Touch on go

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T. Lectura: 2 min.

Si bien con 38 años podría decirse que ya tenía cierta experiencia sexual, reconozco que la idea de levantarme un hombre en la calle era algo que deseaba, así de la nada, lo veo, pongo el objetivo ahí y a la cama, pero ¿qué cama? Obvio que no sería la mía. Y luego de que Héctor me había enseñado varias cuestiones sexuales de como atenderlos, no dudo que podría complacer tanto a un activo como a un pasivo.

Por lo que decidí no perder más tiempo y fui a un café que había en un hermoso lugar histórico de la ciudad. Contrario a lo que pensaba, no había mucha gente, era muy luminoso y amplio, habría dos mesas con amigos, otra con tres mujeres y una con un hombre de apariencia muy intelectual solo, algo apartado, que leía un libro; esa sería mi presa… o yo la de él.

Me senté a unas dos mesas, pero desde dónde lo podría mirar con cierto disimulo. Se acercó el mozo y le dije con voz no muy fuerte pero que él escuchara: -Lo mismo que ese señor. Momento en el que este lector miró y yo solo hice un gesto con la cabeza, saludando, me respondió igual sumando una leve sonrisa.

Mientras esperaba tomé un diario de la mesa de al lado y lo ojeé, muy rápidamente me llegó un café, un jugo de naranjas y dos cookies de chocolates, miré al lector que inspiró mi pedido y él sonriente me dijo si estaba bien para mí, perfecto respondí. Continuamos cada uno en lo suyo unos cinco minutos más, hasta que lo miré con mi vaso de jugo en la mano y le hice el gesto del brindis, momento que él se levantó y vino hacia mí.

-Buenas tardes, soy Roberto

-Buenas tardes, Augusto. Sentate por favor

Y se ubicó a un costado mío, cerca, pero no demasiado. Hablamos sobre el lugar, lo que estaba leyendo él y alguna cosa más hasta que empecé a guiar la conversación.

-¿Venís seguido?

-No tanto como quisiera, ser profesor me deja libre dos o tres tardes en la semana.

-¿Y esas tardes se ponen interesantes?

-Digamos que uno ya conoce como es el movimiento de este submundo

-Yo todavía estoy aprendiendo como es

-¿En serio? No aparentás ser nuevo en esto

-Tanto como nuevo, no. Pero no suelo salir e ir a cafés.

-¿Entonces que te parece si seguimos en casa?

-Dale, ¿Es lejos? Por el auto digo

-Vamos al auto entonces, son seis cuadras.

Llegamos al auto y mientras él me indicaba como llegar tuvimos algún cruce de miradas potentes que ya mostraban sexo. Ya en la puerta de su edificio me guio hasta el ascensor y una vez dentro nos acercamos como para sentir nuestro deseo, apenas unas caricias bastaron para encendernos y ni bien pasamos la puerta de su departamento nos enredamos en un intenso franeleo en el que Roberto me llevó hasta la cama, nos fuimos desnudando y en cuanto su miembro quedó a mi vista enseguida me arrodillé y lo tragué con deseo. Tenía una pija normal, pero que quizás mis ganas me hicieron ver grande.

Ya totalmente desnudos nos acostamos y jugamos con nuestros cuerpos durante no menos de treinta minutos, mucho tocarnos, besarnos, 69, dilatar el ano hasta que me pidió que me ponga en cuatro patas al borde de la cama y el parado sobre la alfombra me penetró y la sacó varias veces consiguiendo que yo moviera mis caderas excitándolo aún más y luego de varias entradas y salidas en mí, sentí que bombeaba sin parar hasta llenarme de leche, un minuto después se acostó y yo hice lo mismo a su lado, nos acariciamos un rato, hasta que le dije que me tenía que ir, y así lo hice luego de un nuevo franeleo intenso.

Nos pasamos los teléfonos y continuamos viéndonos un tiempo más, no mucho, a él no le gustaba que yo usara ropa femenina y eso nos alejó.

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