Licuado de leches (1)

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T. Lectura: 8 min.

Sandra, era una hermosa señora de treinta y ocho años, de lindos ojos cafés, de piel blanca y de cuerpo esbelto pues todas las mañanas salía a trotar y regularmente asistía a clases de aerobics, sus caderas eran firmes y sus piernas lucían bien torneadas, de cabello negro cortado hasta el hombro, era muy atractiva. En la aseguradora donde trabajaba como administrativa provocaba el suspiro y las erecciones de más de uno, y era sabido que varios de sus compañeros de trabajo entre ellos jefes se le habían declarado pero ella le era fiel a su esposo Diego, con quien en apariencia tenía un sólido matrimonio de veinte años.

Diego, dos años mayor que ella era taxista con quien Sandra tenía una hija de diez y ocho años también muy guapa, pero que hacía unos meses se tuvo que ir a estudiar a una universidad de otra ciudad. Sin embargo los problemas matrimoniales eran el pan de cada día de la pareja, pues seguido su esposo se ausentaba de casa toda la noche con el pretexto de su trabajo, que le caían viajes especiales donde se iba dos o hasta más días.

Era evidente para ella que Diego le era infiel, tenía meses que no la tocaba y cuando ella lo buscaba era rechazada, cosa que le indignaba y la llenaba de rabia e impotencia. En las muchas noches que Diego se ausentaba ella tenía que auto complacerse, ahogando su pasión con masturbaciones.

Conny su compañera de trabajo quien era su mejor amiga y confidente, en varias ocasiones le había aconsejado que le pagara a su esposo con la misma moneda, que le fuera infiel, y en esos días esa idea no la dejaba tranquila pues ya ni las masturbaciones le bajaban su calentura, ya eran muchos meses que no follaba y cada vez era más constante el deseo.

En el fraccionamiento habitacional donde Sandra vivía, estaba una carnicería que era atendida por un chico que había llamado su atención, era un tipo tosco de mirada lujuriosa, atrevido e irreverente, con varios tatuajes en el cuerpo, muy atlético eso si pues todos los días asistía al gimnasio, la Carnicería estaba junto al estacionamiento justo en la entrada de la privada donde estaba la casa de Sandra, así que era inevitable para ella pasar por ahí.

Ya había notado que cuando pasaba, Toño como se llamaba el tipo y Paco su ayudante salían a verla, al principio se sentía molesta pues percibía las miradas llenas de morbo que la hacían sentir como si caminara desnuda, pero después se acostumbró y hasta llego a gustarle, más cuando Toño hacia comentarios con Paco que ella alcanzaba a escuchar: “¡Ay Dios mío! Que cosa más hermosa va pasando “, “¡Mira que caderas tan grandes!”, “¿Que ricura de mujer!” entre otras cosas.

Le empezaron agradar tanto los tipos que empezó a comprarles y cuando ella iba a la Carnicería Toño se desvivía para atenderla.

-¿Sandrita que le damos? ¡Lo que usted guste, estamos para servirle ¡¡Qué guapa se ve usted hoy!

Ella se limitaba a sonreír y decirle.

-¡Gracias Toñito muy amable!

En ocasiones no aguanto la risa por la gracia que Toño le causaba, y por un momento olvidaba todos sus problemas y hasta salía sonriendo y de buen humor después de escuchar las ocurrencias de los dos tipos.

-¿Y si cojo con Toño? – llego a pensar.

Era como un disturbio mental que le empezó a obsesionar. Cuando se masturbaba fantaseaba con ese chico de cara burlona, de cuerpo atlético y con tatuajes.

Ese viernes, por la mañana al llegar de trotar, encontró a Diego su esposo arreglándose.

-Tengo un viaje especial, me voy hoy y regreso hasta el lunes.

Y se fue sin darle ni siquiera un beso de despedida, era claro que el amor y la pasión entre los dos se había terminado.

Ya en el trabajo, no estaba tranquila, la idea de acostarse con Toño no la dejaba en paz, lo quería hacer, era el momento, su marido no estaría todo el fin de semana y ella desde hace días no podía apagar con masturbaciones el fuego que surgía dentro de sus entrañas. ¡Necesitaba un pene dentro de su vagina!

Esa tarde el cuerpo de Sandra temblaba cuando entro al estacionamiento, no sabía a ciencia cierta cómo le haría, varias ideas saltaron en su mente.

Tal vez lo mejor sería proponerle a Toño que fuera a su casa ya por ahí de la media noche cuando los vecinos ya estaban dormidos, o quizá mejor sería hacerlo en algún motel.

Fuera como fuese ya estaba decidido, el deseo de una verga era mucho mayor y no había vuelta atrás. Estaba muy nerviosa, se retoco el maquillaje viéndose por el espejo retrovisor de su auto. El uniforme del trabajo de ese día era un traje sastre gris, la falda ajustada le hacía notar sus deliciosas nalgas.

Sentía que a sus piernas les hacía falta fuerzas cuando bajo del automóvil, iba decidida hacia la Carnicería pero vio que había clientes, saco de su bolso un cigarro el cual lo encendió muy nerviosa, espero un poco hasta que el local quedo solo, tiro el cigarro que apenas le había dado dos fumadas. Entro al negocio, llevaba unas zapatillas de tacón alto y por un momento sentía que se le doblaban los pies y que perdería el equilibrio.

Toño que acomodaba unas cosas en el congelador, cuando escucho los tacones de Sandra entrar volteo rápidamente.

-¡Hola señora Sandra! ¿En qué le puedo servir?

Tomo un lienzo y se empezó a limpiar las manos, su mirada morbosa recorrió el cuerpo de la comible señora, para la suerte de Sandra Toño estaba solo pues Paco su ayudante estaba en el traspatio.

-Toñito, buenas tardes. ¡Usted siempre tan amable!

-Pues como no ser amable con una señora tan guapa como usted – dijo con su burlona sonrisa.

-¡Ay sí! Ya sé que eres un coqueto, ya sé que le dices lo mismo a todas.

-A todas no, solo a las tres más guapas de mis clientas y de esas tres usted es la más hermosa.

-¡Que descarado eres Toño! ¡Deberás contigo! ¿Apoco te gusto?

Toño se le quedo mirando a los ojos.

-¿No se molesta si le contesto la pregunta con toda sinceridad?

-No, para nada me causara molestia, anda dime.

-¡Usted me encanta Sandra! Es usted muy guapa, todas las tardes mis minutos favoritos son cuando usted pasa, me encanta verla, su manera de caminar, las formas de su cuerpo, esas caderas que usted tiene, su cabello sus ojos.

-¡Ay Toñito te pasas! jajaja, vas a hacer que me olvide que soy una mujer casada y te voy a robar un beso.

Al rostro de Toño se le borro la sonrisa burlona, se puso serio, vio hacia la calle para cerciorarse que nadie se acercara al local y le dijo con mucha seguridad y firmeza: ¡Yo le voy a robar un beso!

-¡Pero acá no! –Respondió Sandra- Nos pueden ver los vecinos.

Rápido abrió una pequeña media puerta que separaba el mostrador del área de clientes, la tomo del brazo y la jalo hacia adentro. Toño la metió a un cuarto donde descansaban y tomaban sus siestas, el corazón y la vagina de Sandra le palpitaban aceleradamente, ahora sí, ya no había vuelta atrás.

Toño la tomo en sus brazos apretándole la cintura y la acerco fuerte hacia él, la empezó a besar, le encanto sentir el cuerpo bien marcado y musculoso del chico, sus lenguas se buscaron desesperadas, al mismo tiempo que el carnicero le acariciaba sus nalgas, con fuerza le quito el saco y Sandra le saco la playera.

Toño movía sus labios y su lengua como un maestro, sus caricias, la forma de frotar las caderas de la ardiente señora era de un profesional. De un jalón bajo la falda, su blusa tenía un broche el cual la rasgo de un tiro, Sandra sentía las manos del carnicero recorriendo su espalda hasta llegar a su brassier el cual lo desabrocho sin problemas, apenas sus tetas quedaron desnudas Toño se lanzó sobre ellas, chupándolas, metiéndoselas en la boca, jalando con sus labios los pezones a la vez que con una mano frotaba la vagina que ya se empezaba a mojar abundantemente.

Sandra quedo desnuda sobre la pequeña cama, Toño le abrió sus hermosas piernas y se fue directo sobre la vagina, su hábil lengua recorría la ardiente raja de la señora, la cara de Sandra se deformaba de placer, sus tetas tenían ya los pezones bien erectos. La boca de Toño le lambia, chupaba, mordía y succionaba su vagina, el carnicero le metía sus dos dedos en la vulva sin dejar de pasarle la lengua sobre su raja jugando con los labios vaginales.

Pero en ese momento, Sandra vio en la puerta de la habitación a Paco el ayudante de Toño con los pantalones hasta las rodillas mostrando su enorme verga, la cual empezó a masturbar de una manera fuerte y violenta. Sorprendida aparto la cabeza de Toño de su vagina.

-¡Noo, no se espante doña Sandra! –Dijo Paco.

Toño la tomo de los hombros tranquilizándola.

-¡Paco solo observara, tranquila!

Sandra no estaba preparada para esa situación, y por un momento dudo en dejar que Paco se quedara, pero el pene del chico era grande, parecía tolete de policía, era largo y delgado como si fuera una lanza.

-¡No te tocara! –agrego Toño- ¡Tranquila mi amor!

Sandra se calmó y se volvió acomodar en la cama, Toño aprovecho para quitarse la ropa . Ella no dejaba de ver el gran pene del ayudante, pero en ese momento Toño se quitó el bóxer y la bestia quedo liberada, como si fuera una serpiente salto dejando ver una verga morena, grande y cabezona, las venas eran gruesas y ya le salían gotas de lubricante, como si la bestia babeara. Toño se acomodó junto a Sandra en la cama y esta entendió que era hora de mamar, tomo la gran verga en sus manos y la empezó a masturbar llevándosela luego a la boca ¡Apenas y le cabía! En ese momento Paco empezó nuevamente a masturbarse, muy fuerte, tan fuerte que el sonido que producía al chocar su mano con la pelvis parecía como si estuviera aplaudiendo.

Sandra logro meter la cabeza de la enorme verga de Toño en su boca, su saliva se mezclaba con los fluidos del pene del carnicero, con la lengua le recorría todo el tronco de ese miembro que media aproximadamente unos dieciocho centímetros. La lengua de Sandra subía y bajaba por momentos se quedaba en la punta que lengüeteaba y a la vez que lo masturbaba, luego bajaba hasta los cojones los cuales los succionaba suavemente con sus labios jugándolos con su lengua. Toño sentía un inmenso placer. Paco no perdía ningún detalle de la escena, mirando desde la puerta y no dejando de masturbarse.

Un cliente toco el timbre, cosa que a Sandra no la distrajo pues seguía mamando la verga de Toño, Paco, rápido se subió los pantalones y salió a atender. Sandra tomo sus tetas y envolvió con ellas la polla de Toño y empezó a masturbarlo, con la boca le mamaba la punta. Cuando Paco volvió y vio la escena tapidamente volvió a sacar su polla y volvió a masturbarse esta vez con más fuerza que Sandra al verlo como se masturbaba pensó: “¡se va a venir rápido!”.

La verga de Toño estaba en su máxima erección. Sandra observo por un momento la enorme y venuda pinga, para nada comparada con la de su esposo Diego, la de su esposo apenas y llegaba a los doce centímetros, Toño guio a Sandra para que se subiera sobre él, se acomodaron y este busco la raja de la caliente señora la cual estaba que escurría de caldos vaginales por lo mismo fue fácil que la enorme verga se metiera en esa deliciosa cueva de carne.

Paco, veía como las enormes nalgas de Sandra vibraban al caer sobre la pinga de su jefe, acelero la masturbación, Sandra volteo atraída por los gemidos de Paco y vio como la verga del ayudante parecía que en cualquier momento estallaría en un orgasmo. El hecho de ver que paco estaba muy excitado viéndola coger con Toño prendió más a la dama, se sintió halagada de haber logrado que ambos chicos estuvieran tan calientes.

Toño quiso cambiar de postura, puso a Sandra en cuatro, las tetas le colgaban y quedo frente a el hermoso culo de la clienta preferida, metió su trozo de caliente carne en la vagina de la madura señora, empezó suave, luego fue acelerando hasta empezar a golpear las nalgas haciendo un sonido similar al que hacía Paco masturbándose, los dos carniceros jadeaban de calientes. Toño empezó a lamer el ano de Sandra, le metía la lengua hasta donde podía, luego le metió un dedo, lo metió hasta el fondo estremeciendo a su clienta. Paco se ponía saliva en la mano, luego escupía su pene y continuaba con su deliciosa masturbación.

Toño se preparó para penetrar a Sandra por el ano, escupió lo más que pudo en el pequeño agujero de la dama, la enorme cabeza de su verga era demasiado grande para la pequeña abertura, empezó a empujar su enorme palo, Sandra apretaba con fuerza las sábanas. En ese momento sonó el timbre nuevamente y paco salió rápido pues era otro cliente.

-¡Ya cierra, baja las cortinas! -le grito Toño a Paco.

La verga de Toño abrió los pliegues anales de Sandra, esta sintió que las piernas se le doblarían al sentir que le estaba entrando la venuda pinga del carnicero, este sintió que estaba en la gloria.

-¡Sandra! ¡Doña Sandra! Que rica está usted. –Decía entre jadeos y quejidos.

Paco regreso, y volvió a su tarea de masturbarse ruidosamente. Toño empezó a bombear, despacio y luego más acelerado sobre el ano de Sandra, la cual sentía que el culo se le abriría. El carnicero sintió que no aguantaría más, saco su polla, la cual escurría líquidos, acomodo a la dama y se encimo para practicar la clásica postura del misionero, nuevamente la empezó a penetrar con fuerza, Sandra sacaba su lengua tratando de alcanzar la boca del caliente chico. Las tetas se estremecían ante los embistes del carnicero.

-¡Haaa! ¡Sabrosa doña Sandra, que delicia meterle la verga!

Toño empezó darle con más fuerza, y sintió que ya no aguantaría más, y así fue, no lo pudo evitar, enormes chorros de leche quedaron en la vagina de Sandra. Toño de por si producía mucho semen, y esta vez la vaciada estuvo abundante.

Exhausto, Toño se separó del cuerpo de Sandra quien también quedo cansada, la raja de la señora estaba roja, las gotas de semen empezaron a salir. Ella vio frente a ella a Paco, con su larga lanza la cual seguía masturbando.

-¡Que aguante tienes Paquito! –le dijo- ¡Donde que terminas!

-¡Doña Sandra! Mire como estoy, permítame metérsela, por favor ¡Se lo suplico!

Y Paco le mostro su polla escurrida. Sandra se estremeció, seguía muy caliente y la verdad le agradaría sentir esa polla dentro de ella. La señora miro a Toño y este le hizo la señal de aprobación y le dijo: “¡Adelante!” y se levantó de la cama y con una mano invito a su amigo a que procediera, Paco eufórico tomo las piernas de Sandy y no espero más, las alzo y de un movimiento le metió toda su macana a la madura dama, no le importo que la vagina estuviera inundada con la leche de su compañero.

Toño que ahora observaba, animaba a su amigo.

-¡Así, cógela! ¡Acábatela!

El sonido que producía la verga de Paco al batir el semen de Toño excitaba a los tres.

La cintura de Paco era incansable, Sandra sintió que se venía.

-¡Haaa puta! –Dijo Paco.

-¡Si, es una perra puta! Se traga toda –lo secundo Toño.

Cuando Sandra escucho que la llamaban puta, sintió una rara excitación, le agrado que la llamaran así pues estaba a punto de correrse.

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