Mi profesor y yo (Me graba en el motel)

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T. Lectura: 10 min.

Descubrí que era un completo depravado ninfómano y resultó de lo más delicioso.

El prometido encuentro con mi profesor no se hizo esperar mucho, pues ocurrió en esa misma semana, un sábado por la tarde. Justo una noche antes él me envió un mensaje de texto que me dejó cachonda y aumentó mis ganas de ese encuentro, ya era costumbre en estos últimos días enviarnos mensajes, audios y fotos cachondas.

Aquel texto se sintió tan bien… Versaba de la siguiente forma:

«Mañana la vamos a pasar muy rico muñeca, te quiero ver con el vestido de licra que tenías el lunes, se te marcaba bien rico ese culito, solo de verte se me ponía dura la verga, mañana te daré unas ensartadas bien duras como castigo por no llevar ese vestido en mi clase.

Me tienes tan cachondo con esos mensajes y tus fotos, ya quiero escuchar esos gemidos tan ricos cuando tengas la verga adentro. Tengo que aguantar no follarte en la clase cuando te vistes tan putita para mí. Te veré mañana a la 1 pm, a una calle de tu casa.

Quiero hacer algo muy rico contigo.»

Para ese momento no sabía su juego pero su mensaje me puso más ansiosa de verlo. Decidí enviarle una respuesta contundente y eso fue una fotografía bien rica, me desnudé y me puse en cuatro con el culo frente al espejo posé a modo de que también pudieran verse un poco mis tetas, tome la foto cubriendo parte de mi rostro y se la envié, quedó tan encantado que me respondió en un audio de voz diciéndome “Eres una delicia Ana, te daré una reventada como la mereces perrita”, me encantaba oírlo decir esas cosas.

Al día siguiente me vestí tal como dijo, pero decidí no llevaría más que una diminuta tanga bajo el vestido, e iría sin sostén para que se marcarán mis pezoncitos, me puse mis zapatos de tacón alto, algo grueso, até mi cabello en una media coleta y me maquillé, labios rojos y ojos delineados, salí de mi casa sin mayor inconveniente, camine una calle y ya se encontraba allí, esperándome dentro de su elegante auto, podía verlo no perderme de vista desde el parabrisas, me sonreía y subí de inmediato al auto.

—Que preciosa muñeca —dijo aún con esa sonrisa y la picardía de su mirada.

—También se ve bastante guapo, la ropa casual le sienta muy bien profesor —elogié, aunque tenia mas fetiche al verlo de traje.

—Aquí dime Rodrigo —sonrió enfocando su mirada en mis tetas las cuales claramente se notaba el pezón.

—Rodrigo… —susurré mordiendo mi labio…

Después la platica fue totalmente casual, todo el camino hacia el Love Motel, incluso discutimos algunos problemas de la universidad, me cuestionó sobre mis otras materias y demás, jamás imaginé tener pláticas así estando con el, ese contraste entre el profesor caballeroso y el pervertido, cuando llegamos al lugar bajo primero para abrirme la puerta y me escoltó del brazo a la recepción del motel, ya tenía una reservación echa y después de recoger la llave subimos al elevador, pude notar que cargaba una especie de maletín, pero no le tomé importancia.

Llegamos a la habitación, al abrirme la puerta me dio una nalgada, entre y que buena habitación, piso alfombrado, una cama enorme con la pared trasera y lateral total de espejo, un potro el cual estaba más cerca del espejo, la enorme pantalla, un sofá y luces led de colores cambiantes, gire y pase mis manos por su cuello, no se hizo esperar el devorarnos a besos, el toqueteo y los susurros de promesas obscenas, ya era ese profesor pervertido que me encantaba.

Sin embargo detuvo el beso y me miró fijamente a los ojos y saco una cámara de vídeo pequeña, yo no sabía que decir, me puse nerviosa y por supuesto insegura de tal cosa.

—Sera divertido —me apretó contra el y movía la cámara al lado de mi cara— Nos vamos a divertir.

—Pero alguien lo podría ver… yo no.. —me puso su índice en los labios.

—Te veras bien rica —me apretó el culo— Se una buena perrita.

No estaba segura pero este hombre me tenía bien cachonda desde aquel día en la universidad, dio por echo mi aceptación y colocó la cámara en el tripeé, supongo que de allí tenia buen ángulo, ya que importaba, por mi mente solo pasaba querer follar.

Regresó a mi, me apretó contra una pared, me cargó y enredé mis piernas en su cadera, empujaba su pelvis contra mi y el rose me hacía mojarme, lo escuché sonreír cuando sintió que solo tenia una tanga, me llevo a la cama quedándose sobre de mi, sus besos recorrían mi cuello, apretaba mis tetas con devoción por encima del vestido, yo pasaba mis manos por su nuca, por su espalda y soltaba gemidos pronunciando su nombre, el me mordía los labios y me moví para quedar sobre de el, me levanté un poco moviendo la cadera para sentir su bulto frotar mi coño, poco a poco baje mi vestido hasta que liberé mis tetas frente a esos ojos lujuriosos.

—Que rica estás —deslizaba sus manos desde mi cintura hasta mis tetas y las masajeaba— déjame ver ese culito…

A su petición me acomodé en cuatro al otro extremo de la cama, quedando frente al espejo, apenas y se podía ver parte de mi culo, el se removió en la cama hasta quedar de rodillas tras de mi, poco a poco fue subiendo mi vestido revelando mas mi culo ante su mirada ansiosa, acariciaba mis nalgas en movimientos circulares para darme una nalgada.

—Me encanta como tiembla este culito —me volvió a dar más nalgadas fuertes con ambas manos y yo soltaba gemidos— ¿Que es lo que quiere mi perrita? —me pregunto frotándome su duro bulto.

—Quiero verga papi —respondí en una aguda voz suplicante— Quiero que me cojas bien duro…

Sin decir nada más se bajó de la cama sacándose la verga, me jaló hacia él y sacudió su erección de arriba abajo diciendo “primero mi perrita la va a mamar como me gusta”, por supuesto que me lancé a esa verga con todas las ganas, aún estando en cuatro me puse a mamársela como un hambriento ternero, se podían escuchar mis chupadas y las arcadas cuando me la empujaba por la garganta, me daba nalgadas y yo trataba de levantar más el culo, porque sabía perfectamente que el no lo perdía de vista en el reflejo del espejo, por momentos lanzaba rápidas y dudosas miradas a la cámara no tenía idea se si estaba ya en función.

—Que boquita, que boquita de puta tienes —soltó un alto y ronco gemido— ¡Trágatela! —y la empujó con todo por mi garganta.

Me tomaba del cabello y empujaba repetidas veces, como si me follara la garganta, gemía delicioso y a mi se me mojaba cada vez más el coño, me empecé a dar dedito yo sola y al ver eso Rodrigo me ordenó meterme los dedos, él disfrutaba de verme hacerlo, cuando me dejó descansar y me saco la verga de la garganta, me la froto por todo el rostro y me hizo sentarme en la cama para poner su erección entre mis tetas, me las folló como tanto deseaba, termino a horcajadas sobre mi, follándome las tetas yo abría la boca y sacaba la lengua para rosar su glande.

De repente me dio una bofetada y se movió quedando entre mis piernas, termino de quitarme el vestido, solo quedando en tanga y tacones, empezó a besarme bajando por mi cuello, chupando mis tetas, lamía y jalaba mis pezones, se me erizaba la piel y me arrancaba gemidos llenos de placer, olvidé por completo esa estresante cámara justo al lado de la cama, cuando caí en cuenta que bajaría a comerme el coño lo detuve.

—Ya métemela —le rogué ardiendo en ese lujurioso deseo —Ya dame verga Papi Por favor —seguía rogando como una puta, moría por sentirlo adentro.

—Ruega putita, me encanta que rueguen…—pero parecía no querer cambiar su objetivo, “el castigo”.

Escuché su risa y siguió bajando para comerme el coño, yo arqueaba mi cuerpo y abría mis piernas sintiendo ese fuego crecer cada que me pasaba la lengua y la metía entre mis pliegues, me estaba castigando de la manera más deliciosa, metía sus dedos y los movía como si batiera algo dentro de mi, me tenía gimiendo y jalando las sábanas de la cama, pidiendo a gritos que me la metiera ya, de pronto se detuvo y lleve la mirada a él estaba desnudándose sin despegar la vista de mi, levanté las piernas y las abrí en una V, me toque le coñito abriéndolo con mis dedos.

—Te voy a reventar ese coño —sacudía su erección acercándose y frotándola en mi empapada entrada, la hacía chocar y el sonido me erizó la piel— Estás chorreando mamacita.

—Porque ya quiero tu verga papi —abrí la boca gimiendo y haciendo mi tanga a un lado.

—Yo se que la quieres, a eso ha venido mi deliciosa y puta alumna…

Sonreí, me encantó oír eso de su viva voz, pero esa sonrisa cambió, pues me la ensartó de golpe y a pelo, mi cuerpo se arqueo de inmediato soltando un fuerte grito lleno de placer aunque pareció de película de terror, me tomó de las piernas y me empezó a ensartar tan duro que el choque de nuestro sexo era violento, ruidoso, viscoso, era simplemente delicioso a mis oídos, gritaba su nombre y me apretaba las tetas, lo sentía entrar hasta el fondo, me llenaba bien rico, el gemía como un animal apareándose, llevó su diestra a mi cuello y apretó sin dejar de follarme duro.

—Trágatela toda perra —jadeaba de manera ronca y arremetía duro contra mi coño.

—Si… más —apenas podía hablar, su presión era fuerte, no tanto para no dejarme respirar pero si lo suficiente para que se dificultará hablar.

—Responde perra —quito su mano y me dio una bofetada, yo sonreí, eso me estaba encantando.

—La quiero toda papi —le dije fuerte gimiendo apretándome las tetas.

—Estas ardiendo por dentro, —soltó un gemido y apretó su mano en mi cuello una vez más y más fuerte— Aquí si te puedo disfrutar como quiero…

Seguía el mete saca, gemía bien rico sin perder de vista mi cara y mis tetas, repitiéndome que era una puta y yo le respondía, “Si papi soy tu puta”, eso parecía encantarle, y yo le estaba tomando el gusto delicioso. Me la sacó y me puso en cuatro sobre la cama, separé bien las piernas y levanté el culo, me la volvió a ensartar sin espera, mi reflejo en el espejo daba un toque aún mejor al momento, tenía una visión de nosotros tan cachonda, al mirar al frente podía ver a Rodrigo bombeándome rico tomándome de la cintura y al mirar a la izquierda era aún mejor, mis tetas balanceándose, mi culo rebotando en la pelvis de mi profesor y como se perdía su verga dentro de mi, esta última es la que la cámara estaba captando también.

Apretó mi cadera con sus enormes manos y atrayéndome hacia el para ensartar me duro.

—¿Qué eres? —dijo y me dio una fuerte nalgada.

—Soy tu puta —le respondí a gritos mirándolo de frente por el espejo, abría mi boca gimiendo llena de placer.

—Grita Ana, Grita como la puta que eres —me jalo el cabello y me ensartaba tan duro que dolía, así que mis gritos fueron genuinos.

Seguía follándome como un demonio de lujuria, poseía mi cuerpo por completo, cada poro expedía placer, cada ensartada la sentía más rica que la anterior, y no paraba de gemirle, me hacía arquearme más, besaba mi espalda, mi cuello y oía su respiración tan cerca que me volvía loca, sentía mis juguitos resbalar por mis piernas, mi coñito se contraía apretando su gorda verga dentro de mi.

—Gimes como me gusta mamacita —jadeaba en mi oído— y me aprietas bien rico la verga…

—Coges bien rico, quiero más, quiero que me uses —solté entre gemidos, en un tono de voz suplicante, sumisa, totalmente perdida en ese placer que me hacía perder toda la dignidad.

Me relamían las oleadas de placer intenso, llevándome a orgasmos deliciosos, ese placer prohibido hirviendo en mi clítoris, mojándome demasiado, ver mi expresión en el espejo era realmente obsceno y oírlo decir: —Mira que carita de puta tienes—, —pide lo que te gusta zorra—, Yo jalaba las sábanas y arqueaba mi cuerpo, levantando más el culo, sentía mis tetas moverse bien rico, soltaba gemidos diciendo su nombre, rogando por más verga, gozando sus duras metidas, los orgasmos atacándome con violencia, realmente está era una experiencia nueva para mí, todo este morbo exquisito.

De pronto salió de mi, me sentí vacía de inmediato, me dio golpecitos con su erección en mis nalgas y sonrió relamiendo su labio inferior, me hizo señas para bajar de la cama señalando el potro, movió la cámara, —ponte como me gusta—, me ordenó, e inmediatamente me puse en cuatro, pero con las piernas juntas, dejando mis manos en la parte alta del potro, gire mi cabeza para mirarlo y moví un poco mi culo, sonriendo e incitándolo a que me follara ya.

—Me encanta ver ese culito —susurró con la verga en la mano y con la otra acariciando mi culo— inclínate un poquito más, porque te voy a castigar…

Estaba por preguntar, pero vi como tomaba su cinturón, lo apuñó y empezaba a darme con él en las nalgas, era un golpe fuerte pero me excitaba, en su rostro podía ver el gozo tras cada golpe, tras cada uno de mis gritos, pero era delicioso, el coño me palpitaba intensamente, deseaba más, pedía más. —Si perrita te voy a dar mas— retumbó su gruesa voz, sentí su dureza frotarse en mi hambriento coño y seguido de ello me ensartó la verga de un solo movimiento salvaje y profundo, solté un alarido, él un ronco gemido de placer, empezó a moverse como un demente, mis gemidos se entrecortaban por el choque.

—Rodrigo —grite fuerte y aferraba mis manos al potro— Por favor —ni siquiera sabía si pedir que parará o siguiera.

—Por favor que putita —me jaló del cabello y seguía empalándome duro— Anoche me dejaste bien duro con esa foto y hoy te la voy a cobrar… ¿Esto querías no? ¿Por esto tan puta a diario en la escuela? Mmmh? Ahora obedece a tu amo perra….

El tenía razón, había sido una total ofrecida, aún más después de aquel revolcón en su oficina, los mensajes de texto, los mensajes de voz, las fotos, los piques que le daba a diario con mis atuendos, esto buscaba y estaba siendo mejor de lo que imaginé.

—Si… amo, eso quiero… que me revientes el coño —gemí duro con los ojos casi en blanco, sintiendo ese intenso placer explotando— ¡Si aaah! —gritaba víctima de ese violento orgasmo, haciéndome expulsar mis jugos en un chorro que empapó mis piernas.

—Así pinche putita, para que aprendas a tratar a tu amo… —siguió dándome fuerte aunque mi cuerpo temblaba— Vamos a jugar bien rico…

Tomo la cámara y empezó a grabar desde su perspectiva, me la sacó y automáticamente empuje mi culo hacia el, este soltó una risita y me la frotó.

—Así mi perra, ¿quieres verga? — me la dejo ir y empezó a moverse igual de salvaje que antes.

—Si papi dame… —le respondí fuerte para que logrará grabarse— Cójame duro profesor.

—Así me gusta, una alumna obediente… y puta —me jalaba fuerte por el cabello—

—Dame más papi —rogué víctima de un orgasmo más, pues sentí un inmenso éxtasis al ser gravada de esa manera tan grotesca, ser nombrada de forma tan vulgar.

No dejaba de tirar de mi cabello hacia atrás, me cogía bien rico, su movimiento rítmico, fuerte, mis gemidos mezclándose con los suyos y el choque del sexo, lo veía grabar como me entraba la verga y después enfocaba al espejo, después dejó la cámara en dónde estaba antes, en tanto me fui a la cama a ponerme en cuatro bien empinada, regreso a tomarme con ambas manos la cadera, follándome como me gusta, estaba al límite, sus jadeos eran más continuos, el mete saca sin descanso, empecé a moverme, empujando mi culo hacia el.

—Dame lechita papi —gemía como a él le gusta, rogaba igual.

—Puta madre…

Soltó y se dejó ir, echo la cabeza atrás y disfrutamos de un delicioso orgasmo juntos, el echo de que me estaba dejando todo ese rico semen adentro le dio un plus intenso a mi orgasmo, mis piernas temblaron y mis jadeos eran continuos intensos, fue delicioso en toda la extensión de la palabra, Rodrigo tras de mi casi bufaba al respirar y jadear, sentía ligeros movimientos y salió poco a poco de mi, no sin antes hacer la última toma de mi coñito chorreando de su lechita.

Nos quedamos recostados en la cama, recosté mi cabeza en su brazo y entrelacé mis piernas a las de él, no me sorprendió ver qué puso una porno en la pantalla, con su mano libre me tocaba las tetas, sabía que esto no había terminado, me confesó su adicción al sexo, y la poca disposición de su esposa a satisfacerlo, yo sentí cierta culpa, no sabía que era casado, pero gobernó mi lujuria, debo admitir que en segundos me dejó de importar algo así. Me folle a mi propio tío, que más me daba un hombre casado.

—Que lastima por eso —susurré deslizando mi mano hasta llegar a su miembro, empezando a masturbarlo— porque está delicioso…

—¿A si? ¿Y por qué no te la sigues comiendo? —su mirada fue lujuria pura…

En lugar de responder me acomodé entre sus piernas y empecé a darle una buena mamada, por supuesto que empezó a grabar de nuevo, él siseaba de gusto y gemía de placer, pronto ya la tenía bien erecta y dura, me la dejaba ir por la garganta hasta que me retiraba jadeando y salivando en exceso, me monté y me ensarté solita, soltando un grito lleno de gusto, reí y empecé a cabalgar, él me daba nalgadas, apretaba mis tetas, estaba gozando completamente como yo.

—Así me gusta, es todo lo que pido… —jadeaba empujando desde abajo y dando palmadas a mis tetas— Una buena putita.

—Aquí la tienes papi… —seguía rebotando sin control sobre de el, dejó la cámara en la mesita de noche y me tomo de la cintura, acariciaba mi cuerpo.

Solo deseaba mas este sexo, no me importaba nada en absoluto, sentirme el objeto sexual de este hombre, este placer y su vulgaridad. Me apoyaba en su pecho y cabalgaba más rápido, mis gemidos opacaban a los que salían de la pantalla, me apretó el culo para dejarme inmóvil y empezó a follarme empujando hacia arriba, sin perder su morboso juego de la cámara, me llevó al potro y se metió entre mis piernas, follándome duro, se dejaba caer con fuerza, me apretaba el cuello me daba bofetadas y me repetía que era una puta, me llevó al orgasmo dos veces continuas, estábamos empapados en sudor, terminamos en el piso alfombrado, follando como animales en celo.

Me tenía bien empinada en cuatro dándome bien rico frente al espejo, me lleno el coño de leche una vez más, se retiró de mi jadeando, tirándose en el sofá, con los brazos extendidos y su miembro colgando entre sus piernas abiertas.

Me acerqué y me jaló para que me montará sobre él, teníamos la respiración tan agitada.

—Ven aquí mi deliciosa perrita —me apretó por la cintura, sentía su torso sudado apretado al mío.

—Pero que rico —jadee mordiendo su labio inferior.

—Rico este culo —me dio un apretón— Tengo muchos jueguitos ricos para disfrutarlo. —reí extasiada por la idea.

—Donde quiera mi profesor…

Tomamos una ducha juntos, pero no pasó nada más que hambrientos besos y toqueteos.

Me llevó a casa, dejándome ahora justamente en la esquina trasera de mi casa, baje feliz, satisfecha, esperanzada de un nuevo encuentro con él, porque me había mostrado un sexo que me encantó, uno morboso, vulgar, duro, donde me sentí tan usada, sumisa y deseada.

Esa tarde noche subí las escaleras hacia mi cuarto, con una enorme sonrisa en el rostro, bien cogida y sin tanga, porque mi profesor se la había quedado.

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7 COMENTARIOS

  1. Que buen relato, Anita haces que la imaginacion vuele, y se imagine uno como te coge el profesor ademas de que eres muy complaciente, yo no soy maestro pero me encantaria tenerte como mi alumna

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