Madrastra afroamericana educa a su hijastro blanco

2
40342
65
T. Lectura: 5 min.

Una de la preguntas más grandes que se está haciendo la sociedad actualmente es el de como acabar con el problema del racismo pues, lamentablemente, aún existen casos personas que maltratan o menosprecian a otras solo por su color de piel. Pese a que no existe una solución definitiva para tratar este problema, les voy a contar acerca de un método “poco ortodoxo” que utilizo una mujer afroamericana para lidiar con los prejuicios de su hijastro.

Está afroamericana de la que les voy a hablar hoy se llama Amara, y es una mujer pelinegra, alta, musculosa, femenina, de muslos gruesos, tetas inmensas y, lo que más resaltaba en ella, un inmenso culo.

Los atributos femeninos de Amara (especialmente su trasero) llamaron la atención de un hombre blanco muy adinerado, el cual tenía un hijo producto de un matrimonio anterior, que se terminó casando con ella.

Tristemente, el esposo de Amara termino falleciendo al poco tiempo de casarse, y la afroamericana, además de heredar una fortuna, se tuvo que hacer cargo del hijo de su marido, con el cual se terminó encargando profundamente, al punto de amarlo como si genuinamente fuese su hijo.

Por su lado, Lincoln, el hijo del esposo de Amara, era un joven delgado, bajito, y de piel blanca, el cual también terminó sintiendo un profundo afectó por su madrastra, al punto de llamarla mamá y verla como tal.

Sin embargo, pese a que Lincoln amaba a Amara, este tenía ciertos prejuicios contra la gente que compartia la tonalidad de piel de su madrastra y, tarde o temprano, dichos prejuicios le terminarían trayendo consecuencias.

Un día, Amara y Lincoln (que, en aquel entonces, tenían 39 y 18 años respectivamente) estaban sentados en el sofá de la sala de su casa, viendo las noticias. En dicho noticiero, se estaba hablando acerca de que la policía había capturado a dos sospechosos, acusados de haber robado un banco. Los sospechosos eran un hombre blanco y un afroamericano.

“¡Que misterio!” exclamó Amara “¿Quien será el culpable?”

“¡Es obvio que es el hombre afroamericano!” respondío Lincoln.

“¿Y por qué estas tan seguro?”

“Bueno… solo digo que podría ser culpable” dijo el joven, nervioso.

“Es porque es negro ¿Cierro?” respondío la milf, molesta “¡No puedo creer que tengas esos prejuicios!”

“¡Solo fue un comentario, no te enojes tanto!”

“¡Ningún hijo mío crecerá siendo un racista!” exclamó Amara, mientras le daba un tirón de orejas a Lincoln “¡Estás castigado, jovencito!”

Luego, la milf llevo a su hijastro hasta su habitación y, una vez allí, cerró la puerta con llave y comenzó a desvestirse.

“¿Pero que haces, mamá?” pregunto Lincoln, sorprendido.

“¡Tu padre también tenía prejuicios contra la gente de color pero, tras compartir la cama conmigo, dichos pensamientos abandonaron su mente, y eso es exactamente lo que voy a hacer contigo!” exclamó la milf, con firmeza “¡Te voy a coger hasta que se te quite lo racista!”

“¡No, de ninguna forma!” exclamó Lincoln, asustado, mientras intentaba escapar de la habitación “¡Soy tu hijastro! ¡Aunque tú no me hayas dado a luz, igual te veo como si realmente fueras mi madre biologica, y tener sexo contigo sería como si realmente me cogiera a mi propia madre!”

“Debiste pensar eso antes de hacer esos comentarios inapropiados ¡Ahora sufrirás las consecuencias!” exclamó Amaraz mientras agarraba a su hijastro, y metía la cara de este entre sus inmensas tetas “¡Además, como madre, es mi obligación educarte para evitar que te vuelvas una persona discriminadora y, si para eso tengo que cometer incesto y generarte un pequeño trauma, que así sea!”

Lincoln no tuvo más opciones que chupar las inmensas tetas de su madrastra quien, al mismo tiempo, le metía la mano dentro del pantalón para masturbarlo.

“¡Tremenda verga tienes, hijito querido!” exclamó Amara, con una sonrisa “¡Veo que si tienes una parte afroamericana después de todo!”

Luego, la milf beso apasionadamente a su hijastro, y las lenguas de ambos se entrelazaron con fuerza. El beso entre Amara y Lincoln fue tan intenso que, al momento de separar sus bocas, ambas seguían unidas por varios hilos de baba. Luego, la milf agarro el cuello de su hijastro con fuerza, y escupió un par de veces dentro de su boca.

“¡Esto no está bien, no está para nada bien!” exclamó Lincoln, quien tenía una gran erección.

“¡Lo que no está para nada bien son tus pensamientos discriminatorios!” exclamó Amara, mientras desnudaba a su hijastro por la fuerza.

Una vez que Lincoln quedó completamente desnudo, Amara lo empujó sobre la cama, y se puso encima de él, poniéndole su coño en la cara.

“¡Una boca tan racista como la tuya merece un castigo!” exclamó ella, mientras presionaba su coño contra el rostro de su hijastro “¡Asi que la vas a utilizar para darle placer a este coño negro!”

Lincoln, a no tener más opcion, acato la orden de su madrastra, y comenzo a hacerle sexo oral, al tiempo que Amara frotaba sus tetas contra su verga y le daba una poderosa mamada.

“¡Cómo extrañaba chupar una buena verga blanca!” pensó la milf, mientras ella y su hijastro hacían el 69 “¡Espero que, con esto, mi querido hijito recapacite sobre su actitud!”

“¿Cómo es que algo que está tan mal pueda ser tan placentero?” pensó Lincoln, con gran excitación.

Tras mucho sexo oral, Amara tuvo un orgasmo, y cubrió la cara de su hijastro con sus jugos vaginales.

“¡Perdóname por todo, mamá!” exclamó Lincoln “¡Ya aprendí la leccion!”

“¡Pedir perdón no basta!, y mereces un castigo aún más severo!” exclamó Amara, mientras se paraba y abría sus nalgas “¡Ahora quiero que tú asquerosa boca racista me chupe el culo!”

“¡No, por favor!” exclamó el joven, mientras su madrastra se sentaba con fuerza sobre su cara “¡Esto es demasiado humillante!”

“¡Una buena humillación es lo que se merecen los discriminadores!” exclamó ella, mientras agitaba su trasero.

Al final, Lincoln terminó obedeciendo a su madrastra afroamericana, y empezó a lamerle el culo, al tiempo que está gemia y se manoseaba las tetas.

“¡Eso es, mete tu lengua aún más profundo!” exclamó Amara, entre gemidos de placer “¡Tu boca debe ser utilizada para darle placer a tu madrastra, no para discriminar!”

Luego de muchos besos negros, la milf se paró, y se puso de cuclillas cerca de la verga de su hijastro.

“¡Te voy a sacar todo el racismo que tienes arraigado en tu cuerpo a sentones!” exclamó Amara y, de un solo y potente senton, metió la verga de su hijastro dentro de su culo “¡Que buena vergas tiene, carajo! ¡Así si da gusto cumplir con mis obligaciones de madrastra!”

Al sentir los poderosos movimientos pélvicos de su madrastra, Lincoln no pudo seguir resistiendo la gran excitación que sentía, por lo que se sentó y beso a Amara, lo que sorprendió de sobremanera a la afroamericana.

“¡Dame duró, mami!” exclamó él, mientras abrazaba con gran pasión a la milf, al tiempo que está seguí cabalgando su verga “¡He sido un chico muy malo, merezco que me cojan sin piedad!”

“¡Se ve que el racismo ya está empezando a abandonar tu cuerpo!” exclamó Amara, mientras intensificaba la fuerza y la velocidad de sus sentones.

Al cabo de un rato, Amara se movió y se dispuso a cogerse a su hijastro utilizando la posición de Amazónica invertida.

“¿Te gusta la visión privilegiada que tienes de mi culo de chocolate, querido?” pregunto la milf, entre gemidos.

“¡Si, si, lo amo!” exclamó Lincoln, mientras nalgueaba a su madrastra “¡Me arrepiento de corazón de todos los comentarios inapropiados que hice!”

“¡Ahora así creo en tus disculpas y, para que veas que no hay resentimiento, te voy a dejar elegir en qué parte de mi cuerpo quieres depositar tu semen!”

“¡En la cara, en la cara!” grito Lincoln, quien ya no podía aguantar más.

Finalmente, el hijastro se puso de pie, su madrastra se arrodilló ante él, y la cara de está quedó bañada por el semen del joven.

“¡Ahora sí pareces europea!” exclamó Lincoln, y él y su madrastra se rieron.

“¡Me alegra que hayas aprendido tu lección!” exclamó Amara, mientras lamía el semen que tenía en la cara “De todas formas, aunque te haya liberado de tu racismo, lo mejor será que te coja mínimo una vez al día… ¡Digo, para evitar que esos pensamientos discriminatorios vuelvan a instalarse en tu cabeza!”

“¡Estoy completamente de acuerdo, mamá, porque no ahí nada peor que ser racista!”

“¡Tu lo has dicho!” exclamó Amara, mientras ella y su hijastro se reían, y luego lo beso apasionadamente.

Loading

2 COMENTARIOS

  1. No hay nada mejor que una buena negra, su piel su color, su calentura y ese rosadito de su interior contrastando el negro de sus labios. Que obra maestra de la creación

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí