Otra historia con Cele y Esteban (2)

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T. Lectura: 12 min.

Se hizo un gran silencio por unos segundos, hasta que se puso de pie y tras mirar a todos, se fue bajando hasta quedarse como su madre lo trajo al mundo. Nora y Cele tenían los ojos como platos mirando esa pija, que estaba totalmente tiesa. Cele la conocía bien, pero Nora era su presentación oficial ante ella.

La siguiente ronda comenzó y Cele volvió a coger otro hielo pasándoselo a José para que empezara él de nuevo, así él se volvió acercar a Nora para entregarle el hielo con sus bocas, que parecía con la vista fija en ese pene erecto, cuando por fin Nora se lo pasó a Esteban.

Por suerte, llegó mi turno, él se acercó a mi tanto que con una mano me agarro por la cintura y la otra la puso en el costado de mi teta derecha a la vez que unía sus labios conmigo, pero una vez que estaban ya juntos se formó como una lucha de lenguas deseosas de profundizar y de explorarnos.

Cuando cogí el hielo y nos separamos vi como él se llevó la mano a su bulto para acomodárselo, así que me giré hacia Pablo para pasárselo, que al pasarle el hielo se le cayó, aunque en parte fui yo la que se lo entregó mal, intencionadamente.

-Bueno Laura, ¿qué castigo le vas a poner a este? -comentó Cele.

-Pues mi castigo será que Cele te quite la malla, pero sin las manos.

Pablo se puso de pie en el centro del círculo, mientras Cele arrodillada y mostrando a todos su precioso culo le soltó el nudo con la boca mientras sus manos le acariciaban las piernas.

Yo estaba tan concentrada mirando a esos dos que no me di cuenta de que Esteban se había acercado por detrás de mí y con sus dos más manos me agarraba las tetas con todo el descaro, jugando con ellas, sin dejar de masajeármelas, a la vez que me mordía el lóbulo de la oreja y me susurraba:

-Dios me muero por estar ya dentro de ti.

Aquello me encendió todavía más, porque él me susurraba eso sin parar de estrujarme las tetas, mientras yo, instintivamente frotaba mi culo contra su pija.

Entonces giré la cabeza en dirección a José, por si nos estaba mirando, pero lo que me encontré fue a Nora disfrutando como una loca, casi en la misma postura que Esteban conmigo, pero a diferencia de que José tenía la mano metida dentro de su tanga, al tiempo que ella le masajeaba su verga, haciéndole una paja lenta.

Una vez visto eso y con una calentura mayor, volví a girar la cabeza para descubrir cómo Cele le había bajado un poco la malla a Pablo con los dientes, lo suficiente para haber liberado su pija, que yo no podía ver del todo, pues tenía a mi amiga delante tapándome la visión. Se lo bajaba muy despacio tenía la boca prácticamente a la altura de la verga, así que no estaba segura, pero parecía que le estaba haciendo una mamada.

A continuación, todos nos separamos rápidamente y volvimos a colocarnos correctamente en cada uno de nuestros sitios, pero estaba claro que la cosa iba sin frenos y con un calentón máximo.

La siguiente ronda, la empecé yo, pasando el hielo a Pablo, observando por el rabillo del ojo su cuerpo desnudo y descubriendo que estaba muy bien dotado tal como habían dicho las chicas. Dimos casi una vuelta completa, recargando las pilas y calentándonos cada vez más, pues todos unían bocas cada vez con más pasión y descaro, pero cuando el hielo volvió a Esteban, cayó al suelo, aparentemente de forma accidental, pero con toda la intención.

Le toca mandar el castigo a Nora, que fue la última que le pasó el hielo.

Lógicamente Nora hizo que Esteban se quite el bañador hasta dejar a la vista una pija ya bien conocida por mí, totalmente empinada, brillante, dura.

Los tres chicos se quedaron desnudos, y cuando parecía que la cosa iba a seguir, todos los hombres expectantes de que alguna de nosotras se quedase desnuda, Cele dijo: vamos a preparar algo para tomar.

Ellos se quedaron algo decepcionados por esa orden, incluso yo, que quería continuar, pero quería seguir siendo mala y nos invitó a Nora y a mí a acompañarla.

Salimos las tres con los tragos, mientras los chicos seguían desnudos comentando entre ellos y se callaron al vernos. Repartimos las copas y digo, vamos a seguir jugando, pero a ver cual de nosotras hace la mejor mamada. La ganadora será la que logre que su chico acabe primero.

Claro, no podremos hacerlo con nuestros respectivos, porque podríamos conocer demasiado bien sus puntos débiles, así, que, yo se la chupo a Esteban, Nora a José y Cele a Pablo.

Al escuchar eso de mis labios, Esteban se apretó la pija, mostrándomela orgulloso, como diciendo, “es toda tuya”.

-¿Y cuál es el premio para la ganadora? -preguntó José.

-Lo que ella quiera y con quien quiera. -apunto riendo Cele.

Nadie puso objeción, pues todos estábamos deseando empezar ese nuevo reto y un minuto después los tres chicos se pusieron de pie y nosotras tres arrodilladas delante de cada uno de ellos.

No lo pensé dos veces, cogí rápido esa dura verga y me la metí en la boca dándole lametones largos y profundos disfrutándola al máximo como si me estuviera comiendo un helado, mirándole de vez en cuando a la cara.

Seguí disfrutando de cada lamida, de cada chupón, utilizando lengua, labios, comiéndole los huevos, al tiempo que mi lengua recorría todo el tronco, aunque lo único en lo que pensaba era en ganar y recibir el premio, que podría elegir libremente, así que me concentré engullendo como loca aquella tiesa verga, tan dura como siempre. Oía a las otras chicas chupar y engullir al mismo tiempo, pero yo no quería perder esa concentración, mientras que no paraba de chupar y apretar mis labios alrededor de esa magnifica pija.

Volví a mirar hacia arriba para ver su cara y lo que me encontré fue tan caliente que me provoco que me mojara más todavía, tenía los ojos abiertos pero las pupilas tan dilatadas de lo caliente que estaba y tenía un gesto contenido, presa de esos labios carnosos con los dientes como si estuviera intentando aguantar sin gemir en alto.

Cuando él me miro a los ojos soltó sus labios apresados entre sus dientes y me dijo:

-¡Qué bien lo haces!… Sigue chupándomela así que estoy en el puto cielo. No quiero imaginar cuando te la vuelva a poner por el culo.

Lo que consiguió fue que le chupara más deprisa para que acabara cuanto antes, para tener mi premio que sería que me cogiera.

Yo seguía enfrascada chupando esa pija, era inevitable escuchar cada vez más fuerte cómo gemían los otros chicos así, seguí pajeando, mientras giraba mi cabeza en dirección a José, justo a mi derecha para comprobar que estaba con los ojos cerrados y en tensión lo que significaba que estaba tan caliente que pronto acabaría. Conozco muy bien y estoy segura de que, si me hubiese tocado él, se habría acabado el primero, porque conozco muy bien sus puntos débiles.

Seguí masturbando la verga de Esteban, para girar mi cabeza esta vez al otro lado, en dirección a donde estaba Cele comiéndole la preciosa pija a Pablo y me encontré con sus habilidades con la boca y con la lengua que con destreza desplegaba su sabiduría.

Así que volví a concentrarme en la pija que tenía delante, para tragarla al máximo, intentando llegar a mi garganta y al mismo tiempo usar mi lengua bajo ella, acariciándola, para acompañando de un leve masajeo de sus huevos y de vez en cuando acariciando su perineo y ano.

Pero de repente sentí como la pija de Esteban, se tensaba y crecía un poco más, fue un impacto brutal, su primer chorro, explotando en mi cara, sin dejar de usar mis manos, esperando a que terminase de vaciar toda su leche sobre mi cuerpo, especialmente en mis tetas, mientras me sonreía agradecido por mi buen trabajo.

Seguidamente, empecé a oír a los otros chicos gritar, primero lo hizo Pablo, y justo después mi marido lo hacía dentro de la boca de Nora, que le pajeaba al mismo tiempo que se la metía en la boca. Aquello parecía una peli porno en toda regla.

-¡Guau, felicidades Laura! -me dijo Nora limpiándose los restos de semen de José que se le escurrían por los labios.

-Es que mi putita, es la mejor chupándola, intervino José.

Entonces se empezaron a reír todos, incluida yo, claro… Que no me importaba haber sido la mamona más puta, pero, al fin y al cabo, la mejor de todas.

-Bueno chica, ¿Y qué premio vas a pedir? -me preguntó Cele.

-Pues déjame pensar… -dije haciéndome la interesante -como ganadora voy a pedir que Esteban me desnude y que me coma la concha que no aguanto más de caliente.

Cuando solté eso empecé a escuchar silbidos por parte de los otros chicos, ya que Esteban se mordía el labio anhelando ese momento, mientras que Lisa decía.

-Ehhh -protestó José haciéndose el ofendido, y riéndose.

Esteban se acercó para decirme en el oído: -Disfruta cielo.

José se retiró de mi lado, pero antes me dio una nalgada en el culo. Las chicas colocaron las toallas para ver ese espectáculo en primera fila, invitándome a que me tumbara en ellas. Esteban se arrodilló delante de mí para acariciar nuevamente mis tetas y después mis muslos, agarro con sus dedos los laterales de la tanga de mi bikini y fue bajándolas lentamente por mis muslos, haciéndome sufrir con esa lentitud. Cuando por fin me las bajo al completo me di cuenta de que la mirada de Esteban estaba en un punto fijo de mi concha y sonreía embobado.

Se hizo un largo silencio, mientras Esteban estaba a pocos centímetros de mi sexo, a punto de devorarlo. Apoyó los codos en el suelo, separo mis piernas y vi cómo me acariciaba lentamente la cara interna de mis muslos y después por fuera mis caderas hasta ver como su mano se dirigía a mi coño que en ese momento parecía un volcán lleno de lava.

Al momento acercó su boca y empezó a pasarme la lengua por todos los rincones de mi inundada concha, sin dejar nada sin lamer, mientras yo me agarraba a su cabeza, cerraba los ojos y disfrutaba de su destreza con la lengua, gimiendo delante de todos. Sabia como hacerlo, se tomaba su tiempo, dibujando mis labios mayores, mordiéndolos, pasando su nariz por mis, pero siempre sin llegar a tocar mi clítoris.

El muy perverso, me ponía al límite, sabiendo que yo estaba como una olla a punto de explotar. Al mismo tiempo que lamía mi rajita, me metía dos dedos dentro y me follaba con ellos sin dejar de mirarme y luego volvía a atacarme con su lengua, hasta que por fin llegó a mi clítoris me pegó un bocado con sus labios, con cierta fuerza, mientras yo cerraba mis ojos y gemía cada vez con más fuerza, arañando su enorme y fornida espalda.

Abrí los ojos sin creerme estar viendo el rostro de los demás mirando como él entre mis piernas comía mi dilatada vagina. Él volvía a retrasar el momento, porque ya no había competición, sino que quería regalarme la mejor comida de concha de mi vida y el muy cabrón lo estaba consiguiendo.

Me volvía loca, pero yo también hacía por retrasar mi orgasmo al máximo, no quería correrme y así seguir disfrutando por más tiempo de su lujuriosa mirada, de sus habilidosos labios y su pérfida lengua una y otra vez.

Volví a mirar a un costado, ahí me di cuenta, que habían dejado de mirar y parecían muy ocupados. Cele comiéndole los huevos a Pablo sin dejar de pajearle, mientras a José le chupaba las tetas al tiempo que Nora arrodillada se la chupaba a mi marido y con su mano libre le metía dos dedos en la tanga de Cele. Todo parecía un sueño, pero ¡era una orgía real!

Creo que aquella escena tan fuerte y la boca de Esteban, dándome otro bocado y atrapando mi clítoris entre sus labios, acabé por explotar en un intenso orgasmo entre jadeos y convulsiones, mientras sus manos pellizcaban mis pezones y un escalofrío intenso me invadía por todo el cuerpo de forma rápida y violenta.

Enseguida agarrando esa pija para empezar a pasarla por mi encharcado coño.

Esteban puso mis tobillos sobre sus hombros y metió el glande primero, mientras mordía ligeramente mis pantorrillas… Pero no acababa de metérmela, tan solo restregaba esa punta de arriba abajo, dibujando mi rajita y embadurnando nuestros sexos, alargando mi lubricación por todo su tronco, pero sin meterla.

Sus manos acariciaban mi culo y mis caderas y seguía restregándose sin llegar a metérmela.

Cada vez que su glande se acercaba a la entrada yo empujaba mi pelvis queriéndola dentro, pero él sonreía y se apartaba.

Volví a girar mi cabeza y pude contemplar el cuerpo desnudo de Cele a cuatro patas, con la cabeza de Pablo por detrás, comiéndole la concha y el culo, al tiempo que Nora, boca arriba, se besaba con ella, de forma lujuriosa en una batalla de lenguas y labios, mientras que mi marido estaba comiéndole el coño a Nora por detrás.

Regresé a mirar el rostro sonriente de Esteban y luego a su pija cada vez más gorda y robusta, restregándose contra mi vagina. Al sentir ese glande jugando con mi clítoris, un nuevo escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sabía que estaba a punto de estallar, por lo que estiré mis manos, agarrándole del culo para que la introduzca, al sentirme invadida por ese enorme trozo de carne abriendo mi caliente y húmeda cueva, volví a explotar en otro orgasmo brutal, pellizcando ese culo fuerte que se encogía, cada vez que embestía para hacerme sentir como se llenaban las paredes de mi vagina en cada golpe de cadera.

Sus huevos chocaban y el sonido de su pelvis contra la mía, marcaba un ritmo endiablado, salvaje y divino, mientras yo ponía los ojos en blanco, abría mi boca y gritaba de gusto, hasta que los propios músculos de mi vagina chalo atraparon y empezó a correrse en mi interior, soltando unos cuantos lechazos, que acabó escurriéndose por la cara interna de mis muslos a medida que él se retiraba.

Apenas me estaba reponiendo, cuando sentí como alguien me sostenía por la cintura y me levantaba, una vez que estaba de pie sentí una pija jugando en mi culo mientras que con sus manos me agarraba las tetas, era la inconfundible voz de Pablo y su cuerpo desnudo pegado al mío por detrás, me encantaron.

Giré la cabeza, al tiempo que dirigiéndose a Esteban le decía: -No te importa que te la robe un rato, mientras recuperas fuerzas.

Pablo me fue llevando hasta las tumbonas, pudiendo notar su fuerza y la dureza de su gruesa y larga pija entre mis piernas. Por el camino me dio tiempo para ver que hacía el resto y descubrí a José disfrutando como un rey, se encontraba tumbado sobre las toallas con el cuerpo de Cele encima, al tiempo que Nora estaba sentada sobre su cara, con los ojos cerrados y gimiendo como si estuviera ella sola, sin dejar de recibir unas cuantas intensas chupadas en su concha.

Cuando por fin llegamos a la tumbona Pablo se sentó en ella y con un solo gesto, me indicó que me arrodillara para comerle su verga gruesa, que apuntaba al cielo, así que con lo cachonda que estaba, no me costaba aceptar eso y obedecí encantada. Cuando me quise dar cuenta, tenía su pija en mi boca haciéndole una mamada de las mías…

Mientras estaba degustando esa nueva dureza, lubricándola con mi lengua y mi saliva, pude ver de reojo como Esteban se acercaba y se colocaba a nuestro lado. Viendo cómo se está volviendo a poner dura de vital pija, al tiempo que estiraba una mano para pellizcar uno de mis pezones.

Los tres giramos la vista y pudimos contemplar la escena en la que Cele y Nora le estaban comiendo el mástil y los huevos a mi marido a dúo, lo que provocó las risas de los tres. Volví al ataque para comerme la pija de Pablo que es mucho más grande que la de los otros dos, pero Esteban seguía jugando con sus manos por mi cuerpo, dibujando mis curvas, cuando sentí como me colaba dos dedos dentro de mi concha. Al sentirlo, me tragué la pija del otro hasta casi el fondo porque no entro toda en mi boca y el pobre dio un largo gemido al sentirla tan adentro de mi garganta.

-Quiero cogerte o al final vas a conseguir que acabe antes -dijo Pablo tirando de mi pelo para que dejara de chupársela.

Yo le sonreí y él me agarro de los brazos para colocarme a cuatro patas sobre la tumbona, para ponerse detrás de mí y empezar a embadurnar su miembro que era cada vez más grueso restregándola en mi cuevita chorreante.

De una sola embestida, me la clavó hasta el fondo provocando que gritara de placer sin que me importara una mierda que me oyeran los vecinos.

Como Pablo no paraba de clavármela por detrás, Esteban rodeó mi cuerpo hasta sentarse delante de mí acercando su precioso y enorme miembro ante mis ojos. No hizo falta que me dijera nada, porque estaba loca por volverme a meter en la boca ese pedazo de carne, que no creo que me pudiera saciar de ella nunca. Los tres íbamos acompasados, yo tragaba y tragaba, agarrada a los muslos fuertes de Esteban, disfrutando con el sonido de sus agitadas respiraciones. Era increíble, pero habíamos hecho dos tríos en un momento, yo con dos chicos y mi novio con dos chicas, la locura estaba al máximo.

Así estuvimos un buen rato, hasta que Esteban dijo de pronto a su amigo, -siéntate y sigue cogiéndola, que quiero probar ese culito que tiene.

Pablo sacó su tronco de dentro de mí, para sentarse en la tumbona como le pedía su amigo y a continuación me ayudo a subirme sobre él, agarrándome de las tetas. Rápidamente sentí como llenaba mi hueco ese pedazo grande, empezando a cabalgar frenéticamente. Esteban se colocó esta vez detrás de mí, para jugar a meterme sus dedos llenos de saliva, pero esta vez por mi culito.

-¡Ahhh! -gemí al sentirlos mientras Pablo seguía dándome sin lastima. Giré mi cabeza para sonreír y mirar, como saco sus dedos de mi agujerito para sentir como colocaba su glande a la entrada de mi culo con la intención de perforarlo. No había vuelta a atrás, iba a tener dos palos duros dentro de mí. Cerré los ojos, aspiré aire, relajé los músculos y pude sentir como entraba esa carne abriendo las paredes de mi culo, mientras iba entrando poco a poco sin ningún esfuerzo a mi dilatado culo.

Una vez que Esteban la tenía completamente metida, podía notar los latidos de mi corazón y como los músculos de mi esfínter se atenazaban rodeando a ese extraño pedazo que estaba dentro.

Esteban empieza a bombearme al mismo ritmo que Pablo entrando en mi coño. Tener esas dos pijas llenando mi orificio sin descanso fue algo mágico, maravilloso… Seguí disfrutando empalada con esos hombretones, que me daban duro por mis dos agujeritos, sin descanso.

De repente Pablo se detuvo agarrado a mi culo para pedir cambiar con Esteban. Enseguida me negué, no quería semejante trozo en mi culo, aparte la estaba pasando genial y no quería cambiar.

De repente Esteban me agarró de las caderas, empezando a bufar más fuerte y a aumentar la marcha de la culiada dejándome seguramente alguna marca en las caderas, con tanta fuerza como me la metía. Era evidente que se venía con aquellos movimientos y sus largos gemidos,

Y un segundo después, derramó la leche que aún quedaba dentro de su cuerpo dentro de mi culo, entre gritos, agarrándose a mis tetas y acabando exhausto, con su pecho sobre mi espalda y sacando su ya no rígido garrote de mi agujerito y llevando detrás de sí un río de leche caliente que se escurría entre mis muslos.

Aproveche a sacar el tronco de Pablo, que aún estaba como cristal de duro, sin que hayamos acabado, por la maratón de sexo que veníamos teniendo. Y fui corriendo hasta zambullirme en la piscina para limpiar la leche que tenía pegada. Atrás mío se tiraron ellos.

Observé a mi marido, que en ese momento estaba culeando a Nora sobre una de las tumbonas, mientras Cele por detrás, no veía bien, pero o le estaba comiendo el culo o los huevos, o quizás ambas cosas… Y eso volvió a calentarme, por lo que eché mi culo hacia atrás hasta ubicar la estaca de Esteban que todavía no había recuperado su vigor entre mis muslos.

Al mismo tiempo que Pablo se acerca diciendo: -espero que no estés cansada porque pienso culearte hasta que no puedas ni sentarte, pasando su poste aún duro por mis zonas más sensibles.

Me tomo por las caderas y levantándolas, me clavó su enorme trozo por el culo, sin costar entrar, no sé muy bien si por estar muy dilatada, tremendamente caliente y exhausta o por estar bajo el agua, pero la sensación era increíble y apoyando mis manos en el borde de la piscina, disfrutaba y me encantaba sentir la pelvis de Pablo golpeando mi culo sin cesar.

Agarrándose a mis tetas empezó a moverse de una forma frenética dentro de mí, no me dejaba ni respirar y para colmo con sus dedos pellizcaba mis pezones sin darme tregua a gritar, a gemir y a lanzar no sé cuántas cosas que no soy capaz ni de recordar, hasta que provocó que me corriera entre convulsiones.

Siguió bombeándome y haciéndolo con más brío, sujetándose a mis hombros para seguir taladrando mi culo, mis piernas flaqueaban y segundos después él se corrió dentro de mí, convulsionando al tiempo que se aferraba a mis tetas…

Una vez que ya habíamos terminado y habíamos vuelto a recuperar el aliento, me giré, abrazándole con mis brazos en su cuello y mis piernas en su cintura, cuando Cele, dice: -¿alguien quiere algo?

A lo que todos le contestamos que sí, pues estábamos sedientos. Salimos del agua y yo me fui directamente hacia José, que estaba sentado en una de las hamacas y me senté en su regazo, dándole un beso intenso.

En eso Esteban se sentó a nuestro lado, con su mástil a media asta otra vez, con intenciones de seguir. -Creo que tendrá que ser otro día, porque yo estoy rota. -dije.

Y levantándome, les dejé solos para irme dentro de la casa con las chicas para preparar las bebidas.

Nos empezamos a reír a carcajadas, dándonos unos besos especialmente con Cele y después salimos a brindar con los chicos, todos en pelotas, con la promesa de hacer alguna otra fiesta, en la que sobraba decir que íbamos a montar una parecida.

Ya de noche, teníamos que dejar el chalet, aunque todos comentamos que nos daba pena, que se había hecho corto y que era un sitio ideal para pasarse todo el fin de semana.

Al final recogimos todo, nos vestimos y a la puerta, antes de subirnos cada pareja a su respectivo coche, Esteban me apretó por el culo, dándome un buen beso.

Ya en el coche con José de camino a casa, cada vez que nos mirábamos nos reíamos, sin creernos todavía todo lo que había sucedido.

Al llegar a casa, José y yo aun tuvimos tiempo de echar un polvazo antológico en nuestra cama.

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