Mi mujer, mi hija (2 – final)

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Cuando ella me hablo en un susurro, utilizo las mismas palabras que mi dijo su madre cuando lo hicimos, la primera vez.

—Despacio por favor. Solo respondí.

—Me haces el hombre más feliz de la tierra.

Se la metí despacio, como ella me lo pidió y también porque yo quería gozar al máximo ese momento. Mi pija es normal de largo, si la tengo bastante gruesa, cuando la tuve toda adentro me quede quieto, sentía como la concha de mi hija me succionaba, no había sentido nunca ese movimiento que hacía Vicky sobre la pija.

—Ya está toda adentro, mi vida, de ahora en más te voy a dar hasta que pueda o hasta cuando vos quieras.

—¡Cógeme papá! ¡Como deseaba tenerla adentro!

—Eres hermosa Vicky y tu conchita más, me gustan los labios de tu concha se abren como alas de mariposa, no sé si me gusta más chuparte que cogerte, pero ahora me voy a acabar en tu concha, ¿Puedo hacerlo adentro? Le susurre al oído.

—Sí, mi amor quiero sentir tu leche.

—¡Mi nena quiere… ahg! ¡Ahggg!

Y me vine dentro de ella, mi pija cabeceaba dentro de su concha, sus manos agarraban mis glúteos para que no la sacare ni un centímetro. Me tire en la cama al lado de ella

—¡Esto fue rápido, Esteban!

Era la primera vez que me llamaba por mi nombre, me gusto que no me llamara papá, así podía imaginar que no estaba cometiendo ningún pecado, a decir verdad no soy muy católico.

—Es que estuve imaginando tanto que entraba en tu conchita, que no aguante, te prometo que el próximo voy más lento.

Me recupere en unos minutos, ella besaba y me pajeaba suavemente, el bicho comenzó a dar muestra de vida.

—Vicky, quiero cogerte mirando tu culo hermoso, al estilo perrito, ¿quieres?

Cuando se puso en cuatro, yo me arrodille detrás, agarre la bikini y le seque la conchita me prendí como ternero mamándole los largos labios, use mis manos para separar las nalgas y dejar al descubierto el agujerito de su culo, marrón con pequeñas estrías que parecían que señalaban el centro por donde entrar, primero lo lambí, pegó un pequeño respingo cuando lo hice.

—Papito, la tuya es muy gorda para mi culito.

—Tranquila, ahora solo te quiero chupar toda.

Puse mi lengua en punta y la mande tipo barreno y le chupe el culo, mientras ella gemía de placer y se mojaba su concha con pequeñas acabadas.

—¿Le gusta a la nena lo que le hace este viejo degenerado?

—¡Este viejito me está matando de placer!

Estuve chupando concha y culo un buen rato y fui por el broche de oro. Apunte a su concha y la fui metiendo despacito gozando de ese culo como lo hacía con Susana, su madre. Que hermosa sensación, no sé describirla con palabras, solo aquel que se ha cogido a la mujer que ama en esa posición. Lo sabe.

Estuve embelesado en esa posición y bombeando, bastante tiempo. Me saco del ensimismamiento el grito de:

—¡Dale Esteban! ¡Dame papitooo!

Esos gritos y el gozo que me cogerme por detrás a Vicky, acabe al grito de:

—¡Toma Vicky, toma mi leche! Más que una acabada, fue una trasfusión, caí rendido sobre la cama. Tenía hambre.

—tengo hambre, ¿Te comerías unos sanguches? Bueno nena, ha sido demasiado para este viejo me baño, como unos sanguches y la cama. Ella me corrigió:

—Nos bañamos, comemos y nos venimos a la cama, desde hoy hacemos todo juntos, ¿Sí?

Así lo hicimos, cuando desperté a la mañana, ya eran las nueve, un poco tarde, llame por el celular a mi socio, para que se hiciera cargo de todo, me tomaba el día libre. Yendo para el comedor sentí el olor a café recién hecho, Vicky estaba de espalda sirviendo el café, me saludo con un:

—Hola dormilón.

La tome de la cintura, como lo hacía con su madre, apoyándome en su prominente trasero le di un beso.

—¡Ohh! ¿El que te dije, está buscando el mañanero?

—No, no, debemos hablar.

—Creí que habíamos hablado.

—Vos dijiste que desde ayer haríamos todo junto, yo asentí, pero hay aclarar varias cosas, porque esto no es un matrimonio, no es concubinato, es algo que la sociedad llama “incesto” y debemos considerar algunas pautas de convivencia y el futuro como pareja.

—Bueno (dijo, no muy convencida) Hablemos

—Me voy a tomar el día para almorzar contigo y hablar, ahora me voy a avocar a hacer unos papeles y después vemos.

Cuando nos sentamos a almorzar, entre risas y miradas cómplices, dimos cuenta de la suculenta comida que preparo Vicky. Ya de sobremesa, con una copa de vino en la mano, comencé diciendo:

—Mira Vicky, cuando volviste, jamás pensé recibir de tu parte semejante regalo, estoy maravillado, nunca jamás creí hacer lo que estoy haciendo, pero no estoy arrepentido.

—Papi yo…

—Déjame seguir, algunas pautas tenemos que fijar y ver otras para el futuro, primero, aquí en casa me podes llamar papá, papito, Esteban, como tú quieras, por mi parte nunca más te voy a llamar hija, por respecto a tu madre. Afuera de casa soy tu papá y como tal debes tratarme en todos los casos. Ahora te pregunto ¿pensaste en que yo tengo 52 años y que pronto seré un viejo? ¿Qué te podes enamorar de un chico de tu edad, que puede pasar la pasión que sientes por mí?

—Bueno, como llamarte y como me llamaras vos, estoy de acuerdo. En cuanto a lo demás no lo he pensado sinceramente.

—Quiero decirte, que estaré de acuerdo cuando vos lo digas, hasta aquí llegue, o me enamore de alguien, no busco atarte a mi vejez, quiero que me prometas que si sucede me lo vas a decir.

—¡Te lo prometo!

Dormí una siesta, habito que agarre estando solo, a la tarde salimos un rato a tomar algo y cuando volvíamos compramos comida para no cocinar a la noche y un buen vino, ya que anunciaba ser una noche muy especial.

Cenamos uno frente del otro, con guiños y promesas como cualquier pareja de enamorados. Al terminar fuimos a sentarnos al sillón, encendí la tele, pero no alcance a ver nada, comenzamos a besarnos y manosearnos, así estuvimos un rato, hasta que se levantó y tomo mi mano.

—Vamos al dormitorio, estaremos más cómodos.

A orillas de la cama, comenzamos a desnudarnos, estando casi desnuda la gire suavemente, quedamos frente a frente, tomando la iniciativa colgándose de mi cuello me beso apasionada. Desprendió una mano de mi cuello y sentí que bajaba lentamente introduciéndola dentro de mi slip para agarrar mi pija.

Comencé por acariciar ese bello cuerpo; descubrí con mis manos cada bahía, cada ensenada. Desabroche el sujetador, que aprisionaban las mamas hermosas de pezones morenos. Sus ojos almendrados me miraban apasionados; el deseo brillaba en ellos. Sujete en mis labios un pezón y le pasaba la punta de la lengua; sentía como se erguía inmediatamente, rodaron mis manos por esa llanura morena de su piel hasta llegar al triangulo de su bikini, que guarda el abultado tajo de su concha, lo sentí tibio y mojado en mi mano, cori con mis dedos ese pedazo de tela, tocando los labios de su deseada vagina. Al rozar su sexo tuvo un estremecimiento, que me dio la pauta de lo ansiosa que estaba.

Nos quitamos la poca ropa que quedaba en nuestros cuerpos; ya desnudos, comencé a besarla con pasión; centímetro a centímetro de piel, fui avanzando, acercándome al premio mayor.

Me sumergí en las mieles de su conchita, coronada por unos hermosos labios hinchados de excitación, la vista que me daba la posición, era de lo más hermosa. Su excitación quedó expuesta, demostrándomelo con un orgasmo tremendo a los pocos minutos de saborear su fruta exquisita.

Gemidos y suspiros llenaban la habitación solamente iluminada por reflejo de las farolas de la calle que entraban por la ventana, que me dejaron observar cómo se ponía en cuatro ofreciendo su sexo. Haciendo lo mismo, me ubiqué detrás para conectar los genitales, introduciéndome de a poco. Quería que disfrutáramos y lo estamos haciendo.

Ya dentro por completo, comenzando el juego, que tanto nos gustaba jugar, disfrutábamos con el pongo y saca; el roce de mi pija en su concha, nos sacaba gemidos cada vez más fuertes. Entre esos gemidos escucho:

—¡Aaag, sí, sí papito, como te siento!

Mis testículos golpean su entrepierna con un lento movimiento rítmico, al punto de fusionarnos sincronizadamente en un acto sexual épico. La penetraba lento y cada vez más y más rápido; sentía como sus músculos vaginales apretaban mi miembro para provocarme más placer; aguantaba el semen que pugnaba por salir de mis testículos. Quería aguantar y seguir disfrutando de esta noche tan especial.

Sé que no debería sentirme así con el cuerpo de mi hija, pero la pasión impuesta por Vicky, me llevaba al paroxismo y quite esos pensamientos de mi cabeza y pase a disfrutar del placer que me daba el culo de mi hija.

Escuchar esos gemidos que afloraban de su boca y saber que yo era la causa de ellos me incendiaba, sus caderas se mueven en un fuerte vaivén, estiro mi mano para tomar su seno que pendía oscilante, su duro pezón me invitaba a jugar, el inminente orgasmo me hizo salir de su interior, su cara de sorpresa me hizo esbozar una sonrisa, sumerjo la cara entre sus muslos para bucear entre sus labios vaginales con la lengua, saboreando el gusto y aroma del sexo.

Vicky deja caer la cabeza sobre la almohada, dejando bien y en toda su inmensidad, su vagina expuesta a mi disposición, sus jugos agridulces invadían mis papilas gustativas que recibían oleadas de flujo, busco el clítoris duro, candente y erecto, no necesitó mucho tiempo, su orgasmo fue explosivo. Sin dejar pasar el momento, retomo mi tarea anterior, esta vez con más vehemencia. De un solo golpe me introduzco nuevamente, moviéndome casi con violencia. Nuestros cuerpos chocaban entre sí, haciendo un ruido entre acuoso y de golpeteo. Comenzó a gemir nuevamente, lo que hizo a mi esperma salir presuroso, impactando en el interior de Elsa, quien al sentir su tibieza también detonó su orgasmo.

Sentí que su líquido inundaba mi pija y corría por mis testículos.

—¡Papito, te amo! No quiero que esto termine nunca.

—Yo quiero seguir amándote así, hasta que no pueda más.

Fin

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4 COMENTARIOS

  1. Excelente relato me encanta el incesto en mi familia lo.praticamos, mí padre coge a mi esposa Leydi y a mí hermana Nancy, y mí madre Milena y yo cogemos igual cogemos con mí hermana Nancy

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