Tenía una semana de haber llegado a vivir en aquel edificio, ya había saludado a todos mis nuevos vecinos, solo me faltaba a una, pero ya me habían dicho que era una persona muy reservada. El encargado del lugar me comento que se trataba de una señora de cuarenta y dos años que había enviudado, que al parecer vivía de la pensión que le había dejado su esposo pues no se veía que se dedicara a otra cosa, y que no tenía hijos.
Todos los días acudía a la capilla de la colonia según me conto también el encargado, vestía de manera conservadora, siempre llevaba una mascada cubriéndole la cabeza, lentes negros, blusas de manga larga y sus faldas y vestidos de colores discretos que le llegaban por debajo de la rodilla, medias negras transparentes y unos zapatos negros también bien boleados. Cualquiera diría que se trataba de una monja, se llamaba Irma, “la viuda” como le decían en el edificio.
La viuda y yo éramos los únicos que vivíamos en aquel piso, pues los otros dos cuartos los ocupaba el dueño como bodega. Una noche salí al pasillo a fumar un cigarro y vi que ella estaba recargada en un muro fumando también, cuando me vio tiro el cigarro y se metió a su departamento, cuando volteo para cerrar la puerta nuestras miradas chocaron, pensé que iba hacerme un gesto de desagrado pero se detuvo un instante para cerrar la puerta sin apartar su mirada de la mía, y en su rostro se dibujó una sonrisa provocativa.
Me quede impresionado por esa mirada, por primera vez la vi sin su mascada cubriendo su cabeza y tenía un cabello negro que se notaba bien cuidado, sus ojos eran hermosos, me pareció atractiva.
En la siguiente noche salí a fumar nuevamente a la misma hora con la esperanza de poder verla, pero no salió, me termine mi cigarro y me recosté, pero empecé a estar muy inquieto, no podía quitar de mi mente esa mirada, empecé a excitarme, mi mente empezó a fantasear con doña Irma, me saque la pene y me empecé a masturbar, una idea me apareció en la mente, apague la luz y me asome, casi todos los vecinos estaban ya descansando, eran cerca de las doce, salí y me acerque a las escaleras que estaban pegadas a su departamento, se escuchaba la televisión, por un momento pensé en tocarle y presentarme pero temí que se molestara y que llamara al encargado del edificio y me acusara.
En el piso había varias macetas y se me ocurrió como pretexto de acercarme a su ventana de ponerle un poco de agua a las plantas, así que fui por un poco de agua y empecé a regar con cuidado, había una planta cerca de su ventana y cuando me acerque aproveche para husmear y vi que la cortina no estaba bien cerrada, se podía ver bien a través del cristal, y lo que vi hizo que mi sangre hirviera en unos segundos.
Ella ahí sentada en su sillón, con las bragas hasta el piso, su blusa hasta el cuello, con una mano se acariciaba las tetas y con la otra se masturbaba violentamente, al frente en su pantalla de tv había una escena de una película porno, donde una hermosa chica recibía una doble penetración, vi cómo la viuda se jalaba sus pezones, sus pechos eran grandes y se veían aun bien firmes, se metía los dedos en la boca, y se los llevaba nuevamente a su vagina.
Busco algo en el sillón sin quitar la mirada de la pantalla, vi que tomo un enorme vibrador, que se llevó a la boca, era enorme, se notaban las venas, lo empezó a chupar, apenas y le cabía en la boca, me sorprendió la elasticidad que tenía pues alzo una pierna poniéndola sobre el sofá, la luz de la pantalla que estaba cerca iluminaba la deliciosa escena, se llevó la enorme verga de látex a su vagina y la empezó a meter, sus expresiones eran de placer, se mojaba y se mordía los labios haciendo muecas llenas de lujuria.
En la pantalla habían cambiado de postura, penetraban a la chica por el ano, la enorme polla entraba y salía del estrecho agujero mientras le daba una deliciosa mamada a un segundo verdugo que la follaba haciendo gestos de placer y dolor.
La viuda ya metía la cabeza de su enorme juguete en su vagina, luego la mitad y de inmediato toda la enorme polla estaba dentro de su cuerpo, empezó a meterla y sacarla suave, luego rápido.
Se puso de pie, encendió una lámpara que tenía junto a su sillón, lo cual me favoreció porque dejo todo más claro, ahí pude ver su cuerpo, era hermoso, sus tetas luchaban con la gravedad meciéndose, sus piernas eran largas y bien torneadas, coloco el vibrador en el piso le puso saliva y se lo ensarto, en su rostro se notaba lo caliente que estaba, sus pezones estaban erectos casi a punto de reventar. En la pantalla la chica en cuatro y una enorme verga taladraba su vagina.
No aguanté ante tal espectáculo y la verga se me empezó a escurrir, me la saque y empecé a masturbarme. De pronto vi como el rostro de la viudita empezó a deformarse, abrió la boca y un chorro de jugos salieron por su vagina, se mordió ella misma sus pezones, el látex del vibrador brillaba de lo escurrido que había quedado por el orgasmo. Se incorporó y rápido me agache y avance hacia mi departamento, apenas entre me recargue en la puerta y empecé a jalármela estaba súper caliente, me vine a chorros.
Tuve que volver a bañarme, esa noche no pude quitarme de la mente lo que había visto, me masturbe otras dos veces para poder dormir.
Al día siguiente, cuando bajaba las escaleras para irme al trabajo me la encontré, traía un traje deportivo al parecer había salido a caminar, y me sorprendió que me saludo muy amable.
-¡Buen día joven!
-Buenos días señora.
-¿Eres el nuevo vecino?
-Sí, mi nombre es Carlos.
-¡Mucho gusto Carlos! Soy Irma, bienvenido.
Y subió rápidamente. Todo el día me pase pensando en doña Irma, la viuda.
Al llegar del trabajo, me apresure a bañarme, apague la luz y por mi ventana me puse a vigilar el departamento de la viuda. Salió al pasillo, prendió un cigarro y se recargo en uno de los pilares, vi que observaba los departamentos de los pisos de abajo, a esa hora ya todos descansaban. Aun no se terminaba su cigarro cuando regreso a su cuarto. Apago la luz y se notó que encendió su tv.
¡Era la hora! Con puras calcetas para no hacer ruido salí para acercarme muy despacio a su ventana y ahí estaba, de pie frente a su pantalla, donde nuevamente estaba una escena porno, tenía una bata transparente abierta, con las tetas de fuera, por la expresión de su rostro se notaba que ya estaba excitada.
Se empezó a enjuagar sus pechos llevándoselos a su boca, mordisqueo sus erectos pezones. Se bajó las bragas, subió un pie sobre una mesa de centro, quedando expuesta su vagina a la cual empezó a frotar, a la vez que veía en la pantalla a una chica con un enorme culo, dándose de sentones en una polla grande y venuda. El cuerpo de la viuda lucia hermoso, blanco y a pesar de la distancia y el vidrio de la ventana, se notaba lo terso de su piel.
De pronto, bajo el pie de la mesa de centro, cerró su bata y desapareció de la iluminación que daba la pantalla.
-¡Se fue al baño! –pensé-
Aproveche para echar un vistazo a los demás departamentos, ya pasaban de las 12 de la noche, ya todos estaban con la luz apagada, eso me hizo sentir más a gusto, me saque la polla, la cual ya estaba muy dura, y justo cuando me dispuse a ver hacia el cuarto su puerta se abrió.
Sentí que una corriente eléctrica me atravesó el cuerpo, como si me atacara un rayo, frente a mí, estaba la viuda, mirándome fijamente, yo tenía mi verga en la mano.
-¡Ya valí! –Pensé- seguramente va a empezar a gritar pidiendo auxilio.
Del miedo de haber sido descubierto, no podía pronunciar palabra. En ese momento la viuda sonrió de una manera provocativa, se jalo la cinta de la bata y esta dejo al descubierta sus enormes pechos.
Por el miedo me había soltado la polla quedando suspendida en el aire, me la tomo, sentí su mano suave y acolchonada, tiro de ella y me jalo hacia dentro de su apartamento.
Me llevo justo al frente de su pantalla de tv donde una chica mamaba con dificultad dos enormes penes, la viuda empezó a masturbar mi verga que estaba muy dura, me acomodo en el sillón, se puso de rodillas y empezó a chupármela. ¡Era toda una profesional! Se metía todo mi miembro hasta la garganta, lo recorría desde el tronco hasta la punta a la cual de una forma maestra lengüeteaba el glande de mi polla. Se metía en la boca mis huevos y los recorría con su lengua, me hacía sentir en la gloria.
Tomo sus tetas y envolvió mi verga iniciando un suave vaivén, sus pechos blancos contrastaban con mi morena polla. Se puso de pie, se quitó la bata, se dio la vuelta y puso frente a mi rostro su enorme culo, subió una pierna en el sofá de tal manera que su raja quedo justo frente a mi boca, empecé a meterle la lengua, le tome con ambas manos sus caderas acercándome con fuerza sus labios vaginales que colgaban, sentí su sabor, su sabor a fruta dulce.
-¡Irma! Señora Irma –exclame con placer-
Se acomodó mi verga en la entrada de su palpitante vulva y se ensarto, empezó a él mete y saca, sus enormes caderas chocaban con mi pelvis, me baje un poco del sillón para estar más cómodo, al subir y bajar de las nalgas de la viuda podía ver la pantalla como la polla negra le entraba y salía del ano de la chica, eso me excitaba mas. La tomé de los cabellos, jalándola hacia mí, alcance sus tetas las cuales las empecé a frotar con fuerza a la vez que no dejaba de penetrar su jugosa vagina. Ella se frotaba el clítoris.
Se levantó y se volteó quedando al frente de mí, su mirada era llena de deseo, se agacho y alcanzo mi erecto pene le dio varias mamadas y se encimo, guio mi verga a su vagina y empezó a cabalgar, sus tetas grandes revoloteaban chocando entre sí, apoye mis manos en sus enormes nalgas ayudando a que la penetración fuera más profunda en cada sentón que doña Irma se daba.
-¡Coge mi culo! –me dijo-
A la vez que se acomodaba en el sillón, parando sus nalgas dejando expuesto su pequeño agujero. Estaba muy caliente, le metí la lengua en su estrecho ano dejándolo bien lubricado, le deje toda la saliva que pude, le metí uno, luego dos dedos que acepto sin ningún problema. El sonido que provocaban mis dedos entrando en su fundillo y el exceso de saliva mezclados con sus gemidos me ponían más caliente ¡Tenia que disfrutar esas nalgas!
Suavemente metí la punta, y de un embiste le deje ir toda en su delicioso culo, sentí como su cuerpo vibro al recibir mi trozo de carne, la empecé a meter y sacar. Era una delicia estar disfrutando de ese estrecho ano, al frente tenía la escena en la pantalla, los dos tipos se venían en la cara de la chica, la cual recibía los chorros con hambre de semen, ella veía la escena y de pronto empezó a ponerse muy tensa, se llevó su mano a su vagina y la empezó a frotar.
-¡Haaa! ¡Me vengo! –grito-
Ya no pude más, me vine en su fundillo, sentí como vaciaba toda mi caliente leche en ese culo hermoso y delicioso.
-¡Ay Dios mío! –Dijo la viuda- desde que falleció mi esposo hace más de tres años que no me metían la verga. ¡Estuvo riquísimo!
Esa noche cogimos otras dos veces más hasta que quedamos rendidos. Desde entonces la viuda es mi amante, y en cada encuentro ya sea en su cuarto, en el mío o en algún motel nos encanta coger a la vez que vemos escenas porno.
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Vastante original.
Parece sacado de la vida real.