¿Te gusta? ¡Sí? Pues todo lo que me dejes hacerte a ti me lo podrás hacer tú a mi después. Comenta ella susurrando mientras sus caras están a escasos centímetros después de besarse apasionadamente. Soy todo tuyo con una mente muy sucia para el placer. Contesta él a la vez que recorre el cuerpo de ella desnudo con la yema de los dedos.
Ella sujeta la mano de él y la acompaña hasta su boca. Él acaricia sus labios húmedos hasta que ella los entreabre y se los introduce en la boca. Lo hace muy lentamente y poco a poco. Él los deja inmóviles permitiendo que sea ella la que lleve la iniciativa en el juego. Sus cuerpos se cargan de vicio al roce de la piel con piel. Sus miradas despiden complicidad, se miran con admiración carnal a la vez que sus mentes amplifican su conexión perversa.
Ella se cambia de posición para subirse sobre él. El tumbado boca arriba queda expectante ante su compañera de cama. Ella se dispone a sentarse sobre él colocando las piernas abiertas y flexionadas alrededor del cuerpo de su amante. Como arrodillada.
Él comenta con picardía. No me creo que tengas los pies y las piernas tan frías. Estás helada. Ella se recuesta sobre él frotando sus senos por el torso de él de forma muy sexual a la vez que le responde. No todo está frío. En el interior estoy ardiendo como en el infierno. Él la mira a los ojos con intensidad y le replica. Mmm… Eso parece. No sé si las puertas del infierno podrán contener tanto calor y vicio.
Ella aprieta su pubis contra el cuerpo de él unos segundos y vuelve a colocarse sentada erguida. Dos sonrisas cómplices aparecen en sus caras al notar la humedad. Él arropa con sus manos los pechos de ella. Los masajea y magrea con delicadeza mezclada con cierta violencia. Los estruja entre sus dedos y juega a pellizcar los pezones. Por su parte, ella le mira con cara de asombro y un punto de incredulidad. Mandíbula ligeramente descolgada, cejas arqueadas y ojos abiertos. Sin embargo se suma al juego arañando la zona pectoral de él.
Él hace una mueca de media sonrisa mientras que ella se muerde con fuerza el labio resultando muy sexy. Mantienen esa tensión y juego unos segundos. No hablan pero entre sus mentes hay conexión y conversación. Hasta que ella verbaliza en tono paternalista. Te dije que todo lo que me hagas lo tendrás que sufrir o disfrutar tú también. Esa es mi única condición. (Dice a la vez que lo mira desafiante)
Él le hace con la mano el gesto de que se dé la vuelta. Ella le obedece haciéndose la ingenua. Se cambia de posición a la vez que está constantemente buscándole con la mirada para poder seguir las instrucciones que le dé. Como si no supiera lo que busca. Él la guía hasta que su vulva está sobre su cabeza. Entonces comienza a lamerle los labios y buscar penetrar con su lengua. Ella sigue el juego y comienza a darle sexo oral. Ella relaja su cuerpo y queda mucho más manejable. Él puede sujetarle las nalgas y buscar más profundidad con su boca. Que es correspondido con una garganta profunda. Si él se pasa a interactuar con el clítoris, ella hace lo propio con el glande de él.
El juego continúa subiendo la intensidad, se pasa a la zona del perineo. Ambos aceptan y consienten la escalada de placer. Sus lenguas compiten por ensalivar mejor el cuerpo del otro. Cada cual recurre a sus habilidades ocultas y secretas para generar el mayor de los placeres. Hasta se llega al beso negro.
En ese momento ella detiene el juego. Para, recuerda mi regla, si te lo puedo hacer tú me lo puedes hacer. Él desde la entrepierna de ella le contesta. ¿Lo dices en serio? Muero de ganas. En ese momento ella se quita de encima y él acerca sus rodillas al pecho mientras sigue bocarriba sobre la cama favoreciendo que le haga beso negro. Ella al verlo tan predispuesto, se sonríe ligeramente y se dice para ella misma. Hoy va a estar muy bien.
Ella retoma el sexo oral. Sujeta la polla en erección de él y succiona con sus labios el glande a la vez que le hace una paja. Con la otra mano, ejerce una ligera presión en el ano de él que apenas opone resistencia para ser penetrado. Ella se sorprende de tal facilidad pero no cesa en su labor. Los gemidos empiezan a ser cada vez más seguidos e intensos. Ella va aumentando la profundidad de su dedo en el culo de él y en la práctica de la garganta profunda.
Ella siente como el placer invade el cuerpo de él, sus sensaciones, espasmos, gotas de sudor que deslizan por la piel, como la mente se bloquea. El calor de las entrañas emanando placer.
Él con el arrebato del placer agarra la cabeza de ella para que haga un oral más profundo. Sabe que está con la mujer adecuada, que no se asusta por prácticas no muy habituales en las relaciones heterosexuales. ¿Te gusta? Los gemidos tornan en palabras que pese a ser poco agradables, excitan de sobremanera a ella. Que a su vez, conocedora de cómo es esa situación de clímax en prácticas no tan convencionales, le introduce un segundo dedo en el culo.
El tiempo parece detenerse y a la vez de convertirse en un instante. Todo se intensifica. Ella no se detiene hasta el último momento que quita de su boca la polla de él. El cuerpo de él se estremece y se contrae en general. Con dificultad ella mueve los dedos en el interior del culo para seguir estimulando la próstata. Siente como ocurren las contracciones en el interior del cuerpo y se prepara la corrida para salir disparada. Él está apretando los dientes de placer y satisfacción. No suele encontrar una mujer que comprenda su gusto. Por momentos se olvida de ella y solo recibe placer. No hace nada con ella, salvo recibir placer hasta el límite. Su corrida está ya en plena ebullición en su cuerpo. Lucha el placer de la corrida con el placer de la penetración anal y estimulación prostática.
Abundante, blanquecina, muy brillante y más acuosa que viscosa. Toda salpicada por el cuerpo sin vello de él. Totalmente satisfecho y agotado la mira. Ella se acerca a lamer del cuerpo parte de la corrida. Él le pasa el brazo por encima para fundirse en un beso en los labios, intercambiando de boca a boca el semen.
En un gesto de cariño sujeta su cabeza por la parte posterior del cuello hasta el lateral. Después de este último juego, ella le dice con cierto tono de reproche: Al final creo que me debes algo ¿no? Él asiente con la cabeza y confirma. Te debo bastante placer, te lo tengo que pagar igual ¿verdad? Ella, le hace una caricia y un guiño. Para mí también ha sido muy excitante, pocos son tan libres como tú. Pero no diré que no si me quieres invitar a un placer así. Por cierto, tengo juguetes para los dos. ¿Te gusta? A lo que él responde. ¿Cuándo jugamos?
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Bua me encanta esa complicidad y el disfrute de esa forma, me ha encantado el relato!!