Tengo 39, un poco alto, moreno claro, cuerpo atlético. Mi mujer actual 34, piel clara, amplias caderas, culo delicioso y tetas pequeñas, pero con pezones rosados, buen rostro, una mujer muy atractiva, siempre con su coño rasurado.
Desde que estaba en mis veintes me di cuenta que me gusta el exhibicionismo y me prendía mucho exhibir a mis parejas, con algunas lo confesé e incluso intenté que se desinhibieran un poco más, algunas accedían, otras no. Con mi mujer actual, ya tenemos 4 años de vivir juntos, 5 de ser pareja y aunque no se lo he dicho explícitamente, creo que empieza a sospecharlo. Ya con ese contexto, empiezo el relato, que solo de recordarlo me dan ganas de masturbarme.
Esto sucedió hace 2 años aproximadamente, ambos nos inscribimos en un gimnasio que le quedaba a ella cerca del trabajo. Un gimnasio pequeño pero bonito, con todas las máquinas necesarias. Comenzamos a ir, yo porque siempre he sido de cuidar mi figura y ella, pese a que estaba muy bien y se mantenía, por acompañarme y tonificar su cuerpo, decidió inscribirse conmigo. Todo transcurrió normal al principio, yo le compré licras que marcaran bien su culo e incluso algunas con las que se le marcara su vulva, pero las que eran más reveladoras, ella solía usar camisas largas porque según ella “todo se le marcaba” y que no se sentía cómoda así.
Cuando ya teníamos 1 mes, más o menos, ella estaba más entusiasmada, empezaba a sentirse y notar diferencias en su cuerpo, por lo que aproveché y le compré licras cortitas de estas de moda que resaltan los culos, se le veían exquisitas.
A todo esto, ya ambos éramos conscientes de la cantidad de miradas que ella atraía con su cuerpo, al principio ella decía que le incomodaba un poco, pero yo siempre la animaba y le decía que en lugar de incomodarse o sentir pena, que debería de sentirse orgullosa porque si llamaba la atención, incluso de muchachos en forma, era porque de verdad estaba muy rica. Eso la tranquilizó y después de que le dije que no me molestaba, que por el contrario, me hacía sentir orgulloso, ella se soltó un poco más.
El dueño del gimnasio, un tipo como de unos 52 años, era delgado y se notaba algo en forma, pero sin llegar a ser musculoso. Como ya teníamos 3 meses de estar yendo, ya lo tratábamos más y platicábamos a veces con él, él estaba recién terminando un curso o diplomado sobre nutrición y no sé qué más, entonces estaba en eso de querer vender productos y servicios de dietas personalizadas, de tanto insistirnos, terminó convenciendo a mi mujer, y fue gracias a eso que pasó algo que fue demasiado excitante para mí.
Un miércoles fue cuando ya se terminaron de poner de acuerdo respecto al inicio de su nueva dieta, del control, medidas, peso, etc., todos los parámetros que él iba a necesitar para comenzar a trabajar en ella, en su “nueva mejor versión”. Quedaron para el viernes de esa semana, porque le dijo que él tendría más tiempo ese día.
El viernes llegamos a las 5:30 de la tarde, la hora que normalmente llegábamos y él estaba en una llamada, nos pidió 5 minutos y nos dijo que ya nos atendería, que pasáramos a la oficina (la cual estaba después del escritorio de recepción, donde pasaba el instructor cuando no estaba ayudando a algún cliente). No pasaron los 5 minutos y él entró, ya sin el teléfono. Y después de saludarnos y platicar cosas triviales, procedió con su plan de nutrición y todo eso. A todo esto, yo estaba nada más aburrido y pensando que era una pérdida de tiempo, pero no quería oponerme a lo que mi mujer quería hacer, no me imaginaba que jamás olvidaría ese momento.
Después de explicar un poco cómo sería todo el proceso, sacó una cinta métrica de la gaveta de su escritorio (voy a describir la oficina para que tengan una idea más clara de cómo era todo).
Después de recepción, había una puerta, todo el tiempo se mantenía abierta, pero como estaba como de lado, no se veía desde el escritorio para adentro, porque había como que cruzar un mini pasillo para entrar, ya la oficina era un poco amplia, larga sobre todo, tenía una báscula casi al medio, una pizarra a un costado, en el otro lado -enfrente- habían unos lockers, supongo que para los instructores y él, y al fondo, a unos 6 metros, estaba su escritorio, con una computadora, un archivero, etc. Había, casi al costado de la báscula una repisa con trofeos, reconocimientos y adornos.
Retomo acá el relato. Cuando se acercó con la cinta métrica, el dueño a quien llamaremos “Julio” le dijo a mi mujer que se quitara toda la ropa, mi mujer me vio como extrañada y yo solo asentí con calma, en ese momento yo sentí una punzada en la verga, se me quitó todo el aburrimiento y comencé a pensar que esto sería algo buenísimo. Mi mujer se quedó como dubitativa entonces Julio le insistió, “quítese toda la ropa, por favor, todo, todo. No se preocupe que no es mi primera clienta, estoy acostumbrado a esto, no tiene nada que no haya visto muchas veces.”
Mi mujer reaccionó, me vio y volví a asentir, se quitó primero el top, luego el brassier, quedaron sus tetas expuestas, yo ya estaba empalmado. Julio se ofreció a sostenerle la ropa, yo tenía en las manos la botella de ella y la mía, junto con las toallas que normalmente llevábamos, por lo que resultaba más fácil para él ofrecerse a tener la ropa. Ella se apoyó en la pared y se quitó los zapatos, se quitó los calcetines y luego se bajó la licra, ese día llevaba una larga. Noté cómo Julio estaba viéndola, sentí que ya empezaba a mojarse mi verga y después Julio le dijo, también el calzón, mi mujer se lo bajó, lo dobló y lo metió en medio de la licra.
Vi una leve sonrisa en el rostro de Julio y cómo recorrió el cuerpo de mi mujer. Tomó toda su ropa, incluso los zapatos y se los llevó hacia la silla de su escritorio, o sea, súper lejos de donde estábamos. Mi mujer me vio así como de “qué locura esto” y yo le dije que se relajara.
Llegó Julio nuevamente y comenzó a tomarle medidas de todas partes del cuerpo a mi mujer, mientras seguía explicando y platicando, solo le dijo “con permiso” y comenzó a poner una mano por aquí, otra por allá, le levantó las tetas, le tocó el culo, tocó cerca de su vulva, la hizo abrir las piernas para tocarle la parte interna de los muslos, yo estaba con una enorme erección, pero me lograba tapar con todo lo que tenía en las manos.
Julio le dijo que se subiera en la báscula, a todo esto, Julio tenía una libreta pequeña donde iba anotando todo, la guardaba y sacaba en uno de sus bolsillos, de repente le dijo que debía tomarle unas fotos para tener el antes y después, mi mujer que ya se notaba incómoda con todo esto, me miró y yo no le di importancia, yo por dentro estaba que quería irme al baño en ese momento a masturbarme, a todo esto Julio no encontró su teléfono, por lo que dijo “lo dejé afuera” y procedió a gritarle al instructor, lo llamaremos Luis.
“¡Luis!” gritó, “tráeme el teléfono” mi mujer se extrañó y yo estaba más excitado porque sabía que Luis también disfrutaría viendo a mi mujer sin nada de ropa y así fue, entró con el teléfono de Julio y solo dijo “permiso” como si fuera toda la situación de lo más normal y claro, no perdió el tiempo y le dio una repasada a mi mujer, como me vio tranquilo, no dijo nada y se quedó un rato ahí, me preguntó alguna tontería que por mi estado ni le presté mucha atención y le respondí rápidamente, luego le dijo a mi mujer que vería rápido los resultados y luego le dijo a Julio que uno de los clientes estaba preguntando por unos tarros de proteína que vendían el gimnasio.
A todo esto Julio tomó su teléfono y comenzó a tomar las fotos. Luis, antes de salir, le volvió a mencionar lo del cliente y Julio le dijo, ya lo voy a atender, que te diga de cuál es el que quiere y en ese momento, vi como Luis encendió la cámara de su teléfono y según él con disimulo, se puso a grabar mientras salía y llevaba el cel por bajo, mi mujer ni se fijó, yo sí, pero me hice el que no. Luis se salió y yo ya estaba que eyaculaba ahí mismo, pero aún faltaba.
Julio recibió una llamada en ese momento, por lo que detuvo lo de las fotos y nos dijo casi en señas que le diéramos unos minutos, se dio la vuelta pero siempre ahí, en eso entra el cliente, un jovencito bajito y delgado, de unos 19 o 20 años, con un tarro de proteína, solo nos dijo “perdón” mi esposa solo me vio así como “¿qué está pasando?” y yo solo me sonreí, mi esposa trató de taparse un poco el coño, pero el chico no perdía detalle desde que entró y se quedó como esperando la respuesta de Julio.
Este muchacho siempre le morboseaba el culo a mi mujer, así que ese momento debió haber sido mágico para él, no sé por qué, pero pensé que quizás Luis había informado a otros de los muchachos que llegan a esa hora sobre lo que estaba sucediendo y por eso este chico había entrado. El chico dijo a Julio, ya regreso que un amigo también quiere información pero es de otro producto y mi mujer tenía cara así como de “¿qué les pasa?” y yo solo le dije, tranquila, relájate, pero la noté que comenzaba a impacientarse.
En eso estábamos, cuando el mismo chico entró con 3 más, todos se comían a mi mujer con los ojos, mi mujer ni siquiera se tapó, solo abrió sus ojos como platos y me vio, como esperando a que yo los sacara, supongo.
Julio por fin terminó la llamada y se dio vuelta, en lugar de sacarlos, les dijo, ahorita veo los precios de eso, solo termino de tomarle fotos a ella que la tengo esperando ya mucho tiempo, los 4 descarados se quedaron de pie, viendo cómo julio le decía a mi mujer “ahora de lado, levante los brazos, ahora de espaldas, del otro lado, de frente, etc.” vieron todo, todito, mi mujer estaba como pensativa, ya no parecía importarle, los muchachos estaban tocándose disimuladamente el paquete y uno de ellos, estaba grabando el hijo de perra, pude notarlo, porque tenía el teléfono en esa dirección y hasta abajo, pero no dije nada.
Solo me excité aún más. El momento cúspide fue cuando uno de ellos me dice “buen cuerpo tiene su esposa”, mientras se acomodaba la verga. Yo solo le dije que sí y le agradecí, sentía que eyaculaba ahí mismo.
Julio terminó de tomarle las fotos y le dijo que ya estaba, que estaría monitoreando semanalmente y que estaría escribiéndole por mensajes las rutinas, dietas, etc. y que al mes, volverían a hacer control (supuse que era eso mismo y así fue). Le dijo, ya se puede vestir, mi mujer le dijo “ok” y se dirigió hasta donde estaba su ropa, todos los ahí presentes se quedaron viéndole el culo sin reparo, mientras se dirigía a donde estaba su ropa y sin más, comenzó a vestirse ahí.
Yo me acerqué y me dijo “estos desgraciados se dieron gusto hoy, el gordito hasta me estaba grabando” y yo sorprendido le dije “¿es en serio?” y me dijo “sí, pero si ya me vieron estos en persona, qué diferencia hará si me ven otro montón de desconocidos en internet” y yo solo me reí y dije “que vean lo rica que estás”.
Creo que después de todo, ella se había excitado, se puso primero el bra, luego la blusa y seguía desnuda de la cintura para abajo, en eso, los muchachos salían ya de la oficina y todavía se despidieron, ella sin pena alguna les dijo “adiós” con la mano y de abajo desnuda, me pidió agua y seguía así, Julio nos vio y dijo que tenía algo que atender, que nos tomáramos el tiempo necesario y salió, de pronto entró Luis con otro de los instructores, como apurados, y todavía lograron verle la vulva a mi mujer, solo saludaron como si nada.
Mi mujer me dijo, “ahora siento que casi todos los que vienen a esta hora me conocen demasiado bien, lo bueno es que ya no me va a importar que se me marque nada, más no pudieron haber visto” y yo solo le agarré el culo. Se terminó de vestir y salimos a hacer nuestra rutina normal, claro, antes de empezar la rutina fui al baño y me masturbé, no aguantaba más.
PD: Yo también logré tomar un par de fotos del momento, cuando Julio le tomaba medidas, mi foto de perfil es una de las que logré capturar. Le quité el fondo y los rostros para cuidar la identidad.
Espero que les haya gustado esta anécdota, a mí siempre cuando la recuerdo me excita sobremanera.
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Que rica vulva tiene tu mujer
Hola como están, gusto poder saludarlos, me llamo Francisco tengo casi 62 años y me a encantado su relato. Me éxito muchísimo y quiero contarles que a mi me encanta exhibir mi cuerpo también. Que rico debe ser el tener una experiencia así.