Nosotros, mi hermana Stella y yo Roberto, nacimos en una ciudad del norte de la provincia de Buenos Aires. Siendo chicos nuestros padres se trasladaron a Quilmes, ciudad costera del Rio de la Plata.
Hicimos los estudios en un colegio religioso muy bien conceptuado en el ámbito educativo de esta zona. El colegio tiene primaria, secundaria y terciario, yo terminé el secundario y fui a ayudar a mi padre al negocio, estaba enfermo, la inmobiliaria era lo que mantenía a la familia. Al poco tiempo moría mi padre y al año, lo siguió nuestra madre. Mientras tanto Stella terminaba el magisterio, ella viajaba asiduamente a la ciudad natal, terminado sus estudios se fue a vivir a Ramallo, yo me quede solo en la casa paterna.
Los dos nos casamos casi al mismo tiempo, ella tuvo hijos un casal un varón y una mujer. Yo no tuve suerte mi compañera no quedaba embarazada y como yo no tenía apuro en ser padre, no hice ningún problema.
Pasaron los años y mi esposa enfermo, yo me repartía entre el trabajo y su atención con la enfermedad de ella mi vida sexual se al tacho, no era que me importaba, pero es parte de la vida.
Por entonces recibo un llamado de mí hermana:
–Hola Rober, el llamado es para proponerte algo, que hemos hablado con tu sobrina Mariana, ella quiere seguir mis pasos y estudiar magisterio en el mismo colegio que lo hice yo, el San Francisco entonces pensé que podría ir a vivir con ustedes y les serviría de ayuda a ustedes ¿Qué te parece?
–Me parece bien, tengo espacio y necesito ayuda. Si ella lo acepta no tengo drama.
En ese momento no me di cuenta que estaba firmando mi condena.
–Tendrías que acercarte al colegio y hacerle el trámite para inscribirla en magisterio. Yo te mando los papeles.
–¿Qué edad tiene Mariana ahora? la última vez que la vi, hace unos 4 o 5 años era una chiquilla hermosa.
–Ahora tiene 18 años y sigue siendo hermosa y no lo digo por ser mi hija.
Hable en el colegio y arregle todo para que mariana comenzara sus estudios allí, mientras mi esposa Nelly se quedaba más en cama por su debilidad para andar. Acordamos con Stella que mi sobrina viniera antes del comienzo de clase para que se acomodara y conociera el colegio. Termine de arreglar lo que fuera el dormitorio de mi hermana, que se usaba para las visitas y ahora seria de Mariana. Estábamos entusiasmados con Nelly, porque nuestra sobrina sería una bocanada de aire fresco en nuestra casa. No había pensado ni por las tapas, en el problema que me estaba metiendo.
Llego el día, que tuve que ir hasta la terminal de ómnibus de Retiro a buscar a mi sobrina, esperaba en el andén 12, que llegara el ómnibus de Ramallo, no tuve que espera mucho, cuando anunciaron la llegada. Comenzó a bajar la gente, cuando desciende una joven espectacular, a la que no pude sacarle los ojos de encima, vestía minifalda con una remera donde se destacaban sus redonda tetitas una carita angelical coronada con una cabellera negra, sus ojos calzaban unos anteojos redondos. Ella me miro, no alcance a bajar la vista, cuando corrió hacia mí y abrazándose a mi cuello grito:
–¡Tíooo!
Yo como un estúpido pregunte incrédulo.
–¿Mariana? ¿Cómo me reconociste?
–Por la foto que me dio mamá. Y me enseño una foto mía que traía en la mano.
Busque las maletas que traía, cargue con ellas un carrito y las lleve al auto, ella caminaba tomada de mi brazo y me charlaba, sin hacer caso de las miradas de los varones que cruzaban con nosotros, respondía con monosílabos a sus preguntas. Cuando subió al auto me di cuenta a quien era parecida. Unas noches pasadas tenía necesidad de descargar toda la leche acumulada en mis huevos, hacía tiempo que no tenía sexo con Nelly, entre a una página porno y una actriz muy buena, el actor le daba por la concha y el culo, vi que se llama Megan M., descargué mis huevos con una buena paja, mi sobrina Mariana era muy parecida a ella, sentí un cosquilleo en el pene.
Le conté como estaban las cosas en casa, que su tía estaba muy enferma, pero habíamos hecho un pacto y no hablábamos de la enfermedad.
Una vez instalada en casa, yo trabajaba y ellas se quedaban en casa. Hicieron buenas migas entre las dos, Nelly no se quedaba tanto en cama. Mariana hacia las cosas en la casa y Nelly le hacía compañía. Pero sucedió algo era el principio de todo lo que vino después. Yo me propuse trabajar medio día por la mañana, así a la tarde cuando mariana fuera al colegio, yo me quedaba para atender a mi esposa, uno de los primeros días hice una siesta y después de levantarme preparé el mate, aunque Nelly no tomaba me hacía compañía.
Mariana andaba de entrecasa con unas calzas, que se metían en la raya del culo y por delante en los labios de la concha. Yo le había dicho a Nelly que hablara con ella, solo me respondió, que ella andaría así, si fuera joven y con ese físico.
–Déjala ser, aparte recreas la vista con algo joven y hermoso.
Me lo dijo sonriendo, sin enojo, se había dado cuenta de cómo me alteraba. Encima entro Mariana y saludando con un beso a su tía, dio vuelta a la mesa y sentándose en mis rodillas me dio un beso en la mejilla. Yo algo molesto la dije:
–¿Por qué no te sientas en una silla?
–¡Tío, me siento en tus rodillas, porque soy tu sobrina preferida!
Mi esposa reía divertida como si fuera cómplice. Mientras charlábamos los tres ella refregaba su culo en mi empalmada verga. Así siguieron las cosas, mariana comenzó el colegio y se sentaba en mis rodillas cuando tomaba mate, pero ahora traía puesta la pollerita que usaba para el colegio, ahora refregada su bombachita en mi bulto, ya era una ceremonia, también era una ceremonia que yo todas las noches me matara con unas pajas fenomenales recordando el culo de Mariana. Pasaron los meses y todo seguía igual.
En un fin de semana, que Mariana fue a Ramallo a festejar su cumpleaños 19, me di cuenta de cuánto la extrañaba y como me hacía falta, las pajas ya no me conformaban, quería tenerla, hacerla mía, chuparla toda, morderle los cachetes del culo.
Al poco tiempo, Nelly no soporto más y una mañana no despertó, quede viudo a los cuarenta años, y teniendo a cargo una sobrina que me vuelve loco.
El duelo fue corto. Interiormente ya sabía, que era la única salida posible, trate de hacerla feliz, lo más posible en este caso. Lo que yo no sabía es que ella trato de que yo fuera feliz, después de que se fuera. Después de que se fuera mi hermana que se había quedado unos días con nosotros, trate de seguir igual, pero sentía que me faltaba algo, en ese tiempo Mariana se comportó más formal, pero un día, yo tomando mate en la cocina sentí su voz, que decía alegre.
–¡Ya llegué! ¿Tío donde estas?
–¡En la cocina! Respondí.
Vino derecho hacía, se sentó en mis rodillas y tomando mi cara dijo:
–Tío querido, no puedo verte así.
Y me beso en la boca. Metiendo la lengua buscando la mía a lo que respondí dándole la mía que se enrosco con la suya, mi mano desesperada busco en su entrepierna retirando su bombachita le metí el dedo mayor entre sus labios. Gimió sin soltar mi boca, de golpe cerro las piernas.
–Mi primer orgasmo contigo, lo quiero en la cama y con tu verga adentro.
Nos seguimos besando, la abrace por cintura y en el aire la lleve a su dormitorio. Nos tiramos en la cama, levante su pollera y le quite la diminuta bikini. Como sediento en el desierto, fui en busca del oasis, su conchita, lamia, chupaba, mi boca se inundaba con un líquido cristalino que despedía su conchita cada vez más. Nuestros gemidos eran ahora más fuertes.
–¡Por favor, métela ya! ¡Cógeme, cógeme tío!
Saque mi cabeza de su entrepierna, saque mis pantalones y calzoncillos, subí en busca de su boca, pero hice una parada para chupar sus pezones, ella había desprendido su blusa dejando las tetitas al aire, mientras mamaba alternativamente sus pechos, apunte mi pija hacia esa hendidura que me llevaría al paraíso. Mi pene es normal, lo que sí es grueso. Al entrar la cabeza parece que lo noto.
–Despacio tío, por favor.
–Sí chiquita, lo que menos quiero es hacerte daño, quiero que goces, como yo lo hago. Tu conchita esta apretada.
Los gemidos se hicieron pequeños gritos. Cuando estuvo dentro comencé con el bombeo despacio primero y cada vez más fuerte igual a los grititos de ella. Yo resoplaba, hacia mucho que no practicaba este ejercicio.
–¡Sí tío, así tío! ¡Qué bien se siente!
Sentí que su cuerpo se contraía y su conchita largaba líquido, como si estuviera orinando. Su acabada me mojo toda la pelvis. Sentí que mi acabada estaba en puerta, tuve un segundo de lucidez y lamentándolo la saque y acabé sobre su concha. Quedamos boca arriba en la cama, exhaustos los dos. Los pensamientos se agolpaban en mi cabeza, la primera que pensé fue en un cigarrillo, cuando cogía con Nelly al terminar siempre compartíamos un cigarrillo, pero cuando enfermó, dejamos de coger y de fumar. El segundo pensamiento fue precisamente en Nelly, dije en voz alta:
–Perdón Nelly, ¡fue más fuerte que yo!
Mariana, todavía acostada a mi lado me hablo, yo enfrascado en pensamientos no la escuche bien, di vuelta la cabeza para escucharla bien. Se había cerrado la blusa y bajado la pollera.
–¿Decías?
–Que la tía Nelly ya te perdono, de eso tenemos que hablar, me doy una ducha y lo hablamos, tío.
Me dio un piquito y se fue, me quede sentado en la cama, tuve el impulso de seguirla al baño, pero pensé que seguiría metiendo la pata, recién me daba cuenta, que había acabado adentro, ahora pensaba en las consecuencias. Esperé que saliera del baño. Entró al dormitorio envuelta en una toalla. No pude mirarla a la cara, fui al baño.
Cuando entre a la cocina, ya estaba ella ahora vestía calzas, las que me hacían parar la verga. Si decir nada calenté el agua para seguir con el mate. Mariana dijo
–Hablemos tío.
–Mariana, lo que hice…
–Yo lo quería, yo lo busque y me gustó mucho. Hay algo que tengo que contarte, que lo hable con tía Nelly.
–¡Qué decís!
–Sí, quiero contar lo que charlamos sobre nosotros con la tía.
Recordé aquellas sonrisas cómplices de Nelly cuando Mariana se sentaba en mis rodillas ¿sería sobre eso lo que tenía para contar? Recién ahora la mire a los ojos sorprendido.
–En una charla que tuvimos, ella sabía que le quedaba poco tiempo y estaba muy preocupada que te quedaras solo. Me dijo, ella veía que yo te quería mucho. Que no me fuera, quédate con él y ayúdalo a encontrar alguien que lo haga feliz. Le pregunte si me daba permiso, para que fuera yo quien te hiciera feliz. Dijo seria hermoso, ustedes dos se gustan, yo lo veo. Yo confesé estar enamorada de vos, no me importa la diferencia de edad y sería feliz siendo tu mujer.
–Confieso que estoy loco por vos, Nelly se dio cuenta y fue generosa, pero pienso varias cosas, hay que hablar con tu madre, hoy no tenía forro y tuve que acabar afuera, tenemos que cuidamos y…
–Ya hablé con mamá, le dije que me quedo hasta terminar el magisterio y tomo pastillas para cuidarme.
Vino y sentó en mis rodillas y refregando su concha contra mi pija, dijo:
–Mi amor, podes acabar adentro tranquilo, ahora a la noche quiero más, mi conchita tiene hambre de esa pija, tuya.
Preparamos la comida, nos toqueteábamos, cenamos y nos fuimos al dormitorio, desesperados por cogernos. Yo pensé, tengo tres años para seguir cogiéndola, después, veremos, el destino dirá.
![]()