Mi vecino del fin de semana (2)

2
3603
3
T. Lectura: 4 min.

Creí que Justino se había sacado la calentura que le dejó su mujer Nina, dándome una hermosa cogida en su baño, donde lo encontré desnudo y al palo, aunque me había dejado caliente a mí.

Lavé minuciosamente con una mano su pija en el lavabo mientras lo besaba en la boca con lengua a fondo y resoplaba para recobrar aliento y con la otra mano acariciaba su firme trasero, mientras Justi me manoseaba las nalgas, haciéndome calentar más.

Me senté en el bidé para limpiarme el ano chorreante de su leche mientras lo miraba a los ojos y lamía su pene, que estaba recobrando dureza. Luego de secarme, él me puso con delicadeza una pomada con aloe vera, calmante y suavizante.

-¡Qué frescura se siente!, le dije ronroneando.

-¿Te gusta? ¿Te pongo más?

-Sí, por favor, suspiré.

Se aplicó a masajear mi ano por dentro con uno y dos dedos untados en crema, mientras yo le sobaba la verga. -No puedo parar, le dije ansioso. Tengo ganas de más, le susurré al oído. -Puedo darte más, me respondió con una sonrisa, pero en la cama. -Donde quieras, respondí emputecido.

-Pero antes vamos a comer un caramelo. -Damelo en la boca.

No supe de dónde sacó un par de pastillas azules, se puso una en la boca y me la pasó a la mía, con la lengua. Se la aprisioné con mis labios y le chupé la lengua furiosamente mientras me tragaba la pastilla azul sin dejar de pajearlo y acariciarle el torso. Se tragó su pastilla y me siguió chuponeando. -Está rica la pastilla. -Ni la probaste. -Quiero saborearte a vos. Fuimos al dormitorio, abrazados y franeleando.

Me senté en el borde de la cama trayendo su cuerpo frente a mí para tomarlo de sus nalgas y volver a chuparle la pija. Saboreé con deleite su glande rosado, lamí y le besé el tronco y los huevos, me volví a poner el glande entre los labios y me fui tragando muy despacio su poronga sin dejar de mirarlo a los ojos. Lo insté a que me cogiera la boca y no se dejó rogar, tomándome de la cabeza para acompañar su suave vaivén, lo que me puso más cachondo todavía. Me cogió la boca varios minutos hasta que casi se me acalambraron los maxilares. Me retiré muy despacio para no dejar de saborear su pija con mi lengua y labios, lo puse de nuevo al palo, me incorporé y lo besé frenéticamente en la boca.

-Te quiero coger otra vez, puto, me dijo al oído.

-Me gusta, bombón, le respondí volviendo a apoderarme de su boca para dejarlo casi sin aliento. Le unté la poronga con la pomada con aloe vera sobándosela toda, hasta los huevos y me extendí hacia su precioso agujero, metiéndole uno y dos dedos, alternadamente, arrancándole largos gemidos de placer.

Lentamente me volteó para ponerme de rodillas sobre la cama tomándome de la cintura y acomodando la punta de su pene entre mis glúteos, que yo abrí con las manos, y lentamente me fue penetrando hasta el fondo.

-Quedate así quieto, por favor, le rogué, mientras apretaba y aflojaba mi esfínter para aprisionar mejor su pija.

-La tenés toda adentro. ¿Te gusta?

Me incorporé lentamente hacia él, recostándome sobre su pecho e inclinando la cabeza hacia atrás, murmuré en su oído: -Me encanta tener toda tu pija adentro. Me besó en la boca, nos besamos con pasión, seguí apretando mi esfínter, comenzó a moverse dentro de mí, me estaba cogiendo erguido y yo presionaba mi culo hacia su cuerpo. Me gustó que me acariciara el torso y me sobara la pija. Yo empujaba más aún el cuerpo más atrás, no quería separarme.

Me volvió a inclinar sobre la cama, empujando mi torso algo más abajo y reanudó su movimiento de mete y saca, desde el fondo hasta casi dejar fuera su poronga de mi ano, lo que me ponía a mil, pidiendo más y más.

-¿Qué más?, puto, me dijo.

-Más pija quiero, más pija, le pedí desesperado, acompasando su vaivén con mi cuerpo hacia atrás. Cuando sentía chocar su pelvis contra mis glúteos creía enloquecer de placer, cuando casi me sacaba la pija del culo llegaba al éxtasis.

Me hizo cambiar de lugar para posicionarnos de costado a un espejo para vernos y tomó su celular para grabar la escena. -¡Qué bien que estás!, le dije, sabiendo de sus gustos exhibicionistas.

-¿Cómo estoy? ¿Te gusta como te estoy cogiendo?

-Estás muy fuerte y me encanta como me estás cogiendo, respondí entre jadeos, gemidos y resoplidos, ya fuera de mí, viéndonos reflejados en el espejo y filmado con su celular, como si fuese una película porno.

Estuvimos así varios minutos, hasta que le pedí que se pusiera de frente. Quería poder acariciar sus pectorales, me encanta hacer eso. Además, mi vecino está muy fuerte de verdad, con su torso en forma de V, desde sus hombros hasta su cintura estrecha, rematada en la pelvis bien marcada en V y su pubis depilado y tostado como el resto de su cuerpo, salvo un muy pequeño triángulo justo sobre su poronga.

Cambiamos de postura, yo boca arriba, levantó mis nalgas, colocó mis piernas sobre sus hombros y me la metió con mucha facilidad. Veía su cuerpo húmedo y me relamía. Le acariciaba los pectorales, los abdominales, trataba de llegar a sus glúteos, lentamente se inclinó sobre mi cuerpo y me besó en la boca. Atrapé su lengua para devorarla chupando. -Tu lengua es una pija para mí, le dije. Había perdido totalmente el control de lo que hablaba, tal era el arrobamiento que sentía por el apasionado encuentro sexual que estábamos teniendo.

-Ya quisieras tener también otra pija para chupar…

-Claro que sí, le murmuré al oído. Pero ahora quiero también tu lengua en mi boca, bien adentro. Respondió enseguida, metiéndome la lengua, que chupé con avidez, tomándolo de la cabeza y cruzando mis piernas sobre su espalda para que no quedase ni un milímetro de su miembro fuera de mi cuerpo. Me cogió mucho, como si no hubiera otra vez, lo recibí con apremio, lo miraba a los ojos como pidiendo más y más, mientras también me deleitaba viendo reflejado su hermoso cuerpo en el espejo, cómo se movía al ritmo de sus acometidas, su cintura y trasero se meneaban como bailando una danza árabe.

-Me gusta mucho tu cuerpo, le volví a decir. Es que realmente me gusta mucho, pensé. Me sonrió, sin dejar de cogerme. -Llename el culo de leche, la quiero toda. -Sos re puto, vocalizó a centímetros de mis ojos.

-Imposible no serlo, teniéndote adentro le dije, y lo besé por enésima vez. Se puso tenso, arqueó el cuerpo, me embistió con más fuerza, lo recibí con ansias, le pedí que gritara. -¡Gritá, puto!

Con un sofocado alarido, abriendo bien la boca, acabó dentro de mí, mientras yo le decía: -¡Sí, sí, puto! y me iba en seco sobre su cuerpo y el mío.

Vimos la grabación del video. Era muy intenso, nos calentamos otra vez, nos besamos, acariciamos y nos pajeamos, no podíamos parar. Me puse encima de él, de frente. La pastilla azul estaba haciendo efecto y volvía a estar caliente.

Loading

2 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí