las nalgas y me decía con una voz excitada y como que se ahogaba: -hazme tuya… mi amor, esta conchita quiere tu pija cariño… dámela… la quiero, la quiero, la quiero toda amorcito, dámela, dámela… uf… que rico, que rico, dámela toda… ay mi amor, me estoy corriendo… uf…
En la posición que estaba como arrodillado ante su panochita sabía que no se la dejaría ir toda, pues ese hueco se sentía apretado y no quería que tuviera una mala experiencia por ser agresivo y creo que media verga le entraba y creo que por el momento era suficiente para que gozara de su primer orgasmo. Pasamos por unos minutos en aquel mete y saca no tan agresivo hasta que la electricidad del placer había pasado en el cuerpo de esta linda joven.
Ella sabía que no me había corrido y solo me dio vuelta quedando sobre mis espaldas y ella se subió aun con su vestido verde llenos de nuestros flujos sexuales y en el acto de la montada se lo fue quitando y me quedaron esos pechos espectaculares de un tamaño de copa D y me cabalgó con una furia para sacarme lo más pronto la leche y esa carita deliciosa, esas tetas tan perfectas y esa conchita dándome placer me hizo explotar con una corrida eléctrica, deliciosa y abundante que, ni siquiera le recordé yo de usar un condón.
Nos fuimos ambos a bañar donde ella siguió chupándome la verga y yo al igual le correspondía dándole lengua a esta hermosa joven y quizá sin muchas dudas podría decir que la conchita de Gilma quizá sea la panochita más hermosa que haya visto y, he visto muchas panochas, pero esta era pequeña, bien depilada con cera, unos labios que verdaderamente parecían pétalos de una flor rosada y un botoncito redondo de donde parecían iban a brotar otros pétalos. Sencillamente tenía una concha muy linda y al igual a los labios de su pequeña boca, eran ambas muy apetecibles.
Para este punto del baño ya había perdido la noción del tiempo, pero esa panocha me la tenía que comer otra vez y no me importaba si me decía que debía pagar más por el tiempo que para mí ya había llegado a su hora final, pero no me dijo nada y salimos ya secos del baño con ese olor al jabón y a su piel fresca y la puse en cuatro a la orilla de la cama. Su concha era fenomenal, pero igual ese culo estaba divino. Me lancé a comérmelo y de un hoyo me pasaba al otro y a esta chica le encantaba esta acción pues varias veces miré ese reflejo del placer por medio de todos esos espejos alrededor.
Le encantaba que le comiera el culo mientras de una forma delicada le sobaba el clítoris y de esa manera tuvo un segundo orgasmo el cual extendía el placer hundiéndole mi verga hasta el fondo. Me sorprendía que aguantara los 22 centímetros de mi verga, pues la verdad su panocha se sentía super apretada. De esa manera le provoqué un tercer orgasmo y este llegó todavía más pronto y mientras le pompeaba la panocha cuando se corría le ponía mi pulgar con saliva sobre el ojete hasta hundírselo. Gilma gemía, jadeaba y su cuerpo convulsionaba hasta que el orgasmo pasaba.
En el último no se lo saqué y continué dándole de perrito hundiéndole el pulgar en el culo y volvió a explotar y este parecía ser el más fuerte, pues sus glúteos se contraían sin control y esos ojos, esos labios de su pequeña boca hacían gestos que no había visto en alguna otra mujer… parecían tan intensos y luego salía con una risa de incrédula. Creo que en 15 minutos había tenido 3 orgasmos.
Aquella habitación olía a orgasmo, mi verga se mantenía dura, erguida. Mi glande vibraba y solo tenía algo en la mente y era que se la quería meter en su precioso culo. Nunca hablamos de sexo, esto se desarrolló con el trato de un masaje y no tenía nada que perder con intentarlo y lo peor era que me dijera que no. Le di otra lamida a ese culo lo cual parecía le gustaba y pasé a hundirle el pulgar como lo había hecho antes y fue ella quien me lo dijo: ¿Te quieres coger mi culo? Si eso intentas ve despacio, que tú si tienes pija. –
Fui lento, despacio, con paciencia y mientras se lo frotaba Gilma se frotaba su panochita. Y como dicen que una sola gota quiebra la piedra, así se fue mi glande y quedó enterrado en el culo de Gilma… Gimió profusamente y hasta me puso su mano en mi pelvis como deteniéndome y solo me dijo: -Despacito… no te muevas mucho que me duele… dale tiempo.
Le di el tiempo y con cariño y mucha pasión Gilma me daba ese precioso y perfecto culo y era divino como se hundía como le quedaba abierto cuando le sacaba la verga completamente. Creo que eso le gustaba a esa niña, sentir cuando de nuevo le entraba la verga y sentir el vacío cuando se la retiraba. Se la tuve ensartada sin mucho movimiento mientras le chaqueteaba la panocha y no duró mucho en correrse y eso me llevó a un orgasmo potente a ambos que pensé contenerlo, pero sus gemidos deliciosos me hicieron explotar con otra buena corrida. Mi verga se puso pasiva y mi semen corría por esa abertura de este precioso culo. De nuevo, otra vez al baño a asearlos.
Un pequeño descanso y otro güisqui y para esto ya casi las dos horas habían pasado y se miraban las luces de la noche de Santiago. Estaba acostado y Gilma me la volvía a mamar tan rico y me la ponía dura de nuevo y en esta ocasión me hacía una combinación de oral y la rusa. Ella se sentó a la orilla de la cama y yo parado ante ella y me la mamaba mientras me masajeaba las nalgas. Se ponía mi verga entre sus enormes tetas y yo le hacía un vaivén con mi verga. Me la escupía y me la volvía a mamar hasta chuparme los huevos y otra vez entre sus tetas y esto se repitió varias veces hasta que me hizo explotar entre sus tetas y me chupaba la verga y se tragaba todo el semen que me quedaba.
Esa carita, esas tetas, ese culito y esa hermosa panochita hace acabar a cualquier novato a las primeras y Gilma me lo había hecho saber y era por eso por lo que ella había disfrutado el sexo sin ver el reloj. Me decía que nunca nadie la había cogido de esa manera, pues la mayoría en minutos se corrían y eso la frustraba. Me fue honesta diciendo que ella se dedicaba a eso para encontrar un buen sexo, pero que los hombres solo se satisfacen ellos y nada más. Lo podía entender que con una chica como ella fuera así, pero inclusive algún novio, siempre fue igual.
En mi estadía en Santiago de Chile la tuve que ir a visitar por segunda vez y comerme esa florcita tan perfecta que tiene y tuvimos otra faena tan rica como la primera y creo que con la confianza todo fue mucho más intenso. Solo me cobraba por una hora, pero pasábamos más de tres, aunque las dos veces le dejé esa propina al valor de su tiempo. Con la chica en la recepción del hotel a quien le ofrecí $150.00 por solo sus calzones, finalmente no solo accedió a ello, por un poco más de eso, una noche me entregó sus calzones, su boca, su panochita y ese culito también rico que tiene. Si quieren que les cuente, házmelo saber.
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Me encantó tu relato !!. Toda sección de buen sexo debe ser completa como la disfrutaste tu.
Doy adicta al sexo anal. Es lo máximo llegar a un orgasmo anal bien trabajado.
Hola Belu!
Al igual que tu el sexo anal es algo que me atrae mucho y lo disfruto. Creo que la clave es que llegue natural, con mucho juego previo y de esa manera quitar la tensión. El sexo anal no es en sí la penetración, pues los sensores están alrededor del ojete y toda esa zona superficial. La penetración y el tamaño del pene puede ayudar a estimular la óptica, pero eso ya es mas mental.
Gracias por leer mi relato.
Mmm…