Mi mujer, mi hija

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Mi hija volvió a casa, me dijo que los últimos años de la universidad los iba a hacer virtual. Me hizo feliz tenerla en casa de nuevo, llevo años de soledad desde la partida de mi compañera, la mamá de Vicky (Victoria) nuestra única hija. Yo estaba separado cuando conocí a Susana una joven que tenía 21 años, los años que tiene hoy Vicky. No sé cómo me dio bola, pero fue la mujer que más me amó, lejos. Una maldita enfermedad sé la llevo muy joven y solo me quedó Vicky, que pronto se fue a la universidad y quedé solo en casa.

Hoy Vicky tiene casi la misma edad de su madre cuando la conocí y me impresiona el parecido físico con ella, no muy alta, los senos medianos, como a mí me gustan, se destaca su colita, paradita y redonda, muchas veces me dan ganas de meterle manos pensando en Susana, mi mujer. La diferencia con su madre es el carácter firme que tiene, cuando se propone una cosa, trata de cumplirla si o si. Le pregunte de por qué volvía a casa, si le faltaba tan poco para terminar los estudios. Me dijo:

—Mira papá, te veo tan solo y quiero ayudarte a rehacer tu vida, ya no está mamá, ahora voy a ser yo la que te cuide. La voy a reemplazar en todo.

—No quiero que te sientas obligada conmigo.

Deje en mi pensamiento, la frase degenerada que pugnaba por salir de mi boca. “Quisiera tenerte para mí y amarte en la cama como amaba a tu madre”

Mi casa es de clase media, tenía dos habitaciones principales y un cuarto para visitas. Cuando quede de mi habitación lo único que saque fue mi ropa y cosas personales, después deje lo de mi mujer todo como estaba, hasta la cama matrimonial y ocupe el cuarto para las visitas.

Un día al regresar del taller que regenteaba junto a mi socio, antes del mediodía, entre directamente a mi cuarto para cambiarme de ropa, algo más liviano de entrecasa. Me dirigí a la cocina, quería tomar algo fresco, al entrar quede tan sorprendido que casi tengo un paro cardiaco, allí estaba cocinando mi “señora”, vestía un solero fino, que dejaba sus hombros al descubierto y marcaba el canal de sus nalgas, cuantas veces había metido mis manos por debajo para acariciar su entrepierna, mientras le apoyaba mi pija en su culo.

Me acerque despacio y cuando ya estiraba las manos para levantar su falda y masajear ese culo, que tanto extrañaba, dio vuelta la cabeza diciéndome:

—Hola papá, no te escuche llegar.

Quedé pasmado con mis manos estiradas, sin hablar.

—¿Qué pasa? ¿Tanto te sorprende verme cocinar?

—No, no es eso, dame algo fresco, tengo la boca seca.

Después de tomar lo que me sirvió, pude hablar.

—Ese vestido que estas usando era de tu madre.

—Sí, ahora te cuento, lo saqué del placar de mamá

—Yo te confundí con ella y como lo hacía cuando cocinaba, de atrás eres igual a tu madre, casi te toco la cola, perdona, es que la extraño como loco.

—No te aflijas papá, es mi culpa de vestirme así sin avisarte. Vi que no dormís en la habitación que ocupaban y fui a husmear, abrí el placar y vi que todavía tienes la ropa de mamá y me puse este vestido.

Desde entonces comenzó a usar la ropa de su madre y me dijo que se iba a trasladar con todas sus cosas al dormitorio que tenía la cama matrimonial, yo no opuse resistencia. Fue cuando la descubrí como mujer, una mujer que me calentaba, que me ponía a mil, que no podía dormir sin masturbarme, ya no pensando en su madre, sino que estaban dedicadas a ella, Vicky mi hija.

Soñaba despierto con ella en mi cama matrimonial, sobándole esas nalgas hermosas, esas tetitas jóvenes y turgentes, chupándoles los pezones, su pancita plana hasta llegar a la entrepierna y abrir con mi lengua los labios de la conchita, introduciéndosela hasta que se acaba en mi cara. En esos instantes se moja mi mano con todo el semen de mi paja.

En esos días al abrir la página de la red social que uso, tenía un mensaje que decía: “Hola soy Mirta, prima de Susana, no sé si te recordás de mí ya que hace mucho dejamos de vernos, cuando enviude me fui al pueblo de mis padres, pero ahora estoy de vuelta y me gustaría charlar contigo, abrazo”. Conteste el mensaje, quedando con Mirta de ir a tomar algo y hablar, estaba contento de que se diera la oportunidad de ir tomar algo con una mujer y por lo que recordaba Mirta era una mujer bonita y estaba muy buena. Hasta llegue a pensar que si se daba, acostarme con ella y me sacar un poco de leche, no me haría tanto la paja con Vicky.

Esa noche en la mesa cenando le comente del mensaje de Mirta y que había quedado ir a tomar algo con ella. No la vi muy entusiasmada, solo pregunto:

—¿Y vas a ir?

—¿Y por qué no? Será bueno ver a Mirta de nuevo.

Esa noche terminamos de cenar y ella se fue al dormitorio, no nos quedamos, como lo hacíamos habitualmente a charlar o ver algo en la tele, quede sorprendido por su actitud. En los días siguiente me di cuenta que ya usaba solo la ropa de su madre y había cambiado su actitud para conmigo, una cosa que me llamo la atención fue encontrar ropa interior suya, usada en el baño. De más está decir que las olí y las chupe antes de hacerme terrible paja. Ese olor a su conchita, era peculiar, entre olor a flores y el característico olor a concha. No supe como tomar aquello, fui un tonto, recién a los días supe que fue una trampa.

Parecía que Vicky, cada vez más estaba resuelta a ser la mujer de la casa. Recién tuvimos un charla larga el día que me encontré con Mirta, la prima de mi señora, esa tarde vi que no habían pasado los años para Mirta, La encontré mejor de lo que recordaba parece que la viudez le había sentado mejor que a mí, se me la tarde charlando con ella y sentí que había buena onda y así me lo hizo saber cuándo dijo al despedirse:

—Que esto sea el inicio de una buena amistad.

A lo que respondí presuroso.

—¡Así será! Le dije, estampándole un beso entre mejilla y labios.

Esa noche mientras cenábamos le conté a Vicky, con pelos y señales el encuentro con la prima Mirta. Ya sentados en el sillón frente al televisor, dijo:

—No sé por qué le decís prima, si no es nada tuyo y no quiere ser tu amiga, lo que quiere es coger con vos.

Se levanto del sillón y se fue al dormitorio, me pareció que iba a llorar. Quede como un tonto sentado, pensando que sucedía, fue como si Vicky estuviera celosa. Espere que volviera, pero no lo hizo. Preocupado fui a golpear la puerta del dormitorio, preguntando:

—¡Vicky! ¿Estás bien?

Al no obtener repuesta, girando el picaporte, le dije:

—Voy a entrar.

—Sí, pasa.

Estaba sentada en la cama, tenía puesto un déshabillé que reconocí, era de mi señora, se paró con el déshabillé abierto, también reconocí el conjunto de ropa interior color salmón que usaba ella. Quede sin palabras mi hija era una diosa, parecía La Venus de Botticelli.

—Papá, ¿vos oíste lo que te dije cuando llegue?

—Sí, me dijiste que venias a ayudarme a encarrilar mi vida.

—¿Y qué más?

Quede callado, no sabía que contestar.

—Que iba a reemplazar a mamá en todo ¡en todo! ¿Vos entiendes eso?

—Sí, pero no puedes en todo.

—¿Por qué no? ¿Acaso no me quieres? ¿Acaso no te gusto?

—¡Sí me gustas! ¡Te quiero, más, te amo! ¡Pero sos mi hija!

—¡Qué importa eso, yo quiero que me ames como la amabas a mamá! Que no vayas a buscar a la prima Mirta, a nadie para coger, si me tienes a mí para hacerte gozar, como lo hacía mamá.

No lo podía creer mi hija, mi amada hija, quería ser mi mujer. Con lágrimas de felicidad en mis ojos, caí rendido a sus pies, arrodillado me abrace a sus caderas. Mi cara queda a la altura de su conchita, podía sentir su aroma, penetro en mis sentidos y ya no pude pensar en nada más que hacerla gozar y comencé a lamer su bikini donde se notaban los labios de concha. Me aparto suavemente, se quitó el déshabillé y subió a la cama y susurro:

—Ahora enséñame todo lo que sabes hacer.

Le baje la bombachita sacándola por los pies, mientras ella se desprendía el corpiño dejándolo de lado. Comencé por lamber sus pezones y a mordisquearlos, ella gemía como gata en celo, estuve un rato entretenido con sus tetas. Ella pidió que me desnude, cuando lo hice fue directo a mi pija, la sopeso con sus manos y se la llevo a la boca. Comenzó a mamar como si fuera un biberón. Desprendí mi pija de su boca y girando sobre su cuerpo, hice un 69.coloque mi pija en su boca nuevamente y me zambullí a comerle la concha. Ella gemía guturalmente mamando mi pija y yo sumergía mi lengua en su concha inundada de sus jugos.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, soltó la pija por un instante y dijo:

—¡No doy más, me voy a acabar!

Cuando la escuche, aceleré mis chupetones sobre el clítoris y comenzó a gemir fuerte y mojo toda mi cara con un líquido viscoso, que no alcance a beberlo todo. Sin avisar acabe en su boca, ella no la soltó y creo que trago casi todo. Yo estaba en el paraíso, me acosté a su lado entreverando sus jugos y los míos en un beso donde se enredaron nuestras lenguas.

Después de tanta pasión, cruzo por mi mente un momento de arrepentimiento.

—Perdón hija, esto no puede ser, ¡no está bien!

—¿Qué pasa, acaso no me quieres?

—Te lo dije y te repito, te amo y te deseo más que la vida.

—Entonces no hablemos más, seré tu amada hija para afuera y aquí en casa cuando estamos solos, somos marido y mujer. Y ahora vamos a lavarnos porque falta lo mejor, tu mujer quiere más pija.

Nos lavamos y llevamos unas copas y botella de vino al dormitorio. Se tendió a lo largo de la cama, abrió las piernas como invitándome que invadiera territorio desconocido, ya sobre ella apunte con mi pija a la cavidad rosada abierta, como orquídea en flor.

Cuando ella me hablo en un susurro, utilizo las mismas palabras que mi dijo su madre cuando lo hicimos, la primera vez.

—Despacio por favor. Solo respondí.

—Me haces el hombre más feliz de la tierra.

Lo que pasó esa noche y los días siguientes, lo contaré en la próxima.

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4 COMENTARIOS

  1. Disculpe veo muchos comentarios donde dicen q el incesto es mas normal de lo q se cree,mi orwgunta es q tanto por q gasta donde se es un tabu,algo prohibido por la sociedad aunque acepto q es bien hot y morboso yo creo q hasta mas q cualquier relación normal por su naturaleza,quizas me anime a contarbalgunas experiencia q tube siendo casi un adolscente

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